Madrid, 06.10.17.- El doctor en Economía Daniel Lacalle desgrana en este Análisis FAES los detalles de la reforma fiscal anunciada por la Administración Trump y fundamentada en fuertes bajadas impositivas. En los primeros compases de su proceso de aprobación, lo relevante es entender si el plan mejorará el crecimiento y ayudará a reducir el déficit.
Estados Unidos, en los últimos ocho años, ha vivido la mayor transferencia de riqueza de los ahorradores y la clase media al Estado de su historia. $1,5 billones de nuevos impuestos, casi $10 billones de nueva deuda y $4,5 billones de expansión monetaria para un aumento del PIB de casi $3 billones.
Tras la muy equivocada política fiscal de la Administración Obama, que ha supuesto detraer más del 10 por ciento de la renta disponible de una familia media norteamericana, no nos puede sorprender que la recuperación de la economía haya sido la más pobre desde los años 20, con un crecimiento inferior a la mitad del potencial.
Si hay algo que sorprende de los análisis de los economistas intervencionistas es que los mismos que aplaudían la política de más gasto, más impuestos y más déficit de Hillary Clinton y Obama, hoy se llevan las manos a la cabeza ante las bajadas de impuestos porque… podrían aumentar el déficit. Parece que el déficit es solo bueno cuando nos quitan dinero del bolsillo, no cuando nos lo devuelven.
El plan fiscal de Trump tiene toda la lógica económica y, además, es políticamente brillante. Como explica Jeffrey Tucker, de la Fundación para la Educación Económica, es un plan que fortalece el crecimiento y que mejorará los ingresos por mayor crecimiento. Y además, los votantes lo perciben inmediatamente.
Consta de tres factores esenciales:
• Bajada del Impuesto de Sociedades del 35% al 20%. Actualmente, las empresas norteamericanas reflejan una tasa efectiva del 23%, superior a la media de la OCDE del 20%. Con la bajada, se recupera la competitividad fiscal, se pone freno a los inversion deals, esa deslocalización de empresas norteamericanas a otros países con fiscalidad más atractiva, que el Congreso estima que reduce los ingresos fiscales entre 2015 y 2024 en $18.500 millones. Se cercena esa sangría de empresas y a la vez se atrae la caja de las empresas en otros países. La errónea política fiscal de la Administración Obama disparó esos inversion deals y la cantidad de dinero fuera de EEUU de las multinacionales.
• Bajada del impuesto sobre las plusvalías de 23,8% al 20%.
• Bajada de IRPF a todos los ciudadanos al 10%, 25%, y 35%, simplificando los módulos y aumentando las deducciones a las familias. Una mejora para la clase media que no se daba desde los años ochenta.
La deducción máxima por persona se duplica y las deducciones por hipoteca y gastos familiares se mantienen. Las bajadas en el Impuesto de la Renta implican que los ciudadanos que ganen menos de 25.000 dólares anuales no paguen IRPF, los de menos de 75.000 dólares, lo hagan solo al 10%, entre 75.000 y 225.000 dólares, al 20% y para el resto, al 25%, según Steve Mnuchin.
La mayor bajada de impuestos de la historia supondría en las rentas más bajas casi duplicar su renta disponible actual.
El Banco Mundial estima que estas bajadas de impuestos fortalecerán el crecimiento, y Deutsche Bank considera que son las que debería llevar a cabo la Unión Europea, y estima que podrían duplicar el crecimiento real del PIB en Estados Unidos.
Existe una amplia evidencia en estudios económicos que muestra el efecto positivo de las bajadas de impuestos. El ejemplo de más de 200 casos en 21 países analizado por el Fondo Monetario Internacional demuestra que son mucho más efectivas las bajadas de impuestos y reducciones de gasto, a la hora de incentivar el crecimiento y la prosperidad, que los aumentos de gasto. Yendo a casos específicos, los estudios de Mertens y Ravn (The dynamic effects of personal and corporate income tax changes, 2012), Alesina y Ardagna (Large changes in fiscal policy, taxes versus spending, 2010), Logan (2011), o del FMI concluyen que en más de 170 casos el impacto de bajadas de impuestos ha sido mucho más positivo para el crecimiento y el empleo que otras medidas fiscales.
