“Fight the good fight every moment, it’s your only way” Rik Emmett
La compra de un 9,9% de Telefónica por parte de Saudi Telecom ha vuelto a desatar los delirios intervencionistas de nuestros políticos.
En Sumar ya exigen, como no, una empresa de telecomunicaciones pública y que volvamos al fallido sistema de empresas públicas. Sumar siempre copia a Franco y quieren un INI, que fue un fracaso absoluto que dejó un tejido empresarial español atrasado, ineficiente, caro y politizado.
Las empresas no son de los países ni mucho menos de los políticos. Son de sus accionistas.
Las empresas públicas no son del público, son empresas de gestión política. Para eso las quiere Sumar, para abarrotarlas de gente cercana a su partido.
¿Por qué el gobierno de España debe aprobar la compra de Saudi Telecom?
Todo el crecimiento empresarial de los grandes conglomerados con sede en España en los últimos cuarenta años viene de adquirir empresas en todo el mundo. La internacionalización de estas empresas ha sido un éxito gracias al movimiento libre de capitales. No podemos esperar una posición abierta y de bienvenida en los países donde adquirimos empresas para crecer y generar beneficio mutuo, que es lo que consigue la cooperación y libre movimiento de capitales, y a la vez imponer medidas proteccionistas en casa.
El gobierno de España debería, de hecho, eliminar la dañina ley anti-OPAs que no solo no protege nada, sino que muestra al mundo que nuestro país no es una economía abierta.
Usar la excusa de que Arabia Saudí no es un país democrático es muy hipócrita cuando el gobierno, a la vez, aplaude las transacciones empresariales con Cuba, Irán o Venezuela.
El gobierno de España no puede aplaudir por un lado que una empresa española lleva a cabo el AVE a La Meca, algo de lo que todos debemos estar orgullosos, y por otro lado intentar bloquear una participación en Telefónica que, además, no busca el control.
De hecho, fortalecer las relaciones empresariales con el reino saudí debería ser una prioridad, al igual que lo es desarrollar relaciones bilaterales con decenas de economías del mundo que no tienen regímenes políticos similares al nuestro. La cooperación económica es una de las mejores maneras de mejorar la situación de los ciudadanos en los países que comercian.
¿Se aprovechan de una valoración “barata” de Telefónica?
El valor es subjetivo, no objetivo. Para Saudi Telecom puede ser una oportunidad, para otros una mala inversión. No importa. Lo que es relevante es que la empresa saudí sí ve potencial, y eso siempre es positivo, además de hacerlo desde una perspectiva claramente amigable.
Eso sí, el mismo gobierno que hace a las empresas más vulnerables con riesgo político y regulatorio, usándolas como cajeros automáticos y como si fueran ministerios, no puede hablar de valoraciones bajas ni decir que va a «proteger» a las empresas.
Telefónica es un valor “barato” por muchos factores, internos y externos. Es una empresa potente pero no se puede negar que parte del fuerte descuento de conglomerado con el que cotiza en el mercado viene del riesgo político que supone la injerencia gubernamental, y un historial de cuestionables adquisiciones, alta deuda y decepciones en resultados que el actual equipo directivo lleva tiempo enderezando con mucho esfuerzo.
Un nuevo accionista mayoritario puede ser un acicate para aflorar valor a los accionistas y mejorar la cotización. No hay nada malo, incluso si el accionista quisiera controlar la empresa, y no es el caso.
Una empresa no se convierte en mala o ineficiente porque la controle un extranjero. Esa es una visión tardofranquista y autárquica de lo que es una empresa. La regulación, las leyes, los organismos supervisores son los mismos. ¿Por qué vamos a pensar que un gestor no nacional es malo? ¿No es sorprendente que nos parezca mal un gestor de otro país si controla las acciones, pero nos parezca bien un gestor extranjero si el accionista mayoritario es español? ¿De verdad mantenemos una visión tan obtusa de la economía?
Otras grandes empresas con sede en España han demostrado que la mejor manera de ser inexpugnables es ser muy caras porque generan mucho valor. Tenemos el honor de tener en España a líderes en renovables que no tienen miedo a una posible OPA porque saben que a) los accionistas validan su gestión y b) el que quiera comprarla tendrá que pagar muchísimo más, algo que el equipo directivo y el consejo aceptarían si el precio es adecuado.
España debe abandonar una visión miope de nacionalismo empresarial que solo nos ha llevado a tener menos multinacionales y un tamaño de empresas más pequeño que otros países comparables.
Bienvenidos todos los que perciban valor en estas empresas igual que celebramos cuando crecían en otros países.
El proteccionismo y la autarquía solo llevan a la mediocridad y el atraso.
El gobierno de España debería dejar de hablar de empresas estratégicas como si fueran suyas. Cada vez que un gobierno habla de empresas estratégicas significa pérdidas para los contribuyentes. Debería tener una estrategia de atracción de empresas y capital, que vengan muchas más y mejores, más grandes si es posible, y que crezcan las que ya tienen su sede aquí. Estrategia de empresas, no empresas estratégicas.
A mí no me preocupa que gestores profesionales y accionistas de otros países vengan a invertir y a crear valor. Eso nos beneficia a todos. Lo que me preocupa es que haya gente que piense que las empresas estarían mejor gestionadas por los amigos de los políticos que por legítimos accionistas de otro país.
«Lo que me preocupa es que haya gente que piense que las empresas estarían mejor gestionadas por los amigos de los políticos que por legítimos accionistas de otro país».
Ya lo vimos con las Cajas de Ahorro, gestionadas (es un decir) por paniaguados, enchufados y «sobrantes» de la política y los sindicatos. Así acabaron. No abandonan la visión «cortijera» de la economía ni aunque se lo mande el médico y les fuera en ello la vida.