Mucho Cuidado Con Los Estímulos
Los enormes estímulos anunciados por la Unión Europea han sido recibidos por analistas macroeconómicos y bolsas con euforia. Sin embargo, debemos ser cautelosos. ¿Por qué? ¿Acaso no es positiva una inyección de liquidez que evite una crisis y un fuerte impulso fiscal que cimente la recuperación? La historia y la experiencia nos dicen que, efectivamente, el riesgo de decepción en cuanto al impacto en la economía real no es pequeño.
El historial de planes de estímulo de la eurozona nos debería alertar ante el exceso de optimismo.
Si recordamos, en julio de 2009 se lanzó el ambicioso proyecto para el crecimiento y empleo denominado “Plan de Recuperación Económica Europeo (European Economic Recovery Plan). Un estímulo del 1,5% del PIB para crear “millones de empleos en infraestructuras, obra civil, interconexiones y sectores estratégicos”. Europa iba a salir de la crisis más reforzada que Estados Unidos gracias al impulso Keynesiano del gasto público. Se destruyeron 4,5 millones de empleos y casi se duplicó el déficit. Eso después de que, entre 2001 y 2008, la masa monetaria de la Eurozona se duplicara. Ese enorme plan no solo no ayudó a la eurozona a salir de la crisis, sino que podemos debatir si la prolongó. Las subidas de impuestos y escollos a la actividad privada que acompañaron a esa gran batería de gastos retrasó la recuperación que, en cualquier caso, fue más lenta, con mayor desempleo y menor productividad que la de Estados Unidos.
También debemos desmontar el mensaje de que el Banco Central Europeo no apoyó en la crisis de 2008. Dos enormes programas de recompra de bonos soberanos con Trichet como presidente del BCE, bajadas de tipos del 4,25% al 1% desde 2008. A Trichet algunos le acusan de “crear la crisis” por subir los tipos al 1,5% y comprar más de 115.000 millones de euros en bonos soberanos. A finales de 2011 el BCE era el mayor tenedor de deuda española, mientras le acusaban de inacción.
Durante todo este tiempo, el balance del BCE fue mayor que el de la Reserva Federal con respecto al PIB, y en mayo de 2020 se encuentra en un 44% del PIB comparado con un 30% en EEUU.
Los estímulos nunca han parado en la eurozona. Un plan de recompras adicional del BCE, además de los programas de liquidez TLTRO con Draghi han llevado a los bonos soberanos a los tipos más bajos de la historia y a comprar casi el 20% de la deuda total de los principales estados. Un estímulo tan excesivo que, a cierre de este artículo, la liquidez excesiva en el BCE es de 2,1 billones de euros. La liquidez excesiva era de 125.000 millones de euros cuando se lanzó el mal llamado plan de estímulos de 2014.
Nadie puede negar que el impacto en crecimiento, productividad y empleo de estos enormes estímulos ha sido más que decepcionante. Excepto en un breve brote de euforia en 2017, las revisiones a la baja del crecimiento de la eurozona han sido constantes, culminando en el cuarto trimestre de 2019 con Francia e Italia en estancamiento, Alemania al borde de la recesión y una significativa ralentización en España. La utilización de las excusas del Brexit y la guerra comercial no disfrazan que el resultado económico de los estímulos ya era más que deficiente.
Tenemos otro importante ejemplo para la cautela. El llamado «Plan Juncker» o «Plan de Inversión para Europa», considerado como la solución a la falta de crecimiento de la Unión Europea, también tuvo un resultado extremadamente pobre. Movilizó 360 mil millones de euros, muchos para proyectos sin rentabilidad económica real ni efecto real en el crecimiento. Las estimaciones de crecimiento de la zona euro se redujeron drásticamente, el crecimiento de la productividad se estancó y la producción industrial cayó en diciembre de 2019 al nivel más bajo en años.
También debemos ser cautelosos con la esperanza verde. Todos estamos a favor de una transición energética seria y competitiva, pero no podemos olvidar que una parte muy importante de los planes “verdes” de la Unión Europea atacan a la demanda vía aumentos de impuestos y medidas proteccionistas como un impuesto en frontera a países que no hayan firmado el acuerdo de París (no a los que no lo cumplan, esos no tienen riesgo). Con ello se limita el potencial de recuperación y aumenta la posibilidad de una guerra comercial.
No podemos ignorar el impacto en industria y empleo de los masivos planes de política «verde» de la zona euro de 2004-2018, que ha hecho que los países de la Unión Europea sufran facturas de electricidad y gas natural para los hogares que son más del doble que los de los EE. UU., mientras que el crecimiento se estancaba.
¿Cuál es el problema de los planes de estímulo europeos comparado con Estados Unidos? El primero y más importante es el dirigismo. Son planes con un fortísimo componente de decisión política sobre dónde y cómo se invierte. Así, uno de los grandes problemas es que se “estimula” a sectores que ya sufren sobrecapacidad, o se genera una señal de demanda falsa vía subvenciones que genera después problemas de capital circulante y un aumento alarmante del número de empresas zombi. Según el Bank of International Settlements el número de empresas zombi en Europa se ha disparado en medio de los planes de estímulo. Se rescata al pasado y se zombifica la economía.
Otro de los grandes problemas es que se estimula a sectores equivocados mientras mueren miles de empresas pequeñas que no tienen acceso a crédito. No es una casualidad que la eurozona destruya más empresas innovadoras o las impida crecer cuando la regulación hace que el 80% de la economía real se financie por el canal bancario mientras en EEUU no llega al 30%. ¿Se imaginan a un Apple o Netflix creciendo vía préstamos bancarios? Imposible.
Otro gran problema es la obsesión con la redistribución. Al penalizar fiscalmente al mérito y el éxito y sostener a toda costa un gasto público superior al 40% del PIB con mayores impuestos mientras se subvenciona a los sectores de baja productividad, la Unión Europea se convierte en una enorme decisión de ganadores y perdedores donde se premia a los sectores subvencionados o cercanos al poder político y se penaliza a los de alta productividad. No es casualidad que Europa no tenga campeones tecnológicos. Los espanta perpetuando a los dinosaurios mal llamados campeones nacionales y penalizando vía fiscalidad la remuneración al mérito y la inversión alternativa.
Nada de lo que acabamos de comentar cambia en el nuevo paquete de planes anunciado. Es lo mismo, pero mucho más grande. Y no podemos creer que esta vez va a ser diferente. Mientras nos hablan de planes verdes, la inmensa mayoría de los rescates van a ir al acero, el automóvil, aerolíneas y refinerías. Y una enorme subida de impuestos al ahorro y la inversión que ahogará aún más a start-ups y empresas innovadoras.
El problema de la Unión Europea nunca ha sido de falta de estímulos, sino de exceso de estos. La Unión Europea ha sido un plan de estímulo estatal encadenado tras otro, desde su creación. Esta crisis necesitaba un fuerte impulso al mérito, la innovación, el capital privado y la iniciativa emprendedora con medidas de oferta. Me temo que, de nuevo, se ha decidido rescatar todo del pasado y dejar morir el futuro.
Las políticas migratorias y las de estímulos económicos están conduciendo lenta e inexorablemente a la debacle de Europa. Así se entiende el Brexit como una cuestión de supervivencia y no será de extrañar que otros países abandonen la EU por el mismo motivo