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¿Salir del euro? Implicaciones de una muerte lenta y segura

19/5/2012 El Confidencial

Esta semana el debate que circula por el mercado es la posible salida de Grecia del euro y la aparentemente apetecible idea de ¿por qué no España? Apretemos al botón de “reset” y a empezar de nuevo. Sobre Grecia ya hablamos aquí hace tiempo. El estado griego, que tiene más funcionarios que España con cuatro veces menos habitantes, dilapida rescate tras rescate y continúa retrasando sus reformas diciendo que “ya vienen, paciencia”. Y ahora, algunos exigen romper el acuerdo –eso sí- después de haber aceptado el dinero. Una cosa es pertenecer al club europeo con sus obligaciones y derechos, y otra es querer participar solo para la fiesta y no para recoger los vasos… Pero es su decisión soberana de dispararse en el pie.

Para escuchar los argumentos a favor de la ruptura del euro, les recomiendo el interesante y detallado análisis de Jonathan Tepper. Pero me voy a permitir dar mi opinión centrada en España. ¿Salir del euro? No. Y creo que no deberíamos, por las peligrosas implicaciones para nosotros, nuestros socios y el sistema financiero. ¿Por qué?

. Porque España no es rica en materias primas como la mayoría de los países que han hecho impago y devaluación, lo que les permitió contener la hiperinflación.

. Porque incluso si se saliese del euro y realizase un impago, no se libraría de  llevar a cabo ajustes y recortes muy severos por el déficit primario estructural.

. Porque puede salir de su problema de deuda con reformas y contención presupuestaria, siendo un país relevante en la OCDE sin romper la baraja.

Salir del euro, y re-estructurar -impago, quebrar, que es lo mismo- para empezar otra vez es como hacer trampa a las cartas para intentar seguir en el casino sin pagar las deudas, y como tal nos sacan a patadas. Lleva al «engaño» de decrecer a lo bestia -una caída del 25-40% del PIB muy probable, según UBS, con paro del 45%, e hiperinflación, para luego, con suerte, crecer. Si lo hacemos.

Para crecer tras el ‘shock’ de la salida del euro hace falta capital. ¿Quién nos prestaría o invertiría en España tras un mazazo de tal calibre a la seguridad jurídica?No hay más que ver la lista de países que han abandonado las monedas de referencia. O países ricos en recursos naturales o ejemplos de pobreza extrema… Ah, y el Reino Unido,  que se beneficia de esas relaciones post-coloniales en recursos naturales, de ser un centro de atracción de capital financiero mundial y de ser un satélite de EEUU.

En el mejor de los casos se daría un efecto V en el crecimiento del PIB. Un efecto muy dudoso que, de producirse, nos llevaría al mismo punto de partida. De los doce países que han hecho mega-devaluaciones en los últimos 20 años, ninguno generó un aumento del PIB remotamente similar a la devaluación impuesta.Media de devaluación del 40% para una media de aumento de PIB en tres años del 10%. Pobreza inmediata sin aumento de riqueza. Como diría U2, ‘running to stand still’. Correr para quedarnos en el mismo sitio.

Una salida del euro, usando los ejemplos del pasado, según estudios de SocGen, UBS o Goldman, nos llevaría a una devaluación del 35% mínimo, al impago de nuestra deuda, y la contracción del PIB sería enorme, hasta un 20%, pero seguiríamos con un problema de déficit primario, que es del 3% al 4%. El déficit primario es el diferencial entre gastos e ingresos que tiene lugar sin incorporar la carga financiera del endeudamiento público. Y lo tendríamos que financiar… ¿dónde? ¿a qué coste? De hecho, en todos los casos del pasado, el déficit galopante ha sido la primera consecuencia de la salida de una moneda. Con lo cual, habría que hacer recortes muy severos, además de la caída de inversiones y renta disponible.De los ajustes no nos libra ni irse del euro.

