“I’m getting ready for the big flood, weatherman says it’s sure enough gonna rain”, Sammy Hagar.
La semana pasada comentábamos que los ingresos fiscales registraban una caída en el primer trimestre del 0,6% cuando en el primer trimestre de 2018 crecían a un ritmo del 3,5%, y los ingresos fiscales por impuesto de sociedades caían un 17,3% .
La temporada de resultados de las grandes empresas cotizadas no refleja un entorno positivo para el tejido empresarial. El ranking de sorpresa positiva o negativa refleja que ocho de diez sectores han dado sorpresa negativa o neutral en beneficio neto, y seis de diez en ventas. Es importante resaltar esto, porque la sorpresa negativa se genera tras importantes revisiones a la baja de estimaciones por parte del consenso de analistas. Es decir, que es una sorpresa negativa en un entorno que ya reflejaba pesimismo.
Al cierre de este artículo, los beneficios de las empresas del Ibex 35 en el primer trimestre caían un 13%, con diecisiete empresas registrando caídas de beneficio neto y cuatro un crecimiento casi cero. Teniendo en cuenta el carácter cíclico y algunos elementos extraordinarios, que afectan al beneficio neto, encontramos que la cifra de ventas (+2,8%) y beneficio operativo (-0,45%) quedan también muy por debajo de lo que denominan algunos crecimiento robusto y muestran un empeoramiento generalizado.
Recordemos que en 2018 ya se recogía un aumento de beneficios casi cero, pero al menos un crecimiento del resultado bruto de explotación cercano al 7%. En 2018 los resultados de las grandes empresas se salvaron gracias a la mejora de la demanda y beneficios en España, algo que fortaleció los ingresos fiscales, pero la gran mayoría de las grandes empresas seguían registrando una rentabilidad sobre el capital empleado en nuestro país muy inferior a su coste de capital, es decir, que aunque registraban una cifra de beneficio contable positiva, la rentabilidad sobre las inversiones domésticas era -y es- muy pobre o negativa.
Este es un factor que tiende a olvidarse en los titulares cuando leemos que una u otra empresa publica resultados de varios cientos o miles de millones de euros. ¿Con respecto a qué? ¿Cuánto han invertido para generar ese beneficio y, sobre todo, merece la pena con respecto a otras inversiones? Pues bien, en los resultados del primer trimestre se refleja, por supuesto, la desaceleración de la actividad económica internacional en un índice que tiene más de la mitad de sus ingresos en el extranjero, pero refleja -y de manera preocupante- una tendencia evidente de deterioro de la demanda doméstica y de la rentabilidad de las inversiones realizadas.
Si añadimos el efecto devastador de los bajos tipos de interés en los resultados de la banca y su rentabilidad sobre activos tangibles y márgenes de intermediación, podemos entender que se suman varios factores que invitan a la cautela. Son muy pocas las empresas del Ibex 25 que están generando rentabilidad superior a su coste de capital medio en su conjunto y específicamente en nuestro país, pero es que son varias las que tienen rentabilidad negativa.
¿Podrían estos datos indicar una recesión de beneficios? Porque una recesión severa de beneficios suele preceder a una macroeconómica. Estados Unidos la evitó con una potente bajada de impuestos.
El primer factor a considerar es que el mismo consenso de analistas que ha revisado a la baja las estimaciones de beneficios, mantiene niveles preocupantemente optimistas de expectativas para 2019 y 2020. En la historia de los últimos veinte años no recuerdo un año en el que una caída de beneficios en el primer trimestre a nivel de índice se tradujese en un crecimiento superior en el año en curso y, mucho menos, en el siguiente, máxime cuando las estimaciones de crecimiento de actividad comercial global están cayendo.
Todos estos datos muestran que las empresas tienen razón al actuar con cautela. La recuperación de la rentabilidad de las inversiones es lenta y el entorno nacional, que salvó los beneficios de 2018, no es positivo ni mucho menos optimista.
Sin beneficios no hay impuestos.
Ustedes me dirán que son solo treinta y cinco empresas muy cíclicas y diversificadas, y es cierto, pero recordemos que son las grandes empresas las que aportan la mayoría de la recaudación del impuesto de sociedades, y que el gobierno espera aumentos muy significativos de recaudación. En España, la mayoría de lo recaudado en impuesto de sociedades lo pagan las grandes empresas. Según el informe de Tributación Empresarial de la CEOE, alrededor de 700 empresas pagan más de la mitad de lo que se recauda por este impuesto y, según datos de la Agencia Tributaria, contribuyen con un 19,8% de tipo efectivo.
Recordemos que los ingresos fiscales por Impuesto de Sociedades han caído un 17% en el primer trimestre y el gobierno espera que en 2019 aumente la recaudación casi un 5% sobre la cifra récord de 2018. Es decir, el nivel de optimismo recaudatorio es inconsistente con la evolución de los beneficios empresariales y la recaudación del primer trimestre.
Es cierto que la mayor parte de la recaudación por impuesto de sociedades se consigue en los últimos dos trimestres, como es normal, pero la tendencia es ya negativa en trimestres comparables. Los ingresos caen casi un 65% más que en el mismo trimestre de 2018. Es, como mínimo, improbable que alcancemos un aumento de ingresos del 5% sobre una cifra ya elevada.
Si a ello añadimos la subida de impuestos, no solo es a todas luces muy difícil que se recaude lo que estima el gobierno, sino que además se ponen dificultades a la inversión y atracción de capital.
Si seguimos en un debate político donde se ataca a las empresas, entraremos en una crisis más severa que la de nuestros socios. Atacar a las grandes empresas es ridículo, ¿a quién creen ustedes que facturan las pymes y autónomos?… Lo que necesitamos son muchas más.
Sin un sector privado potente y rentable no vamos a tener una recaudación sólida y estable. Sin el sector privado no hay ingresos del sector público. Espero que el gobierno recapacite sobre sus amenazas contra las empresas y se dé cuenta de que para repartir la riqueza hay que crearla y atraerla.
Las sesudas mentes que asesoran al doctor habrán llegado a la conclusión de que para evitar esto que Ud. cuenta hay que echar mano de más subvenciones. Y todo arreglado. O un plan E-verde que nos deje a todos convenientemente arruinados. Un segundo Zapatero por si con el primero no tuvimos bastante.