No solo eso, sino que se ha demostrado que las bajadas de impuestos han ayudado a aumentar la recaudación. Las bajadas de impuestos de Reagan contribuyeron a que los ingresos fiscales aumentaran en 80.000 millones de dólares en diez años. El Edelson Institute refleja como las bajadas de impuestos aumentaron los ingresos fiscales gracias al aumento de la actividad económica tanto con Kennedy, como con Reagan y la Administración de George W. Bush.
Estas bajadas de impuestos se financiarían por sí solas, según el secretario de Estado Mnuchin, que estima un beneficio de $1 billón de dólares para la economía, pero sobre todo son relevantes por la importancia de recuperar el endémico crecimiento económico de EEUU a niveles más cercanos a su potencial, la participación laboral y devolver a empresas y ciudadanos el hachazo fiscal sufrido.
Esta reducción de impuestos incluye un incentivo para repatriar los más de $2 billones que las empresas norteamericanas atesoran fuera de EEUU. La medida tiene un impacto muy relevante sobre el resto del mundo y la Unión Europea. Se estima que solamente la repatriación de capitales de las empresas norteamericanas hacia EEUU podría detraer hasta 95.000 millones de dólares de la UE que, mientras tanto, continúa su senda equivocada aumentando la presión fiscal y multando a gigantes tecnológicos en su vano deseo de recaudar a cualquier precio.
Pero el mayor impacto es que, de nuevo, la Unión Europea se sitúa muy lejos en cuanto a fiscalidad orientada al crecimiento. Hay muchas cosas que se pueden criticar a la Administración Trump, pero aquí no hablamos de ideología o pensamiento económico, sino de sentido común. Si EEUU quiere seguir siendo el líder de la economía global, debe abandonar el estancamiento de productividad, inversión y renta disponible que ha supuesto el asalto al ahorrador y productivo.
Las bajadas de impuestos no son debatibles como motor de la economía desde un punto de vista de generación de mayor riqueza y de redistribución no confiscatoria. Y ese es el objetivo, recuperar la clase media, que ha pagado los excesos de los últimos ocho años.
Aún no sabemos si se aprobará, ya que el Congreso y el Senado están divididos, pero lo relevante es entender si mejorará el crecimiento, algo que cuestionan muy pocos, y si ayudará a reducir el déficit. El propio Comité para un Presupuesto Responsable tiene estimaciones que indican que no aumenta el déficit, Mnuchin estima que lo reduce y la Administración Trump tiene en su presupuesto hasta $45.000 millones de colchón. Pero el hecho de que estas medidas hayan sido criticadas “por aumentar el déficit” por los mismos que decían que hay que endeudarse más y aumentar el déficit (lean Time to Borrow, de Paul Krugman) demuestra que van por el buen camino.
La Administración sabe que estas medidas aumentan la demanda global de dólares muy por encima de la oferta, apoyan la inversión, el empleo y la repatriación de capital de las multinacionales, además de fortalecer a una clase media asfixiada por los impuestos. Mnuchin sabe que el aumento en crecimiento y renta disponible será muy positivo económica y políticamente. Algún día, en la Unión Europea, entenderemos que la fiscalidad debe estar orientada a apoyar a las empresas y a la clase media, no a utilizarlas como cajeros.
Me ha gustado mucho. Esto nonlobtienen claro ni la Comisión Europea, ni el «preceptor» de Pedro Sánchez ni nadie, pero es real porque si yo tengo que pagar 10000€ de impuestos no puedo contratar gente para gestionar ni finca rústica!!! Lo he experimentado. En la Comunidad Valencia ni locos quieren oir esto porque les va la marcha de despojar a todos la crear clientela política subvencionada…Muchas gracias.