¿A qué coste se financiaría el Estado fuera del euro? Un 6%, que hoy nos parece una salvajada, se iría a niveles muy superiores (el seguro de impago de Argentina a 1.196 comparado con España a 500). ¿Y las empresas?

Pensar que no se iba a dar un efecto contagio en Europa y Latinoamérica, nuestros socios financieros y comerciales y su efecto sobre nuestra capacidad exportadora, es también peligroso. España generaría un efecto dominó de quiebra de algunos bancos europeos -nuestros prestamistas- y domésticos, con el consiguiente contagio a Latinoamérica, pero una vez hecho, el país se convertiría en una Argentina o Ecuador… pero sin materias primas y recursos naturales con los que mantener la inflación bajo control.

No olvidemos que España ya es importadora neta de productos básicos, incluidos agrícolas. La hiperinflación en dichos productos nos llevaría a la pobreza extrema, y no se puede re-orientar un país a la autarquía y la agricultura en un año.

Recordemos que los países devaluadores mantuvieron los precios de su petróleo y gas nacional artificialmente bajos para contener la hiperinflación. Y a pesar de ello, la inflación se disparó a niveles del 9%-11%. En España, la hiperinflación nos consumiría, como importador neto de materias primas. Y el ejemplo de otras devaluaciones nos muestra que el paro no se reduce sustancialmente. A pesar de que Argentina dobló su numero de funcionarios desde la pesificación, el paro pasó del 14% a dispararse al 22% tres años después y caer a un 8% “oficial” -11% real- hoy, mas de 10 años después.

Por otro lado, hacer impago (‘default’) en la deuda tendría un efecto dominó financiero. Dada la enorme exposición de la banca mundial a España y sus empresas privadas, se generaría un agujero de crédito (‘crunch’) al menos europeo, si no global. Si ocurre ya con Grecia, donde no sabemos si el impacto son 400 billones de euros o un trillón, imagínense con España, que es tres veces más grande que Grecia.

Pero, además, suponiendo que el sistema financiero internacional se recuperase del efecto «España sale del euro», que se llevaría por delante a una buena parte de los activos de nuestros inversores, nos iba a prestar dinero después Rita la Cantaora. Porque no tenemos ni materias primas, ni oro, ni tecnología en porcentaje suficiente que nos haga capaces de forzar una autarquía que no sea «pobres para 100 años». Nos quedábamos de pastores, agricultores y servicios turísticos de 1960.

En España tenemos españoles, no islandeses.

Parece obvio. La quiebra de Islandia, un ejemplo muy utilizado, fue un acuerdo nacional de empobrecimiento mutuo en un país de 320.000 habitantes. Menos habitantes que Bilbao. Nosotros somos 47 millones. Las implicaciones son devastadoras. Islandia, cuando quebró, no tenía las implicaciones que supone España para la economía global. En 2007, un PIB de  8,5 billones de euros comparado con un trillón de euros (americano) de España. Una deuda, la islandesa, del 800% de ese PIB era nada, minúsculo, dentro del mundo financiero global. A pesar de todo, generó un ‘credit crunch’ (reducción de crédito) que afectó a muchos países. El impacto de la deuda de España, que es 3,5 veces el PIB de nuestro país, es riesgo de un colapso crediticio internacional.

El coste de la salida del euro de Grecia se cifra entre 400 billones de euros y 1 trillón de euros (americanos). El de España rondaría de 2 a 3,5 trillones de euros. Con ese coste, y el impacto en los mercados financieros y en los bancos que podría durar años de provisiones y pérdidas, no veríamos una peseta de financiación externa, lo que hundiría nuestras opciones de crecimiento.

Un problema creado en una década no se soluciona en un día.

España y Europa sufren una resaca de más una década de endeudamiento y borrachera. No se cura una resaca de años en dos meses. Y romper la baraja tiene un efecto colateral monstruoso. Que no puedes volver al tablero.

