Se acaba la nefasta época de los tipos negativos, un error descomunal que solo ha incentivado el exceso de endeudamiento y la zombificación de la economía. Peor se acaba la era de los tipos negativos nominales, no reales. Es decir, los tipos siguen siendo bajísimos para el nivel de inflación que tenemos.
Los tipos de interés negativos son la destrucción del dinero, una aberración económica basada en la idea de que los tipos son demasiado altos y es por ello por lo que los agentes económicos no invierten o toman la cantidad de crédito que los planificadores centrales desean.
La excusa para implementar tipos negativos está basada en una falacia: que los tipos son negativas porque los mercados lo demandan y los bancos centrales solo responden a esa demanda, no lo imponen. Si ese fuera el caso, ¿por qué no dejar que los tipos fluctúen libremente si el resultado va a ser el mismo? Porque es falso.
¿Por qué es malo mantener tipos negativos?
Primero, se penaliza el ahorro y la inversión prudente y se promueve el exceso de deuda y la toma de riesgo excesivo. Piensen por un momento qué clase de negocio o deuda es aquella que es viable con los tipos negativos, pero no con tipos a 0,5%. Una bomba de relojería.
Los tipos de interés negativos son la destrucción del dinero
No es una casualidad que se hayan disparado las empresas “zombi” en un entorno de tipos de interés decrecientes. Una empresa zombi es aquella que no puede pagar los intereses de deuda con beneficios operativos, con retorno sobre activos negativos o inversión neta negativa. Según un estudio del BCE y otro del BEI la cifra alcanza a un 6% de las grandes empresas analizadas.
Las empresas zombis son menos productivas, más arriesgadas y pueden generar un problema sistémico. Además, los tipos negativos frenan la destrucción creativa, esencial para el progreso y la productividad.
En el caso de los estados, los tipos negativos han sido una peligrosa herramienta. Han hecho cómodo tomar enormes cantidades de deuda y disparar los déficits.
Una política diseñada como algo excepcional y temporal se ha extendido durante ocho años dejando un rastro de ineficiencia, despilfarro y exceso de deuda.
Lo que era una política diseñada para ganar tiempo y llevar a cabo reformas estructurales se ha convertido en una excusa para no hacer reformas, endeudarse más y disparar los desequilibrios.
Pero, sobre todo, los tipos reales y nominales negativos disfrazan el riesgo dando una sensación falsa de solvencia y seguridad que se disipa rápidamente con un mínimo cambio de ciclo y genera mayores problemas ya que se acumula más riesgo de lo que estiman los bancos centrales y supervisores, empezando por los propios estados emisores.
Por supuesto, el otro efecto de esta aberración económica es la elevada inflación, el impuesto de los pobres. Durante siete años ha generado una enorme inflación en activos, al incentivar la toma de riesgo, desde el sector inmobiliario a los múltiplos de activos industriales o infraestructuras. Endeudarse estaba regalado y cuando el crédito se dispara se orienta hacia activos de alto riesgo y, por supuesto, se crean burbujas.
¿Por qué es bueno que suban los tipos? Para reducir el riesgo de exceso de deuda, limitar el incentivo a tomar riesgo sin control y remunerar adecuadamente el coste del dinero y al ahorro.
Es curioso que todo el consenso económico reconozca que las bajadas de tipos de los primeros años 2000 llevaron a las burbujas que cimentaron el exceso de riesgo previo a la crisis de 2008 y ese mismo consenso aplauda la locura de los tipos negativos hasta sangrar las manos. Tal vez porque hay un incentivo perverso en el estatismo cuando la burbuja que más se infla es la de deuda soberana.
Pero es que, tras la elevada inflación de activos ha llegado la alta inflación de precios al consumo, un doble efecto negativo para ahorradores y salarios reales.
El Banco Central Europeo ha subido los tipos. Es la mayor subida en 22 años y la primera vez sin tipos negativos desde hace ocho años. Y, sin embargo, con la inflación de la eurozona en el 8,6% es claramente una subida insuficiente y tímida.
El tipo de interés oficial sube al 0,5% desde 0%, también aumenta en 50 puntos básicos la facilidad marginal de crédito, el tipo al que presta a los bancos a un día, hasta el 0,75%, y la facilidad de depósito, la tasa que remunera el exceso de reservas a un día, hasta el 0%.
Analicemos esto último porque es importante. El tipo de interés es el coste del riesgo del dinero y con estos tipos la política del Banco Central Europeo sigue penalizando en términos reales y nominales al ahorro y a la inversión prudente, mientras que se incentiva el riesgo.
Es alucinante leer que algunos piensan que es una equivocación subir tipos… ¡a cero! con la inflación subyacente a niveles no vistos desde 1992.
¿Subirán algo las hipotecas? Claro. Pero es que me parece increíble que el debate económico esté en si suben las hipotecas a 40 años al 2% en vez de por qué estaban al 1,2% o 1,4% anteriormente.
Cuando usted se preocupe porque sube el coste de una nueva hipoteca piense también que los precios de las casas se habían disparado muy por encima de lo que consideramos asequible precisamente por los tipos negativos.
Casi nadie compra algo que no se puede permitir a crédito si el tipo de interés refleja el verdadero coste del riesgo.
Las burbujas y excesos crediticios se dan siempre tras un incentivo planificado como es bajar los tipos de interés artificialmente e inyectar liquidez por encima de la demanda real de moneda.
No entiendo cómo nadie puede defender los tipos negativos que han dejado una estela de deuda, estancamiento y mala inversión promovida por el dinero “barato”.
Eso sí, cuando explotan las burbujas nunca culpan a la bajada de tipos artificial ni a imprimir moneda… le echan la culpa “al mercado”.
El dinero mal llamado barato sale muy caro. El problema de los próximos años no va a ser que la economía se adapte a tipos que seguirán siendo excepcionalmente bajos, sino darnos cuenta del exceso de riesgo acumulado en la época del exceso monetario.
Si los tipos fluctuaran libremente la creación de burbujas y excesos de deuda sería casi imposible porque el riesgo estaría reflejado en el coste del dinero.
Aquellos compañeros que recomienda al Banco Central Europeo ser “prudente” y no subir tipos demasiado rápido deberían haber alertado en su momento de la locura que suponía bajarlos a toda velocidad hasta llegar a tipos negativos.
Celebremos el fin de esta aberración económica que son los tipos negativos y esperemos que se normalice a la misma velocidad que se deterioró el entorno de tipos.
Subir tipos es bueno para todos, porque el riesgo de seguir acumulando desequilibrios financieros es mucho peor para todos posteriormente. La mejor manera de prevenir las burbujas y las crisis financieras es no incentivar el exceso de riesgo y deuda bajando tipos artificialmente.