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«Nós, os Mercados» (Portugués)
Mitos de la Tasa Tobin, el cuento intervencionista
05/04/2012 El Confidencial
“A Tobin Tax would trigger the destruction of entire sections of the French financial industry and severely damage the economy”. Christian Noyer, gobernador del Banco de Francia.
“The European Tobin Tax is the biggest present made to the City of London” .
Esta semana, el Eurogrupo ha aprobado el impuesto a las transacciones financieras que se va a implementar a partir de 2015 en 11 de los 18 países de la zona euro. Y como explicaba Eduardo Segovia en su artículo “La ‘tasa Tobin’ amenaza con dejar a España sin mercados frente al poderío de la City”, es un enorme error.
Pobre James Tobin, premio Nobel de Economía. Le han puesto su nombre a un impuesto que él jamás habría aprobado. En 2002, poco antes de morir, el economista denunció que los “activistas antiglobalización han secuestrado mi nombre” al pedir un impuesto a todas las transacciones, de mayor calado e intervencionismo que cualquier propuesta que él hiciera. Porque su tasa estaba orientada solamente a un punto específico: las transacciones en moneda para reducir volatilidad, y no a todo tipo de movimientos financieros. Por eso, por respeto al Nobel, yo le llamo la Tasa Tontín.
Es un impuesto inútil y poco recaudatorio, con más efectos negativos que positivos. Suecia ha decidido no implementarla y no es casualidad. Porque es el país que la sufrió de manera más negativa para todos sus ciudadanos. Pero sobre todo es un impuesto injusto que paga el ciudadano.
Los mayores mitos sobre la tasa a las transacciones financieras son:
- “Penaliza a los grandes especuladores”. Falso. Penaliza a los inversores minoritarios. Al día siguiente de la implementación, las comisiones por operación que un fondo que gestione más de 50 millones de dólares pagará a sus brokers serán de 15 a 20 puntos básicos (5 a 10 si es un discount bróker, cada vez más numerosos). Por cada contrato de futuro del Ibex 35, por ejemplo, entre dos y tres euros. Sin embargo, el inversor minoritario, según Arturo Villa y confirmado por entidades financieras españolas, pagará por cada contrato de futuro de Ibex 35 quince euros, unos tres euros de comisión para el banco que facilita la operación, y 12 euros a Hacienda. ¿Por qué? Porque los grandes inversores o dejan de operar en el país que implementa la tasa o el impacto de la misma lo debe asumir el banco que le presta el servicio. Y ustedes dirán: “Que se implante en todo el mundo” o “que los bancos les pasen la tasa a sus clientes”. Pero no, porque la competencia es alta y siempre pueden acceder a otros que no cobren el impuesto. Mi fondo de inversión recibe servicio de 150 bancos e intermediarios. Ni uno solo va a trasladar el coste del impuesto a sus clientes, ante el riesgo de que se desplomen las transacciones en las bolsas (un impacto estimado del 20% en volúmenes, según Deutsche Börse).
- “Va contra los especuladores que atacan a nuestra deuda”. Falso. Esos especuladores, a los que hoy llamamos inversores que atisban la recuperación, no se ven afectados porque los estados europeos –pillines- han hecho caso a los informes de todos los expertos y, sabiendo que tendría un impacto de 13.500 millones de euros mínimo en mayores primas de riesgo y coste de deuda, han decidido eliminar la tasa de las transacciones en deuda soberana. Que no les fastidien su ansia endeudadora.
- “La tasa sobre las transacciones financieras evita la especulación a corto plazo”. Falso. Los que llevan a cabo operaciones a corto plazo son menos del 30% del volumen total. Ni pagan la tasa, como explicaba antes, ni tienen un riesgo adicional porque se ajusta tanto en el coste de préstamo como en volumen. El inversor a corto plazo siempre ajusta sus operaciones a la liquidez diaria. Si ésta se desploma, solo cambia el volumen, no la actividad. Es decir, si la tarta (liquidez diaria del índice del país) se reduce por el efecto de la tasa, solo cambia el volumen de su pedazo, y el efecto es el mismo. De hecho, he leído informes de la bolsa italiana o francesa que alertan sobre volatilidades muy superiores.