España tiene que hacer una reducción de su endeudamiento desde el euro, adelgazando su gasto inútil para hacer su credibilidad crediticia más sólida y, por lo tanto, menos cara, mientras reduce deuda absoluta, dejando de acumular intereses. Recuperar ingresos inversores atrayendo capital y tener un Estado con gastos menores y más sostenibles. Adicionalmente, debe reorientar su modelo productivo a sectores de alta productividad, haciendo un entorno atractivo para el inversor, para el emprendedor. No todo obra civil, infraestructuras inútiles, subsidios y ladrillo. Las devaluaciones e impagos solo llevan a echar capital y a hundir la inversión a largo plazo, porque se sabe que a la mínima te hacen otra devaluación, otro impago y te hunden. Y tenemos que saber que no somos EEUU o Reino Unido o Rusia. No tenemos materias primas.

Necesitamos un proceso de desapalancamiento en el sector público y privado, que, por otro lado, este país se puede permitir sin quebrar. Otra cosa es que hasta el día de hoy no se ha querido hacer porque era más fácil esperar a que escampe.

¿Por qué no gusta el proceso de desapalancamiento? Porque no suben los pisos, no suben las bolsas. Pero al ciudadano lo que le está afectando es una política económica basada en intentar inflar los precios de los activos financieros a través de expansión monetaria, con tipos de interés bajísimos que no benefician nada más que a algunos bancos ineficientes e hiper-endeudados… mientras sufren el proceso de asfixia de impuestos y acaparación del crédito de un estado hipertrofiado y entidades financieras colaboradoras.

En definitiva, el desapalancamiento es sano. No dará crecimientos espectaculares, pero limpia los sectores improductivos y destapona el problema fundamental., que el país se endeuda para pagar gastos corrientes e intereses. España, si hace los deberes y adelgaza el gasto inútil, y con él la deuda, seguirá en diez años con un crecimiento modesto de economía madura, pero con un endeudamiento asequible y sostenible adecuado al carácter cíclico de su modelo productivo. Sin romper la baraja

Austeridad y crecimiento. Un objetivo posible

4/2/2012

El gran debate macroeconómico de 2012 se centra en analizar si los procesos de reducción del gasto público que se están llevando a cabo son compatibles con el crecimiento o, en el peor de los casos, si ese crecimiento peligra por los recortes. Muchos son los economistas anti-austeridad, desde Krugman, que pide más gasto pero también recortes de salarios masivos, o los que alertan de la profundización de la crisis. Me gustaría darles unas pinceladas de la charla que di hace una semana en Austin y Dallas sobre “la austeridad funciona” (Austerity Works) y por qué es en España donde es más relevante.

Austeridad no es antónimo de crecimiento, sino de despilfarro

Lo primero que merece la pena dejar claro es que en Europa no se está llevando a cabo un proceso de austeridad, sino de contención del gasto, moderadísimo en algunos casos como el español o el británico. Reducir el “déficit” del 8% al 5% no es austeridad, es prudencia presupuestaria. No es lo mismo reducir la deuda que reducir el incremento de la misma.

El primer argumento que suelen utilizar los que atacan los programas de austeridad es comparar este proceso con lo que ocurrió en los años 30, es decir, un agravamiento de la crisis. Pero olvidan las diferencias.

En los años treinta se produjo austeridad junto a proteccionismo, una combinación letal que nuestros gobernantes deben evitar. En un mundo globalizado es muy difícil que se pueda llegar al proteccionismo salvaje de EEUU en los 30. Eso si, aquí es donde Europa puede errar de manera grave, ya que el intervencionismo está creciendo, aunque no de manera alarmante.

* En los años treinta los tipos de interés eran extremadamente altos y la capacidad financiera de los sistemas intervenidos era muy limitada. Ese no es el caso actual.

