«One was Texas medicine the other was just railroad gin, like a fool I mixed them». Bob Dylan.
El informe de primavera de Crédito y Caución muestra un riesgo importante del que nos estamos olvidando: el de insolvencia. Según sus datos, en España aumentarían estos procesos un 49% en 2021. Este efecto suele darse, al contrario de lo que piensan muchos políticos, justo cuando la recuperación es evidente.
Es fácil de entender. Las empresas hacen todo lo posible por sobrevivir en medio de la crisis y acuden a todo el crédito y ahorro al que puedan acceder, pero es cuando se recupera la economía y ven que sus necesidades de capital circulante aumentan cuando los impagos e insolvencias se disparan.
Si a ello añadimos que las pymes no han recibido aún ni un solo euro de ayudas directas, como refleja Cepyme, el problema es más grave en un sector que aún tiene cerca de 500.000 empleos en ERTE intentando preservar puestos de trabajo a toda costa.
Los empresarios están mostrando un comportamiento modélico.Están haciendo todo lo humanamente posible para mantener el empleo en las peores circunstancias. Recordemos que los ERTE no son un favor del Gobierno a las empresas sino a revés. Es mucho más barato para el Estado un empleado en ERTE que en paro.
Según Crédito y Caución, los sectores más afectados por riesgo de impago son los de automoción, construcción, consumo duradero, electrónica, financiero, maquinaria, metalurgia, papel, servicios, siderurgia y textil.
Usted pensará: «¡Dios mío! ¿Y cuáles tienen bajo riesgo?» En realidad, solo Agricultura y Alimentación, y es un riesgo denominado «medio». Lo más preocupante de este análisis (El Riesgo de Impago en España, marzo 2021) es que nos recuerda importantes problemas.
Los empresarios están haciendo todo lo humanamente posible para mantener el empleo en las peores circunstancias
El mayor de todos es que gran parte de estos sectores estaban ya en importantes dificultades en 2019. Según el Banco de España casi el 30% de las empresas españolas están ahora en riesgo de quiebra. Pero en 2018, la Agencia Tributaria ya nos mostraba que un 60% de las empresas españolas, fundamentalmente las pymes, estaban en pérdidas. Es por eso que una recuperación, por mucho que el rebote parezca importante gracias al efecto base, no disfraza los problemas graves de las pymes.
No olvidemos que la OCDE y los grandes organismos internacionales estiman que España será uno de los últimos países de la Unión Europea en recuperar el PIB y el empleo. Rebotar no es crecer.
¿A qué grandes problemas se enfrentan las pymes a la hora de afrontar la recuperación?
Primero, una recuperación insuficiente. Cuando un sector ha perdido un 22% de valor añadido en 2020, una recuperación del 5% en el PIB ni siquiera cubre el agujero generado en el cierre forzoso. Las aparentemente espectaculares cifras que aparecen en un rebote no engañan a los empresarios, que ven que se queda la actividad muy por debajo de los niveles prepandemia que, repito, también eran complejos.
Las pymes se enfrentan a esta recuperación con los brazos y las piernas atadas y un puñetazo en el estómago.
Subida de costes laborales e impuestos al trabajo, subida de impuestos generalizada y encima, subida brutal de la electricidad que va a hacer que al menos un 60% de los costes de una pyme se vean disparados sin mejora real a niveles normalizados de la actividad. Es decir, una empresa mediana o pequeña en España se enfrenta a 2021 con una caída de sus ingresos con respecto a 2019 de entre un 15 y un 30% pero un aumento de impuestos y costes fijos de más de un 10%.
Los costes de contratación han subido con el aumento de los impuestos al trabajo y además se ha impuesto una equivocada revisión de los contratos. Desde una perspectiva ideológica y equivocada que asume que los empresarios se «aprovechan» de los contratos temporales, el Gobierno pretende forzar que se hagan contratos fijos discontinuos, algo que indudablemente va a hacer a muchos empresarios reorientar sus decisiones de contratación ya que el aumento de costes no se corresponde con el riesgo cíclico que tienen que gestionar.
Solo un burócrata que nunca haya creado una empresa puede pensar que un pequeño empresario va a poder cargar con mayores costes fijos cuando la mayoría no están aún recuperados de la crisis de 2008-2011.
Una pyme no puede gestionar el uso de electricidad según los caprichos dirigistas del Ministerio de Transición Ecológica. Eso hace que la factura de electricidad para al menos un millón de empresas suba hasta un 29% (usando las estimaciones de CNMC para consumo rígido). A ello hay que añadir la subida de gasolinas y gasóleos que afecta directamente a los sectores más dinámicos y dependientes de la movilidad.
Una pyme también se enfrenta a una brutal subida de impuestos indirectos, que va a encarecer el transporte y la actividad diaria. La enorme subida de impuestos supondrá, en un cálculo conservador, un aumento de hasta un 5% de costes variables por los impuestos indirectos.
El Gobierno, sin embargo, continúa mirando a los empresarios como si fueran cajeros automáticos. El ministro Escrivá se atrevió a afirmar que los empresarios utilizan razones «espurias» para no hacer contratos fijos mientras se calla que los costes de contratación en España son tan altos que un mileurista es, en realidad, casi un dosmileurista para el que contrata.
El Gobierno, sin embargo, continúa mirando a los empresarios como si fueran cajeros automáticos
El Ejecutivo ha aprendido en esta crisis que las pymes y autónomos aguantan todo lo que les echen y que apretar la soga aún más no le va a suponer ningún problema al gobierno. Trata a las pymes y autónomos como rehenes cautivos y cajeros automáticos a los que expoliar y luego prometer unas ayudas que ni reciben ni son suficientes, en cualquier caso.
El año 2021 va a ser un año donde, de nuevo, se va a demostrar quenuestras empresas están lideradas por héroes que van a poder sobrevivir a un asalto fiscal, normativo y regulatorio sin precedentes. Pero, señores del Gobierno, no se feliciten porque las empresas vayan a sacar la cabeza del agua tras subirles impuestos, cargos, luz y trabas burocráticas, porque sobrevivir lo intentarán, pero lo que no se les puede pedir es, además, que creen todavía más empleo e inviertan más.
El Gobierno no quiere aceptar que las empresas son clave para la recuperación y que los hachazos tarifarios y fiscales destruyen competitividad y potencial de empleo. Cree que todos tenemos margen, menos ellos. Las pymes necesitan más que sobrevivir, necesitan que las dejen crecer.