- “Los malvados fondos extranjeros pagan sus acciones”. Falso. El peor efecto de la Tasa es el del impacto sobre la industria financiera local. Centenares de pequeños operadores y bancos, y hasta 125.000 profesionales (según FT) en Europa, perderán su negocio y puesto de trabajo por la imposibilidad de asumir el coste del impuesto en sus comisiones. La propia Comisión Europea afirmaba que “el impacto directo en el empleo se va a dar en el sector bancario por deslocalización y perdida de actividad” (18/2/2013). En la City de Londres, Wall Street, Hong Kong, Tokio o Singapur, sin embargo, están celebrando con champagne el tiro en el pie que se han dado los estados europeos, anticipando la cantidad de negocio que va a revertir a sus plazas escapando de Europa. Esto, celebrar la decisión de la UE, lo vi el jueves en Berkeley Square, no es una metáfora.
- “Se recaudarán miles de millones”. Falso. Lo explico en “Viaje a la Libertad Economica”. En Suecia se recaudó 15 veces menos de lo previsto. Querían ingresar 1.500 millones de coronas, no llegó a 100 millones y, encima, cayó la recaudación por plusvalías. Sin embargo, los defensores de la tasa suelen argumentar que el caso sueco “es diferente”, que, como hemos visto tantas veces, es la mejor excusa para hacer lo mismo que no ha funcionado en otro lugar, con resultados igualmente desastrosos. Según las estimaciones de la propia Comisión Europea, la recaudación sería mínima. Cuando dicen 35.000 millones es una cifra máxima estimada. Sin embargo, los países europeos perderían decenas de miles de millones más en sus sectores financieros por perdida de negocio y de empleos. En el caso español, que pretende recaudar 5.000 millones, y serán menos, ya lo verán, hasta 6.250 millones de euros anuales según estimaciones usando datos de Bolsas y Mercados (pérdida de volumenes del 20%) y de los grandes bancos. Incluso en el caso francés e italiano, los gobiernos admiten un efecto “prácticamente neutral” de sus impuestos a las transacciones financieras.
- “La bolsa subirá al desaparecer los especuladores a corto plazo”. Ni baja ni sube. Como comento en “Viaje a la Libertad Económica”, el efecto negativo es sobre los volúmenes y la liquidez diaria, no predice subidas ni caídas. Podemos comprobar el impacto en Italia, donde se ha aplicado una tasa similar. En marzo de 2013, el Gobierno italiano aplicó un impuesto “limitado” a acciones, derivados y trading de alta velocidad. Como no podía ser de otra manera, a pesar de la implementación gradual, el impacto fue muy severo. La caída de transacciones en la bolsa italiana fue del 9,1 % (datos de Borsa Italiana). En el mercado de acciones específicamente, la liquidez y las operaciones se desplomaron un 18%, poniendo en peligro las salidas a bolsa y opciones de captar capital de más de veinte empresas que planeaban acudir a los mercados. En Brasil fue inmediato. Imponer la tasa sobre las transacciones financieras y hundir contratación, salidas a bolsa y financiación de empresas.
- “Beneficia a las familias”. Falso. El impacto negativo sobre los ahorros de las familias está estimado en unos 80.000 millones para España, una pérdida del 16% en el valor de los activos sujetos al impuesto.
- “La economía financiera que nos metió en la crisis paga nuestra deuda”. Una recaudación “estimada” de 5.000 millones de euros, que se queda en nada después, como ocurrió en Suecia e Italia, en un país que se endeuda en 65.000 millones anuales ni reduce el déficit ni reduce la deuda. Si el impacto es negativo, como estimo, por pérdida de recaudación de impuestos de nuestro sector financiero y empleo, peor.
