Esta semana he ido a ver con mi familia El Escuadrón Suicida, una película que, a buen seguro, deleitará a los fans del cómic y que casi me lleva a la siesta más larga durante una proyección desde que sufrí Indochina (Régis Wargnier, 1992) de no ser por una banda sonora excelente de clásicos del rock que desafortunadamente no se reproduce en el CD oficial, repleto de banalidades chicle.
Pero la película me hizo pensar en el modelo de negocio de los grandes estudios. Los personajes de cómic han sido una bendición para la industria de las megaproducciones, pero el modelo de negocio es cada vez más frágil.
Estamos en verano y es tiempo de ‘blockbusters’, esas grandes producciones que, como el propio nombre indica, se supone que rompen cifras de recaudación. Sin embargo, según Box Office Mojo, 2016 está destinado a ser otro de los llamados ‘summer of flops’ (verano de fracasos).
Las ventas de entradas en lo que va de verano han caído un 10% aunque la recaudación del año sigue ligeramente por encima de 2015, y entre los fracasos de la temporada se encuentran superproducciones como Independence Day: Resurgence, Zoolander 2, Las Tortugas Ninja, La Leyenda de Tarzán o el ‘remake’ de Cazafantasmas.
2015 fue un año récord, según Business Insider, con 11.000 millones de dólares de recaudación, de los que casi la mitad fueron generados por Universal, con varias cintas con más de 1.000 millones de recaudación.
Los grandes fracasos de taquilla, curiosamente, hace tiempo que se han desmarcado de lo que se llamaba ‘hacer un Cimino’, en referencia a La Puerta del Cielo, de Michael Cimino, que casi lleva a la quiebra a United Artists. Tras el éxito de El Cazador, el director recibió fondos casi ilimitados (44 millones de dólares de la época, una fortuna) y licencia creativa total, y casi hunde el estudio, recaudando menos de una décima parte del presupuesto. Pues no, desde hace unos años la mayoría de los fracasos en grandes producciones comerciales llegan de cintas que han pasado por todo tipo de filtros de supuesta “apuesta segura”. Secuelas y películas sobre personajes de pegada comercial fácil.
El modelo de negocio se ha vuelto más frágil… y más arriesgado. Para que una película pase los mínimos requisitos de éxito, la producción cuesta cerca de 200 millones de dólares, y a ello se añaden costes de marketing, etc… Sin embargo, pocas de ellas superan en taquilla global los costes totales. Si vamos a los datos de Box Office Mojo, solo 20 películas de 2016 han superado los 230 millones de dólares de recaudación.
Eso sí, si sale bien es un auténtico filón. Captain America, Civil War con un presupuesto de nada menos que 250 millones de dólares, ha recaudado de momento 1.125 millones.
El modelo de negocio se ha vuelto frágil por varias razones. La intensidad de capital invertido exige hacer demasiadas apuestas ‘seguras’, y eso precisamente convierte los productos en menos atractivos. No hay más que utilizar la prueba del algodón. Si en los créditos ven cinco guionistas y más responsables de segunda unidad que actores principales, vamos mal.
No solo es un problema de un coste de producción disparatado, sino de la falta de imaginación. La búsqueda del mínimo riesgo hace también que se lancen secuelas que nadie ha pedido (Zoolander, Independence Day), que, con procesos de aprobación presupuestaria larguísimos y guiones que se quedan en despachos durante años, terminan recibiendo el ‘ok’ cuando la audiencia potencial ha desaparecido. Alguien tiene que explicarme quién fue el genio que dio el ‘ok’ a Cazafantasmas, porque estoy seguro de que el proceso de aprobación de ese desastre sería un excelente caso de escuela de negocios: “Cómo llegar a la nada intentando contentar a todos”.
El filón de los personajes de cómic ha sido excelente, pero todos los cómics no son un filón. Hay personajes de cómic que se prestan a grandes películas, y otros muchos que… en fin. ¿Antman?
Las secuelas atraen un público fiel, hasta que generan rechazo. ¿Little Fockers?. Por favor.
Una película sobre un fenómeno cultural puede ser un éxito. Una película sobre un fenómeno de hace años, no. ¿Angry Birds?… ¿en 2016?
Una buena idea se arruina cuando intentas ser el más políticamente correcto. ¿Regression?
Hace muchos años que la calidad y la imaginación se encuentran en las series de TV y menos en las grandes producciones. Y, como ocurrió con el modelo de negocio de la música popular en los 90, ante la amenaza digital y de otros contenidos, no se acude a productos que crean catalogo y con ‘shelf life’ (pervivencia en el tiempo), sino que se perpetúa el error. Como en 1991, cuando por cada Nirvana salían diez Bush o Silverchair y demasiados NSync, hoy por cada Batman Begins salen quince Catwoman y demasiados Cazafantasmas.
