Una tragedia humanitaria con un gobierno ineficiente

La tragedia de la gota fría de Valencia se ha cobrado más de 200 vidas y todavía hay numerosos desaparecidos, como refleja El Español. No puedo imaginar el desgarro de los familiares de los muertos y la desesperación de esas familias que, además, sufren ahora el vandalismo y el robo. Rezamos por ellos y les envío todo mi apoyo.

Una tragedia humanitaria con un gobierno ineficiente

Es en momentos como este donde se muestra la grandeza humana y la solidaridad. 

Pepa Muñoz y José Andrés junto al World Central Kitchen se pusieron manos a la obra desde primeras horas de la mañana para suministrar alimentos de calidad y nutritivos. Decenas de miles de platos y bocadillos hechos con calidad y solidaridad.

Las empresas, de nuevo, han mostrado su importancia y siguen trabajando para que lleguen los suministros lo antes posible. Es, en una tragedia como esta, donde encontramos la grandeza de las empresas y los ciudadanos libres.

Lo que ha sido una decepción, de nuevo, es la clase política. Recapitulemos.

En la rueda de prensa de la portavoz del Gobierno del martes en la Moncloa, no hicieron ni una sola mención a las cuatro alertas meteorológicas lanzadas por la AEMET desde las siete y media de la mañana y una quinta de la Confederación Hidrográfica del Júcar.

Es, en una tragedia como ésta, donde encontramos la grandeza de las empresas y los ciudadanos libres.

El presidente del Gobierno, en viaje por la India, no hizo ninguna mención a las seis alertas lanzadas hasta el momento.

Podemos, como ratas comunistas que son, inmediatamente exigían intervenir a las empresas y expropiar la propiedad privada aprovechando la tragedia, como hicieron en la pandemia.

Especialmente vomitiva ha sido la acusación de miembros del PSOE y Sumar a Carlos Mazón por cerrar la UME Valenciana. No sólo es despreciable porque saben que esa unidad no tenía ningún medio técnico ni operativo, porque saben que no estaba en marcha y por lo tanto no ha habido reducción de recursos alguno, sino que los propios bomberos avisaron de que esa unidad era innecesaria, una duplicidad sin valor operativo.

Por supuesto, el asco llega a niveles extremos cuando hemos tenido que escuchar a Rufián, Garzón y otros políticos aprovechar para inventarse causalidad entre el capitalismo y la tragedia, cuando la evidencia empírica muestra que el socialismo y el comunismo han sido devastadores para el medioambiente, culminando en sus acusaciones contra Mercadona.

Los políticos de la izquierda y ultraizquierda se han comportado como ratas ante una tragedia de la que son muy responsables. Durante años han saboteado cualquier infraestructura y mejora que pudiese mitigar un episodio como éste.

Lo último que deberíamos hacer ante una tragedia como ésta es darle más recursos a los mismos que han dejado abandonados a los damnificados por el volcán de La Palma y que negaron la pandemia hasta el 9 de marzo, mintieron sobre el comité de expertos, sobre los test, sobre los fallecidos, y crearon una red de corrupción alrededor de los contratos de mascarillas.

Durante años han saboteado cualquier infraestructura y mejora que pudiese mitigar un episodio como éste.

Aunque en la gota fría de Valencia el impacto no viene de derribar pantanos, desde hace años, la política de los socios de gobierno ha sido desmantelar y derribar infraestructuras. Se vanagloriaban de liderar Europa en demolición de presas, represas y azudes «que alteran los ríos».

No sólo se ha derribado una gran parte de la infraestructura hidrológica, sino que se vanaglorian de entorpecer cualquier obra de infraestructura. Esa es la clave. No es lo que han derribado, es que han impedido cualquier mejora y refuerzo. El informe de Dam Removal Europe indica que en nuestro país se desmontaron 108 estructuras en 2021. Tampoco podemos olvidar que en España se derogó la implantación del Plan Hidrológico Nacional.