Dice la Unión Europea que “para evitar que se deslocalicen a la City de Londres, los instrumentos financieros emitidos por los estados miembros serán gravados cuando sean objeto de negociación”. Es sinceramente increíble.Conocen a la perfección el impacto negativo de los ejemplos precedentes y se lanzan al “esta vez es distinto”. ¿Buscan que se hundan la cotizaciones como ocurrió en Brasil? Eso les da igual. Tampoco les importa que las empresas endeudadas, que han estado utilizando el mercado bursátil para recapitalizarse, se vean en dificultades. Pero sobre todo, saben que es inútil. Gravar en el momento de la negociación no reduce en nada los riesgos mencionados.
La Tasa Tontín no es un impuesto al sector financiero. Es, como el IVA, como los impuestos verdes que les cuelan en todo lo que compran, otro impuesto indirecto que paga el ahorrador, el pensionista, el pequeño inversor. A nadie en la City o en Wall Street le va a afectar. Porque los fondos que van a llegar escapando de las plazas europeas pueden a ser muy significativos.
¿Por qué lo sé? Porque siempre ha ocurrido. En todas las ocasiones en que se ha aplicado, el efecto positivo directo ha ido a las tres plazas financieras globales: Nueva York, Tokio y Londres. Es un cheque regalo a Wall Street de unos estados hiperendeudados que pretenden seguir rascando de cualquier bolsillo para mantener sus privilegios. Mientras les dicen que “atacan a la especulación”… con su dinero.
Flash Boys y “El mercado está manipulado”
05/04/2014 El Confidencial
Flash Boys y “El mercado está manipulado”
Conocí a Michael Lewis en Chicago en 2005 cuando publicó “Moneyball”. Desde entonces, siempre he tenido el privilegio de recibir sus libros y disfrutar con ellos. Su última obra “Flash Boys: A Wall Street Revolt (Penguin 2014)”, me llegó el lunes por cortesía del autor y su editorial, Penguin, y no decepciona. Es un libro entretenido, didáctico y polémico. Los mismos que le criticaron por mostrar las vergüenzas de los estados europeos (en su obra Boomerang) hoy le alaban por comentar que los mercados están manipulados.
¿Están los mercados manipulados?. Si, por la política de imprimir dinero a diestro y siniestro, no por los operadores que la aprovechan. No hay más que ver la correlación entre la bolsa estadounidense y las políticas de estímulo de la Reserva Federal (https://www.dlacalle.com/quien-manipula-el-mercado-los-traders-de-alta-frecuencia-o-la-reserva-federal/) .
Pero ya saben ustedes, los especuladores solo lo son cuando el mercado baja, cuando sube son “inteligentes inversores descontando la recuperación”.
Pues bien, el nuevo libro de Michael Lewis trata sobre el Trading de Alta Frecuencia y la manipulación de los índices bursátiles por operadores con acceso privilegiado.
¿Qué es el Trading de Alta Frecuencia? Lo explico en “Nosotros los Mercados”. Son operaciones realizadas mediante algoritmos matemáticos, pero haciéndolas con enorme velocidad. Millones de operaciones que se realizan en poco tiempo, normalmente en milésimas de segundo. Por supuesto para ello se utiliza el software más rápido y avanzado.
Hoy en día se estima que un 30% de las transacciones bursátiles realizadas son de algoritmos de High Frequency Trading (HFT). Buscan hacer muchas pequeñas operaciones en las que se obtenga una pequeñísima ganancia que poco a poco se va acumulando. Para los que quieran un análisis detallado de la controversia creada por el libro les recomiendo que lean aquí “High Frequency Trading and Market Rigging” (https://www.dlacalle.com/hfts-and-market-rigging/) donde uno de mis traders explica cómo funciona.
El libro de Michael Lewis dice, de manera entretenida, muchas cosas que son ciertas. Los mercados cada vez están más concentrados en grandes operadores, la tecnología y los algoritmos tienen un papel fundamental y los grandes bancos intentan recuperar cuota de mercado apoyando a estas máquinas que operan en pocos segundos. En el libro conoceremos ejemplos divertidos, apabullantes y curiosos. Su valor fundamental es que, como siempre, vuelve a poner el dedo en la yaga sobre las ineficiencias creadas en un mercado donde los grandes operadores mandan.
