“Ain’t it funny how it is? You never miss it til’ it’s gone away” Adrian Smith.
Los datos de Eurostat son contundentes. Bajo el mandato de Pedro Sánchez, España ha escalado cuatro posiciones hasta situarse como el tercer país, con Grecia, en porcentaje de personas en pobreza y riesgo de exclusión. En 2018, España era el séptimo. Toma “políticas sociales”.
Solo Rumanía y Bulgaria tienen una tasa de pobreza mayor que España. Adicionalmente, España se aleja de la media europea, ya que países como Italia, Lituania o Letonia han reducido su tasa de pobreza y riesgo de exclusión mucho más rápido y mejoran notablemente en la lista, situándose mucho más cerca de la media de la UE comparado con 2018.
La prueba empírica del fracaso de las mal llamadas políticas sociales del peronismo sanchista es que subimos en el ranking de pobreza y que la tasa no baja del 26% tras despilfarrar el mayor estímulo fiscal y monetario de la historia.
Estos mismos datos los muestra el Instituto Nacional de Estadística que refleja que la tasa de
pobreza (carencia material y social severa) se mantiene al mismo nivel de 2018, el 7,7%, y es
también uno de los más altos de toda Europa.
Estos datos son especialmente preocupantes porque desmontan el mensaje eufórico del gobierno en cuanto a sus políticas y su monótono y repetitivo mantra de que ellos sí que se preocupan por los pobres.
No podemos olvidar que, además, estos malísimos datos de tasa de pobreza y riesgo de exclusión se an dado en medio del mayor impulso fiscal de la historia y con el telón de fondo de ser el país que más fondos europeos ha recibido junto con Italia.
El saldo de deuda del conjunto de las Administraciones Públicas aumentó en el primer trimestre un 5,6% en términos interanuales hasta los 1,5 billones de euros (el 113% del PIB) y 1,9 billones de pasivos totales de las administraciones (el 140% del PIB) y eso con 31.000 millones de euros en fondos europeos hasta marzo de 2023.
Piensen ustedes por un momento si Zapatero, Aznar, Rajoy o Felipe González hubiesen contado con una posibilidad de aumentar el gasto y el déficit de una manera tan brutal durante sus mandatos y si se hubiese contado con semejante inyección de fondos europeos.
Las políticas sociales no se deben juzgar por sus intenciones, sino por sus resultados. Los resultados de la política social del sanchismo son atroces.
La medida estrella del populismo de ultraizquierda en el gobierno sanchista fue el Ingreso Mínimo Vital y la AIReF ha desmontado la propaganda del ministro Escrivá recordando que, tras tres años de implantación, solo ha llegado al 35% de sus beneficiarios potenciales. Además, no se ha mejorado el plazo de tramitación que se sitúa en 120 días.
El ministro se vanagloriaba de que “el Ingreso Mínimo Vital (IMV) ha alcanzado a 611.029 hogares en los que viven 1.752.467 personas» y, sin embargo, es falso. Solamente ha llegado a 284.000 hogares, el 35% de sus beneficiarios potenciales, 800.000, y cubre al 22% de los hogares en riesgo de pobreza, lo que excluye al 60% de potenciales beneficiarios.
El socialismo siempre destruye lo que finge proteger y vuelve a demostrar que estas medidas eran propaganda y burocracia, los dos pilares fundamentales del sanchismo.
España cierra el mandato de Sánchez con la mayor pérdida de poder adquisitivo y renta per cápita ajustada de los países de nuestro entorno. En renta per cápita ajustada, según Eurostat, Sánchez deja a España a niveles de 2011 con respecto a la media de la Unión Europea, deja a España cuatro puestos peor en tasa de pobreza y riesgo de exclusión, alcanzado un triste récord histórico en cuanto a tasa de pobreza comparado con la Unión Europea.
Los españoles somos mucho más pobres, nos han expoliado a impuestos con el mayor aumento de presión fiscal de nuestro entorno, y el país lidera la tasa de paro de la OCDE y el récord de aumento de deuda.
El sanchismo pasará a la historia como el ejemplo más evidente de que la propaganda y el
intervencionismo no resuelven los problemas de los ciudadanos y encima nos empobrecen de
manera alarmante.
Esto viene siendo un desastre desde hace años mientras los palmeros repiten el mantra de la sanidad o de la educación o de no dejar a nadie atrás, en plan marine de película, o de procuparse por los pobres, por eso procuran que haya muchos. Pero no dicen nada de la inflación, de la pasta que ha soltado la UE, de la deuda, de los amigotes colocados en Correos o el INE, del cambio de tercio con el Sahara, del conchabamiento con Bildu y con independentistas, del saqueo fiscal, de la ley del «sí es sí pero no», de los dos confinamientos inconstitucionales, de la venezolana con las maletas de las que ya nadie se acuerda, de los más de cien decretos-leyes del autócrata en plan emperador de Rusia, de ser los últimos en recuperarnos, de ser los campeones del paro, de la inflación galopante, de la tomadura de pelo de decir que la inflación baja porque un mes es del 8 % y el siguiente es del 3 %… Lo de los palmeros se entiende porque o trincan o se benefician de algún modo pero lo que es de siquiatra es que haya un porcentaje elevado que los vota. Esto, más que un país, parece el cotolengo de Santa Eduvigis, que dirían Les Luthiers, y el gobierno es su coro.