“Tonight’s the night when I go to all the parties down my street” Joe Jackson.
Si algo van a demostrar los presupuestos para 2015 es que la mejor receta para cuadrar las cuentas públicas es crecer. Cuando nos hemos empeñado en gastar sin control no hemos conseguido más que deuda y recesión. Pues bien, con todo lo que se puede criticar y que se podría haber hecho diferente, sobre todo en materia fiscal, nadie puede negar que en España se ha pasado de la recesión al crecimiento. Y se ha hecho con recortes muy modestos, aumentando las pensiones y manteniendo el gasto social.
Receta 1 para unos presupuestos expansivos: bajar el paro y moderar el gasto.
Bajar el gasto público desde el 43,5% de 2014 al 38,4% del PIB en 2018, en línea con los ingresos (38% del PIB).
La bajada del gasto público se genera, sobre todo, por la caída del paro y, con ella, la reducción en la necesidad de gastar más en prestaciones por desempleo. Que esto ocurre mientras las pensiones suben un 0,25% es un importante elemento diferenciador. Y es una buena noticia que los autónomos que contraten a asalariados mantendrán el abono de 50 euros mensuales en cotizaciones a la Seguridad Social, la famosa tarifa plana. Una reducción del 50% de la cuota durante los seis meses siguientes y del 30% hasta los 18 meses.
Receta 2 para unos presupuestos expansivos: bajar los intereses de la deuda.
La bajada de los intereses de la deuda del 3,3% al 2,5% del PIB no corresponde “solo” a la política del BCE –como podemos ver con el impacto en otros países como Francia o Italia- sino a una muy hábil estrategia del Tesoro desde 2012, alargando plazos y refinanciando a costes menores. Todos saben que yo hacía la broma “el Tesoro les coloca con éxito” cada vez que emitíamos deuda, pero no se puede negar que un aumento de vida media de la deuda y caída de coste como el conseguido merece valorarse positivamente.
Receta 3 para unos presupuestos expansivos: adecuar gastos a ingresos.
Es curioso que no se haya valorado de manera importante que se busque cuadrar las cuentas y llegar a superávit primario en dos años. Sobre todo porque se parte de una estimación de ingresos creíble, que no asume ni la reducción de la economía sumergida que ya se ha visto en 2013 y 2014 como comentábamos aquí, ni una mejora de la recaudación por expansión económica.
Y creo que merece la pena resaltar los riesgos que ya comentábamos hace un año con los anteriores presupuestos. Esas bajadas del gasto son perfectamente asumibles, sobre todo los gastos del desempleo por la mejora del mercado laboral. Y además, por primera vez veo unos presupuestos donde las estimaciones de ingresos son conservadoras (sobre todo si se da el nivel de crecimiento estimado). Gracias a esos ahorros se ha podido adelantar la muy necesaria rebaja de impuestos que es esencial para cimentar el crecimiento a futuro, así como aumentar las prestaciones de jubilación para las madres de familias numerosas o las políticas activas de empleo. Ya saben ustedes que soy muy crítico con las subvenciones a políticas de empleo. La Unión Europea gasta casi un 0,9% del PIB en políticas activas anualmente y no mejora el paro. Pero en España al menos contamos con la mayor creación de empleo de la OCDE.
Receta 4 para unos presupuestos expansivos: Haber hecho reformas.
Cuando criticamos que la deuda ha aumentado entre 2011 y 2014 en 300.000 millones de euros siempre olvidamos que esa cifra incluye el rescate a las comunidades autónomas, las facturas impagadas dejadas en 2011 y el rescate a las cajas públicas.
A pesar de ello y de las reformas orientadas a ganar confianza –reforma financiera- así como a la creación de empleo –reforma laboral-, la deuda ha continuado subiendo ante una decisión política de ser conservadores y reformar poco a poco sin atacar la mayor parte del gasto público. No se puede negar que se ha hecho un enorme esfuerzo de contención, cierre de empresas deficitarias y reducción de duplicidades, pero también es cierto que los sectores socialdemócratas no valoran la decisión de haber mantenido el gasto social. Para los que el gasto solo puede crecer, el esfuerzo de contención es “austericidio”. Una broma.
Por otro lado, el gasto público sigue por encima del pico de la burbuja y a medida que se recupera el crecimiento hay que devolverlo a cifras más razonables como muestra el plan presentado. Hay que continuar con la reducción del gasto y la mejora de eficiencia, de manera decidida.
Mucha gente me pregunta cómo se va a pagar la deuda pública si tenemos niveles récord. Como comentaba ayer Carlos Sánchez, el crecimiento nominal del PIB será responsable de una reducción de la deuda equivalente a 15,2 puntos de PIB y España volverá a tener superávit primario (sin intereses) por primera vez desde 2007.
En 2014 comentaba sobre los presupuestos que “el déficit y la deuda como mejor se reducen es con crecimiento. Ese crecimiento sólo va a llegar de manera sólida de las pymes, que generan el 70% del valor añadido y empleo del país, autónomos y familias. Los que han sobrevivido admirablemente la crisis no deben pagar la decisión de sostener las administraciones duplicadas, las subvenciones y el gasto improductivo”.
Mis expectativas de crecimiento y creación de empleo, que fueron duramente criticadas en su momento, resultaron ser conservadoras.
Estos presupuestos son más creíbles que en el pasado, pero históricamente siempre hemos sobrepasado las cifras de gasto. Y si se revierten las reformas y nos acomodamos volveremos a lanzarnos a la recesión.
Pero si retiramos de nuestras prioridades el crecimiento y la mejora de la renta disponible de los ciudadanos, caeremos de nuevo en el error de 2008. Fiarlo todo a las políticas expansivas del BCE.
En estos años se ha recuperado el pago a proveedores, reducido la economía sumergida un 3% según el Colegio Oficial de Economistas, se han aflorado 124.000 millones de euros en la lucha contra el fraude fiscal en tres ejercicios, y se ha bajado la deuda de familias y empresas a niveles de 2006. Se ha llevado a cabo un ajuste de 15 puntos del PIB entre déficit comercial y fiscal,y la economía –según Richard Koo de Nomura- ahorra un 3% del PIB anual. Son datos muy importantes que se tienden a ignorar.
Pero no podemos sentarnos y olvidar los desequilibrios. Con un déficit estructural anual aun superior al pacto de estabilidad y un paro aún muy alto, el objetivo único del Gobierno debe ser que sus votantes, las empresas y familias, recuperen urgentemente la renta disponible para invertir, crear más empleo y consumir. Ampliar la bajada de impuestos, seguir reformando y mejorar competitividad.
Y debemos recordar. Los presupuestos pueden fallar en sus previsiones por muchos lados. Solo uno está en las manos del gobierno. El gasto. Todos aquellos que centran toda su política en aumentarlo ante el unicornio de ingresos fiscales estimados que nunca se materializan pero con gastos muy ciertos y reales, son los que luego llevan al país al borde de la quiebra… Con buena voluntad, claro.
Salir de la crisis es relativamente fácil. No entorpecer el crecimiento, la creación de empleo y de empresas. Todo lo demás son unicornios.