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España, tocando fondo

27/7/2013 El Confidencial

“It’s not how far you fall, but how high you bounce that counts.” ― Zig Ziglar

Hace ya un par de meses que comento en distintas entrevistas que los indicadores mostraban que España está tocando fondo y dando señales de mejoría. Nadie puede negar que en el pasado siempre he dudado de los llamados “brotes verdes”, pero la acumulación de datos esperanzadores es significativa.

Merece la pena resaltar dos cosas:

  • Los datos positivos empiezan a parecer plausibles para la comunidad inversora, cautelosa con los eternos “estamos mejorando” de nuestro país que terminan por ser espejismos. El informe de UBS Spain is getting better, y los análisis de muchos fondos lo ponen de manifiesto.
  • Hay que evitar el riesgo de complacencia y entregarse al voluntarismo. La fragilidad de la economía sigue siendo enorme y, como vimos en el pasado, ralentizar las reformas y mantener los problemas estructurales puede llevar al país a estancarse. Tocar fondo y mantenerse en él es el mayor riesgo que llevo mencionando meses. La japonización de España y otra década perdida.

Los datos de la EPA esta semana y los que se esperan del PIB lo confirman. Que el paro baje hasta el 26,26%, 225.000 personas menos, es positivo. Incluso si queremos tomar los datos con toda la cautela del mundo por estacionalidad, muestran que la tendencia de acabar con la destrucción de empleo, que empezó a mostrarse tímidamente en abril, es ahora evidente.

Pero hay datos que me parecen muy relevantes. El Índice de Gestores de Compras (Purchasing Manufacturers Index) se situó en 50 en junio, que es el nivel a partir del cual la economía se empieza a acercar a la posibilidad de expansión. Los depósitos bancarios también han crecido después de años de caída, subiendo un 0,46% a 1,48 billones de euros en junio.

Pero el más relevante para mi es la fortaleza de las exportaciones, tanto en volumen como en margen para las empresas, que muestra cómo un país puede vender fuera de manera espectacular sin caer en la trampa fácil de devaluar.

El ministro Luis de Guindos resaltaba esta semana la importancia a largo plazo del ajuste interno llevado a cabo por España. Es muy relevante porque, al contrario que la devaluación de la moneda, no supone un aumento desproporcionado de las importaciones y de la inflación. Un ajuste mucho más duradero y positivo a largo plazo que devaluar para nada.

Comparen el impacto del ajuste español en las exportaciones y las cuentas del Estado comparado con Japón y su alocada decisión de hundir su moneda. Nuestras exportaciones han alcanzado un máximo histórico absoluto y relativo a Europa, pero nuestro balance por cuenta corriente –diferencia entre lo que vendemos y lo que importamos- no se ha deteriorado; de hecho, ha mejorado hasta ponerse en superávit. Mientras tanto, Japón exportaba un 10% más, pero sus importaciones se disparaban, agrandando su agujero con un déficit por cuenta corriente astronómico, a máximos históricos (180.000 millones de yenes).

Esta mejora no es solo por la muy necesaria caída de la demanda interna. No necesitamos más planes E y gasto inútil. La mejora de las exportaciones y sus márgenes demuestran una combinación de esfuerzo empresarial y apuesta por el valor añadido.

Otro elemento importante a resaltar es que el endeudamiento de las empresas se ha reducido a niveles de 2006 y que, tras las caídas generalizadas de los últimos años, empezamos a ver a grandes compañías multinacionales mostrar mejores cifras en España (IBM, L’Oreal, Carrefour)

¿Dónde debemos centrar la atención para confiar en esta tímida recuperación?

El consumo sigue cayendo. Es esencial que el gobierno comprenda que la renta disponible debe mejorar, no por aumentos forzados de salarios, que llevarían a que el paro se mantenga a máximos al no incorporar a trabajadores potenciales, y prolongar la recesión, sino por bajadas de impuestos. Es la única manera de mejorar el consumo y reactivar la economía. En el informe de BBVA Consumption Outlook First Half 2013 muestran claramente esa importancia.

