Los indicadores del Ministerio de Economía reflejan la contracción que el gobierno niega
La AIReF ha alertado sobre el riesgo de recesión de la economía española con caída del PIB en el cuatro trimestre de 2022 y primero de 2023. No están solos. Es una estimación que ya incorpora una parte relevante del consenso de analistas que recopila Focus Economics. La ministra de Economía, Nadia Calviño, rechazaba categóricamente el riesgo en Bloomberg y afirmaba que “España no entrará en recesión” y “los indicadores económicos no apuntan” a ese peligro.
Sin embargo, si atendemos a los indicadores adelantados que publica el Ministerio de Economía (actualizados a 24 de octubre), sí que apuntan a una contracción evidente.
En la tabla publicada por el ministerio, se puede ver que el consumo de energía eléctrica, que suele tener una elevadísima correlación con el crecimiento, ha caído un 4,1% (dato de septiembre).
La confianza del consumidor se encuentra a mínimos, 55,7 comparado con un nivel de 100 que sería elevada confianza y un nivel de 60 que había en 2021.
El índice de sentimiento económico se sitúa en 96,7, siendo el nivel de 2021 un 100.
Es mucho más revelador analizar la tabla de datos adelantados de las consultoras internacionales que son los más utilizados para analizar el riesgo de recesión o expansión.
El índice de gestores de compras (Purchasing Managers’ Index, PMI) de S&P Global muestra que el sector manufacturero y de servicios están en fuerte contracción. Es especialmente preocupante el comentario sobre el sector servicios, donde se registra caída de ventas y empleo en el último dato registrado. Paul Smith, director economista de S&P Global, señala que “la economía manufacturera de España sufrió un doble desplome tanto en la producción como en los nuevos pedidos en octubre, registrando declives no observados desde los confinamientos provocados por la pandemia en 2020 y, antes de esto, la crisis de deuda de la zona euro en 2012”.
La consultora, en su informe de octubre, añade que la confianza en las perspectivas se ha hundido hasta su mínima de mayo de 2020. La producción y los nuevos pedidos caen fuertemente por cuarto mes consecutivo y la reducción de empleo se acelera. El Índice PMI del Sector Manufacturero Español de S&P Global se sitúa en 44.7 en octubre, fuerte contracción, empeorando significativamente desde el 49.0 registrado en septiembre (siendo 50 el nivel de expansión y, por debajo, caída).
Un país donde los índices PMI están en contracción no puede tener un gobierno que niegue el riesgo de recesión, porque la evidencia es que el frenazo ya está aquí en el sector privado. Se podrá torear una recesión técnica aumentando el gasto público y la deuda y rebajando el deflactor del PIB como ha ocurrido otras veces, pero eso no disfraza la difícil realidad de las empresas y familias.
Todos los datos que acabo de mencionar, además, están en el cuadro de indicadores adelantados que la ministra recibe cada mes.
Si seguimos con la tabla de indicadores adelantados del Ministerio de Economía, nos encontramos con el CLI de la OCDE (composite leading indicator, indicador compuesto adelantado), que en el caso de España se encuentra también en 97,9, es decir, por debajo de 100, muy por debajo del nivel de recuperación de 2021 y además por debajo de la media de la UE-19 y la OCDE.
La tabla de indicadores del ministerio también refleja, además de la caída de la demanda eléctrica, la de consumo aparente de cemento.
El índice de sentimiento económico de la Comisión Europea también refleja la contracción con un dato de 96,7 cuando estaba por encima de 100 hace pocos meses.
Todos sabemos que el PIB suele reflejar un dato menos malo de lo que la realidad muestra. El PIB se puede mantener a flote vía gasto público y deuda o tocando el deflactor, pero la realidad de la economía es un rebote insuficiente y una ralentización más rápida de lo temido.
No podemos ignorar la evidencia de un frenazo económico que la propia encuesta de población activa ha certificado. El paro en el tercer trimestre ha aumentado en 61.000 personas. Es la primera vez que sube el paro en un tercer trimestre desde 2011. La tasa de paro sube hasta el 12,7%, la más alta de la OCDE y la tasa de actividad se frena al 58,86%, cuando era del 59,14% en el tercer trimestre de 2021. La duración media de los contratos ha bajado de 61 días en septiembre de 2021 a 49,2 días en septiembre de 2022 según los datos oficiales.
Es importante además poner estos datos en el contexto del mayor estímulo fiscal y monetario de la historia de la democracia. Tras un aumento de deuda pública de más de 329.000 millones de euros desde mayo de 2018, contar con la capacidad de tirar de déficit que ningún gobierno anterior ha tenido y con el Banco Central Europeo comprando el 100% de las emisiones netas del Tesoro, España se enfrenta a una severa ralentización como la única economía comparable que no ha recuperado el PIB de 2019 y con la tasa de paro más alta de la OCDE. Que no nos digan que España va bien y Alemania o Reino Unido van muy mal con un paro del 5,3% y 3,5% respectivamente. Esos países no se entregan al triunfalismo, más bien lo contrario, y tampoco debería hacerlo nuestro gobierno. No caigamos en las simplezas de 1993 o 2008 cuando decíamos que los problemas eran de otros y no nos afectaban.
Los indicadores económicos no son buenos y debemos prepararnos para un entorno más difícil de lo estimado.
Daniel Lacalle es economista jefe de Tressis