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Austeridad o vasallaje
“Rather than attempting to return to their artificially inflated GDP numbers from before the crisis, governments need to address the underlying flaws in their economies” R. Rajan, Univ Chicago
“Governments are always Keynesian when it comes to spending. When it comes to saving they become Stalinist”
Esta semana hemos recibido terribles noticias económicas para España. Un paro del 27,16% y un déficit que alcanzaba el 10,6%. Un 7,1% -ojo- excluyendo las subvenciones a las cajas. Estamos hablando de que España, por cuarto año consecutivo, supera los 100.000 millones de déficit. El que quieren relajar. Sin embargo, también hemos recibido excelentes noticias que no debemos olvidar. La banca ha recuperado el 25% de los depósitos perdidos en 2012 y la deuda de las empresas ha bajado a niveles de 2006.
Alemania tiene razón
Los procesos de limpieza de sistemas excesivamente endeudados y de baja productividad son dolorosos, pero el mayor riesgo que corremos, sin duda, es intentar perpetuarlos.
Lo que no leo en la mayoría de análisis mediáticos es que esas cifras dramáticas de paro son consecuencia de la misma política atroz, injusta y anti-social que queremos repetir. La que implementamos cuando pinchó la burbuja de obra civil, construcción y ladrillo. Redoblar la apuesta, pasando de un superávit del 5% a un déficit del 11%, que ya genera casi 60.000 millones anuales de déficit estructural. Todo o nada. Perpetuar un modelo insostenible, creando una situación social y económica prácticamente insalvable, jugando al “el año que viene todo sube” y la “culpa es de los americanos-alemanes-Draghi-Cameron o quien sea”. Hoy, oh sorpresa, la culpa es de todos menos nuestra y la solución, por supuesto, solo puede ser repetir el desastre de los planes de estímulo.
Les recuerdo este gráfico, enormemente revelador, sobre el crecimiento del gasto en la burbuja del ladrillo y los unicornios de los ingresos fiscales perdidos.
Precisamente, nosotros deberíamos ser los primeros en evitar las formulas inútiles, en un país que ha sufrido el efecto demoledor de las devaluaciones competitivas de los 90 y que hoy sufre el impacto desolador de la apuesta a dar aún más dinero -deuda- a unos gestores manirrotos que nos han llevado al borde de la quiebra.
Alemania tiene razón… porque su modelo funciona. Su proceso de ajuste duró de 2004-2010. Centrarse en la competitividad y en sectores de alta productividad es precisamente lo que les ha llevado a ser hoy un éxito. Llevar a cabo algo que llaman -muy mal- austeridad y que no es nada más que prudencia, sentido común y equilibrar el presupuesto.
Nos dicen que Alemania fue la primera en incumplir el pacto de estabilidad. Claro, por un punto… no seis. Y llevando a cabo reformas de enorme calado. Pero nos agarramos a cantos de sirena monetaristas.
Resaltemos varios factores:
– La prima de riesgo a 300 puntos básicos es una buena noticia, pero no es un cheque en blanco para gastar y volver a meternos en un shock de deuda. No confundan exceso de liquidez global -que ha llevado a países como Mozambique o Ruanda a emitir a tipos de interés similares a los que teníamos en España en 2012- con licencia para despilfarrar. El propio Bill Gross, de Pimco, alerta sobre el llamado yen carry trade (liquidez excesiva generada por la política monetaria japonesa), para que no se confunda con expectativas optimistas.
– Imprimir y endeudar no genera inversión productiva. En Reino Unido, la inversión ha caído a niveles inferiores a la media de los años 50 en 2013, tras un aumento de la masa monetaria del 580% en los últimos años.
– La política monetaria no sustituye a los modelos ineficientes y subvencionados, ni permite la sustitución hacia modelos de alta productividad. De hecho, perpetúa un sistema económico donde el estado español consume el 50,2% de los recursos del país (incluyendo empresas públicas).