Déficit y deuda excesivos. El hecho de que no haya presión para reducir el déficit por debajo del 6,5% en 2013 y 5,8% en 2014 no quita el riesgo de que tal cantidad de nueva deuda, más de 130.000 millones de euros, suponga un enorme lastre para una economía que ya supera el 90% de deuda sobre PIB. Y que el entorno actual de tipos bajos, apetito inversor y primas de riesgo moderadas puede cambiar en una economía global en desaceleración.

Reforma de la administración y ajustes. El gobierno resalta que el ajuste estructural ha sido de 4 puntos de PIB y que se han reducido 300.000 puestos públicos, pero eso no quita que el gasto en salarios no ha bajado significativamente y que el peso del gasto público es aún extremadamente alto (casi el 50% del PIB incluyendo empresas publicas). Relajar los ajustes manteniendo el gasto excesivo tiene un efecto negativo inmediato, en una economía tan frágil, sobre la inversión, el consumo y el empleo. No quiero contarles lo que puede ser si se ponen a aumentar gastos. La emisión bruta de deuda (€136.000 millones) y la neta (€76.000 millones) sigue a máximos históricos, casi cuatro veces superior a la media de 2005-2007. Merece la pena vigilar este problema porque España sigue a un paso de bono basura según Moody’s y S&P. Una bajada de calificación y se desmorona el castillo.

La mora bancaria seguirá subiendo, hasta probablemente el 13% por el proceso de reconocimiento de préstamos refinanciados que son incobrables, lo cual seguirá dificultando el crédito, pero la banca española ya no es un peligro de caja negra donde nadie sabe lo que se esconde. Se ha llevado a cabo un proceso de transparencia y exigencia de capitalización que no es comparable a otros países de Europa. Ya saben que mi miedo está más en la banca francesa y alemana que la nacional.

La reforma energética, como comentábamos la semana pasada aquí, ha generado inquietud entre los inversores ante el riesgo de que los recortes se extiendan. El hecho de que el ministro Soria haya discutido con inversores y reconocido abiertamente las decisiones y el enorme problema de sobrecapacidad que sufre España es una iniciativa importante que debe repetirse a menudo para que en el gobierno entiendan las preocupaciones, oportunidades, riesgos y consecuencias.

España ha hecho avances, pero está lejos de la línea roja, y ha perdido 10 puestos en la clasificación de países con mayor libertad económica de la fundación Heritage fundamentalmente por las subidas de impuestos. Ahora toca profundizar en las reformas, bajar impuestos y liberalizar de verdad, y así recuperar esos diez puestos y otros tantos más.

En el mercado se percibe un interés genuino porque España demuestre ser el primer gran éxito de la mal llamada “austeridad” europea, que no es más que moderación presupuestaria. La prueba de que la solución más acertada y adecuada para corregir los excesos de la década de borrachera inmobiliaria y obra civil es el ajuste interno. Lo demostró Alemania con su exitosa “Agenda 2010” lanzada en 2003, un ajuste muy agresivo que garantizó que el empleo bajase del 11 al 7,2%, la seguridad social tenga hoy superávit y el país cercenase su déficit estructural. Espero sinceramente que no nos relajemos y pensemos que lo hecho hasta ahora es suficiente, porque no lo es, y demostremos lo que todo el mundo dice en Londres. When Spain does well, it rocks. Cuando España lo hace bien, se sale.

Me voy a tomar unos días de vacaciones para terminar mi próximo libro,Viaje a la Libertad Económica, que publicará Deusto en invierno. Espero que nos volvamos a encontrar llenos de energía a final de mes. Les deseo un feliz verano. 

