El acuerdo entre el PSC y ERC para dar la presidencia de la Generalitat a Salvador Illa se ha vendido con tres argumentos falsos: que mejora la convivencia, que es solidario y que acaba con el llamado «procés».
Si lo que pretendían es acabar con el independentismo dándoles todo lo que desean, lo han conseguido. El acuerdo es insolidario, compra toda la narrativa del independentismo y condena a las comunidades más pobres a recibir menos y pagar mucho más.
La reacción de los barones del PSOE, especialmente Lambán y Page, no se ha hecho esperar. Sin embargo, no se llamen ustedes a engaño. Hace ya mucho tiempo que la maquinaria apisonadora del sanchismo ha despojado de cualquier nivel de influencia real a los llamados barones.
Como me decía un amigo socialista, «el PSOE ha pasado de tener familias y debate a tener súbditos y adhesión incondicional». Miren la rapidez con la que se ha lanzado la maravillosamente engrasada batería mediática del sanchismo a insultar a Page, Lambán y Felipe González. Y Sánchez está feliz… con tu dinero
El PSOE ha pasado de tener familias y debate a tener súbditos y adhesión incondicional
Sánchez e Illa hablan de una negociación y un acuerdo. ¿Qué han negociado? Cualquiera que lea el acuerdo no ve ninguna concesión por parte de ERC y solo lee la rendición del PSOE.
Es esencial empezar por rechazar el texto del acuerdo desde su preámbulo. El PSC firma una soflama que compra todo el discurso independentista. «La naturaleza del conflicto político entre el Estado español y Cataluña tiene profundas raíces históricas y puede sintetizarse en las dificultades de encontrar un reconocimiento nacional satisfactorio para la ciudadanía de Cataluña en la estructura institucional y el ordenamiento legislativo del Estado». Aberrante.
«Una parte amplia de la ciudadanía pasa a reivindicar la plena soberanía de Cataluña y manifiesta la voluntad de decidir libre y democráticamente sobre el futuro político del país». Y Sánchez tiene la desvergüenza de intentar vendernos que esto desmantela el independentismo.
Nunca en la historia democrática hemos visto una cesión al separatismo de semejante calado. El concierto vasco y el navarro se aprobaron con la Constitución por una amplísima mayoría de españoles.
El acuerdo entre el PSC y ERC es una traición, y una gigantesca transferencia de renta desde las comunidades más pobres a una rica y privilegiada
Esto es un acuerdo a puerta cerrada entre dos fuerzas que no suman ni el 42% de los votos en las últimas elecciones y además exige que Cataluña siga siendo privilegiada en financiación y en inversión. Como no suman mayoría absoluta y Junts x Cat se opone al acuerdo, van a tener que acordar todavía mayores cesiones a los independentistas radicales, y eso si no le dan más privilegios a Puigdemont.
El acuerdo entre el PSC y ERC es una traición, y una gigantesca transferencia de renta desde las comunidades más pobres a una rica y privilegiada.
Sánchez entrega las llaves de la caja común a la Generalitat y, con ello, generará un agujero a las comunidades más pobres. Con datos de 2022, la comunidad autónoma de Cataluña aporta cada año unos 23.400 millones de euros a la caja única del Estado en concepto de IRPF, IVA e impuestos especiales.
Ese agujero supondrá que las regiones más pobres perciban entre 1.700 y 4.000 millones de euros menos cada año, y que, además, el resto de los españoles sufra una mayor carga tributaria.
En 2023, el 70% del fondo de solidaridad entre regiones lo aportaba Madrid. Al sacar a Cataluña, la segunda mayor en contribución, se genera un agujero que no podrán cubrir Baleares y Madrid y, además, supondrá mayores impuestos y más deuda para todo el resto.
No olvidemos que el acuerdo de ERC con el PSC busca seguir invirtiendo cantidades ingentes en difundir el independentismo y disparar el gasto político.
Los independentistas siempre dicen que pagan muchos impuestos porque «España les roba». Pues bien, ahora verán como gestionan el 100% de sus impuestos, pero además pagarán más impuestos para financiar el monstruo burocrático que lleva creando ERC desde hace años.
