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Venezuela y la pesadilla del ‘petroestado’

8/3/2014 El Confidencial

“El petroestado recauda ingentes recursos, pero crea a su vez poderosos e irresistibles incentivos para decidir clientelarmente a la hora de redistribuir”Ibsen Martínez

En apenas dos meses, Venezuela ya registra 2.841 homicidios. Los paramilitares y la Guardia Nacional Bolivariana han provocado 21 muertos. El nivel de represión ha alcanzado cotas que generan titulares diarios en la prensa de todo el mundo.

Decía Milton Friedman que “si dejamos al gobierno a cargo del desierto, nos quedamos sin arena en unos años”. Los logros del chavismo son muy parecidos a lo que indica ese comentario del premio Nobel. Haber perdido la oportunidad generada por sus recursos naturales y hacer un sistema clientelista y subvencionado en vez de una economía moderna y desarrollada.

Hoy, Venezuela, quinto país exportador de petróleo y las mayores reservas probadas de crudo pesado del mundo, tiene una inflación del 56% y desabastecimiento de alimentos y productos básicos provocados por una política económica irresponsable.

La política social de devaluar, gastar y endeudar ha llevado a la economía a una situación insostenible de escasez, empobrecimiento generalizado y represión.

De hecho, a pesar de haber visto los precios del petróleo multiplicarse, la deuda de Venezuela y PDVSA, su empresa petrolera nacional, aumentó en 110.000 millones de dólares desde la llegada del chavismo.

El caso de PDVSA merece analizarse. De ser una de las empresas más punteras y eficientes del sector, ha multiplicado su plantilla mientras reducía su producción un 16% desde la llegada de Chávez, y la deuda aumentaba. A pesar de haber disfrutado de unos precios del petróleo en trayectoria ascendente continuada desde que el régimen chavista llegó al poder,Venezuela tiene el triste récord de haber hundido la productividad por empleado de PDVSA a niveles de 1940 y de haber destruido su estructura financiera con una deuda que se ha disparado -un 8,4% sólo en 2013- para financiar proyectos sociales que sorprenden por las cantidades gastadas. La ineficacia en el gasto por obra completada final se puede ver claramente en los barrios sociales de las afueras de Caracas.

A la hora de analizar los supuestos logros del chavismo que muchos medios comentan, siempre hay que recordar que el país se ha beneficiado de unos precios del petróleo que han subido de 18 dólares por barril a 108 dólares.Unos ingresos extraordinarios que se han dilapidado en enormes subvenciones y donaciones políticas a naciones amigas que no han ayudado ni a cambiar el modelo productivo, ni a modernizar y desarrollar las industrias autóctonas, sino a depender aún más de los precios del petróleo, convirtiendo a Venezuela, junto a Irán, en los países que necesitan un precio del crudo más alto para equilibrar sus presupuestos (más de 100 dólares el barril).

Descontando el impacto de la inflación, que en Venezuela supera ratios de doble digito, el crecimiento real de PerúChile o Brasil en los últimos catorce años es más de tres veces superior al venezolano, y sólo la devaluación salvaje de Maduro de los últimos meses ha desplomado la renta per cápita de 13.000 dólares a 9.000.

Venezuela tiene el triste récord de haber hundido la productividad por empleado de PDVSA a niveles de 1940 y de haber destruido su estructura financiera con una deuda que se ha disparado -un 8,4% sólo en 2013- para financiar proyectos sociales que sorprenden por las cantidades gastadas.

La mejora de los indicadores de riqueza en Venezuela palidece cuando se tiene en cuenta la enorme renta petrolera extraordinaria que se ha generado en los últimos catorce años. Más de 380.000 millones de dólares de ingresos “distribuidos revolucionariamente”.

El Índice de Pobreza en Latinoamérica de la Fundación Ethos sitúa a Venezuela entre los tres países más pobres tanto en hogar como entorno, mientras las economías más abiertas -Chile, México y Colombia- quedaban en los puestos de menor pobreza.

