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El ejemplo alemán. Garantizar la sostenibilidad del sistema

Extracto de «Viaje a la Libertad Económica» (Deusto 2013)

“No existe conflicto entre el estado del bienestar y el libre mercado”.  Gerhard Schroder

El asistencialismo se ha convertido en una excusa para el bienestar del estado. Y, como veremos posteriormente, se disfraza como coste social mucho gasto político, administraciones duplicadas, etcétera.

Los servicios esenciales se ponen en peligro a medida que la pirámide de población se estrecha, es decir, que el número de jubilados y personas a cargo de otros (niños, descapacitados) se acerca peligrosamente al de contribuyentes.

Si centramos la política de las economías en reducir la renta disponible, ni aumenta la población ni la riqueza, y por lo tanto, el sistema de beneficios sociales entra en peligro.

Eso lo sabía Gerhard Schroder en Alemania cuando lanzó el programa Agenda 2010 de profundas reformas del modelo. Hoy nadie duda de que el país germano ha sobrevivido mejor a la crisis y su sistema de protección social es adecuado, garantizando la sostenibilidad y no obstinándose en mantener el coste.

Cuando Alemania lanzó el plan en 2003, muchos lo criticaron diciendo “Schroder lanza una bomba al estado de bienestar” (El Pais, 2003). Fue tan criticado que la coalición de Gobierno presidida por Schröder -formada por el partido socialdemócrata SPD y Los Verdes- empezó a perder una elección regional tras otra.

Las medidas fueron muy duras, incluyendo enormes recortes a las subvenciones por desempleo, limitando el subsidio hasta €345 euros mensuales en algunos casos, la creación de los mini-jobs, puestos de trabajo temporales de bajo coste para el empresario, introducir el co-pago sanitario y rebajar las pensiones con un coeficiente de sostenibilidad.

Además, bajó los impuestos desde el 19,9% al 15% para las rentas bajas y desde el 48,5% al 42% para los tramos altos.

En 2003, cuando se hicieron las reformas, la cuota de desempleo en Alemania era del 10,5 por ciento y el número de parados rozaba los cuatro millones y medio, y las pensiones y seguridad social eran “insostenibles”.

Sin embargo, ya en 2005  las cifras de desempleo empezaron a bajar, hasta llegar a los tres millones de parados actuales y una cuota del 5,1 por ciento. Además, las pensiones y seguridad social ya no están en peligro, con un superávit de 6.000 millones de euros. La renta per capita aumentaba un 12% en términos reales. El indice Gini, que mide la desigualdad, se sitúa en 0,30, uno de los mas bajos del mundo, similar a Francia y muy inferior a España, Reino Unido, Italia o Estados Unidos.

En 2007, a la mitad de su primera legislatura, Angela Merkel pudo decir en un debate parlamentario que Alemania tenía las mejores cifras de empleo desde la reunificación de 1990 y reconoció que esto era en parte fruto de la agenda impulsada por su antecesor y su rival en las elecciones de 2005.

 Nos dicen que Alemania fue la primera en incumplir el pacto de estabilidad. Claro, por un punto, no seis, y no durante siete años. Y llevando a cabo reformas de enorme calado. Pero nos agarramos a cantos de sirena monetaristas.

El gobierno alemán, que puso en marcha el plan más agresivo de reestructuración del gasto público con Schroder, como comentábamos anteriormente,  implementó un tímido pero fallido plan de estímulo en 2009, con un gasto de 5.000 millones de euros para apoyar el empleo (Kurzarbeit), alcanzando a 1,5 millones de trabajadores. Ante el error, y comprobar que no mejoraba la situación económica ni laboral, la prioridad se situó de nuevo en recortar gastos. Se introdujo una enmienda a la constitución en mayo de 2010 que limita el déficit del estado central al 0,35% del PIB en 2014 y prohíbe a los gobiernos regionales tener ningún tipo de déficit desde 2020.  Estas medidas son mucho más agresivas que los límites de la Unión Europea, que suponen un 3% del PIB.