El acuerdo supone entregar a la Generalitat la gestión completa de todos los impuestos.
El acuerdo supone entregar a la Generalitat la gestión completa de todos los impuestos
Exige explícitamente «que sea la Generalitat la que gestione, recaude, liquide e inspeccione todos los impuestos soportados en Cataluña y aumente sustancialmente la capacidad normativa con coordinación con el Estado y la Unión Europea».
No solo van a generar un agujero de más de 25.000 millones de euros en el sistema de solidaridad regional, usando estimaciones de 2024, sino que van a crujir a impuestos a los catalanes y mucho más al resto de los españoles, especialmente a los más pobres, para sufragar el aumento exponencial de gasto político que han acordado.
Se lo explico. El Gobierno habla de acuerdo solidario y es todo lo contrario. Lo dice claramente: «La aportación catalana a las finanzas del Estado integra la aportación por el coste de los servicios que el Estado presta en Cataluña y la aportación a la solidaridad».
Y aquí viene el truco: «La Generalitat debe contribuir a la solidaridad con las demás comunidades autónomas a fin de que los servicios prestados por los diferentes gobiernos autonómicos a sus ciudadanos puedan alcanzar niveles similares, siempre que lleven a cabo un esfuerzo fiscal también similar». Es decir, exigen que se le suban los impuestos a los más pobres y, si eso, aportarán algo. Además, dejan claro que «esta solidaridad debe estar limitada por el principio de ordinalidad».
La Generalitat se blinda para eliminar cualquier tipo de transferencia a comunidades más pobres.
¿Qué es eso del «principio de ordinalidad»? Que no van a pagar casi nada. El principio de ordinalidad implica que ninguna comunidad autónoma reciba menos por habitante que otras que aporten menos. Es decir, como Cataluña y Madrid aportan más, el acuerdo con ERC deja claro que se desligan de poner en la caja común lo que han contribuido en el pasado.
Si España no «respetase esa ordinalidad», deberá compensar a Cataluña con «medidas compensatorias». Traducción: para ERC solidaridad es no pagar nada y que, si pagan algo, se les devuelva por otro lado.
El acuerdo es clarísimo. La Generalitat se blinda para eliminar cualquier tipo de transferencia a comunidades más pobres y a la vez seguir disparando su gasto político.
Sánchez rubrica un sistema de privilegios a las comunidades más ricas, que fuerza a las más pobres a subir impuestos y a la vez institucionaliza la narrativa independentista. Y todo para que el exministro de los contratos inflados del Covid y los dos estados de alarma anticonstitucionales te diga que ha mejorado la convivencia.
Para Sánchez e Illa, mejorar la convivencia y combatir el separatismo es darles a los independentistas todo lo que quieran y como quieran. Fascinante.
«Cabe señalar que en Barcelona predican la virtud más pura, el beneficio general y que a la vez quieren tener un privilegio: una contradicción divertida. El caso de los catalanes me parece el caso de los maestro de forja franceses. Estos señores quieren leyes justas, a excepción de la ley de aduana, que se debe hacer a su gusto. Los catalanes piden que todo español que hace uso de telas de algodón pague cuatro francos al año, por el solo hecho de existir Cataluña. Por ejemplo, es necesario que el español de Granada, de La Coruña o de Málaga no compre los productos británicos de algodón, que son excelentes y que cuestan un franco la unidad, pero que utilice los productos de algodón de Cataluña, muy inferiores, y que cuestan tres francos la unidad. Con esta excepción, esta gente son de fondo republicano y grandes admiradores del Contrato Social de Jean-Jacques Rousseau. Dicen amar lo que es útil y odiar la injusticia que beneficia a unos pocos. Es decir, están hartos de los privilegios de una clase noble que no tienen, pero quieren seguir disfrutando de los privilegios comerciales que con su influencia lograron extorsionar hace tiempo a la monarquía absoluta. Los catalanes son liberales como el poeta Alfieri, que era conde y detestaba los reyes, pero consideraba sagrados los privilegios de la nobleza.» Stendhal «Memorias de un turista»