Tienen la caradura de decir que no han derribado ninguna infraestructura cuando, además de vanagloriarse de ello hasta hace poco, han saboteado toda iniciativa para hacer nuevas. Por supuesto que se ha repetido un error al decir que en Valencia se han destruido presas, pero clamaban día sí y día también por derribar las existentes y, además, no se ha aprobado ninguna inversión en fortalecerlas.

Hasta 2021, se han eliminado un total de 28 azudes en la cuenca del Júcar. La mayoría de ellos, de menos de 2 metros de alto y solo uno de entre 5 y 10 metros. El Ministerio dice que no habrían tenido impacto a la hora de contener la DANA.

Desde hace años, la política de los socios de gobierno ha sido desmantelar y derribar infraestructuras.

Lo que importa es la inacción. ¿Recuerdan cuando decían que los grupos ecologistas sostienen que (la eliminación de las presas) permitiría restaurar el equilibrio natural del ecosistema, devolviendo a la zona su configuración original? ¿Y «los expertos en ecología fluvial coinciden en que el impacto positivo de desmantelar estas estructuras sería inmediato y visible en la flora y fauna locales»? Se ha invertido más en desmantelar infraestructuras (2.500 millones de euros) que en fortalecer o ampliar las existentes (cero euros).

Especialmente vergonzoso es ver que el Gobierno ha retenido al ejército más de 48 horas y después sólo moviliza a 500 efectivos, buscando presentarse como la solución al problema que ellos han generado.

La triste realidad de España es que la política de los gestos y la demagogia ha silenciado a los ingenieros y los que encuentran soluciones que evitan catástrofes.
No sólo se ha silenciado a los ingenieros, se ha amordazado y maltratado a las fuerzas y cuerpos de seguridad que son los que salvan vidas, y lo ha hecho un gobierno que cuenta con el mayor presupuesto de la historia y que tiene la desvergüenza de decir que les faltan recursos de los contribuyentes cuando gastan 5.000 millones anuales en agenda 2030, en asuntos económicos y más del doble en transición ecológica.

Un gobierno que gasta 21.000 millones anuales en políticas para «luchar contra el cambio climático» haciendo eventos millonarios y viajes en Falcon y recauda más de 20.500 millones anuales en «impuestos verdes» tiene la desvergüenza de decir que necesitan más dinero. Qué asco.

Como no se va a evitar otra tragedia como ésta es dándole más recursos a políticos que solo venden humo y gesto.

A esta gente no le importa un bledo el cambio climático. Es solo una excusa para disparar los impuestos y reprimir a la gente. Si les preocupase lo más mínimo, buscarían soluciones con las empresas y centrarían su política en China, no en ahogar más a impuestos para crear chiringuitos inservibles.

El libro de María Blanco lo explica perfectamente «votasteis gestos, tenéis gestos». Eso es lo único que hacen. Gastar cantidades obscenas del dinero de los contribuyentes en multiplicar el gasto político y gestos inservibles, postureo y expolio a los que solucionan los problemas.

Por supuesto que una tragedia de este tipo se podría haber mitigado. Lo que pasa es que estos políticos de tertulia televisiva sólo saben pedir más dinero y despilfarrarloen entidades duplicadas y sin actividad real. Se habría mitigado con coordinación e información desde el primer momento, no silencio en la rueda de prensa. Se habría mitigado con inversión en infraestructuras y escuchando a las empresas e ingenieros. Se habría mitigado con el ejército que clamaba ser movilizado mientras el gobierno lo mantenía parado.

Como no se va a evitar otra tragedia como ésta es dándole más recursos a políticos que solo venden humo y gesto. Si queremos soluciones, necesitamos menos Sánchez y más ingenieros.

Acerca de Daniel Lacalle

Daniel Lacalle (Madrid, 1967) es Doctor en Economía, profesor de Economía Global y Finanzas, además de gestor de fondos de inversión. Casado y con tres hijos, reside en Londres. Es colaborador frecuente en medios como CNBC, Hedgeye, Wall Street Journal, El Español, A3 Media and 13TV. Tiene un certificado internacional de analista de inversiones CIIA y un máster en Investigación económica y el IESE.

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