Los ciudadanos de Navarra pueden ya comprobar la falacia de las promesas populistas de «subir los impuestos a los ricos», que se convierten en subirlas a todos. El Gobierno navarro, coalición de Geroa Bai, Bildu, Izquierda Unida y Podemos, ha anunciado para 2016 la mayor subida de impuestos de la democracia. En Madrid, la coalición Podemos-PSOE también ha subido impuestos por 168 millones en sus primer presupuesto, afectando a 20.000 empresas y pequeños comercios. La coalición PRC-Podemos-PSOE también los ha subido en Cantabria y el tripartito Podemos-PSOE-IU ha subido las tasas municipales de agua, autobús y basuras en Córdoba. En Aragón, PSOE-Podemos a partir del 1 de Enero ha subido impuestos en transmisiones y herencias…
Navarra se muestra en muchos aspectos como el campo de pruebas de las coaliciones radicales. Más impuestos, más intervencionismo y peores servicios.
A partir de hoy los navarros pagarán 180 euros más al año de impuestos, unos 137 euros por el IRPF y unos 43 euros más por la subida de los hidrocarburos, según calcula Civismo.
De hecho, Navarra pasa de ser una de las comunidades con mejor tratamiento fiscal a la clase media a ser una de las peores.
La nueva reforma del Gobierno navarro sube el IRPF a todas las rentas brutas de más de 19.500 euros. A eso llaman los radicales y populistas «los ricos», a la clase media.
Y, por supuesto, la gasolina. Desde hoy, cada ciudadano navarro pagará 2,4 céntimos por cada litro de gasolina.
Esta reforma fiscal castigará a las rentas medias y bajas, y las familias con hijos tendrán que pagar más impuestos que en el País Vasco o Madrid.
No es una sorpresa. En Grecia, Portugal y otros países donde se han asentado coaliciones de perdedores y populistas radicales se ha llevado a cabo lo contrario a lo que «prometían» casi de manera inmediata.
El asalto a la clase media y a los trabajadores desde el aumento de cargas impositivas es ya típico en una Unión Europea que parece aceptar todo ataque a la renta disponible de los ciudadanos sin entender el terrible impacto que tiene sobre la economía y el consumo. El aumento de la presión fiscal en la Unión Europea de los últimos doce años ha sido uno de los factores que ha reducido el crecimiento del PIB potencial.
Se ha instaurado la idea entre ciertos políticos que el dinero de los ciudadanos no puede estar en su bolsillo no se les vaya a ocurrir ahorrar.
Para que ahorren o hagan lo que consideren con el dinero que se han ganado, mejor se lo gastan ellos en nuevos comités y observatorios.
Lo curioso es que el votante de estos grupos, ante el asalto a su bolsillo, siempre acude al enemigo exterior y justifica su propio empobrecimiento.