Bruselas y la generosidad del prestamista

1/6/2013 El Confidencial

La deuda es la esclavitud de los libres” Publilio Siro

Llevábamos semanas oyendo las supuestas bondades de “relajar los objetivos de déficit” y escuchando a muchos gobiernos regionales comentar el “reparto del déficit” como si la deuda fuera una donación y no una responsabilidad. Hasta que llegó la Troika y nos recordó lo que nadie quería reconocer. Quelas deudas se pagan y que los préstamos sin condiciones no existen. Ahora, tras años perdidos alimentando la burbuja de gasto político, vienen más problemas, porque haber retrasado lo inevitable –la reforma de las Administraciones Públicas y el pinchazo de la burbuja inmobiliaria y de obra pública- nos lleva, probablemente, a una salida mucho más compleja.

Ante un escenario incierto no es de extrañar que los inversores extranjeros vendan deuda española ante nuevas medidas de ajuste que se temen que caigan por el lado impositivo.

Siempre que visito España me dicen que Bruselas nos exige esto y aquello. Sin embargo, Irlanda no lleva a cabo la misma política y está también en la UE y con problemas similares. Desde fuera da la impresión de que Bruselas simplemente acepta resignada los incumplimientos, y ante el riesgo de la implosión de una economía tan grande, propone medidas de prestamista, que aceptamos de buen grado porque sostienen un estado fragmentado e ineficiente, cuya reforma exige pelearse con muchos amigos y colaboradores.

¿Qué significa eso?

Sin embargo, el Gobierno tiene que cuidar como si su vida fuese en ello a nuestro sector exportador, pymes y autónomos. Nada más nos va a sacar de la crisis. La única manera de crear dos millones de puestos de trabajo es que sea atractivo montar nuevos negocios.

Una crisis de balance

Los problemas de balance no se solucionan con devaluaciones internas, porque se desploma la renta disponible, cae el consumo y el agujero de deuda se agranda. No se solucionan subiendo impuestos, porque se repele a la inversión exterior. Y no se soluciona con más deuda. Porque mientras nos aferramos a los gastos de la burbuja, los ingresos fiscales de esa terrible época de la chequera en blanco no van a volver.

La salida de esta crisis empezará cuando los gobiernos europeos se den cuenta de que los ingresos que consideran “normales” eran producto de la expansión injustificada de crédito creada por el dinero gratis de la “construcción europea”, y que dichos ingresos no pueden retornar cuando todos los agentes, estados, empresas y familias ya están muy endeudados.

 

Nuestra deuda, nuestro problema

No es una casualidad que la deuda estatal en manos de los bancos españoles haya aumentado un 10% en el primer trimestre de 2013 y supere los 245.000 millones de euros –casi el 40% del total-, como muestra el gráfico (cortesía de

De las crisis de balance solo se sale de tres maneras:

– Con una enorme quita –y eso se lleva por delante no solo a nuestros bancos atiborrados de deuda soberana, sino nuestra seguridad social y nuestras pensiones, invertidas hasta un 90% en bonos estatales-. Las quitas hunden la confianza inversora. No existe el concepto de quita “con confianza”.

– Con una devaluación enorme e inflación –el impuesto silencioso-. Y ya hemos visto la inutilidad de esas políticas en Reino Unido o Japón. No baja la deuda, de hecho aumenta, se gasta igual o más pero se empobrece a toda la gente, y tampoco evitan los recortes.

– Recortando gastos y bajando impuestos, atrayendo capital inversor y recapitalizando el sistema con dinero extranjero. Es lento, pero limpia el sistema.

Las dos primeras benefician al aparato político, que se mantiene o incluso aumenta. De hecho, ante el destrozo económico que generan ambas, siempre se acude al “gasto público”. Ya saben, primero zancadilla y luego “sin mí no puedes levantarte”. Argentina sin petróleo. Pero ya no funciona. Los estados europeos están tan endeudados que ya no pueden gastar centenares de miles de millones anuales en infraestructuras inútiles, y el coste de esas subvenciones y gastos desproporcionados sigue llevando a la desindustrialización y el paro, que son tan atroces que ponen en peligro el sistema completo.