* En los años treinta no se daba un entorno de expansión cuantitativa como el que tenemos ahora. Pero el QE (expansión cuantitativa) americano lo hace la FED directamente saltándose a la banca, e inundando de dinero el sistema, fundamentalmente el financiero. En Europa, esa expansión se esta haciendo usando a la banca, que retiene ese dinero, comprando deuda soberana, sin extender crédito a la economía real.

El aumento de liquidez de Draghi no llega a las empresas y familias. Como me decía este miércoles el primer ejecutivo de una gran empresa española “aquí el credit crunch lo está viviendo la pequeña empresa eficiente, no la administración ineficiente”.

Las razones por la que continuar con el gasto es equivalente a dispararnos en el pie son las siguientes:

Hemos comprobado que el gasto no funciona, repetirlo es suicida. España incrementó el gasto publico en 67.264 millones de euros entre 2007 y 2011, un 6,4% del PIB, para generar una caída del PIB del 3,3% y una caída de la producción industrial de 12,7%, con un aumento del desempleo hasta 5,4 millones de personas. Ese aumento del gasto supuso además un coste de deuda adicional equivalente al 0,3% del PIB. España SA no solo no detuvo la crisis gastando, sino que la acrecentó. Las cifras en España son demoledoras, pero es que en EEUU, Reino Unido y la Eurozona se demuestra el mismo principio, el aumento del gasto no ha generado una décima de PIB.

Siempre les hablo del modelo de saturación de deuda, y hay que recordarlo.Cuando una unidad adicional de deuda no genera PIB positivo, sino negativo. Hemos saturado el dudoso efecto beneficioso del gasto. Un claro ejemplo de este aspecto es el tan famoso como triste Plan E del Gobierno, 13.000 millones de euros, el doble que lo que se espera recaudar con la subida temporal del IRPF, para generar deuda, destrucción de empleo y de PIB.

Hemos probado que la “no austeridad” cuesta demasiado, pero más cuesta el gasto indiscriminado. Yo siempre digo que si Krugman se leyera los capítulos de gasto de de los presupuestos generales del Estado se hacia de la escuela austriaca en un minuto. No solo hablamos de decenas de miles de millones tirados en ciudades del circo y las artes, aeropuertos sin uso, infraestructuras multiplicadas y subvenciones a fondo perdido. El problema es que todos esos gastos no están soportados por un ingreso equivalente, (no tienen ROIC, return on invested capital) con lo cual dejan detrás de los mismos, no solo un valor inexistente, sino una deuda impagable que tendrá que ser cubierta con ingresos de otras actividades, las productivas. Es decir, las infraestructuras y subvenciones “tiradas” no solo son un malgasto, sino que la deuda que dejan supone un robo a las actividades rentables ya existentes… pero además crea un efecto de “no inversión”. Nadie se atreve a poner un duro en una economía en la que los impuestos que se generan por inversión productiva van a cubrir deuda (liabilities) del malgasto improductivo.

Por qué funciona la austeridad:

Libera recursos financieros de actividades improductivas a actividades productivas. Hoy en día el casi el 70% de los recursos financieros a disposición de la banca se usan para comprar deuda publica y financiar gasto de las administraciones. Es el efecto crowding out (acaparador) de un Estado que ya supone más del 40% de la economía del país. Si ese Estado deja de acaparar las posibilidades de crédito, y además deja de gastar en actividades improductivas, la actividad inversora retorna y la actividad financiadora de dicha inversión también. No es casualidad que en Estados Unidos haya empezado a fluir el crédito a la actividad privada creadora de empleo justo cuando el presupuesto del país está secuestrado por ley, como me comentaba un panelista republicano en la conferencia de Austin, Texas.

* Acelera la transformación a una economía de mayor productividad. No es casualidad que la productividad caiga cuando aumenta el gasto público. La mayoría del gasto publico de los planes de estimulo se envía a subsidios y rescates a industrias en decadencia (minería, automóvil, etcétera… cero productividad) y a actividades de bajísima productividad (construcción, obra civil), y acapara unos recursos financieros que imposibilitan la inversión en alta productividad. Si se deja de rescatar al ineficiente con el bolsillo del eficiente, se atrae capital para inversión en alta productividad. Si no, ese capital se desplaza a territorios más atractivos.