– Las inyecciones monetarias y los planes de estimulo no mejoran el desempleo. Ni en Reino Unido ni en Japón ni en EEUU. Les recomiendo que lean el libro de David Stockman, The Great Deformation.
Solucionar deuda con más deuda es simplemente agrandar el agujero de unos sistemas de bienestar del estado -que no estado del bienestar- hipertrofiados. Y es importante que sepan ustedes algo. Cualquier economista, keynesiano o no, sabe que de un proceso de endeudamiento excesivo solo se sale de tres maneras. Con un impago de la deuda, una devaluación monstruosa o vía control presupuestario. Las dos primeras son shocksbrutales que empobrecen a toda la población. Recuerden Argentina o el propio Reino Unido o la crisis asiática. Varios años de depresión post-impago. Olvidamos que dejar de pagar la deuda y seguir gastando implica que al día siguiente de la quiebra no hay relajaciones de déficit ni generosidad. Piensen qué recortes, hachazos, tendríamos si hacemos impago y tenemos que ajustar todo en un año. No, señores, no hay otra solución.
Hojas de Excel y unicornios
Se llevan algunos las manos a la cabeza porque los estudios de los economistas Ken Rogoff y Carmen Reinhart contenían un error de cálculo, aunque su conclusión, que los estados más endeudados crecen menos, no ha sido negada.
Miren, es muy sencillo. Si tienen ustedes dudas sobre si los países con deuda superior al 90% del PIB crecen menos o decrecen, esperen unas semanas y lo comprobarán en toda su gloria en nuestro país (donde, por otro lado, la cifra ya es superior tomando todos los elementos).
¿Quieren saber de errores de cálculo? Permítanme mostrarles loserrorcillos “sin importancia” de la política de estímulos, que comento en detalle en mi libro Nosotros, los Mercados.
Nueve billones de dólares gastados por estados y bancos centrales en estimular la economía en la OCDE en cuatro años para generar un crecimiento imperceptible y un aumento del empleo inexistente. Ni uno solo de los objetivos explícitos anunciados al aplicarse las políticas se ha alcanzado. Ninguno. Eso, señores, es un error de cálculo del 100% pagado por ustedes. El equivalente a darle a cada habitante de la Tierra un televisor de plasma… pero tirado por la ventana para dárselo a unos estados y bancos monstruosamente endeudados. De los 34 países de la OCDE, aquellos que más han estimulado la economía artificialmente son los que menor crecimiento de PIB real y empleo han generado (datos FMI, World Bank).
¿Quieren saber lo que es anti-social? Hundir a una generación y las siguientes acumulando deuda y déficit –stock y flujo, ambos negativos- solo por obstinarse en sostener un gasto inaceptable.
Nos queda la austeridad
En 2007, en medio de la burbuja, el Estado español gastó 412.963 millones de euros. En 2012, 493.660 millones. Tras todos los recortes -y subidas de impuestos brutales- aún sigue gastando unos 80.000 millones más.
El debate sobre austeridad o no austeridad que nos ocupa es, por lo tanto, cuanto menos inútil. Porque no hay otra solución. Porque no hay austeridad, hay moderación del despilfarro. Subvenciones, diputaciones, cabildos, empresas públicas ruinosas, asesorías… grasa.
«Hay que gastar más»… «relajar el déficit» -total, 111.000 millones de nada en 2012- para «salir de la crisis». ¿Seguro? ¿Qué pretenden?, ¿un déficit del 12%, 13%? ¿Una deuda de 110%, 120% del PIB? Para estimular… ¿qué demanda? Ah, por supuesto, la demanda de sectores clientelistas y ávidos de subvenciones, que se han quedado sin 20.000 millones de cheques para AVEs, aeropuertos, molinillos y puentes. Así nos va.
La deuda excesiva y depender del BCE o de Alemania es esclavitud. Vasallaje a cambio de despilfarro. No hace falta entregar soberanía. Hace falta entregar clientelismo.