Relajar el déficit, aumentar la deuda, seguir manteniendo el gasto político, no es generosidad de prestamista. Es esclavitud. Y a estas alturas, ni siquiera es políticamente rentable para el aparato burocrático. Ténganlo en cuenta.

«Obama crea empleo», «Alemania no nos deja crecer»… y otros cuentos

«Growth is an outcome, not a policy»

Semana de altísima volatilidad en los mercados, adictos a la droga de los bancos centrales. «Don’t fight the QE» ha sido el mantra, y ha llevado a que la exposición alcista media de los fondos de inversión alcance un 80%, 45% en el caso de los Hedge FundsY en eso apareció China a fastidiar la fiesta, entrando en contracción. Además, las televisiones coreana y china no paran de alertar contra el «imperialismo monetario japonés». Veremos cómo termina todo.

Nos habíamos olvidado de los fundamentales.

Obama y el empleo

«Es para reducir el paro», nos repite Ben Bernanke, presidente de la Reserva Federal, mientras nos explica que el mercado laboral sigue siendo pobre y que la recuperación es débil. La administración Obama se vanagloriaba de haber «creado» 5.000.000 de empleos con un plan monetario y de estímulo que ya supone 2,1 billones de dólares gastados. Total, si nos creemos la cifra, sale a casi 500.000 dólares de gasto por empleo «creado». Casi nada. David Stockman, en polos diferentes, alertan del nivel más bajo de participación laboral de las últimas décadas. Pero es que incluso la cifra de Bernanke tiene truco, como dicen los CEOs de Exxon Anadarko, que recuerdan cada vez que les preguntas que hay que mostrar una hipocresía política muy grande para apuntar como éxitos de la política intervencionista a los empleos creados por la industria energética -680.000-, que ha sido perseguida hasta que el gobierno se ha encontrado el plan de estímulo privado gratis más importante: el petróleo y gas doméstico. La revolución del fracking que hace que la electricidad, según el presidente de la CE, sea un 50% más barata en EEUU que en la UE y el gas industrial, un 75% más barato. Eso es un estimulo de verdad, privado y sin subvenciones.

La realidad es que cuando se anunció el plan de estímulo eterno de Obama y la Fed, prometieron que el desempleo alcanzaría el 5%, y, si no se aplicaba, amenazaban con que se dispararía al 8%… Y tras billones de dolares gastados, el desempleo es 7,5%, un 11%

Alemania y el crecimiento

Con ello, llegamos al famoso «Alemania no quiere que crezcamos»… Lo he explicado en varias ocasiones en la CNBC.

«German imports of Spanish products accounted for 22 billion euros, approximately 2% of Spain’s GDP.

If we are optimistic and assume that German imports would increase by 5%, this would be less than 0.1% of the GDP of Spain. Considering a multiplier of 2.5, the maximum increase would be 0.25%. Suppose a similar effect on all countries exporting to Germany, and the impact would not exceed 0.5% of Portugal or Greece’s GDP. Again, this being very optimistic.

That is, making Germany accept inflation and an expansive policy they cannot afford -just look at their banks-, does not solve the problems of the periphery.

The sharp adjustment in domestic demand in peripheral countries, and entering into current account surplus, are much more effective policies to lay the foundations for growth. Why?

Because the impact of an improvement in peripheral Europe foreign direct investments multiplies the positive impact, in the case of Spain to 3% of GDP and in portugal, Greece or Italy by c2.8% without adding more debt and risk to the Eurozone, and at the same time it helps solving the inefficiencies of bloated economies«.