En junio de 2010 Alemania introdujo el mayor recorte de gasto público en sesenta años, el Zukunftspaket (paquete de medidas para el futuro) junto con un plan financiero a medio plazo (2010-2014), que incluía recortes de 80.000 millones, cerca del 0.8% del PIB, y otras medidas hasta alcanzar el 0,35% de déficit objetivo. Más de un tercio de esos recortes se daban en la seguridad social y administración.

En un año, a pesar de la crisis, el déficit del estado cayó del 4,3% en 2010 al 0,8% en 2011, y llegó a un superávit de 0,2% en 2012. A pesar de cumplir los objetivos a 2014 con creces en 2012, el ministro de finanzas Bertrand Benoit anunciaba en julio de 2013 nuevos recortes de 6.100 millones de euros, a pesar de contar con superávit, que según la agencia de calificación Fitch “mejoraba con creces el objetivo anunciado”.

Los ajustes llevados a cabo por Schroder primero, y Merkel después, situaban a la economía alemana en un nivel de competitividad y saneamiento que permitían reducir las emisiones de deuda pública en 24.000 millones menos de lo previsto en 2013, y llegar a situar las cuentas en superávit en dos años, mientras el producto interior bruto crecía un 0,7%.

Ojalá copiemos a Alemania en el plan 2010 de Schroder y el Zukunftspaket antes de tirarnos a gastar. Con un déficit del 6,5% durante años, España sigue en una situación financiera inasumible.

En un entorno de crisis, se pone de manifiesto que la prudencia presupuestaria y no cejar en los objetivos es esencial, como demuestra el ejemplo alemán.

A Schroder nunca se le reconoció lo suficiente la valentía, coraje y determinación en implementar unas medidas que su partido y sus votantes no querían, pero que eran necesarias para evitar la quiebra del sistema. Aumentar renta disponible, reduciendo impuestos, y recortar gastos.

Lo sabían también Margaret Thatcher y Ronald Reagan, por eso durante sus mandatos la política de mejorar renta disponible reduciendo impuestos aumentó la renta per cápita real para las clases más pobres un 34% en Reino Unido y un 39% en EEUU.

A la hora de justificar cualquier dispendio, olvidamos que los gastos en todas esas partidas deben cubrirse cuando se ha ahorrado en los periodos de bonanza,  algo que no hace ningún estado. No se puede decir “no se puede recortar porque todo se va a gasto social”, sino –como aprendió Alemania- “solo se puede mantener un cierto gasto social si se ahorra”.

La libertad económica ha hecho más por reducir la pobreza que ninguna otra política. El desastre del colectivismo en el mundo ha probado que el gasto como única medida solo lleva a la quiebra.

Lo que se juega en Europa

10/5/2014 El confidencial

«No existe política económica que garantice estabilidad y certeza. Los únicos sitios donde hay estabilidad y certeza son la prisión y la tumba» Milton Friedman

Les doy dos cifras para empezar este fin de semana: 60% y 960.000 millones de euros.

El 60% de los votantes europeos probablemente no va a participar en las elecciones, según Europa Press, y el presupuesto aprobado por la Unión Europea para 2014-2020 es de 960.000 millones de euros. Dinero pagado también con los impuestos de ese 60% que tal vez no vote.

En estas elecciones no se deciden, ni tiene posibilidad de aprobarse, gran cantidad de las propuestas que pueblan los programas económicos de algunos de nuestros partidos. Se decide si Europa va a continuar por la senda del saneamiento y empezar a atraer capital y crear empleo o caer en otro error y agrandar el agujero.

Merece la pena recordar quiénes son los candidatos a presidente de la Comisión Europea: Jean-Claude Juncker (Luxemburgo, conservador) y Martin Schulz (Alemania, socialista). No es una batalla sobre política nacional ni es un debate entre austeridad y despilfarro. En nuestro país, los representantes de los dos grandes partidos sumarán en total un 10%, como máximo, de sus respectivos grupos. Por lo tanto, las soluciones mágicas que se pasean en los medios de comunicación nacionales de volver a 2008 ni entran en la agenda. Son humo. Cualquier entrevista con Schulz o Juncker nos muestra que, gane quien gane:

  • No se va a cambiar el mandato del Banco Central Europeo (BCE) ni existe posibilidad de aumentar los déficits hasta niveles estratosféricos para “relanzar la economía” y cuando falle, quejarse de que los mercados nos atacan. Los que reclaman “copiar a Obama y Bernanke” monetizando deuda (imprimiendo dinero) en realidad lo que quieren es copiar a Argentina cuando rechazan el mismo nivel de apertura económica, bajos impuestos y flexibilidad de Estados Unidos.
  • No pueden prometer los eurobonos. Ya lo comentábamos en 2011 en”Eurobonos no, gracias, la deuda no se soluciona con más deuda” . Ni siquiera está en la agenda, y lo rechazaría el propio grupo liderado por Schulz.
  • Ninguno de los grupos políticos puede garantizar estabilidad ni crecimiento ni reducción de paro. Desde 2008, se han gastado decenas de miles de millones en planes de empleo, un 3% del Producto Interior Bruto (PIB) de la eurozona en planes de estímulo y se ha disparado el gasto público al 49,2% del PIB para acabar con 26 millones de parados.
  • Las delirantes propuestas de una Europa sin Alemania son simplemente imaginaciones. Sin Alemania, Europa no podría financiar déficits de 4-4,5% del PIB a tipos históricamente bajos, y sin el Bundesbank el Banco Central Europeo sería una anécdota. Europa sin Alemania no contaría ni de lejos con la confianza necesaria para asegurar esa capacidad financiera. Europa no es nada sin Alemania y viceversa. Por eso, Alemania, como una parte de los problemas y las soluciones, no debe sostener un eterno “financiador de proveedores” que nunca paguen. Y por eso se mantienen los apoyos a pesar de incumplimientos consecutivos. Porque para decir que Merkel “nos manda”, poco caso hacemos.

Por lo tanto, estamos centrando el debate de Europa en propuestas que ni están en la agenda. Las llamadas inflacionistas siempre olvidan que exigir a Alemania inflación no soluciona nada, cuando un aumento del 5% en sus importaciones del resto de Europa tendría menos de un 0,25% de impacto positivo sobre España y los países periféricos.

Estas elecciones son esenciales para reforzar la confianza empresarial y potenciar el consumo. 

Nada más y nada menos. Desafortunadamente, no vamos a ver enormes cambios en la UE, pero continuar bajo la ilusión de que Europa va a salir de la crisis con planes industriales estatales es un error. La verdadera crisis de Europa, y causa de la desindustrialización y deslocalización, ha sido por esos enormes planes estatales que han llevado a sobrecapacidad y sobrecoste en infraestructuras, energía, etc. El coste de todos esos planes Marshall eternos en los que se ha embarcado Europa desde 1999 (lean mi artículo aquí) ha llevado a ahogar a impuestos a empresas y familias.

Ahora toca atraer capital.

Dependiendo del resultado de estas elecciones, las empresas, que son las que invierten y crean empleo, pueden percibir confianza y recuperar el ánimo inversor, o asustarse ante el riesgo de que Europa vuelva a hundir sus economías con innecesarios planes de estímulo que luego implican enormes aumentos de impuestos.

Fíjense en este grafico cortesía de Merrill Lynch que se resume con la palabradesconfianza.

Hemos pasado de la Europa que rebota desde mínimos, empieza a solventar su problema bancario, se financia a mínimos históricos y corrige los desequilibrios alcanzando superávits comerciales, al riesgo de complacencia. Si la Unión Europea es ya de por sí un entramado burocrático, entorpecer aún más la recuperación con intervencionismo y proteccionismo puede hacernos recaer en la crisis.