Lo explico en “Viaje a la Libertad Económica”. El modelo chavista debilita sus propias instituciones y restringe perversamente las políticas públicas a la decisión personal del líder que firma los cheques. Se crean lo que se llaman los boliburgueses, muy similares a los oligarcas.

Para Venezuela, el petróleo ha sido una bendición y una condena. La enorme renta petrolera recibida enmascara unos resultados de la política de “redistribución revolucionaria” que son mucho más que decepcionantes. Desafortunadamente, ese proceso se ha llevado a cabo con la entrega voluntaria de la libertad de muchos ciudadanos a cambio de un asistencialismo al que hoy le descubren su cara más oscura. Represión generalizada.

Apostar por un estado represor a cambio de una supuesta prosperidad lleva a no conseguirla y además encontrarse, como hoy, con la imposibilidad de salir del sueño redistributivo que se convirtió en pesadilla sangrienta. Los que critican a la oposición parecen olvidar convenientemente que las instituciones han sido tomadas y controladas por el chavismo en un proceso lento, pero inexorable, desde hace más de diez años. A pesar de ello, sigo confiando en que se permita a unos y otros buscar una solución pacífica.

Mientras tanto, los economistas de consenso en España nos quieren convencer de que tenemos que aplicar las mismas políticas. Venezuela sin petróleo.

La salida a este infierno de inflación y desabastecimiento tras años de subvenciones y despilfarro público no va a llegar de la mano de la misma fórmula. Venezuela es un país magnífico con una población capaz, valiente y emprendedora. Sea el gobierno que sea el que dirija el país en el futuro, estoy seguro de que aprenderá  que la política de devaluar, inflacionar y tirar del gasto público y de la deuda es pan –poco- para hoy y desastre –mucho- para mañana. #SOSVenezuela

“La dependencia del gas ruso es cada vez menor. Moscú necesita a Europa”

14/4/2014 Audio Foro Emergentes sobre situación Ucrania donde analizamos el impacto de los últimos eventos.

4/3/2014 El Confidencial

“Debemos entender que la dependencia del gas ruso es cada vez menor. Rusia depende tanto de que Europa siga consumiendo ese gas que, si analizamos quién necesita a quién, la situación es muy equilibrada. Moscú nos necesita mucho más de lo que nosotros creemos”.

Habla el economista Daniel Lacalle, gestor especializado en mercados energéticos. Con más de 20 años de experiencia en el sector financiero, el columnista de El Confidencial reflexiona en esta entrevista sobre los efectos para Europa que conlleva el espinoso conflicto entre el gigante ruso y Ucrania, viaducto del gas hacia el Viejo Continente, a cuenta de la península de Crimea.

Pregunta: En crisis diplomáticas recientes, el presidente ruso Vladimir Putin ha utilizado el gas como un instrumento de presión, podríamos decir incluso que como un arma bélica… ¿Qué papel juega el gas en el conflicto actual?

Europa tiene los inventarios de gas a máximos históricos. La amenaza del gas, por tanto, no es tan importante, porque se puede recurrir a Noruega, al gas natural licuado (GNL). Desde que empezó el conflicto, British Gas y Royal Dutch Shell se han preparado para traer barcos de GNL hacia Europa

Respuesta: El tema del gas ruso tiene dos componentes: primero, el componente ucraniano, la deuda de Ucrania con Gazprom, que asciende a 1.500 millones de dólares. Rusia ofreció a Kiev un precio con descuento, 256 dólares/mcm (millón de metros cúbicos) a cambio de que mantuviese sus importaciones. Dicho precio es uno de los aspectos del conflicto. El Kremlin ya ha comentado que podría subir el precio hasta 460 dólares.Ucrania depende absolutamente del gas ruso, ha intentado desarrollar sus reservas de gas pizarra pero este es un proyecto aún en fase exploratoria, no de desarrollo.

Segundo, la mayoría de los gasoductos que van desde Rusia hacia Europa pasan por Ucrania. Gracias a ello, Kiev se lleva un arancel que Moscú decide no abonarle. Si no se lo paga, Ucrania puede responder que corta el paso del gas, pero perdería todos los ingresos que recibe por ello.