Si el año que viene España crece será un milagro. Pero, aunque pase, la debilidad estructural seguirá en un país que no sabe crear empleo neto -o no quiere- a menos que crezca un 2% porque depende del Estado y su chequera sin fondos.
Vean el gráfico cortesía de perpe.es.
El crecimiento en austeridad
¿Qué sin gasto público no hay crecimiento? Es falso. Sin clientelismo y sin burbuja de chequera en blanco es precisamente como sustituiremos la economía de la subvención y el ladrillo por la economía del valor añadido y la exportación.
Dejemos a las empresas crecer, que están comportándose admirablemente cuando uno mira fuera de los enormes conglomerados. Empresas que no se entregaron a la orgía de deuda y que tienen buenos planes de negocio sin necesidad de favores debidos. Empresas que hoy se financian a 400-500 puntos básicos más que el estado, o simplemente no tienen crédito, por el efecto acaparador del endeudamiento público que muestra la gráfica del Banco de España.
Hay que bajar impuestos urgentemente
No mantenerlos. No modificarlos. No traspasarlos. Bajarlos. A empresas y familias. De la crisis no nos van a sacar los sectores que nos metieron en ella, un gasto público desproporcionado y unas cajas demasiado endeudadas. No ha ocurrido jamás. Pero si el Estado reconoce que lo único que nos va a sacar de la crisis es la clase media, que lo que tiene que hacer es aumentar la renta disponible de las familias reduciendo impuestos, empezará la solución por el lado del consumo.
Si el Estado reconoce que las empresas que liderarán el cambio de modelo productivo no pueden ser torpedeadas con una política fiscal confiscatoria y burocracia, empezará la solución al empleo. A crear empleo, no a ‘moderar la tasa de destrucción’. La reforma laboral no va a poder funcionar sin un entorno de negocios de claridad absoluta, seguridad jurídica e impuestos bajos que atraigan capital.
Si el Estado reconoce que el capital financiador de los proyectos de futuro solo puede venir de inversores privados extranjeros, pondrá en marcha las reformas que cercenen el asalto al emprendedor que supone nuestro terrible entramado local, regional y estatal. No reducirlo, no mitigarlo. Cercenarlo. Abrir puertas. Que se vea que España está abierta al mercado.
El capital que va a crear trabajo no va a ser el Ibex, que ya cuenta con una cantidad de empleados muy superiores a sus empresas similares europeas y globales, tanto comparado con cifra de negocio, como con márgenes operativos. Además, casi el 50% de la deuda privada de España se concentra en 28 empresas del selectivo. El capital que va a crear empleo no va a venir de un estado que acumula aún muchos más empleados y asesores de los necesarios. Viene de aquellas empresas que no se endeudaron agresivamente y de reducir impuestos y crear nuevas compañías.
No hay peor incertidumbre que la política del “ya veremos”. Así no invierte nadie a largo plazo. Debemos poner a España open for business. Abierta a atraer capital y crecer, no a consumir deuda y subvencionar. Si no, nos entregamos al vasallaje.
Diez mitos sobre los paraísos fiscales
13/4/2013 ElConfidencial
«A tax loophole is something that benefits the other guy. If it benefits you, it is tax reform.» Russell B. Long
“A war on tax havens is nothing but an attempt to increase taxes to prop up bankrupt welfare states; to continue feeding the leviathan” Charles Gave
Justo cuando nos encontramos en la época de mayor represión financiera desde la década de los 70, cuando el gasto político de los países de la OCDE se dispara a máximos históricos, salta el nuevo “chivo expiatorio”. Los paraísos fiscales.