Queda mucho por hacer:

  • A pesar de las reducciones de déficit, los niveles de deuda siguen siendo inaceptables en la mayoría de los 27 países. La confianza ha mejorado gracias a la gradual recuperación, pero es muy frágil. En el Eurosistema existe un exceso de liquidez de 180.000 millones de euros según el BCE. No debemos caer en la trampa de liquidez que ha llevado a todas las primas de riesgo a mínimos y entregarnos de nuevo al endeudamiento salvaje. Porque la liquidez extrema se acaba, hasta en los países que imprimen moneda y no evita la necesidad de ajustes presupuestarios.
  • En Europa hay 26 millones de parados que solo han aumentado conplanes, estímulos y comités. Mientras, unos partidos y otros debaten si hay que dar 8.000 o 20.000 millones a un “fondo para combatir el paro juvenil”. Ambas cifras son francamente inútiles. No consiguen nada que no se haría, de manera mucho más eficaz, si se redujeran trabas burocráticas e impuestos a las empresas y familias para relanzar el consumo.

Nos pasamos todo el tiempo echando la culpa a Merkel y a Bruselas, o al BCE, de nuestros males, pero a la vez les concedemos una especie de varita mágica que asume que todos nuestros problemas se solucionarían gracias a ellos. Y no es correcto. Ni Bruselas dicta todas nuestras leyes ni su poder o el del BCE es omnipotente.

Europa no va a reducir sus 26 millones de parados recurriendo al déficit y al gasto público. Porque no lo hizo nunca, ni en la época de la expansión. Y porque el sistema financiero europeo sigue siendo demasiado frágil, a pesar de las mejoras incuestionables. Mucho se critica a los bancos, pero casi todo el mundo pide más déficit e inversiones públicas, que deben pensar que se financian en Marte. Luego hablan de deuda odiosa mientras piden más crédito, y, por supuesto, barato.

En Bruselas confían demasiado en un objetivo quimérico de recuperar industria hasta un 20% del PIB, imposible cuando la presión burocrática y fiscal sólo aumenta en sectores subvencionados que encarecen las facturas de los consumidores a niveles inaceptables y en el acuerdo comercial con Estados Unidos que esperan que atraiga hasta 130.000 millones de euros a Europa.

Pero la verdadera solución está en los sectores que ya han sobrevivido a la crisis y en las familias. Un aumento del 3% anual de las inversiones de las empresas europeas y un aumento del consumo del 2% de las familias entre 2014 y 2017 tendría un efecto expansivo que duplica el impacto de los mismos fondos gastados por los estados, y encima no cuestan al contribuyente (correlación observada entre aumento de gasto público y privado con PIB desde 1999).

El coste y burocratización de la UE preocupa, y hay que exigirle el mismo esfuerzo que han hecho empresas y familias. Nos jugamos la partida a dos opciones: volver a repetir los errores del pasado o crear un modelo que pueda competir a nivel global. Estamos saliendo poco a poco del agujero. Espero que, gane quien gane, no compre una pala más grande para cavar más profundo. Porque lo paga usted. Siempre.

No es suficiente. Análisis de la EPA del primer trimestre de 2014

 

Hoy se ha publicado la EPA (encuesta de población activa) correspondiente al primer trimestre de 2014. El INE señala que ‘la cifra total de desempleados se ha reducido en 344.900 personas en un año’.

En la serie histórica de la EPA no se registraba un descenso del paro en un primer trimestre desde el año 2005. El número de parados disminuye en el trimestre en 2.300 personas y se sitúa en 5.933.300.

EPA 1T2014

 

Desafortunadamente, la ocupación baja en 184.600 personas, aunque el descenso de ocupados es el menor en un primer trimestre desde 2008.

Los pocos datos positivos de la EPA muestran fragilidad y debilidad. No son suficientes.  Hay que bajar impuestos ya. Cercenar gasto político. No entorpecer la creación de empleo.

La ocupación baja en 195.800 personas en el empleo privado y aumenta en 11.100 en el público. Aumentar empleo público con mayor deuda no es crear empleo. Es agrandar el agujero.

EPA 1T 2014



Hay que bajar impuestos, Ya. El esfuerzo fiscal en España sigue siendo uno de los mayores de la OCDE. Y no es una carrera a recaudar, como explicaba en «el gasto es el problema«. El juego de sostener el PIB con gasto hipertrofiado no reduce el paro lo suficiente. Es urgente. 


España tiene potencial para crear millones de empleos netos. Hay que bajar impuestos ya y no entorpecer la creación de empleo. Se espera una creación de empleo de 650.000 puestos en 2014-2015 (yo estimo 800.000 a 2016)  pero no es suficiente.

