Ya han pasado las elecciones y, tras las promesas, la crispación y los comentarios maximalistas, se presenta de nuevo la cruda realidad. España se enfrenta a unos años absolutamente cruciales desde el punto de vista económico. Nos jugamos salir de la crisis reforzados para ser líderes o volver al riesgo de intervención. El crecimiento global se está ralentizando y eso no ha afectado a la actividad exportadora -que sigue creciendo- y nuestra cuota de mercado global -que ha mejorado-.
España se puede beneficiar de un entorno complejo global si pone como grandes pilares de su política atraer capital e inversión. Podemos ser el beneficiario de la entrada de fondos que salen de mercados de riesgo si demostramos que la seguridad jurídica, el respeto a la propiedad y las condiciones de inversión son sacrosantas.
Relación con Europa y defensa de los intereses de España
La tentación de utilizar la crisis del ‘brexit’ para aumentar el intervencionismo y lanzarse a un plan mal llamado keynesiano de “estimular la demanda interna” puede ser devastador. Aún estamos pagando el error de lanzarnos a construir puentes del 2009, cuando se gastó casi el 3% del PIB de la UE para “atacar la crisis”. Destruimos 4 millones de puestos de trabajo y aumentaron la deuda y los déficits.
A España, la salida del Reino Unido le costará alrededor de 900 millones de euros más de financiación del presupuesto comunitario. España debe salir de estas elecciones fortalecida como un pilar de crecimiento dentro de una Unión Europea competitiva. Podemos ser lo que fue Alemania, que pasó de ser el “enfermo de Europa” al motor de crecimiento en pocos años.
Relación entre gasto e ingresos y necesidades de refinanciación
España ha reducido sus necesidades netas de financiación a unos 50.000 millones anuales. Pero eso no evita que seguimos aumentando la deuda. Por lo tanto, el nuevo gobierno se debe enfrentar al reto de que los gastos no se disparen y a continuar reduciendo esa cantidad. Es esencial porque ya hemos visto que las primas de riesgo no las disfraza el Banco Central eternamente. Si un riesgo externo a corto plazo lleva dicha prima a máximos de un año, imaginen si volvemos a los errores de 2009-2011.
Es esencial que el nuevo gobierno reoriente el Fondo de Liquidez Autonómica para que no se convierta en un incentivo perverso donde los incumplidores se benefician de más ayudas. Debe hacerse, como exige la Unión Europea, un esfuerzo claro de contención de gasto que evite esa manía histórica de dispararlo cuando suben los ingresos y también cuando caen. Si este gobierno no ataca -coordinado con las Comunidades Autónomas- el gasto inútil, los más de 10.000 millones despilfarrados en administraciones paralelas, los más de 5.000 millones en asesorías y gastos no esenciales, las duplicidades e ineficiencias en gasto sanitario etc volveremos a un shock de deuda porque los déficits aumentan a nivel regional, central y seguridad social incluso en época de crecimiento y aumento de ingresos.
Todos los partidos fían sus promesas de cumplimiento al manido concepto de la lucha contra el fraude. Si en un año en el que se han conseguido 15.600 millones de euros por este concepto se ha gastado mucho más e incumplido el objetivo de déficit, imaginen la probabilidad de no cumplirlo de los que prometen gastárselo antes de recaudarlo.
La política expansiva del BCE ha probado que los enormes estímulos monetarios ni aumentan el crecimiento ni reducen los desequilibrios, y nos muestra que, cuando se acabe ese “enchufe” de liquidez de casi un billón de euros anual, si no hemos hecho los deberes tendremos un riesgo mucho mayor al de 2011.
Creación de empleo
El partido que ha ganado las elecciones no tiene siglas. Es el partido de los funcionarios, como comenta John Muller en este medio. La inmensa mayoría de sus señorías vienen del sector público y volverán a él cuando se termine su aventura política. Casi ninguno ha montado una empresa, creado empleo, sufrido los inconvenientes burocráticos y fiscales. Pablo Iglesias considera que el mayor coste laboral para una empresa es “el pago del alquiler”. Otros consideran las deducciones fiscales a la inversión malísimas pero quieren aumentar las subvenciones. Muestra la mentalidad de una clase política que ve a las empresas como cajeros recaudatorios, no como la sangre y oxigeno de nuestro país. Con eso se dice todo.
Por eso la creación de empleo puede correr peligro cuando se ignora nuestro tejido empresarial -fundamentalmente pymes- y se habla encubiertamente de subir las cuotas al 80% de los autónomos -al hablar de “adecuar” las cuotas a lo que declaren por encima del salario mínimo- o cuando se habla de “armonizar” la fiscalidad. Armonizar para ellos es subir los impuestos donde son bajos. España puede crear más de dos millones de puestos de trabajo reduciendo unas cuotas sociales mal entendidas. Son demasiado altas porque “hay que recaudar para la Seguridad Social” en vez de pensar en que si fueran como en el resto de la OCDE habría más empleo y se recaudaría más. Tratar a las empresas como un cajero en vez de regar el tejido empresarial como una planta que cosecha frutos.
Atracción de capital
España ha recibido un aumento de inversión extranjera positivo en el primer trimestre. Pero la incertidumbre ha hecho que se ralentice el crecimiento de la inversión. Así, de los 2.966 millones totales invertidos en el primer trimestre en toda España (frente a los 2.584 de hace un año), la Comunidad de Madrid acaparó el 70% por atractivo fiscal y facilidad administrativa. Pero un aumento del 14% de inversión, que además está muy concentrado en una región y en pocas operaciones, no puede ser algo para conformarse. Algunas regiones y ciudades han visto caídas de la inversión de hasta el 35%-40% y eso no se puede permitir.
Si pensamos que a base de gasto público vamos a suplir la ralentización global y mejorar la competitividad tenemos un problema. Es lo que se ha hecho durante décadas con los resultados que todos conocemos. Alemania se dio cuenta en 2001 que la manera de crecer y aumentar valor añadido es con el sector exterior. España ha demostrado que se pueden aumentar exportaciones y con valor añadido sin acudir a subvenciones escondidas -devaluar- y en un entorno en el que nuestros principales socios comerciales estaban en recesión o estancamiento.
Atraer capital es esencial también para fortalecer la posición externa -cuanta más confianza y experiencia hay con España, más empresas se asientan en nuestro país y más de las nuestras salen a otros-, además de para continuar mejorando la capacidad de financiación de nuestros servicios públicos. Mirar hacia dentro es empobrecerse. Las palabras más peligrosas “incentivar la demanda interna” cuando somos casi un 1% del PIB global pensar en rigidez y barreras solo nos lleva a repetir los errores del pasado y acabar con enormes recortes.
Hoy, haya o no posibilidades claras de gobierno, los que les han prometido decenas de miles de millones de euros de gasto saben que no lo van a cumplir. Y los que piensan que subir los impuestos es devastador para el cine, pero no afecta en nada cuando se los suben a ustedes o a las empresas, volverán a poner palos en las ruedas del crecimiento.
España ha sido un ejemplo internacional de salida de la crisis, creciendo y creando empleo. Nadie esperaba que hoy estuviésemos mejorando como estamos. Tras la resaca electoral, queda un país donde la inmensa mayoría de fuerzas moderadas están de acuerdo en el 75-80% de sus propuestas. Tenemos una oportunidad única de convertir a España en el destino favorito de inversión, creación de empleo y reforzar esa posición de partida. Apelemos a la responsabilidad de los que ayer recibieron la confianza de los ciudadanos para que sea así.
Un comentario en “Los retos económicos del próximo gobierno”