Para mí, que he trabajado muchos años con inversiones offshore, los principales errores de todo este debate son:
1) ¿Paraísos fiscales o infiernos fiscales? Empezamos por un error de traducción que no es casual, ni irrelevante. Tax Haven significa refugio fiscal, no paraíso (heaven). Es una diferencia semántica muy importante. No es lo mismo un refugio, consecuencia de un ataque confiscatorio, que un paraíso. Es importante, porque ese error de traducción ocurre, no por casualidad tampoco, en los países donde triunfan las políticas más intervencionistas. Los activos de los bancos en refugios fiscales han aumentado aproximadamente en diez trillones (*) de dólares desde el año 2001. Según la Universidad de Harvard, el aumento de esos activos viene casi siempre después de incrementos de la presión fiscal con unos doce meses de diferencia. Es decir, el movimiento de capitales fuera de los infiernos fiscales se da tras las subidas de impuestos. No es el causante de dichas subidas, como quieren vendernos, sino la consecuencia.
2) Dinero negro e ilegal. Otro mito es meter todo lo que sale en la prensa dentro de la bolsa de dinero ilegal. A finales de 2010, según Tax Justice, los cincuenta mayores bancos gestionaban 12,1 trillones dólares en activos offshore. Esos datos son conocidos, con operaciones que son legales, inversiones y cuentas de corporaciones. La enorme mayoría corresponde a empresas que tienen acuerdos comerciales multinacionales y que consiguen dos propósitos. Uno es crecer y desarrollar sus actividades en el mundo sin caer en doble imposición, que genera muchos más beneficios sociales, empleo y riqueza que el control de capitales. Y otro es salvaguardar fondos de países complejos. Les dejo dos ejemplos. Venezuela y Argentina. Nosotros, los españoles y europeos precisamente deberíamos agradecer a los refugios fiscales que no hayan quebrado algunas de nuestras empresas bandera cuando se instauraron los controles de capital y confiscaciones de parte de sus inversiones en esos países.
3) Billones de ingresos fiscales perdidos. El estudio de la Universidad de HarvardDo tax havens divert economic activity? (B Mihir A. Desai, C. Fritz Foley, James R. Hines Jr) concluye que la evidencia empírica es que los refugios fiscales no reducen la actividad económica en los países de alta fiscalidad, sino que la aumentan. Porquereinvierten sus depósitos mayoritariamente en deuda soberana, acciones y proyectos empresariales en países de la OCDE y de alta fiscalidad. Además, prueba que la actividad económica no solo ha aumentado con el crecimiento de los refugios fiscales, sino que los más beneficiados han sido los países occidentales, ya que gran parte del dinero que se protege de regímenes totalitarios globales se reinvierte en EEUU, Europa y Reino Unido. Olvidamos la cantidad de dinero de ciudadanos honestos que buscan sacar su dinero de regímenes dictatoriales o represivos.
4) Están en lugares exóticos. ¿Qué es un paraíso fiscal? Nadie en España, por ejemplo, se rasgaba las vestiduras cuando nuestras empresas conquistaban el mundo comprando activos y deduciendo el fondo de comercio de su base imponible. Ni cuando dábamos incentivos enormes a las empresas extranjeras, o cuando éramos “el país donde es más fácil hacerse rico del mundo”, según un ministro en los 90.Nuestros beneficios fiscales siempre son “reformas” y los de los otros son “evasión”. ¿Quién decide qué es un territorio fiscal bueno o malo? Delaware, Nevada, Wyoming, Luxemburgo, Malta, Chipre, Andorra, Jersey, Irlanda, Lichtenstein, Suiza o incluso Navarra… Todos tienen distintos e importantes beneficios fiscales. ¿Caimán es malo y Luxemburgo bueno? ¿Por qué?
5) Generan injusta competencia fiscal. Nos hablan de armonización fiscal como la panacea. Excepto que armonización no es el eco de las voces de los Beach Boys cantando Our Prayer, sino que esconde subir los impuestos a todos. Un estado confiscatorio nunca tiene suficiente. Y no ahorra en épocas de bonanza. Es precisamente la competencia fiscal de distintos países la que hace que usted no trabaje para el estado hasta septiembre, como pasaba hace pocas décadas. En 1979, la media del IRPF en la OCDE en el tramo máximo superaba el 67% y el impuesto de Sociedades el 50%, además de impuestos al capital de todo tipo. (pueden leerlo aquí). ¿Era el estado más eficiente antes y la riqueza mayor? No. Hoy, gracias a la apertura y la competencia fiscal, contamos con impuestos muy inferiores. Lo que quieren es volver a 1975, pero con sueldos políticos de 2012.
