“If you want me you can find me left of centre off of the strip” Suzanne Vega, Steve Addabbo
Mucho se ha hablado estos días del “centro”. Sin embargo, partimos de un problema de entrada. El centro no es la equidistancia entre la derecha democrática y la ultraizquierda. Ni siquiera es la equidistancia entre la ultraderecha y la ultraizquierda, porque los extremos siempre radicalizan el conjunto. Es más, tampoco debería asumir cualquier extremo como unidad de medida.
Cuando el socialismo democrático adopta la ideología liberticida y totalitaria del comunismo, el centro no se debe mover.
Desafortunadamente, en el proceso de radicalización de la política española se va normalizando como “progresista” el asalto a la propiedad privada, a la intimidad, a la libertad de elección y la constitución. Se normaliza incluso que ministros y vicepresidentes alaben sin rubor regímenes comunistas asesinos. El centro simplemente no puede moverse ante esa falaz normalización del totalitarismo bajo el paraguas de “la izquierda”.
Uno de los problemas que ha acarreado la llegada del comunismo y la izquierda radical al gobierno es que mueve el baremo de la moderación a un extremismo inaceptable. Se va Iglesias del gobierno, le sustituye Díaz y ¡tachán! Nos han colado la idea de que el gobierno se ha moderado sustituyendo a un comunista por otra. Confundir formas más o menos amables con moderación es, como mínimo, peligroso.
El centro no es una bisagra, es una idea que defiende tres elementos inquebrantables: la libertad individual y económica, una sociedad civil fuerte en un estado democrático y el imperio de la ley en un país de instituciones independientes. Es por ello por lo que el centro no puede claudicar ante un socialismo y populismo que se han propuesto dinamitar las instituciones, tomar el poder a cualquier costa abusando de los mecanismos democráticos y desmontarlos desde el poder. Si esa táctica, que tristemente inunda la acción de gobierno desde la utilización del estado de alarma hasta la de los fondos europeos se blanquea, no estamos hablando de un viaje al centro de nadie, sino de un viaje al peronismo de todos.
El centro es una idea que no se transforma porque el panorama político se radicalice. La idea de que viajar al centro debe ser por decreto equivalente a engullir los dogmas del socialismo o la socialdemocracia es muy atractiva para los que provienen de esas ideas, pero no deja de ser un subterfugio falaz, sobre todo cuando el programa del partido socialista ha pasado de ser centrado a radicalizarse legislatura tras legislatura hasta culminar en el sanchismo y su adopción de casi todos los mantras del populismo pro-chavista.
La perversión del lenguaje es tal que nos intentan vender que los postulados anti-propiedad y anti-libertad de Podemos son “la izquierda” y un servidor de ustedes, por poner un ejemplo, es un “radical peligroso” por defender la libertad y el liberalismo que ha llevado a las naciones hoy más prósperas a florecer. Estamos en un país donde se te acusa de radical y «peligro para la democracia» por defender el sistema actual de países como Estados Unidos, Reino Unido, Irlanda, Suiza, Corea del Sur, Chile u Holanda y se intenta vender que los progresistas son los que se hacen fotos con camisetas de la Alemania Comunista y alaban a Castro mientras blanquean el chavismo y el peronismo más abyecto.
El socialismo solo te da libertad para elegir tu muerte. La elección de tu educación, tu ahorro, tu trabajo o tu futuro la hacen ellos desde el poder político.
Señores, nos han movido el centro hacia el socialismo intervencionista y algunos se quedan tan tranquilos.
En España hace falta el centro. Tanto en el partido socialista, donde sus representantes han sido enviados al ostracismo, como en todos los partidos. Lo que no hace falta es que se blanquee el socialismo más caduco y empobrecedor como “centro”.
Estamos en un país donde se acusa a un partido de radicalizarse por defender los valores y principios de las democracias liberales más prósperas del mundo y se blanquea como “la izquierda” el goteo constante de medidas anti-libertad en educación, en economía, en empleo, en sanidad, en relaciones multilaterales, en libertad de prensa, etc. Y nos dicen que el centro es la equidistancia entre esas dos opciones. Anda ya.
Me cuesta entender que a un liberal, más o menos ortodoxo, defienda el centro como si de una ideología se tratase.
Frente al socialismo, o socialcomunismo, no existe el centro, existe liberalismo y conservadurismo. Existe el antiestatismo, la propiedad privada, el libre comercio, la igualdad de todos ante la ley, . Es decir, existe el ciudadano, y no el género. No las políticas identitarias, no las políticas de la victimización, no todo aquello que divide a la sociedad en buenos y malos, no al relativismo hostórico, ni al revisionismo del pasado con la visión presente de la izquierda radical.
No existe el centro, solo existe el ser humano y sus ansias de libertad y de conocimiento.
Completamente de acuerdo Daniel
Socialismo democrático es una contradicción, como nazismo democrático o comunismo democrático. No pueden existir, ni existen, ni existirán. Imposible. Nos tragamos todas las ventosidades que expele la TV en sus varias cataduras, todas iguales en sus fundamentos y a la vista está el resultado: el liberalismo es un pecado social, ahora que el adjetivo «social» sale hasta por el tubo de la pasta dentífrica. Con el poco criterio que hay para diferenciar una cosa de otra y la masa de croquetas que muchos tienen por cerebro, el trabajo está hecho desde los tiempos del tenebroso Rubalcaba, cuando fue ministro de Educación y la dejó hecha unos zorros. Tanto es así que en la revista de la OCU aparecen las empresas de venta por internet como poco contribuyentes porque pagan muy pocos impuestos. Esto es lo que se machaca una y otra vez en el caletre hispano y nadie se para a pensar un poco más allá de la punta de su nariz. Otro se ríe de que no se deje vivir a los «ricos» y tengan que marcharse. Otro, esta vez italiano, se mostraba ufano porque su pueblo había subido mucho los permisos de atraque de los yates en su puerto. Resultado: se fueron a otro más barato y su pueblo se quedó sin esos ingresos. Un derroche de perspicacia e inteligencia. Y como estos ejemplos, miles más del mismo tenor. Cabe mayor necedad y estupidez. Aquí sería impensable un partido como el del holandés Rutte que, según nuestra casta política, es de extrema derecha. En cambio nuestro iluminados descuideros, que no serían capaces ni de administrar una comunidad de vecinos como no fuera para vaciar la caja, se las dan de avanzados. Lo nuestro es el mito de la caverna sin modificar ni una coma.
Perfecto, como si lo hubiera dicho yo, pero mejor
Charles 😉