Crea empleo, no lo subvenciona. Cuando el Estado gasta en empresas sin sentido e inversiones sin retorno, no crea empleo, lo subvenciona pidiéndolo prestado. Y ese coste viene del bolsillo del trabajador actual y de los impuestos de las empresas rentables, hasta que se acaba el dinero de los demás y la pirámide se desmorona. Cerrando 75.000 empresas y trabajadores autónomos anuales para subvencionar un gasto que destruye empleo a corto y medio plazo.

El aumento del gasto financiero por incremento de deuda ahoga la capacidad de recuperación y además aboca a subidas de impuestos que frenan el consumo y la inversión, además de repeler al capital. Si España se ahorrase tener que emitir deuda para pagar intereses de deuda no haría falta llegar a la situación actual, con la mayor presión fiscal de Europa.

Es relativamente fácil, no solo se dejan de pagar subvenciones inútiles, 22.000 millones de euros anuales, y 6.000 millones de euros de coste de deuda adicional, sino que se atrae capital y se reduce la perdida de ingresos por impuestos (nada menos que 46.000 millones 2007-2011) atrayendo nuevos inversores. Y en vez de cercenar el PIB un 0.3%, se crearía PIB hasta en un 2% anual.

Tenemos que salir de la espiral de gasto, de los favores debidos, del proteccionismo y las subvenciones que rescatan a los improductivos y taponan la innovación y la inversión de crecimiento. España lo hizo, en varias ocasiones, en el pasado. No creo que no podamos hacerlo de nuevo.

Mis recomendaciones al movimiento 15M, 22M etc…

Este artículo se publicó en 2011 dedicado a los manifestantes del 15M. Creo que merece la pena recuperarlo para el 22M:

26/5/2011

He pasado casi una semana intercambiando tweets con integrantes y simpatizantes del movimiento Democracia real Ya. Debo reconocer que ha sido una experiencia muy enriquecedora y de la que he aprendido mucho. Empecé, como tantos, con grandes sospechas, entre mensajes de nacionalización de la banca, anarquía y algún que otro insulto.

Debo confesar que lo que me llevó a comenzar el diálogo hasta bien entrada la madrugada de los últimos días fue la duda de la imparcialidad del movimiento, ya que cuando gobierna la izquierda los protestantes atacan al “sistema”, ente difuso e impersonal, y cuando gobierna la derecha las protestas van dirigidas específicamente a personas con nombre, apellidos y carnet de identidad. Ese punto de “solidaridad en la desgracia” hacia gobiernos de un lado y otro a los que los suyos y sus simpatizantes les presuponen siempre buena intención y superioridad moral. Tuvieron mala suerte, qué se le va a hacer. La culpa es del “sistema”. Vaya por Dios.

Pues bien, a medida que intercambiaba ideas con los twiteros se estableció un diálogo francamente interesante y revelador. Gente muy preparada, frustrada pero cabal y con espíritu constructivo. El verdadero germen de lo que puede ser el futuro. Allá van mis recomendaciones, con humildad. Tómenlas como una simple aportación desde mi respeto y mi cariño:

.- Si preocupa la dictadura de los mercados, no a la deuda. Reclamar más subsidios y más gasto solo va a generar más dependencia de los mercados, que tienen la mala costumbre de exigir que se les repague su préstamo y que se le remunere un interés adecuado. Una economía endeudada solo genera dependencia. Si todas las empresas y tecnologías que defienden viven de subsidio, no florecen, sobreviven, y el beneficio que generan para sí mismas es directamente proporcional a la pérdida que usted percibe en su bolsillo. Los subsidios excesivos crean pereza, y por muy bienintencionados que sean son un fondo perdido, que genera gasto, más deuda, y mayor empobrecimiento.