6) Competir con los refugios bajando impuestos es una carrera hacia cero. No es cierto. Los refugios fiscales tienen un gasto público que ronda el 25% del PIB. Eso, en sí mismo, imposibilita la carrera hacia cero. En cualquier caso, la carrera debe ser hacia el coste del estado que garantice el servicio que recibimos del mismo. Y no es cierto que los impuestos sean bajos con el esfuerzo fiscal más alto de la UE. Como dice Will Rogers, “lo mejor que se puede decir del sistema impositivo es que, gracias a Dios, no tenemos la cantidad de gobierno que pagamos”.
7) Si queremos se puede acabar con los refugios fiscales. No se pueden poner puertas al campo. Igual que en los 70 -qué cosas tiene la historia- Francia era un refugio fiscal para los ingleses, siempre va a haber un país soberano que atraiga capital de manera eficiente. ¿O se creen ustedes que Bruselas va a imponerle su régimen fiscal a China -Hong Kong-, Singapur, Dubái, etcétera? ¿Cómo? ¿Impidiéndoles comerciar? ¿Con nuestra fortaleza? Por favor. Imponer restricciones al capital nos llevó a la peor recesión después de la Segunda Guerra Mundial… y encima no funcionaba. La evasión fiscal y la economía sumergida en España en los 70 eran superiores a las de hoy con respecto al PIB, según me comentan amigos inspectores de la época.
Otra cosa que me encanta es el tema de la transparencia. Según el Banco Mundial, la mayoría de los mayores refugios fiscales tienen mejor gobierno corporativo y transparencia que… Francia.
9) Los refugios fiscales son un chollo. Invertir offshore es caro, cuesta millones de dólares en comisiones, es complejo y arriesgado. Muy arriesgado. ¿Por qué lo hacen entonces? Porque convertimos nuestros países en infiernos donde el riesgo es peor y cuando alguien ha ganado un poco de dinero teme el efecto confiscatorio de esos que hablan de “propiedad privada para uso público” (Griñan) y otras lindezas como “recuperar a Robespierre”. Pues nada, amigos… ¡Adiós! Pregunta de Trivial: ¿dónde están más seguros los depósitos, en Chipre o en Jersey? En Chipre, donde se garantizan hasta 100.000 euros, mientras en Jersey y refugios fiscales similares solo se aseguran hasta 50.000 (libras).
10) Sin refugios fiscales no habría crisis. Las cifras apabullan. Billones y billones. Por supuesto, todos estimados. Y, además, -esto es muy importante- confundiendo activos con pasivos y capital acumulado con beneficio anual. Porque muchos suman deuda y activos de los multimillonarios. Pues bien… usemos dos cifras. Ocho trillones de dólares, según el Boston Consulting Group y 21 trillones, según Tax Justice -que tiene un pelín de interés en inflar la cifra-. Pero no importa. Asuman que esas cifras son ciertas y que todas fueran de ciudadanos de la OCDE y póngales un impuesto del 20% -por ser generosos- que, por supuesto, sería aplicado una sola vez por ser capital acumulado, no anual. ¿Qué nos encontramos? Que con todo lo recaudado no se cubre el déficit de los últimos tres años de la OCDE. Que si Obama recaudase el 20% de lo que dicen que tienen las empresas americanas en cuentas extranjeras, no llegaba a cubrir el déficit de 2012.
Patriotismo fiscal o patrioterismo confiscador
Reparto. Redistribución. Siempre, por supuesto, partiendo de la base de que su dinero no es suyo y su éxito, inmerecido. Supongo que eso lo juzgan desde el conocimiento y experiencia como emprendedores. Yo no lo acepto. Pago más de la mitad de mis ingresos en impuestos en dos países y no quiero redistribución, quiero oportunidades de ganar y crecer.
