Subir tipos es necesario. Y positivo.
La Reserva Federal subió, como se esperaba, los tipos de interés un 0,75%.
Lo que ha sorprendido a los operadores de mercado y analistas ha sido la contundencia de los mensajes de Jerome Powell. “La cuestión de cuándo moderar el ritmo de las subidas es ahora mucho menos importante que la cuestión de cuánto subir los tipos y cuánto tiempo mantener la política monetaria restrictiva». Powell sugirió que está más preocupado “por un ajuste insuficiente que por uno excesivo”. ¿Por qué? La Reserva Federal tiene herramientas para lidiar “con situaciones en las que se ajuste demasiado, pero lo contrario plantea muchos y mayores riesgos”.
Lo difícil es explicarles a los ciudadanos que los tipos reales negativos son una aberración que no se debería haber implementado nunca. El ciudadano se preocupa porque su hipoteca puede ser más cara si suben los tipos, pero no parece darse cuenta de que la razón por la que se disparaban los precios de las casas y el riesgo se acumulaba es por haber tenido tipos excesivamente bajos.
La locura monetaria implementada desde 2008 es enorme, pero el exceso de 2020 no tiene parangón. Entre 2009 y 2018 nos decían constantemente que no había inflación, ignorando de manera irresponsable la enorme inflación de activos y el injustificado aumento de valoraciones en el sector financiero. Y eso es inflación, enorme inflación. No solo era un exceso de valoraciones financieras, también un exceso en los precios de los bienes y servicios no reemplazables. El índice de alimentos de la FAO ya estaba a máximos históricos en 2018 y lo mismo ocurría con vivienda, sanidad, educación y seguros. Pero aquellos que decían que imprimir moneda sin control no causaba inflación continuaron convencidos de que no pasaba nada, y en 2020 rompieron todos los moldes.
En 2020-21 el aumento de la masa monetaria anual de Estados Unidos fue del 27% (M2), más de dos veces y media superior al máximo de la expansión cuantitativa de 2009 y el nivel más alto visto desde 1960. Los bonos con rentabilidad negativa, una aberración económica que debería haber hecho saltar todas las alarmas como ejemplo de burbuja peor que las “subprime”, alcanzaban más de $12 billones en total. Pero el estatismo estaba feliz porque la burbuja se multiplicaba en los bonos del estado y eso beneficia a los gobiernos. El estatismo siempre alerta de burbujas en todo menos en lo que hace que los gobiernos engorden y se multipliquen.
En la eurozona, el aumento de la masa monetaria fue el mayor de su historia, casi el triple que en el máximo de la época Draghi. Hoy, es más del 6% anual, aún por encima del «bazooka» de Draghi. Todo ese exceso monetario sin precedentes en medio de un cierre forzoso de la economía se fue a disparar el gasto público y se mantuvo con la reapertura… Y la inflación se disparó. Sin embargo, dice Lagarde que la inflación llegó «de la nada».
No, la inflación no la causan las materias primas, la guerra o eso de “la ruptura de las cadenas de suministro”. Las guerras son deflacionistas si la cantidad de dinero es la misma. Las materias primas habían subido abruptamente varias veces entre 2008 y 2018 y no hacen que suban todos los precios a la vez. La ruptura de las cadenas de suministro no eleva todos los precios si la cantidad de moneda emitida es la misma. La inflación subyacente no se eleva a niveles no vistos en tres décadas si la cantidad de dinero es la misma.
Los bancos centrales saben que la causa de la inflación persistente es monetaria y por eso todos los organismos monetarios del mundo están subiendo tipos y eliminando las recompras de activos, excepto un par, casualmente en países con inflación desbocada a niveles alarmantes.
Los que dicen que la inflación no es monetaria pueden patalear todo lo que quieran, pero los bancos centrales saben que es así y por eso toman estas medidas.
Todo el mundo se equivoca, y ahora es clave tomar medidas que pueden parecer duras, pero deben explicarse.
Subir tipos y eliminar las recompras de bonos del estado es clave para evitar un problema mayor: Una crisis mayor a la de 2008 pero con elevada inflación. Es mejor tener un año malo y un enfriamiento de la economía que años de estanflación, y eso sí que es negativo para todos los ciudadanos.
Subir los tipos no crea las crisis. Lo que crea los cimientos de una crisis es la subida descontrolada de la cantidad de dinero y los tipos de interés bajísimos que inflan burbujas y disfrazan el riesgo.
Es vergonzoso escuchar a Podemos en España y a Meloni en Italia defender una peligrosísima burbuja y llamar las subidas de tipos “terrorismo financiero” cuando no decían nada de la acumulación de riesgo y el exceso de déficits y gasto disfrazados con políticas monetarias irresponsables.
Hay que apoyar a los bancos centrales en esta subida de tipos y la consiguiente eliminación del exceso de balance porque incentivar el riesgo durante unos meses más genera muchos mayores problemas a largo plazo. Lo mejor habría sido no entrar en el exceso, pero ahora solo podemos tomar medidas para frenarlo.
Somos precisamente los que trabajamos en el sector financiero los que debemos entender que un año de volatilidad es mejor que varios años de colapso. Y el que diga lo contrario sabe que está defendiendo una política irresponsable que dispara los desequilibrios a cambio de un poco más de exceso y burbuja para pasarle el coste a los demás, y que solo podría acabar peor.
Defender las burbujas y el exceso monetario no tiene nada de social. Powell, esta vez, tiene toda la razón. Rectificar es de sabios. Mantener el error es copiar las políticas inflacionistas de Argentina.
Es de risa oír a los bancos centrales: ellos la lían parda y ellos lo pretenden arreglar. Primero dinero a porrillo y tipos de intereś a cero; después inflación galopante y empresas zombi que solo viven porque los tipos de interés son cero; luego subida de tipos, que lo fastidia todo, porque la inflación es muy mala y hay que bajarla. Y lo dicen los mismos que se esforzaron en subirla. Los que perpetran tales fechorías pasan a dar conferencias por ahí cuando ya no cortan el bacalao y no son responsables de nada, eran unos mandados e hicieron lo que sus gobiernos les dijeron. Los gobiernos contentísimos con la inflación: más pasta a la buchaca, después de hacer que los gobernadores de los bancos centrales hagan lo que se les ordena. Nosotros sí que somos un banco, pero de sardinas. No sé cuando nos enteraremos que el enemigo principalísimo es el gobierno, da igual el color.