El empleo no va a venir de una administración hipertrofiada que consume casi el 45% de los recursos del país (PIB) y donde el gasto en empleo público supone un 11,9% del PIB superando la media del conjunto de países desarrollados, del 11,3%. Eso sin contar asesores (1.000 millones de euros anuales) ni empleados de empresas públicas. Tampoco va a venir de las grandes empresas que ya cuentan con una media del 20% de empleados superior a sus comparables europeos (empleados sobre cifra de negocio en el país, Bloomberg). Va a venir  del autoempleo y las PyMEs.

Para reducir el paro hay que:

Fomentar el autoempleo. Crear empresas en 24 horas, como en tantos países, no ser uno de los países donde es más caro y lento montar una empresa de la OCDE. El tiempo necesario para poner en marcha un negocio en España es el doble que la media de la OCDE. Que los creadores de pequeños negocios y nuevas empresas no vean que el coste es inasumible con respecto al riesgo que ya supone su iniciativa empresarial.

Incentivar a las PyMEs que crean el 70% del valor añadido del país. Bajar impuesto de Sociedades y Cuotas Sociales para crear empleo. Las empresas españolas dedican un total del 58,6% de sus beneficios a pagar impuestos, según el Banco Mundial. 

Bajar cuotas a autónomos. Cercenar la inaceptable cuota de autónomos que ha aumentado un 20%. Los trabajadores que hayan montado su propia empresa (administrador societario) y los autónomos con más de una decena de empleados a su cargo pagan una cuota mensual próxima a los 314 euros mensuales, inasumible en un entorno de incertidumbre y riesgo empresarial.

Reducir impuestos a empresas. Que las nuevas empresas creadas no paguen cuotas sociales e impuestos hasta tener dos años de beneficios, como en Reino Unido.  Y cercenar de manera drástica las trabas burocráticas y la extremada complejidad legislativa de un país de diecisiete regímenes que se autojustifican creando centenares de normas entorpecedoras cada año. Cambiar los incentivos. Menos capataces para «parar y fiscalizar» y más facilitadores.

Reducir IRPF para aumentar ahorro y consumo. Sí. Ahorro. Sin ahorro, y consumo posterior, la economía no se pone en marcha. Desincentivar el ahorro para sostener el PIB es una política errónea y peligrosa. El salario bruto de un trabajador se deduce un 47,3% en impuestos. Sumando el IVA el sueldo es de 67,4% para el estado

Cortar gasto político y superfluo, subvenciones y excesos de burbuja, como comentaba en este post. España ha aumentado el gasto público un 48% entre 2004 y 2009 y solo lo ha reducido ligeramente un 5% desde 2010. (Lean). Los que defienden «ser flexibles con el déficit» deben explicar cómo van a endeudar España más de 80.000 millones anuales, que es una locura

Las soluciones no van a venir de las mismas políticas de gasto inútil e intervencionismo que destruyeron 3.000.000 de puestos de trabajo.

La EPA muestra lo evidente: No se crea empleo suficiente con un estado hipertrofiado. Los datos muestran recuperación pero es frágil e insuficiente. Se puede hacer mucho más.

Hay que bajar impuestos, ya.

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Desigualdad, pobreza e ideología

19/4/2014 El Confidencial

“El Estado del bienestar hace confortable la pobreza, y penaliza cualquier intento de salir de la misma”. Thomas Sowell

Mucho se ha discutido esta semana sobre los datos de pobreza ydesigualdad. Parece a veces que el gobierno actual llegó a España en un vergel de igualdad y riqueza y lo ha destruido todo. Pero de esas terribles cifras todos tenemos la culpa.