P: ¿Cómo afectaría a Europa un posible corte del suministro? ¿Hay peligro de escasez?

R: El gas ruso supone aproximadamente el 15% del gas que recibe Europa. Habría una amenaza de suministro, pero Europa tiene los inventarios de gas a máximos históricos. Dicha amenaza, por tanto, no es tan importante, porque se puede recurrir a Noruega, al gas natural licuado (GNL). Desde que empezó el conflicto, British Gas y Royal Dutch Shell se han preparado para traer barcos de GNL hacia Europa.

Además, hay reservas. Ucrania tiene cuatro meses de demanda cubiertos y Europa dispone de unas reservas incluso más considerables. Hay suficiente para otros cuatro meses aproximadamente. El riesgo de que corten el suministro en bajísimo, por no decir inexistente.

P: ¿Y qué hay del petróleo?

R: En relación al petróleo, el conflicto es irrelevante. Sólo tendría impacto si se adoptasen sanciones contra Moscú, del tipo de las aplicadas contra Irán. Rusia produce unos 10 millones de barriles diarios y la parte de dicha producción que exporta a países que estarían implicados en la imposición de dichas sanciones es relativamente baja.

P: Es decir, los tan extendidos temores por las posibles consecuencias energéticas del conflicto son infundados…

R: Los países suministradores de gas natural licuado tienen mucha flexibilidad. Entre reservas o lo que trae vía metaneros (buques dedicados al transporte de gas licuado) desde Argelia, Noruega o Nigeria hay más que suficiente. Hay muchísimas fuentes de gas disponibles para compensar el corte (que podría acarrear un agravamiento del conflicto).

P: Entonces, ¿cuál es el verdadero nivel de dependencia del gas ruso?

R: Hay un punto interesante. El dominio de Gazprom sobre la región a nivel geopolítico y el mal diseño de los gasoductos, que pasan todos por Ucrania. Tres proyectos, Nord StreamSouth Stream y Nabucco, pretenden cambiar esta tesitura. Imagina que se reducen a la mitad los volúmenes de gas que pasan por Ucrania. Gazprom está negociando a la baja los contratos del gas que exporta a Europa porque cada vez hay menos demanda. Incluso ha estado negociando con China.

Hay que entender que la posición de Rusia es una relación comercial de dependencia bilateral (con Europa). Ellos sin nosotros no harían nada, porque no tienen tanta demanda interna de gasEs importante entender que la dependencia del gas ruso es cada vez menor. Rusia depende tanto de que Europa siga consumiendo ese gas que, si analizamos quién necesita a quién, la situación es muy equilibrada. Moscú nos necesita mucho más de lo que nosotros creemos. Hay que comprender que la posición de Rusia es una relación comercial de dependencia bilateral (con Europa). Ellos sin nosotros no harían nada, porque no tienen tanta demanda interna.

Qatar, Rusia, Argelia… todos los países productores de gas han tenido que negociar a la baja (los contratos) porque la demanda cada vez es más débil, debido al uso de renovables, carbón o al hecho de que cada vez llega más gas de otros países a través de ese GNL.

P: ¿Debe interpretarse el conflicto en clave energética?

R: Sí. No es un conflicto político entre prorrusos y nacionalistas ucranianos, es un conflicto energético. La prueba son esos tres proyectos de gasoductos que intentan no atravesar Ucrania. Todos luchan en realidad por su trozo de pastel en las comisiones de los volúmenes de gas que pasan por territorio ucraniano. Dichas comisiones cada vez son menores, cada vez hay menos pastel a repartir.