Prefiero que la gente pueda invertir con garantías, no con inseguridad, clientelismo y confiscación de beneficios.
No me vale el supuesto anti-patriotismo del que “se forra en nuestro país” -mucho habría que discutir ahí- y deposita dinero donde se pagan menos impuestos en perjuicio de los “pobres ciudadanos a los que les bajan las pensiones y recortan sanidad”. Los recortes de hoy son causa del despilfarro del pasado, no de los refugios fiscales. Los aeropuertos inútiles, puertos de Laredo, estatuas ridículas y obras de megalomanía oligárquica. Se deben a la pésima gestión estatal de unos ingresos de burbuja que asumíamos que iban a ser eternos. La salida de depósitos de la UE no se debe al egoísmo, sino a que las condiciones de inversión son atroces y los impuestos crecientes.
Contra los paraísos fiscales, no seamos infiernos fiscales
Compitamos. Atraigamos capital. No inventemos cuentos pensando que Hong Kong o Singapur van a ser como España. Exijamos transparencia, por supuesto. Pero colaboremos y trabajemos para atraer ese capital a nuestras fronteras. No intentar confiscarlo. Porque no va a funcionar.
La globalización, la libre circulación de capitales y el comercio han hecho posibles losderechos que muchos hoy reclaman. Los refugios fiscales no florecen si no tenemos políticas confiscatorias y desprecio al éxito. Volver a los controles de capital, la política del avestruz y el estado paternalista nos llevan a la igualdad en la miseria.
Para mí, es evidente. Buscar la igualdad a cualquier precio es desincentivar la creación de riqueza y empobrecer a todos. Atraer capital y crear riqueza, mejorando la renta disponible de todos, genera más oportunidades y crecimiento. Unirnos en la pobreza para sostener un estado elefantiásico solo nos lleva a otra depresión.
Hace ya muchos años el genio del humor, Chumy Chumez, decía “los españoles no ahorran, son unos manirrotos, se lo gastan todo en impuestos”. Nada ha cambiado. Contra los paraísos fiscales no seamos un infierno fiscal. Que tengan un buen fin de semana.
(*) Trillones americanos, billones europeos
Proteccionismo y devaluación, camino de depresión
16/2/2013 El Confidencial
“Protectionism teaches us to do to ourselves in time of peace what enemies seek to do to us in time of war”. Henry George
El G20 se presenta divertido. Guerra de divisas, proteccionismo, represión financiera y todos diciendo que la culpa es del otro.
«No escucho nada más que devaluación, desconfianza e intervencionismo». Estas palabras me las decía ayer un ex-colega de Citadel que vive en Moscú y está invitado a la reunión de los ministros de finanzas de los veinte países más poderosos del planeta. «Nadie se fía de nadie. Todos los países quieren que los demás dejen de intervenir, pero seguir haciéndolo ellos».
Y es que no me creo el espejismo del acuerdo de «libre comercio» con la UE que anunció Obama a bombo y platillo (léanse el post de McCoy). ¿Por qué?.
– Porque lo que esconde bajo el titular es proteccionismo bilateral, y los otros estados del mundo, de los que dependen nuestras exportaciones y la energía que consumimos, no lo van a consentir fácilmente.
– Porque empobrece a los países en vías de desarrollo, que son el futuro de dichas exportaciones. Arruinar a tus clientes nunca es una buena política.
– Porque la historia nos ha demostrado que los acuerdos bilaterales entre administraciones intervencionistas nunca fructifican porque las dos partes quieren lo mismo, pan para mí, promesas para ti. La administración Obama y la Unión Europea han multiplicado por cuatro sus medidas restrictivas al comercio durante los últimos siete años, y además las dos partes necesitan de la debilidad del otro para tapar el agujero de desindustrialización que comentamos aquí. Un agujero que se agranda precisamente por las medidas intervencionistas y restrictivas, aunque se nieguen a admitirlo.