Para los amnésicos pre-electorales de la desigualdad y la pobreza, merece la pena recordar que:

  • La desigualdad en España (coeficiente de Gini) se situaba en el 30,7 en 2004 comparado con el 30,6 de los 27 países de la Unión Europea. Entre 2004 y 2011, la desigualdad aumentó un 11% mientras gastábamos en planes sociales, de estímulo, cheques y todo tipo de gastosprotectores. En la UE 27 se mantuvo a niveles de 2004. El que parte, reparte y se lleva la mejor parte.
  • La pobreza crónica en la infancia creció un 53% en España desde 2004 a 2011, según Ayuda en Acción. La tasa de pobreza infantil en España pasó del 26,2% en 2007 a casi el 30% en 2011, subiendo cuatro puntos en cinco años.
  • El porcentaje de niños en hogares con un nivel de pobreza alta fue del 13,7% en 2010, la tasa más alta de todos los países de la Europa de los 27, sólo por debajo de Rumanía y Bulgaria. El número de hogares con niños que tenían a todos sus miembros adultos sin trabajo creció un 120% entre 2005 y 2011.

Tras analizar las tablas de Eurostat del periodo comprendido entre 1996 y la actualidad, podemos concluir que la desigualdad bajó en los años de gobierno de José María Aznar, creció durante la Administración Zapatero y ha vuelto a reducirse entre 2012 y 2016, ya con Mariano Rajoy en el Palacio de la Moncloa.

En concreto, Eurostat cifra en 31 puntos el Coeficiente Gini que heredó Zapatero de Aznar en 2004. Esta medición, en la que obtener 0 puntos supondrían un reparto plenamente igualitario de los ingresos, subió a 31,9 puntos entre 2004 y 2008, aumentando después hasta los 34 puntos que marcó en 2011.

En el primer año de Rajoy, la desigualdad habría subido ligeramente, pasando de 34 a 34,2 puntos. Sin embargo, en 2013 se habría reducido dicha tasa, que cayó hasta marcar los 33,7 puntos.

Eurostat no solamente mide la desigualdad con el Coeficiente Gini, sino que también analiza esta cuestión estudiando qué porcentaje del ingreso nacional se queda en manos del 20% más rico. Los datos vuelven a desmontar el discurso de las formaciones políticas de izquierda.

Así, este indicador conocido como el 80/20 entre los expertos bajó en los años de Aznar (del 6% al 5,2%) y creció en la era Zapatero (del 5,2% al 6,3%). Con Rajoy al mando, este indicador llegó al 6,5% en 2012 para caer después al 6,3%.

España es uno de los países de Europa con menor desigualdad de riqueza. El índice Gini de riqueza (la métrica más habitual para medir la desigualdad económica) para España es 0,67, uno de los menores de Europa junto con Bélgica (0,63) e Italia (0,67), y muy lejos de los países europeos con mayor desigualdad en la riqueza como son Dinamarca (0,89), Suecia (0,81), Austria (0,78) o Alemania (0,78)

La pobreza afecta solo al 5% de la población:

Según el informe de Foessa para Cáritas (lean) «Aunque los ingresos siguen siendo la variable más decisiva para analizar la pobreza económica, el ciclo económico iniciado a mediados de los años noventa se caracterizó por el crecimiento económico acelerado, una notable expansión demográfica vía inmigración, el incremento del empleo y el aumento del ingreso medio por habitante».

Asimismo, «las condiciones materiales de vida […] mejoraron a lo largo del periodo: la dificultad para llegar a fin de mes y la falta de acceso a bienes de equipamiento del hogar o actividades de consumo como una semana de vacaciones pagadas fuera de casa al año, disminuyeron de forma continua hasta el inicio de la crisis», asevera.

Las situaciones de carencia muy severas, por el contrario, «afectan a un bajo porcentaje de familias»: «en torno al 4% en el caso de España, como promedio a lo largo del periodo 2004-2012». Y «el porcentaje de familias en privación material severa solo es del 5%, y era de un 3,5%» antes de la crisis.

Valga como muestra el siguiente gráfico, en el que se observa la población que no pudo permitirse comer carne, pollo o pescado una vez cada dos días en 2013 (menos del 4%), según Eurostat.

O la población mayor de 65 años que no pudo permitirse comer carne, pollo o pescado una vez cada dos días.

Menos pobreza que en los años 90:

Igualmente, resulta muy relevante que, «cojamos el indicador no financiero de privación material que cojamos, estamos mejor que en los 90″, aclara el economista Juan Ramón Rallo.

