Ayer la prensa reflejaba el nerviosismo ante la incertidumbre política. No solo se nota que la inversión se paraliza, como ha comentado el presidente del BBVA, sino que llevamos ya algunos meses en los que, aunque seguimos creando empleo, se percibe ralentización.
No se daría ese frenazo si la perspectiva fuese de pactos más o menos complejos, pero que mantuviesen y desarrollaran las reformas iniciadas. El problema es la combinación de incertidumbre política y cambios a peor.
Algunos economistas me han dicho que “el dinero es miedoso”, que los extranjeros exageran, y, con todo el respeto, se equivocan. Todos los estudios sobre riesgo político muestran que lo primero que sufre es la decisión de inversión y propensión al consumo doméstico. Somos nosotros, los ciudadanos españoles que escuchamos a los políticos apelar a la ruptura y las soluciones mágicas inútiles, los que decidimos dejar de invertir, consumir y contratar ante “la que se avecina”.
Derogar la reforma laboral es un error mayúsculo y un riesgo para el empleo. En Davos, el ministro de Economía francés, el socialista Emmanuel Macron, comentaba que “la reforma laboral que hizo España tiene sentido en Francia” y que su gobierno prepara una reforma laboral «para eliminar rigideces» similar a la española. Aquí la quieren derogar.
Desde la implantación de la reforma laboral, España ha pasado de destruir miles de empleos cada día a crear más de un millón de puestos de trabajo. España ha sido el único país de la OCDE que está saliendo de la crisis aumentando el empleo indefinido, con la mayoría de nuestros socios comerciales en recesión o estancamiento. En 2004 el 68,5% de los contratos totales eran fijos. En 2015 es el 75%.
Derogar la reforma laboral puede poner en peligro hasta 300.000 puestos de trabajo y frenar la creación adicional de empleo. Lo que hay que hacer es avanzar en la reforma, no volver a los errores de 2008 que crearon 3,5 millones de parados.
No existe mejor política social que crear empleo. La razón por la que se quiere derogar la reforma laboral no es ni para defender los derechos sociales ni para mejorar el mercado laboral. Es para intervenir y encorsetar el mercado laboral desde una multitud de comités y órganos políticos. Es para controlar, aunque se destruya empleo. Porque con más paro, también tendrán más fondos de asistencialismo que gestionar.