La gente se asusta con la crisis, pone demasiada fe en unos estados obesos e incompetentes y espera soluciones milagrosas.
Queremos proteccionismo en casa, defender nuestros derechos adquiridos y salir de nuestra crisis exportando a los mismos países a los que les negamos acceso («protect at home, stay open abroad», World Trade Organization). Primero entregamos el futuro de nuestras economías al crecimiento chino y brasileño, proteccionistas donde los haya, y ahora estamos en el callejón sin salida. Hemos caído en la trampa, y queremos ser China, pero con sueldos y privilegios americanos. Y no funcionará.
Según el instituto Nielsen, el 40% de la población europea pide medidas que restrinjan las importaciones del extranjero. Todos sabemos cómo termina esta carrera, pero la gente –asustada- pide repetir los mismos errores del pasado. Devaluaciones competitivas, proteccionismo, acusaciones mutuas… 1930.
Todo esto enmascara un problema de unos países que van perdiendo competitividad a medida que el peso del estado fagocita más del 50% de la economía y, consecuencia de ello, el endeudamiento se dispara. No es casualidad que los más endeudados y con más gasto público «exijan» que su modelo se financie gratis, pero«los que quieren vivir del estado olvidan que éste vive de todos los demás», como decía Bastiat.
En vez de entender que creamos estructuras que consumen más de lo que producen, y cuya productividad marginal empeora, buscamos proteger el bienestar del estado –que no el estado del bienestar- poniendo puertas al campo. Directos a 1930 con el aplauso del pueblo, sin el pueblo.
Verán ustedes como las conclusiones del G-20 son que no hay guerra de divisas y que no se deben poner barreras al comercio mundial. Y el lunes volverán todos a casa intentando devaluar y restringir.
Proteccionismo es negar la realidad
Una economía de alta productividad sobrevive un mercado globalizado y genera sectores ganadores que venden incluso en países «proteccionistas». ¿Ven ustedes a las empresas de alta tecnología y fuerte valor añadido –no dependientes de subvenciones y favores estatales- preocuparse por restricciones en algunos países? No. Pero seguimos empeñados en sacar la última gota de sangre a un modelo industrial global obsoleto.
Si todos los estados quieren pelearse por defender las migajas de una tarta decreciente, por fabricar coches baratos, planchas de aluminio, ladrillos, molinillos o tubos de plástico, la carrera es hacia cero. Nunca se gana. Se enmascara la realidad. Pero lo pagan los ciudadanos empobreciéndose. El que no se empobrece es el monstruo estatal, que crea más y más comités para regular.
Intentar proteger industrias y sectores indefendibles no solo niega la realidad, sino que imposibilita que los países en vías de desarrollo crezcan. Somos tan arrogantes y avariciosos que endeudándonos y devaluando, o subvencionando a granjeros para que no produzcan, dejamos que la inflación y la pobreza hundan a nuestros vecinos. Fastidiar a tus clientes. Luego mandamos unas ONG a estudiar el problema. Pero eso sí, queremos «exportar para salir de la crisis».
El proteccionismo y la intervención son el problema. Gobiernos miopes que solo saben parar y entorpecer, cobrando, no facilitar.
Guerra de divisas global: cuando todos suspenden, solo pasa de curso el menos malo
Siempre lo digo, una economía de alta productividad sobrevive a una moneda fuerte. Sin embargo, una economía de baja productividad no sobrevive ni siquiera con una moneda débil. Los bancos centrales siempre niegan que haya guerra de divisas, igual que el chaval al que pillan haciendo una trastada. Siempre dice que no es culpable.
Si piensan que los otros países del G-20 se van a quedar tranquilos con elcomunicado vacío de este fin de semana y no contraatacar haciendo lo mismo –devaluar y restringir-, piénsenlo de nuevo. ¿Unos países que han aumentado sus medidas restrictivas en periodos expansivos van a dejar de hacerlo en periodo de crisis? Sí, todos saben que saldrán perdiendo a medio plazo, pero a pesar de la evidencia empírica (lean «This time Is Different», de Ken Rogoff), prefieren llevar a cabo medidas de «shock» que den la apariencia de «acción» y «protección».