.- Menos impuestos, más derechos. Menos impuestos para las rentas bajas y medias. Financiar al Estado pagando impuestos en exceso en las nóminas para luego “devolver” la renta es regalar dinero. Hagan que el Estado no tenga la tentación de gastar insosteniblemente. Den más renta disponible a las familias, que han demostrado ser capaces de gestionar la crisis mucho mejor que cualquier gobierno, capitalista o comunista. Creen riqueza para que la Seguridad Social se capitalice, no incrementar el agujero y taparlo con parches de gasto.

.- Contra los supuestos excesos de las grandes corporaciones, crear empresas. Creen cooperativas. Monten empresas. Salgan del círculo del subsidio, que les hace más dependientes. Usen el talento para crear su propio futuro. No es imposible.

.- El fracaso no existe. No le tengan miedo. Vean la crisis como una oportunidad. El Estado les ha convencido de que no pueden tener éxito si no son funcionarios, o empleados de una enorme corporación. El miedo al fracaso les ha llevado a la esclavitud del sistema que critican. En España el 80% del sistema bancario es estatal, manejado por sindicatos y políticos. En el año 2007, cuando se le echaba la culpa al capitalismo feroz de la crisis, más del 74% del sistema bancario mundial estaba controlado por los Estados. El Estado acaparando un 57% de la economía ha  generado esta situación. Más Estado no les va sacar de ella.

.- Tomen el reto de hacer un movimiento realista y verdaderamente apolítico. Curioso ver que lo primero que ha hecho el movimiento es juntarse en asambleas populares. Algo que gente tan despreciable e inteligente en su maldad como CastroVidela o Chávez vendían como “democracia”. Juntar a un grupo, separarlo en mini-grupos, debatir, volver a separarlo y cuando han decidido lo que acuerda el grupo más pequeño, liderado por un “moderador”-comisario, gritar a una “el pueblo ha decidido”. ¿Les suena a algo? ¿Juntas bolivarianas tal vez?

.- Colectivismo, ¿para qué? Si es cierto, como dicen, que los modelos del pasado hay que cercenarlos porque no funcionan, recuerden que el modelo que ha demostrado fracasar de manera más clara y con peores consecuencias para el pueblo en los últimos cien años es el del colectivismo y estatalismo. Aprendan del pasado para no repetirlo, ni el de los últimos diez años ni el de los últimos cien.

.- Centren su movimiento en el individuo. La persona. Gente llena de talento, de capacidad, de ilusión, asustada y frustrada, es cierto, a la que le dicen que nunca van a poder conseguir nada. Esas personas pueden y deben demostrar que son líderes. Creen líderes económicos, tecnológicos, que revolucionen el país. Si no crean lideres, se rodearan de jefes de negociado.

.- Salgan fuera. El 70% de la población activa trabaja a menos de 30kms de donde nació. Tomen riesgo, como hicieron nuestros abuelos y bisabuelos, que crearon riqueza y empleo. El futuro es la tecnología y el valor de la capacidad intelectual. Desarróllenlo. Conviértanse en líderes globales. ¿Por qué puede un señor en un garaje de Iowa o en Israel crear una empresa líder que ayude a mejorar el mundo y ustedes no? Claro que pueden.

.- No hay derechos adquiridos. El modelo del avestruz de evitar mirar al mundo y asumir que tenemos unos derechos adquiridos que les negamos a los trabajadores de Asia, África o América solo crea miedo y error. Busquen su ventaja competitiva, que la tienen, su activo intelectual y su capacidad de adaptación a un mundo complejo, y aprovéchenlo. Los sindicatos no están para crear trabajo, sino para mantener el de sus afiliados, aunque sea a costa de los demás. Sospechen de quien les ofrece el futuro mirando al siglo XIX.

Y ante todo mucha suerte. Un abrazo.