 (cortesía Manuel Llamas)

Por lo tanto, no es “este gobierno” o “los recortes”. Ni el anterior y su “política social” hicieron nada estrujando la chequera hasta secarla. Es un problema mayor. Un enorme gasto en protección social (26% del Producto Interior Bruto) que demuestra el fracaso absoluto del asistencialismo y de su administración.

Gastar en protección social unos cuatro puntos menos sobre el PIB que la media de la UE y tener un 11% más de desigualdad, dos veces más paro y siete regiones entre las 10 con más desempleo no es consecuencia “de la crisis”, como si la crisis fuera un ovni que hubiera caído por sorpresa.Es consecuencia de un modelo económico equivocado y un estado asistencialista, empobrecedor y excluyente.

Por eso, el debate se centra en el elemento equivocado. El gobierno de mi equipo o del otro y quién es capaz de rascar otros cuantos miles de millones del bolsillo del contribuyente para “gestionar” la supuesta generosidad del estado para –ejem– combatir la pobreza. Crear pobres es crear clientes, y con ello votantes. La pobreza y la desigualdad son sólo una excusa para disponer de más fondos y crear unos cuantos observatorios donde colocar amigos.

El debate es como salir de la espiral de pobreza. Y eso sólo se consigue fortaleciendo a la clase media y aumentando la renta disponible.

LA AMNESIA

Echarle la culpa a uno u otro inquilino de la Moncloa es extremadamente cómodo por dos razones:

  • Refuerza en la psicología popular que los políticos y los presidentes son los Reyes Magos y solucionan los problemas con su varita mágica.
  • Evita reducir un estado burocrático, confiscatorio y dinosáurico que entorpece la creación de empresas, ralentiza el crecimiento económico muy por debajo de su potencial e impide que los sectores pujantes florezcan y sustituyan a nuestro bienamado ladrillo, que es lo que todos los que van “contando baches en mi ciudad” quieren reavivar. Otro plan E.

En definitiva, crea clientes. El que se conforma con una ayuda asistencial de 400 euros, si se le aprieta un poco, siempre puede aceptar 300.

Fernando Sánchez-Dragó comentaba que “el Estado del bienestar convierte al hombre en súbdito, en oficinista, en funcionario, en niño pitongo de beca permanente, en clase pasiva”. El asistencialismo se ha convertido en una excusa para el bienestar del Estado. Y, como comentamos en mi post “Gasto político” , se disfraza como coste social mucho gasto inútil, administraciones duplicadas, etc.

IGUALDAD O PROSPERIDAD

Las políticas redistributivas donde se niega el exceso de gasto público para sostener administraciones injustificables no están creando ni prosperidad ni riqueza, ni combaten la desigualdad. Solo la perpetúan. Porque son una zancadilla a las oportunidades para que la población salga adelante.

Fíjense en el paradigma que nos quieren vender: Obama.

La política implementada en 2007 de imprimir moneda, subir impuestos y gastar más ha beneficiado fundamentalmente al 0,1% de la población –ni siquiera al 1%-, mientras  el número de norteamericanos bajo el umbral de la pobreza se disparaba a 46,5 millones (30 millones, una brutalidad, conGeorge W. Bush, 17 millones con Clinton). Luego les dicen que el paro ha bajado al 6,7%, pero han sacado a 11,6 millones de personas de las listas, el nivel más bajo de participación laboral desde 1978. ¿Dónde está el 0,1% que se beneficia? En Wall Street Washington. En Inglaterra, Gordon Brown yTony Blair hicieron lo mismo. El que parte reparte y se lleva la mejor parte.

Los que piden inflación y políticas monetarias deberían revisar el inexistente impacto positivo sobre las clases bajas. Su renta media ha caído entre un 2,6% y un 5% desde la llegada de Obama.

La pobreza sólo se combate con crecimiento, libertad económica y poniendo la alfombra roja a los emprendedores, a los autónomos. Aumentando la renta disponible de las personas, no cercenándola a impuestos para luego repartir algo en ayudas.