La corrección política ha matado a la estrella del cine. Usted puede ver en HBO u otros canales series de televisión con contenidos originales, provocadores y además polémicos sin problema. ¿Por qué una serie como True Detective no podía salir adelante como película en cines? No pasaría la primera reunión de abogados.
En una película de 250 millones de dólares hay más especialistas en limar las esquinas de lo políticamente incorrecto que actores. Y más abogados que cámaras. No es solo una cuestión de que ‘segundas partes nunca fueron buenas’ (excepto El Padrino II y El Imperio Contraataca), es que aterra lo blando y asustado que es el guión de un desastre como Zoolander 2 comparado con las brutalidades geniales que crearon esos mismos guionistas y actores en proyectos de hace pocos años.
Es cuando menos peligroso enfrentarse a un modelo donde la rentabilidad media sobre el capital empleado es inferior al 10% a largo plazo con la esperanza de que sea el 250% en una película.
Por supuesto que la industria del cine es cíclica y que veranos pobres como este hemos visto en el pasado y se ha remontado, pero en algún momento se parará la máquina que exige más gasto para menos retorno.
Si quieren aprender sobre la industria les recomiendo el libro The Kid Stays In The Picture, la autobiografía del productor Robert Evans, todo un tiburón. En ella dice “cuando todo el mundo tiene demasiado respeto y admiración por los demás o por el material (el guión, la película) los resultados son siempre pobres, es la irreverencia lo que hace que las cosas tengan chispa, lo que da una posibilidad de tocar la magia”. Y no va a ser con Cazafantasmas 2.
Yo he tenido el honor de haber participado modestamente en la producción de una película de Hollywood (muy modestamente), y lo que aprende uno es evidente. La profesionalidad y el talento vienen porque todo el mundo busca la combinación perfecta con una palabra en mente. Rentabilidad. Lo bueno que tiene Hollywood es que aprende de sus errores y que, tonterías las mínimas, que allí se juegan su dinero, no la subvención de turno. Y por ello, volverá la magia.
Me voy a ver Cuerpo de Élite, de Joaquín Mazón, que tiene buena pinta.
Una puntualización: Si todas las películas fueran obras maestras entonces ninguna de ellas resaltaría ni ninguna nos sorprendería. Es necesario que haya malas películas y errores para que destaquen las valiosas.
En toda tu argumentación tengo que darle la razón y sobre todo en la parte final, en EEUU se juegan su dinero los estudios, si quieren perderlo es problema suyo; en España se subvenciona con dinero de todos bodrios infumables que suelen tratar de la posguerra civil en un pueblo perdido o acción en ambientes chabacanos y sórdidos con pésimos actores nuevos que sólo saben susurrar, con semejantes argumentos repetidos una y otra vez aburren a las ovejas y nadie va a verlas pero los creadores no perderán su dinero.
Habría que eliminar las subvenciones en estos temas pero a cambio, a los creadores e impulsores de la película en España deberían dejarles respirar con menos burocracia (estatal y autonómica) e impuestos hasta por respirar y que el éxito o fracaso en la taquilla sea exclusivamente de ellos, como en Hollywood.
Eso tienes razón Jesús, porque yo doy muchas gracias a que la mayor parte de las cosas que se venden en el mercado no me gustan, sino me tendría que tirar por el puente o cargar con todo y salir de casa para que pudieran entrar ellas, pero con las películas se pierde mucho tiempo aunque tú ya sabes viendo el principio si te va a molar o no.
Y esto enlaza con las películas, porque sí se hicieran previos de las películas (de cinco o diez minutos, el trailer) para que los usuarios decidieran qué película se rueda o no (al menos en las que se hacen para recaudar pero sabes que un peliculón no vas a hacer), incluso el usuario podía adelantar parte de la entrada porque encantado que rueden su película, luego si es un bodrio pues sarna con gusto no pica y todos contentos. Ves 20 minicortos y pones la entrada adelantada en uno.
Yo realmente en lo que estoy muy interesada es en la nanoeconomía, la de ciudadano de a pie, un ciudadano sabiendo mucho de nanoeconomía me parece más interesante que un ciudadano sabiendo un poco de microeconomía o de macroeconomía. Además con internet es todo un mundo. Pero no veo yo mucho divulgador al respecto, salvo las amas de casa que se ponen con un blog y los ahorros de su casa (que no está mal), pero debería ser más técnico, las decisiones adecuadas en términos económicos de un individuo para sentirse parte de la micro y la macro. Esto afecta desde agruparse para conseguir más descuentos y más de todo (incluso para las compras en la web salgan más económicas) hasta seleccionar la información en RSS que le interesa para despreciar el resto. Además que la eficacia en la productividad de un país puede mejorar con esta práctica adquirida de todo verlo en términos de ahorro, gasto e inversión empezando por lo pequeño que para mí es lo más grande.
Uy me he alargado un poco… sorry. Saludos.