Inversión directa. Ese es el camino de la recuperación, pero hace falta mucha más inversión directa extranjera. Y sólo se va a conseguir cuando el entorno de seguridad jurídica e impositivo sea atractivo, predecible e incuestionable. Y la demanda interna, que apoyará la creación de empleo, la recuperaremos cuando permitamos que crezca el consumo… bajando impuestos.

España tiene un problema. Un 27% de paro. Eso aumenta la morosidad hipotecaria y reduce el consumo. El empleo precario y la devaluación interna no recuperan la actividad económica por sí solos. Hay que recuperar la renta disponible de familias y empresas, ahogadas por impuestos.

Ni el Estado ni las subvenciones crean empleo. El consumo crea empleo.

En estos meses he visto a más de 82 empresas españolas que simplemente no pueden contratar, aunque quisieran, por la burocracia y los bajos márgenes que generan tras los aumentos impositivos.

Austeridad o vasallaje

“Rather than attempting to return to their artificially inflated GDP numbers from before the crisis, governments need to address the underlying flaws in their economies” R. Rajan, Univ Chicago

“Governments are always Keynesian when it comes to spending. When it comes to saving they become Stalinist”

Esta semana hemos recibido terribles noticias económicas para España. Un paro del 27,16% y un déficit que alcanzaba el 10,6%. Un 7,1% -ojo- excluyendo las subvenciones a las cajas. Estamos hablando de que España, por cuarto año consecutivo, supera los 100.000 millones de déficit. El que quieren relajar. Sin embargo, también hemos recibido excelentes noticias que no debemos olvidar. La banca ha recuperado el 25% de los depósitos perdidos en 2012 y la deuda de las empresas ha bajado a niveles de 2006.

Alemania tiene razón

Los procesos de limpieza de sistemas excesivamente endeudados y de baja productividad son dolorosos, pero el mayor riesgo que corremos, sin duda, es intentar perpetuarlos.

Lo que no leo en la mayoría de análisis mediáticos es que esas cifras dramáticas de paro son consecuencia de la misma política atroz, injusta y anti-social que queremos repetir. La que implementamos cuando pinchó la burbuja de obra civil, construcción y ladrillo. Redoblar la apuesta, pasando de un superávit del 5% a un déficit del 11%, que ya genera casi 60.000 millones anuales de déficit estructural. Todo o nada. Perpetuar un modelo insostenible, creando una situación social y económica prácticamente insalvable, jugando al “el año que viene todo sube” y la “culpa es de los americanos-alemanes-Draghi-Cameron o quien sea”. Hoy, oh sorpresa, la culpa es de todos menos nuestra y la solución, por supuesto, solo puede ser repetir el desastre de los planes de estímulo.

Les recuerdo este gráfico, enormemente revelador, sobre el crecimiento del gasto en la burbuja del ladrillo y los unicornios de los ingresos fiscales perdidos.

 

Precisamente, nosotros deberíamos ser los primeros en evitar las formulas inútiles, en un país que ha sufrido el efecto demoledor de las devaluaciones competitivas de los 90 y que hoy sufre el impacto desolador de la apuesta a dar aún más dinero -deuda- a unos gestores manirrotos que nos han llevado al borde de la quiebra.

Alemania tiene razón… porque su modelo funciona. Su proceso de ajuste duró de 2004-2010. Centrarse en la competitividad y en sectores de alta productividad es precisamente lo que les ha llevado a ser hoy un éxito. Llevar a cabo algo que llaman -muy mal- austeridad y que no es nada más que prudencia, sentido común y equilibrar el presupuesto.

Nos dicen que Alemania fue la primera en incumplir el pacto de estabilidad. Claro, por un punto… no seis. Y llevando a cabo reformas de enorme calado. Pero nos agarramos a cantos de sirena monetaristas.