Sostener un estado hipertrofiado y ahogar a los sectores económicos a impuestos y burocracia nos lleva a tener los mismos problemas que teníamos hace diez años. Y en unos años, el equipo contrario al que gobierne se llevará las manos a la cabeza diciendo “la pobreza y la desigualdad se disparan con este gobierno”.

Ya va siendo hora de dejar de autoengañarnos. Los presidentes no crean empleo ni los gobiernos arreglan el mundo, ni la economía va mejor por meter un billón más en el bolsillo de Wall Street. Ningún consejo de ministros y ningún comité van a cambiar el modelo productivo. Lo hacen ustedes.

Otro plan de estímulo, otro chute de liquidez brutal, no les va a hacer a ustedes menos pobres, y sólo agranda el enorme peso del sector financiero y la deuda pública. Luego, cuando explota, le echan la culpa a los mercados y vuelve a empezar. Represión financiera.

En un país en el que el 70% del valor añadido lo crean las pymes y la mayor parte del empleo, los héroes son esas empresas, los autónomos y los ciudadanos que sobreviven. Y ellos son la solución a la pobreza. No otra chequera en blanco. Porque, desde luego, regar el sistema asistencialista de dinero no ha servido para nada.

La solución no es gastar más. Hundir a la clase media para sostener un estado hipertrofiado y repartir migajas no beneficia a nadie a la larga. Si fuera así, ¿por qué los sistemas intervencionistas y redistribuidores no tienen pleno empleo y riqueza para todos?

Solo se agranda el agujero. Lo haga ObamaHollandeBushBlair o los nuestros. Y, sobre todo, las soluciones mágicas de imprimir, endeudar y crear inflación no han evitado en ninguno de los casos enormes recortes y empobrecimiento.

La solución es abrir puertas, libertad económica, crear oportunidades para todos y permitir el ahorro que lleva a la prosperidad. No desincentivarlo.

Lo comento en “Viaje a la libertad Económica”: los sistemas intervencionistas se preocupan mucho por los pobres. Por eso crean millones de ellos cada año.

La solución no es gastar más. Hundir a la clase media para sostener un estado hipertrofiado y repartir migajas no beneficia a nadie a la larga. Si fuera así, ¿por qué los sistemas intervencionistas y redistribuidores no tienen pleno empleo y riqueza para todos?

En un estudio de James Gwartney y Robert Lawson (Economic Freedom of the World) se muestra que el 10% más pobre de la población de los países con más libertad económica tienen una renta per cápita de más de 7.000 dólares  frente a los 728 dólares de las naciones peor clasificadas. Las clases bajas y medias se benefician mucho más de la libertad económica que de los sistemas intervencionistas. La población vive hasta 20 años más y la calidad medioambiental y de vida es muy superior en los países con los mayores índices de libertad económica.

Aumentar la renta disponible, reduciendo impuestos, y recortar gastos. Dejar que esas pymes y autónomos crezcan, no ahogarlos para recuperar ingresos de burbuja inmobiliaria.

Lo sabían Margaret Thatcher y Ronald Reagan, por eso durante sus mandatos, la política de mejorar la renta disponible reduciendo impuestos aumentó en Reino Unido un 34% la renta per cápita real para las clases más pobres y un 39% en Estados Unidos. No buscaban la igualdad, buscaban la prosperidad.  Entre 1979 y 2007, la renta en Estados Unidos para las clases bajas subió un 18% y para las clases medias, un 40% (Congressional Budget Office). Desde 2008, esas cifras no han aumentado, y para los pobres, ha caído.

Si ustedes realmente se creen que en el mundo hoy se llevan a cabo las “mismas políticas” que en la época de Reagan y Thatcher, les han colado el mayor gol de la historia. Pocas veces hemos visto mayor control estatal sobre la actividad económica y financiera que en los últimos 14 años.

La libertad económica ha hecho más por reducir la pobreza que ninguna otra política. Si seguimos pidiendo políticas de igualdad, sólo conseguiremos más de lo que tenemos. Mediocridad.

Gracias a Diego de la Cruz, Manuel Llamas, Expansión y Libertad Digital por algunas de las citas.