El principal problema que le encuentro a la tesis del libro de Michael Lewis es su afirmación de que “perjudica al inversor minoritario”. Para empezar, las bolsas han alcanzado máximos históricos, lo cual hace complicado que ese argumento se sostenga, pero además han sido precisamente los traders de alta frecuencia los que han entrado con más rapidez en los periodos de corrección.
Como ustedes saben, a lo largo de un día, un valor o activo financiero puede subir y bajar en distintas ocasiones. Los grandes traders buscan los intervalos en que hay movimientos para entrar o salir. Sin embargo, esos jugosos “gaps” donde entraban los operadores intra-día “day traders” (que compran y venden todo o casi todo a lo largo de un día, aprovechando las fluctuaciones) cada vez son menores por la actividad de los algoritmos de alta frecuencia. Por lo tanto, es difícil conciliar esa actividad con la afirmación de que su actividad “perjudica” a los inversores tradicionales. Si un gran fondo como Blackrock o Fidelity, o cualquiera de los “Long-Only” que suponen más del 60% del mercado, va a comprar una enorme posición en un valor o activo en el que, por definición, busca una revalorización del 20 o 30% como mínimo… ¿Qué le importa si ese activo tiene un movimiento intra-día de 0,2%?
La afirmación de que los traders de alta frecuencia siempre ganan no se sostiene tampoco, porque al menos un 15% generaron perdidas en 2012. Decir que aprovechan información privilegiada para entrar en los mercados y reducir las posibilidades de los inversores tradicionales es simplemente incorrecto. Los “Dark Pools” y transacciones OTC (over the counter, fuera del canal tradicional) se utilizan fundamentalmente precisamente para esas grandes transacciones de bloques entre inversores a largo plazo buscando enormes volúmenes.
Mi experiencia cuando conocí a los primeros Traders de Alta Frecuencia en Estados Unidos en 2006 la explico también en “Nosotros los Mercados”:
Cuando se inventó el automóvil, los fabricantes de sombreros protestaron. A los conductores se les volaban los gorros, o tenían que conducir con una mano sujetándolos, con lo que pasaron a no usarlos. Los fabricantes de la prenda organizaron manifestaciones y quejas.
Igual que los fabricantes de sombreros se quejaban del coche como invento diabólico, hay quien afirma que los algoritmos de alta frecuencia distorsionan los mercados o los pueden manipular. Sin embargo, cualquiera que los haya utilizado sabe que, como las aplicaciones de iPhone, cada uno es distinto y no responde a los mismos inputs.
Para nosotros, los algoritmos eran increíblemente interesantes por su limpieza y análisis detallado, y porque crean liquidez y bajan los costes de transacción, facilitando a los inversores comprar o vender cuando los fondos tradicionales prefieren no operar activamente. No se mueven por impulsos emocionales, o por lo que diga o no Merkel o Bernanke un día u otro, y precisamente por eso, son muy positivos cuando se genera pánico injustificado. En esos momentos, suelen ser los compradores.
Aquellas visitas me abrieron los ojos en muchos aspectos. Viendo aquellos fondos de inversión, donde no había cientos de traders mirando pantallas y hablando con otros, sino que solo se veía a ingenieros, físicos y matemáticos analizando datos, correlaciones, estadísticas. Ni una pantalla, nadie escuchando el último discurso de Bush o de Bernanke o del BCE.
No había escuchado tantos términos estadísticos desde la universidad. Allí, en esas reuniones, las escuche varias veces.
Salimos de esas reuniones como el que ha visto un Ferrari detrás de un escaparate. Maravillados.
No íbamos a hacer como hicieron los fabricantes de sombreros que vieron sus ventas desplomarse cuando se inventó el automóvil. Aprender y adaptarse.