Resaltemos varios factores:

– La prima de riesgo a 300 puntos básicos es una buena noticia, pero no es un cheque en blanco para gastar y volver a meternos en un shock de deuda. No confundan exceso de liquidez global -que ha llevado a países como Mozambique o Ruanda a emitir a tipos de interés similares a los que teníamos en España en 2012- con licencia para despilfarrar. El propio Bill Gross, de Pimco, alerta sobre el llamado yen carry trade (liquidez excesiva generada por la política monetaria japonesa), para que no se confunda con expectativas optimistas.

– Imprimir y endeudar no genera inversión productiva. En Reino Unido, la inversión ha caído a niveles inferiores a la media de los años 50 en 2013, tras un aumento de la masa monetaria del 580% en los últimos años.

 

– La política monetaria no sustituye a los modelos ineficientes y subvencionados, ni permite la sustitución hacia modelos de alta productividad. De hecho, perpetúa un sistema económico donde el estado español consume el 50,2% de los recursos del país (incluyendo empresas públicas).

– Las inyecciones monetarias y los planes de estimulo no mejoran el desempleo. Ni en Reino Unido ni en Japón ni en EEUU. Les recomiendo que lean el libro de David Stockman, The Great Deformation.

Solucionar deuda con más deuda es simplemente agrandar el agujero de unos sistemas de bienestar del estado -que no estado del bienestar- hipertrofiados. Y es importante que sepan ustedes algo. Cualquier economista, keynesiano o no, sabe que de un proceso de endeudamiento excesivo solo se sale de tres maneras. Con un impago de la deuda, una devaluación monstruosa o vía control presupuestario. Las dos primeras son shocksbrutales que empobrecen a toda la población. Recuerden Argentina o el propio Reino Unido o la crisis asiática. Varios años de depresión post-impago. Olvidamos que dejar de pagar la deuda y seguir gastando implica que al día siguiente de la quiebra no hay relajaciones de déficit ni generosidad. Piensen qué recortes, hachazos, tendríamos si hacemos impago y tenemos que ajustar todo en un año. No, señores, no hay otra solución.

Hojas de Excel y unicornios

Se llevan algunos las manos a la cabeza porque los estudios de los economistas Ken Rogoff y Carmen Reinhart contenían un error de cálculo, aunque su conclusión, que los estados más endeudados crecen menos, no ha sido negada.

Miren, es muy sencillo. Si tienen ustedes dudas sobre si los países con deuda superior al 90% del PIB crecen menos o decrecen, esperen unas semanas y lo comprobarán en toda su gloria en nuestro país (donde, por otro lado, la cifra ya es superior tomando todos los elementos).

¿Quieren saber de errores de cálculo? Permítanme mostrarles loserrorcillos “sin importancia” de la política de estímulos, que comento en detalle en mi libro Nosotros, los Mercados.

Nueve billones de dólares gastados por estados y bancos centrales en estimular la economía en la OCDE en cuatro años para generar un crecimiento imperceptible y un aumento del empleo inexistente. Ni uno solo de los objetivos explícitos anunciados al aplicarse las políticas se ha alcanzado. Ninguno. Eso, señores, es un error de cálculo del 100% pagado por ustedes. El equivalente a darle a cada habitante de la Tierra un televisor de plasma… pero tirado por la ventana para dárselo a unos estados y bancos monstruosamente endeudados. De los 34 países de la OCDE, aquellos que más han estimulado la economía artificialmente son los que menor crecimiento de PIB real y empleo han generado (datos FMI, World Bank).

¿Quieren saber lo que es anti-social? Hundir a una generación y las siguientes acumulando deuda y déficit stock y flujo, ambos negativos- solo por obstinarse en sostener un gasto inaceptable.

Nos queda la austeridad

En 2007, en medio de la burbuja, el Estado español gastó 412.963 millones de euros. En 2012, 493.660 millones. Tras todos los recortes -y subidas de impuestos brutales- aún sigue gastando unos 80.000 millones más.