‘Abenomics’ y el timo de la estampita

22/2/2014 El Confidencial

“»Those who believe in Abenomics are suffering from Amnesia. This is nothing new» Yasunari Ueno (Mitzuho)

Hace unos meses comentaba en esta columna que la política que ha implementado Japón para combatir la deflación no es ninguna novedad, y como tal no iba a cumplir las expectativas milagrosas que el consenso de la amnesia histórica otorga a las supuestas soluciones mágicas. Y así ha sido. En mi post “Japón y el manga monetario” explicaba que el país nipón ha llevado a cabo enormes estímulos desde mediados de los 90 y políticas expansivas desde 2001 sin salir del estancamiento.

Es curioso que se defienda la política monetarista como social y redistributiva, hasta el punto de inventar cifras de creación de empleo, en Estados Unidos por ejemplo, que ni la oficina de relaciones públicas del partido demócrata se atrevería a pronunciar. Sin embargo, de social no tiene nada. Marc Faber lo explicaba claramente: “Imprimir dinero no beneficia más que a los que tienen acceso a esos fondos, es decir, al sector financiero, al gobierno endeudado y a las clases altas, nunca a los trabajadores”.

Ahora tras un año de Abenomics -la política del gobierno japonés de multiplicar la masa monetaria y volver a estimular la economía-,  se pueden comprobarlas falacias que se usan para justificar estas medidas:

  • Genera crecimiento mágico

“Japón va a crecer al 4%” decían los economistas de consenso. Pues no.Alguien debería pedir perdón por equivocarse sólo en un 70% en sus estimaciones. El gráfico superior, cortesía de Juan Rallo, muestra el impacto casi nulo de la política expansiva.

Y conviene resaltar los decepcionantes datos publicados. La economía japonesa crecía un 1% anualizado en el cuarto trimestre, frente al 2,8% esperado, y no alcanzaba a compensar la desaceleración del tercer trimestre.Japón crece al mismo ritmo que… España.

En 2014 el Fondo Monetario Internacional (FMI) estima un crecimiento de la economía nipona del 1,7%, mientras que espera un 1,1% para la Eurozona. Es decir, con el Banco de Japón aumentando la masa monetaria a máximos –lo que vulgarmente se llama imprimiendo dinero, vean el gráfico inferior –, se espera un crecimiento muy modesto, mientras que en Europa se genera un crecimiento similar a la vez que el Banco Central Europeo (BCE) reduce su balance un 20%.

  • Imprimir moneda reduce la deuda

Aumentando la masa monetaria más que Estados Unidos, la deuda pública de Japón alcanzó el volumen récord histórico de 1.018 billones (trillones americanos) de yenes a finales de diciembre de 2013Quince ceros de deuda. Unos 7,3 billones de euros, más de siete veces el Producto Interior Bruto (PIB) de España, después de seis planes de estímulo desde los 90.

La cantidad supera los 1.011 billones de yenes de septiembre y es más del doble que su PIB nominal. No sólo crece la deuda en términos absolutos, sino también en relación a dicho PIB. Y ustedes me podrán decir que “hay que darle tiempo”, total solo son 25 años de experimento keynesiano de “no se hizo suficiente”. Pues bien, el Ministerio de Finanzas estima que el volumen de deuda alcanzará 1.039 billones de yenes en marzo.

La deuda japonesa la compran… los japoneses. Un 85%. Diligentemente, y probablemente no conscientemente, metida en sus planes de pensiones. A pesar de pagar un 0,6% de interés por sus bonos a diez años, Japón gasta un 22% de su presupuesto anual en pagar intereses de deuda. Un dato a recordarles a los economistas como Stiglitz, que dicen que no importa el volumen, sino que el coste sea bajo. Krugman tiene la desfachatez de decir en su columna que “ese 22% incluye repago de principal”…. ¡Cuando solo aumentan las necesidades netas de financiación! Es decir, no se repaga, se refinancia y emite más.

No sólo aumenta la deuda, sino que el déficit comercial –la diferencia entre lo que exportan e importan- se ha disparado hasta alcanzar un nivel inaceptable.