Devaluar es una excusa para sostener un gasto político excesivo y no soluciona un modelo productivo de bajos márgenes. Es una salvajada que crea inflación,empobrece a los ciudadanos y transfiere rentas de los trabajadores y ahorradores al gobierno y a sectores en decadencia. Se empobrece a los ciudadanos, enriqueciendo solo a unos pocos porque suben los activos de riesgo -inflación-… La ilusión de crecimiento económico falso. Nuestras devaluaciones «competitivas» de los 90.
Dónde invertir
Ojo. Cuando todos hacen lo mismo, el efecto «enriquecimiento falso» bursátil no funciona y cuando lo hace, dura poco… Pero cuando añadimos intervencionismo, los resultados empresariales se desploman –represión financiera-, bajan los márgenes y se contraen los múltiplos. Eviten los valores en sectores «estratégicos», que pasan a ser «cajeros para los estados». ¿Materias primas?. Solo aquellas donde se controle el suministro –petróleo, por la OPEP- porque proteccionismo con devaluación implica demanda decreciente. Y no olvidemos las palabras de Jim Rogers: «Tras las guerras de divisas vienen las guerras comerciales, y detrás de ellas las guerras convencionales». Ojala nos equivoquemos y paremos esta locura. Pero no olviden el riesgo geopolítico en esas empresas tan «diversificadas», porque las valoraciones sufren.
¿Más estado y devaluación? Desastre seguro
Ante esta situación, el modelo que nos proponen nuestras «plataformas ciudadanas de prime time TV» está en Latinoamérica. Gasto público, modelo social y devaluación. Chávez sin petróleo. Las devaluaciones como las de Venezuela o Argentina, no son consecuencia de la guerra de divisas ni de ataques especulativos. Chávez ha hecho cuatro devaluaciones desde que ha llegado al poder por el gasto excesivo; ha arrasado la caja de la petrolera nacional, PdVSA, en «proyectos sociales» (11.000 millones de dólares al año), convirtiéndola en la petrolera más endeudada del mundo; y vaciando de dólares sus arcas no ha mejorado la pobreza de un pueblo devastado por la inflación del 22% y entregado a la economía sumergida. En Argentina, un empleo subvencionado y la intervención masiva de la divisa han disparado la inflación al 27%. En 1997, los empleados del sector público eran 720.000. En 2011, 1,5 millones, más del doble (Idesa). Un 5% del PIB son subsidios, con un gasto de estado hipertrofiado. «Demanda interna» lo llaman. Un éxito social. Devaluación constante e inflación desbocada.
…Y esos países tienen petróleo.
En España, para poder exportar cualquier bien hay que importar energía y materias primas, y al devaluar, éstas se encarecen. Correr para quedarse en el mismo sitio, el cuestionable efecto positivo a corto plazo se disipa a medio («Contractionary Effects of Devaluation», Journal of International Economics).
Si todos los países intervienen, la economía global se estanca. La velocidad del dinero, que ha caído estrepitosamente, se desploma, y la inversión también. Pocos invierten en proyectos a largo plazo cuando se manipula las monedas y se introducen medidas restrictivas. Si devaluar e intervenir fuera la solución, Venezuela, Argentina o Zimbabwe serían los reyes del mundo.
De donde no hay no se puede sacar. Tanto que critican algunos a Reino Unido, aprendamos de sus errores y de la inutilidad de imprimir moneda. No reduce los recortes, ni mejora la deuda -porque se sigue generando déficit – ni soluciona el modelo productivo.
Mientras tanto, la demanda mundial de oro alcanzó un récord de 236.000 millones de dólares en 2012. Los bancos centrales compraron a niveles no vistos desde 1964. Confianza incuestionable.
Espero ansioso ese comunicado del G-20 diciendo que no hay guerra de divisas ni proteccionismo y que todo es mentira.