Si hay algo revelador en la reacción negativa de los mercados a la intervención del pasado Mario Draghi, presidente del BCE, el pasado jueves, es que sigamos creyendo que el Banco Central Europeo puede hacer milagros. En este caso, pensar que Draghi va a comprar unos bonos privados (ABS) que hoy aún ni siquiera están emitidos y esperar que anuncie todavía más. Unos mercados “’opados’ que no atienden a fundamentales ni riesgos específicos y sólo corren detrás del siguiente ‘manguerazo’ de dinero fácil. Como inversor, desde hace más de diez años me entristece ver a muchos gestores que sólo se lanzan a perseguir beta de banco central –el próximo chute-.
Hace ya meses advertíamos que “El plan Draghi no arregla Europa” y que el estímulo del Banco Central Europeo era, además de innecesario, peligroso.
Los bancos centrales no suplen con el gas de la risa monetario los desequilibrios de los países.
Aferrarse al cuento de que “en EEUU Obama y Bernanke lo han conseguido” es engañoso cuando se niega a Europa la libertad económica, apertura, mercado libre y espíritu emprendedor del continente norteamericano y, sobre todo, porque en los análisis interesados de “lo que ha hecho Obama” olvidamos que la participación laboral se ha desplomado a niveles de 1978 y la recuperación de ‘la impresora milagrosa’ hubiera sido inexistente si no llega a ser por la revolución energética local, que ha llevado a EEUU a producir más que Arabia Saudí. Lean “Cómo el fracking ha salvado a Obama” aquí.
«Bajo crecimiento, baja inflación, tipos bajos, baja volatilidad… Alta deuda, alto desempleo y altísimos impuestos. Una combinación extrema de fragilidad que nos debe seguir preocupando»De hecho, la política expansiva compra algo de tiempo, pero los estados europeos, que se niegan de manera arrogante a reformar sus hipertrofiadas administraciones, se acomodan a los estímulos. Como ya ocurrió en 2009, en cuanto ven la más mínima señal de recuperación, frenan las reformas. Enhorabuena, ya crecemos al 1%, podemos descansar. Con esta actitud, en parte apoyada por los ciudadanos que siguen pensando que todo es gratis, los gobiernos se lanzan a garantizar el estancamiento durante unos cuantos años. Ya lo estamos viendo en Japón, donde tras aumentar la masa monetaria un 40% anual van encaminados al crecimiento cero.
El ejemplo más peligroso es Francia, «El nuevo enfermo de Europa”, que tras anunciar tímidas reformas, inmediatamente rechazadas por elestablishment intervencionista, vuelve a las andadas con un presupuesto más deficitario y cuya recesión nos puede afectar en España de manera importante, ya que es nuestro principal socio comercial.
Bajo crecimiento, baja inflación, tipos bajos, baja volatilidad… Alta deuda, alto desempleo y altísimos impuestos. Una combinación extrema de fragilidadque nos debe seguir preocupando. Y tras dilapidar en la UE el 32% de su PIB en déficits “para crecer” desde 2008, aún hay quien pide “relajar” los objetivos para salir. No, la crisis de Europa no se ha acabado. Se ha disfrazado con el sirope de chocolate monetario.
En Europa se crean comités, programas, planes de estudio y todo el mundo ignora el elefante que impide el crecimiento. Un gasto público que supera el 49% del PIB de la Eurozona y que sigue creciendo. Y una llamada a los “ingresos perdidos” y “fraude” que recuerda mucho al cuento de la lechera. Leaneste post. Una sobrecapacidad productiva del 24-25% heredada de los planes industriales y “de estímulo” casi soviéticos del periodo 2004-2010 y el bombardeo tributario continuado a los sectores que han sobrevivido a la crisis.
El expolio en impuestos ha llevado a la práctica desaparición de la clase media y la política de impedir a toda costa la implementación real de financiación privada y capital riesgo sigue dejando a las pymes sin financiación, además de sufrir el esfuerzo fiscal más alto de la OCDE. Mientras tanto, se le echa la culpa a unos bancos a los que se les exige sorber y soplar a la vez. Reducir riesgo y aligerar su balance, pero prestar a pymes, estados y familias como si fuese 2007.
Los ciudadanos no están inmunes a nuevos rescates financieros en unos estados que no quieren perder su control sobre sus sectores financieros. Nadie quiere que “sus bancos” adelgacen ni que su tamaño se reduzca y eso lleva a que una Europa hiper-bancarizada no termine de modernizar su sector financiero. En EEUU, la banca supone menos del 80% del PIB del país y financia a menos del 30% de la economía real. El resto es financiación privada y capital riesgo. En Europa, más del 80% de la economía real se financia por crédito bancario. El tamaño del sector bancario es más de tres veces el PIB de la Eurozona. Pues bien, el riesgo de rescates –si no se sale de la crisis de manera sólida- con dinero público sigue siendo alto, ya que la suma de accionistas y bonistas no llegan a un 8% de los pasivos (liabilities). Es decir, que incluso si se quisiera llevar a cabo un bail-in (que el rescate bancario lo paguen los inversores de dicho banco) en la mayoría de los casos no se cubriría ni un 8% de las necesidades de capital.
… Pero hay razones para ser más optimista.
Los riesgos son evidentes. La resistencia al cambio de la aristocracia del gasto público y de la Europa de “mis derechos, con tu cartera” es desesperante.
Sin embargo, Europa está saliendo de la recesión con superávit comercial. Muy importante. Atrás quedan las llamadas a “estimular la demanda interna” y hundir al país.
Los índices manufactureros (PMI) aún siguen en expansión, por encima de 50.
El crédito a empresas se está recuperando ya de forma clara y se prevé un crecimiento del 5% en nuevos préstamos en la UE27, según el BCE. Añadiendo la compra de activos antes mencionada, que supone sólo hasta fin de año unos 240.000 millones de euros, la recuperación de la actividad de financiación a empresas fuera de los sectores ‘ladrilleros’ va a ser evidente.
«El expolio en impuestos ha llevado a la práctica desaparición de la clase media y la política de impedir a toda costa la implementación real de financiación privada y capital riesgo sigue dejando a las pymes sin financiación»La deuda de empresas y familias sigue cayendo y se encuentra a niveles de 2007. A pesar de todas las dificultades que aún pueden darse en la banca,el riesgo sistémico se ha reducido con las sucesivas ampliaciones de capital. Sí, los estados siguen gastando más de lo que ingresaban en el pico de la burbuja. Pero Europa no supone el enorme agujero de necesidades de refinanciación anual que era en 2010.
El empleo sigue siendo un problema enorme. Hundiendo la renta disponible de la clase media a impuestos no se va a reactivar el consumo, ni tampoco baja el paro con llamadas a “subir los salarios” por decreto del politburó, mientras se suben los impuestos, como si fuese automático. Una Unión Europea que dilapida casi un 1% de su PIB anual en “políticas activas de empleo” desde 2008 y destruye 4,5 millones de puestos de trabajo debería al menos ser humilde, reconocer el fracaso de esas medidas y reducir tributos a las empresas que sí nos van a sacar de la crisis.
Sí, Europa probablemente siga renqueando en ese mar de sobrecapacidad y planes industriales que paga usted, pero no estamos, ni de lejos, al borde de otra recesión. Eso sí, es una pena que los gobiernos se contenten con hacer pie en vez de nadar.
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