Algunos intentan justificarlo por el efecto del accidente de Fukushima y el coste de reconstruir Tohoku tras el terremoto. Pero es la típica excusa keynesiana cuando algo no funciona. Tohoku es un coste anual de 1 billón de yenes (2013) y el déficit comercial supera los 11,4 billones de yenes, el  agujero más grande desde 1979. Fukushima y el cierre de las plantas nucleares es un evento de marzo de 2011, y hasta que se implementóAbenomics el déficit comercial era asumible. Desde entonces, se ha triplicado.Devaluar hace que el coste de las importaciones se dispare más que elefecto placebo de exportar más.

Imprimir moneda combate la deflación

Aquí viene el truco de agregar. Los que defienden crear inflación se ponen muy contentos porque ha llegado al 1,6% y va camino del objetivo del gobierno del 2%. Ya saben ustedes que “inflation is taxation without legislation” (“la inflación es un impuesto sin pasar una ley”, Milton Friedman).  El impuesto silencioso. Sólo que tiene un truco.

La inflación en Japón sube por los costes energéticos y de los bienes importados, no porque crezcan los salarios o mejoren de manera relevante los otros conceptos. De hecho, la inflación, excluyendo alimentación y energía, es muy baja, casi nula.  El mantra “si se genera inflación, los japoneses consumirán más” no ocurre. No se incentiva al consumo ni acelera la actividad económica… Porque se cercena la renta disponible y los salarios. Sólo se saca dinero del ahorrador.

Ante un impuesto sobre las ventas esperado en 2014, lo que ocurre es que la renta disponible y el poder de compra de los ciudadanos se resiente enormemente. Los salarios reales en Japón han caído al nivel más bajo de los últimos veinte años.

El dinero se va, como en los QE americano y británico, a los activos financieros de riesgo. Y encima, que suba la bolsa es irrelevante para la riqueza de los japoneses, que tienen menos de un 8,5% de sus activos financieros en renta variable, comparado con un 32,7% en Estados Unidos.

  • Imprimir moneda crea empleo

Japón siempre ha tenido un desempleo bajísimo, y ese efecto placebo del índice de desempleo maquillado de Estados Unidos que comentábamos en el post “Empleo Zombi” es relativamente similar en Japón.

El desempleo del 3,7%, una cifra envidiable para nosotros, no es por las políticas monetarias, es por un tejido empresarial espectacular, activos en todo el mundo y una cultura del trabajo y sacrificio mundialmente reconocida. Y un efecto demográfico importante. Desde máximos de 2007, con 128 millones de habitantes, la población ha caído a razón de casi un millón anual. En 2013, otras 244.000 personas. Esto ha creado un déficit de trabajo… Y un superávit brutal de pensionistas (el 23% de la población tiene más de 65 años) con un coste para el estado que hasta el gobierno japonés considera “inasumible”.

Imprimir moneda no crea empleo. Si no, los países que lo hacen tendrían pleno empleo desde hace años. Pero aun así merece la pena resaltar que el índice de participación laboral en Japón también se ha desplomado, repuntando ligeramente cuando han bajado los salarios reales –en especial los de las mujeres- a niveles de 1994.

Japón, al contrario que Estados Unidos, tiene un déficit de trabajadores por el efecto de la baja natalidad (1,4 hijos por cada mujer) y el envejecimiento de la población. Y a pesar de todo, quitado el efecto pensionistas, casi 17 millones de personas en edad de trabajar están “fuera de las listas” del paro.

En fin, aunque nos lo quieran vender como un triunfo, no sé de qué, un año de Abenomics no puede haber arrojado un resultado peor y, sobre todo, más lejos de sus promesas. Atroz.

Eso sí, no lo duden ustedes: cuando Abenomics o su equivalente número 35 siga generando crecimiento pedestre, deuda y más agujeros en los bolsillos de los ciudadanos, nos dirán aquello de “hubiera sido peor”, “no se hizo suficiente” y “hay que repetir”. Y los errores se justificarán con un velosocial que ni usted ni los ciudadanos japoneses verán. Pero les repetirán “hay que tener paciencia, el año que viene mejora”, mientras sienten una mano en su bolsillo escarbando un poco más