Argentina va camino de una inflación superior al 140%, tiene una tasa de pobreza del 40% y un desajuste monetario brutal que se refleja en que el dólar no oficial, el más acercado a la realidad, cotiza casi al doble de lo que indica el artificial tipo oficial.
Ante el absoluto desastre monetario, Javier Milei, igual que muchos economistas argentinos, propone una dolarización. Sin embargo, en las últimas semanas se ha lanzado una campaña en varios medios en la que se intenta desacreditar la idea de la dolarización en Argentina, acudiendo a argumentos que son, como mínimo, sorprendentes.
Se suele decir que dolarizar es imposible, cuando países como El Salvador o Ecuador lo han hecho con éxito. Cuando ese argumento no funciona, se repite que Argentina ya probó la dolarización y terminó en un corralito. No es así. Argentina nunca dolarizó, lo que se hizo fue un engaño de tipo de cambio que equiparaba el peso con el dólar con un tipo de cambio de partida irreal. Así, a medida que pasaba el tiempo y la emisión de pesos superaba la entrada de reservas -dólares- terminó por generarse un agujero monetario y un desajuste bancario que terminó en un corralito y la aparición de nuevas monedas, siempre bajo la peligrosa idea de que el problema de Argentina es no perder la soberanía monetaria. Una soberanía monetaria que hace años que ha perdido porque nadie demanda el peso.
La realidad es otra.
El peso es una moneda fallida. Por mucho que se obsesionen unos y otros gobiernos por intentar mantener una moneda propia, el hecho inapelable es que desaparecen (australes, patacones, etc.) porque no hay gobierno dispuesto a reconocer que emite muchísima más moneda de la que se demanda internamente y que no tiene credibilidad ni demanda internacional.
En Argentina, hoy, hay más de diez tipos de cambio del peso y todos son artificiales. Solo se puede decir que el dólar blue es lo más parecido a un tipo de cambio real que refleje la demanda y oferta de moneda. Un país con diez tipos de cambio o más es un país con una moneda falsa y fallida.
La demanda de pesos ha caído al nivel más bajo en veinte años según Fundación Libertad y Progreso y lleva cayendo desde hace años. Pues bien, en ese mismo periodo, la oferta monetaria se ha multiplicado. Desde 2018, según el Banco Central de la República Argentina, la base monetaria ha aumentado un 443% y en diez años más de 1.961%.
A esa masiva destrucción monetaria hay que añadirle que el Banco Central incluye una enorme bomba de relojería monetaria con la deuda remunerada (leliqs, pase) que supera el 12% del PIB. La base monetaria incluidos esos Leliqs, una bomba de emisión a futuro y mayor inflación, ha aumentado un 1.050% en cinco años.
Dolarizar es más que viable. Es completamente necesario porque la moneda nacional, el peso, es una moneda fallida. No se puede solucionar con paños calientes. Lo sabe cualquier ciudadano argentino, que intenta convertir en dólares todo lo que pueda ante la evidencia del desastre monetario que impone el gobierno.
Para dolarizar se debe solventar el agujero monetario de los Leliqs y Pase y el desfase cambiario. Estamos hablando de una devaluación real de más del 100% si se mantiene el exceso fiscal, que es el origen de todos los males monetarios en Argentina. Efectivamente, el banco central no imprime masivamente por casualidad, sino porque el estado entra en déficits masivos que financia con nueva emisión monetaria en una moneda que nadie quiere, dentro y fuera de Argentina.
Por eso la dolarización solo es una cara de la moneda. Hace falta un ajuste fiscal en un país que ha duplicado el gasto público sobre PIB en quince años y donde el 20% del presupuesto se destina a gasto clientelar y político innecesario. Estamos hablando de un exceso de más de cuatro puntos de PIB y que alcanza hasta ocho. Un ajuste así llevaría al país a superávit fiscal, permitiendo la dolarización inmediata.
Por eso se necesitan reformas urgentes y de calado.
Argentina tiene una aberración económica que son los controles de capitales y el desastroso cepo cambiario, que supone ahogar a los exportadores y eliminar potencial económico del país. Con la obsesión de confiscar los pocos dólares que entran en la economía, el gobierno asfixia a los sectores exportadores y hunde la propia economía. Por ello, Milei propone la apertura total de la economía argentina, una de las más intervenidas y con más restricciones de la OCDE, para que se recupere la entrada de dólares. Hablamos de un país rico y tradicionalmente exportador abocado al desastre y que tiene un enorme déficit comercial cuando debería generar superávit.
El cepo cambiario es la evidencia de un modelo económico fallido e intervencionista: Intentar confiscar los pocos dólares que llegan a la economía en vez de maximizar la entrada de reservas con una política abierta al mundo.
Argentina no tiene soberanía monetaria. Nadie quiere el peso, incluso dentro del país. El gradualismo no funciona porque en pocos años regresa el populismo y vuelve a disparar los desequilibrios fiscales y con ellos, los monetarios.
Ignorar que el peso es una moneda fallida y que cualquier intento de mantenerlo es inútil como hemos visto tantas veces en los últimos años es empobrecer aún más a los argentinos, que sufren en su salario y sus ahorros las ocurrencias populistas del gobierno. Hay que dolarizar urgentemente. De verdad, no inventándose un falso cambio peso-dólar.
Más allá de discutir las bondades o no de dolarizar. Argentina no está en condiciones de hacerlo. Los activos del BCRA no son suficientes para rescatar sus pasivos en moneda nacional … Habría una manera; pero no creo que eso sea algo sensato. Conoce a Carlos Rodriguez, a Jorge Avila, entre otros, y sabe lo que ellos piensan al respecto. Fijese lo que dicen sobre el tema hoy. El BCRA hoy tiene reservas negativas; y para dolarizar necesita dólares. Para hacerlo hoy sería necesaria una hiper que licuara los pasivos del BCRA; o reemplazar esos pasivos por un nuevo bono pero en dólares… en ámbos atentando contra el derecho de propiedad, o licuando el ahorro de depositantes.
Como explico en el artículo, y usted acaba de confirmar, el peso es una moneda fallida con un banco central quebrado. Por eso explico qué hacer.