El debate sobre austeridad o no austeridad que nos ocupa es, por lo tanto, cuanto menos inútil. Porque no hay otra solución. Porque no hay austeridad, hay moderación del despilfarro. Subvenciones, diputaciones, cabildos, empresas públicas ruinosas, asesorías… grasa.

«Hay que gastar más»… «relajar el déficit» -total, 111.000 millones de nada en 2012- para «salir de la crisis». ¿Seguro? ¿Qué pretenden?, ¿un déficit del 12%, 13%? ¿Una deuda de 110%, 120% del PIB? Para estimular… ¿qué demanda? Ah, por supuesto, la demanda de sectores clientelistas y ávidos de subvenciones, que se han quedado sin 20.000 millones de cheques para AVEs, aeropuertos, molinillos y puentes. Así nos va.

La deuda excesiva y depender del BCE o de Alemania es esclavitud. Vasallaje a cambio de despilfarro. No hace falta entregar soberanía. Hace falta entregar clientelismo.

Si el año que viene España crece será un milagro. Pero, aunque pase, la debilidad estructural seguirá en un país que no sabe crear empleo neto -o no quiere- a menos que crezca un 2% porque depende del Estado y su chequera sin fondos.

Vean el gráfico cortesía de perpe.es.

El crecimiento en austeridad

¿Qué sin gasto público no hay crecimiento? Es falso. Sin clientelismo y sin burbuja de chequera en blanco es precisamente como sustituiremos la economía de la subvención y el ladrillo por la economía del valor añadido y la exportación.

Dejemos a las empresas crecer, que están comportándose admirablemente cuando uno mira fuera de los enormes conglomerados. Empresas que no se entregaron a la orgía de deuda y que tienen buenos planes de negocio sin necesidad de favores debidos. Empresas que hoy se financian a 400-500 puntos básicos más que el estado, o simplemente no tienen crédito, por el efecto acaparador del endeudamiento público que muestra la gráfica del Banco de España.

Hay que bajar impuestos urgentemente

No mantenerlos. No modificarlos. No traspasarlos. Bajarlos. A empresas y familias. De la crisis no nos van a sacar los sectores que nos metieron en ella, un gasto público desproporcionado y unas cajas demasiado endeudadas. No ha ocurrido jamás. Pero si el Estado reconoce que lo único que nos va a sacar de la crisis es la clase media, que lo que tiene que hacer es aumentar la renta disponible de las familias reduciendo impuestos, empezará la solución por el lado del consumo.

Si el Estado reconoce que las empresas que liderarán el cambio de modelo productivo no pueden ser torpedeadas con una política fiscal confiscatoria y burocracia, empezará la solución al empleo. A crear empleo, no a ‘moderar la tasa de destrucción’. La reforma laboral no va a poder funcionar sin un entorno de negocios de claridad absoluta, seguridad jurídica e impuestos bajos que atraigan capital.

Si el Estado reconoce que el capital financiador de los proyectos de futuro solo puede venir de inversores privados extranjeros, pondrá en marcha las reformas que cercenen el asalto al emprendedor que supone nuestro terrible entramado local, regional y estatal. No reducirlo, no mitigarlo. Cercenarlo. Abrir puertas. Que se vea que España está abierta al mercado.

El capital que va a crear trabajo no va a ser el Ibex, que ya cuenta con una cantidad de empleados muy superiores a sus empresas similares europeas y globales, tanto comparado con cifra de negocio, como con márgenes operativos. Además, casi el 50% de la deuda privada de España se concentra en 28 empresas del selectivo. El capital que va a crear empleo no va a venir de un estado que acumula aún muchos más empleados y asesores de los necesarios. Viene de aquellas empresas que no se endeudaron agresivamente y de reducir impuestos y crear nuevas compañías.

No hay peor incertidumbre que la política del “ya veremos”. Así no invierte nadie a largo plazo. Debemos poner a España open for business. Abierta a atraer capital y crecer, no a consumir deuda y subvencionar. Si no, nos entregamos al vasallaje.