Este artículo fue publicado en El Mercurio el 16 de junio de 2020.
El Gobierno de Chile ha ingresado un proyecto de reforma constitucional y proyecto de ley que permite al Banco Central de Chile comprar instrumentos de deuda pública en el mercado secundario. Se justifica la medida para “circunstancias excepcionales en las que así lo requiera la preservación del normal funcionamiento de los pagos internos y externos”. Es una idea peligrosa.
Chile es un país que ha evitado la recesión, pobreza y alta inflación argentina, estimada en más de un 40% en 2020, gracias a una política monetaria prudente y consecuente con la realidad económica del país. Chile es una economía dinámica y emprendedora, con un fuerte componente exportador que no ha necesitado de devaluaciones competitivas ni destrucción del poder adquisitivo de la moneda para vender al exterior casi el 25% de su producto interior bruto. Haber evitado la inflación y sus terribles consecuencias es parte del éxito de la economía chilena. Su dinamismo y apertura permitirá a Chile ser una de las economías menos afectadas por el Covid-19 en la región y una de las que más rápidamente se recuperará, según las estimaciones de la OCDE y Focus Economics.
Abrir la puerta a la monetización del déficit fiscal es una decisión imprudente y peligrosa. Genera un incentivo a gobiernos futuros para destruir el poder adquisitivo de la moneda y con ella de los salarios reales, y a implantar una política monetaria confiscatoria similar a la de Argentina. La salvedad de que va a estar sujeta a circunstancias excepcionales no es válida, puesto que es la antesala para eliminar la independencia del banco central y ponerlo a las órdenes del gobierno. Un mal gobierno populista siempre va a considerar cualquier situación como “excepcional” y de supuesta emergencia para disparar la base monetaria e inflar el gasto político.
La demanda de pesos chilenos global es muy baja, pero mucho mayor que la de otras monedas de la región. Según el Bank of International Settlements, el peso chileno se utiliza en un 0,1% de las transacciones de moneda globales. La demanda local de pesos chilenos está completamente ligada a su poder adquisitivo. Si el peso pierde valor constantemente por la acción imprudente y política del banco central, la demanda local de moneda se desplomará, como ha ocurrido siempre, desde el sucre en Ecuador al peso argentino o la peseta en España.
Ignorar la verdadera demanda de moneda y la importancia de mantener amplias reservas en el banco central es extremadamente peligroso.
No se pueden anunciar medidas que copian a la Reserva Federal sin ser moneda de reserva global, tener la demanda mundial de dólares y la balanza financiera de Estados Unidos. Es, en realidad, copiar al Banco Central de Argentina.
Conviene apuntar que el aumento de la masa monetaria para financiar déficits no va a “preservar el normal funcionamiento de los pagos externos y externos”. Ocurre lo contrario. Al aumentar masa monetaria por encima de la demanda real y la proporción cautelosa de reservas de moneda extranjera, se pone en peligro dicho funcionamiento, precisamente porque los inversores locales y extranjeros rechazan el riesgo moneda local.
En todos los países emergentes y de América Latina donde se ha implementado la mal llamada “expansión cuantitativa” sin tener en cuenta estos factores se ha desplomado el poder adquisitivo de la moneda local, lo que dinamita la confianza en la misma, y el país se ve abocado a tener que emitir mucha más deuda en dólares ante el rechazo generalizado dentro y fuera del país de instrumentos con riesgo moneda local. La deuda de países emergentes en dólares se ha triplicado desde 2005, según el Institute of International Finance, por la pérdida de confianza en las monedas locales.
No tiene sentido abrir la puerta a la monetización de deuda porque Chile cuenta con mecanismos avanzados para enfrentarse a circunstancias excepcionales gracias a un mercado de capitales local y global moderno y que mantiene en Chile una confianza que no deposita en otros países de la región.
Tampoco tiene sentido porque la monetización del déficit es casi garantía de pérdida de confianza en la seguridad inversora y jurídica que permite a Chile destacar entre las economías de América Latina.
Sobre todo, es una gran temeridad lanzar un programa de monetización de déficit cuando el peso chileno se encuentra en un periodo de debilidad coyuntural, las reservas de moneda extranjera han caído a los niveles más bajos en cinco años por un cierre forzoso puntual y la balanza financiera del país está mermada temporalmente. Es como abrir un agujero en el casco de un barco en medio de una tormenta.
Esta propuesta introduce una debilidad adicional innecesaria al poder adquisitivo de la moneda local y aumenta el riesgo de “argentinización”.
Poner en peligro la confianza y poder adquisitivo del peso con una medida innecesaria, abre una puerta muy peligrosa para los ciudadanos de Chile: La del populismo monetario confiscatorio.
Un país como Chile no puede ignorar el pasado porque es arriesgarse a repetirlo. Chile sabe que una medida excepcional de dar poder extraordinario sobre la moneda y la economía al gobierno se convierte en un incentivo perverso para la expropiación de ahorros y salarios reales vía inflación.
El argumento de que la inflación ahora no es un problema no es válido. Es como circular por una autopista a 200 km/hora, mirar por el espejo retrovisor y gritar “aceleremos, que aún no nos hemos matado”. Además, en un país en el que se han registrado manifestaciones masivas muy agresivas por el aumento del coste de la vida, introducir medidas que debilitarán a buen seguro el poder adquisitivo de la moneda sería añadir leña al fuego.
Abrir la puerta a la monetización del déficit en un país donde Frente Amplio y otros grupos hablan constantemente de usar la destructiva y confiscatoria política monetaria de Argentina o Venezuela para sus fines expropiatorios es más que imprudente. Como hemos aprendido en tantos países de América Latina y del mundo, desde España con la peseta y sus desastrosas “devaluaciones competitivas”, hasta Argentina o Ecuador antes de la dolarización, lo que parece una medida excepcional y aparentemente limitada se convierte en permanente y se utiliza como excusa para confiscar la riqueza y salarios reales a favor de un sector político inflado.
Chile va a salir mejor y más rápido de esta crisis que sus países cercanos y comparables. Lo va a hacer precisamente porque los ahorradores, asalariados e inversores locales e internacionales saben que es un país donde se puede confiar en que el gobierno no va a extraer la riqueza del país vía monetaria a favor del gasto clientelar. Un país donde merece la pena invertir a largo plazo sabiendo que los frutos de dicha inversión no van a evaporarse en una moneda sin valor. No abran la puerta a los errores de Argentina, porque es muy difícil cerrarla después.
Profesor Lacalle, soy egresado de economía.Moralmente soy liberal, quiero ser su pupilo, o por lo menos intentarlo con mi mayor esfuerzo, vocación y voluntad¿En qué universidad de España enseña?