“It’s the same old ball and chain” Nikki Sixx
El error monumental de la Reserva Federal bajando tipos esta semana ante una caída de las bolsas solo se puede entender en el contexto del creciente complejo de Dios de los planificadores centrales. Una abrumadora combinación de ignorancia y arrogancia.
Hace menos de una semana varios miembros de la Reserva Federal recordaban -con razón- que bajar tipos no surtiría efecto en un momento como el actual. Recordemos que la Reserva Federal ha inflado su balance un 14% hasta casi máximos históricos en los últimos meses, revirtiendo completamente la inexistente normalización previa. Unos días después se lanzaba a una innecesaria bajada de tipos, y provocaba el efecto contrario al deseado. ¿Calmar? Si la Reserva Federal hace un recorte de cincuenta puntos básicos el mismo día que se publican datos de Estados Unidos en expansión, mejores datos de empleo, con una economía creciendo al 2%, la inflación cercana al 2% y el desempleo a mínimos de cincuenta años ¿qué mensaje transmite? Les dice a los operadores de mercado que la situación es mucho peor de lo que parece y que saben más que nosotros sobre lo mal que puede estar todo. Un error de comunicación y acción de libro.
¿Falta de estímulos? Con los tipos a cero, negativos y mínimos históricos, los bancos centrales estaban ya inyectando más de 150.000 millones de dólares mensuales (PBOC, BCE, Fed, etc) en una economía dopada y con el riesgo disfrazado, mucho antes de que el coronavirus siquiera fuera una noticia pasajera.
Bajar tipos, imprimir dinero y disparar los déficits es la respuesta equivocada a un shock vírico a corto plazo, y si encima se lanza de manera agresiva, el resultado a medio plazo es una nueva crisis.
Nadie va a consumir más o invertir mucho más porque los tipos de interés se reduzcan aún más. Pero el nivel de riesgo disfrazado debe considerarse, con 14 billones de dólares en bonos con rentabilidad negativa y 81 billones de dólares en masa monetaria global disparada.
El error de este tipo de medidas es asumir que el problema de la economía es que hay un exceso de ahorro injustificado, falta demanda y hay que crearla artificialmente vía intervencionismo.
Los tipos de interés ya son desproporcionadamente bajos. Pensar que las empresas van a invertir más si los tipos bajan a 1% en Estados Unidos o se reducen a más negativos en la eurozona es simplemente ridículo. La inmensa mayoría de las inversiones a largo plazo de los ciudadanos y empresas no cambian por los tipos a corto plazo. Y la demanda de crédito no aumenta ante una epidemia y un shock de oferta porque se bajen los tipos.
Otro grave problema ha sido la absoluta imprudencia e irresponsabilidad de mantener políticas mal llamadas ultra-expansivas en periodo de bonanza. Ahora no hay herramientas eficaces ni monetarias ni fiscales que permitan generar confianza. Es en casos como esta epidemia en los que queda en evidencia la irresponsabilidad del Banco Central Europeo cuando mantuvo los tipos en negativo y volvió a la compra de unos bonos soberanos que ya cotizaban a unos niveles de primas de riesgo y de rentabilidades exigidas absurdas y completamente desconectadas de la realidad. Y es en momentos como estos en los que se demuestra la irresponsabilidad de aumentar déficits y gasto en periodo de crecimiento y quedarse sin capacidad real de generar un efecto perceptible.
La obsesión por mantener y aumentar la burbuja de bonos soberanos en tiempos de crecimiento ha llevado a los bancos centrales a un callejón sin salida. Se ven obligados a tomar medidas todavía más inútiles y, encima, ni siquiera se mantiene la confianza de los agentes financieros.
El fracaso de las políticas de demanda ya era evidente en 2019 con la desaceleración endeudada. Pero es lo que se va a llevar a cabo de nuevo. Fallar, repetir.
Que la rentabilidad del bono a 10 años de Estados Unidos esté a 0,73% no es una señal de confianza ni de éxito de las políticas del gobierno, sino una señal inequívoca de miedo. Que el bono a diez años de España esté a 0,241% y el de casi todos los países de la eurozona a niveles similares o inferiores, no es una señal de confianza, sino de burbuja.
Por supuesto que hay medidas que se pueden tomar para reducir los efectos del coronavirus. Posponer el pago de impuestos a empresas en dificultades, reducir cargas burocráticas y atraer inversión con medidas fiscales atractivas, apoyar a empresas con créditos blandos… Pero gastar en elefantes blancos para inflar el PIB, bajar tipos ya obscenamente bajos y recomprar bonos innecesariamente caros no solo no es la respuesta, es la receta de una espiral de estancamiento garantizado. Muchos hablan de que estamos repitiendo los errores de Japón, pero es peor, porque llevamos haciendo exactamente eso desde hace años.
Ahora nos dicen algunos que hay que imponer el helicóptero monetario porque lo ha hecho Hong Kong. No me lo puedo creer. Hong Kong tiene enormes reservas, una balanza financiera gigantesca y se puede permitir un gasto -que en cualquier caso va a ser inútil- de 6.000 o 7.000 millones de dólares. Pero ni ese experimento va a sacar a Hong Kong de un problema que ya era evidente antes del coronavirus, con las protestas sociales, ni va a funcionar en la eurozona.
La idea de que si una sandez de política monetaria o fiscal no funciona es porque no se hizo suficiente debería estar ya desmontada. Repetir las frases más recurrentes de “no se hizo suficiente”, “hubiera sido peor” y “hay que repetir” es ya una broma de mal gusto. Pero generar una recesión todavía peor por dar una respuesta de titular y que suene muy grande es irresponsable al máximo.
El Dr. Amesh Adalja, experto en enfermedades infecciosas, pandemias y bioseguridad del Hospital Johns Hopkins explicaba esta semana que los gobiernos generan mayores impactos en la economía que las propias epidemias tomando decisiones erróneas para dar sensación de que están haciendo su trabajo. En una conferencia esta semana, explicaba que “el virus será endémico y estacional, dado su parecido con otros coronavirus” que la tasa de mortalidad es baja y esperaría que se redujese una vez se comiencen las pruebas generalizadas para la detección de aquellas personas portadoras del virus y asintomáticas. “La severidad del virus es muy baja, pero los gobiernos tomarán medidas de contención como la cancelación de eventos para evitar que los hospitales se colapsen, y estas medidas no serán efectivas para contenerlo”.
Es posible conseguir una vacuna en un periodo de de alrededor de un año, y en los próximos meses podríamos ver varios tratamientos terapéuticos disponibles, según el experto. Lo único que podemos pedir a los gobiernos y bancos centrales a estas alturas es que hagan lo posible por evitar gestos grandilocuentes para “calmar”, porque el resultado va a ser el contrario. Imaginen si todos los gobiernos cometiesen la torpeza monumental del “manual” del ministerio de Trabajo de España.
Y, por favor, hay que recordar que una batería de políticas de demanda, aumentos de déficit bajo la excusa del coronavirus y enormes gastos corrientes nos pueden lanzar a una espiral recesiva y deflacionaria de verdad. Con la buena voluntad de “mitigar” el efecto del coronavirus, se añadiría a un shock de oferta puntual un aumento del exceso de capacidad artificialmente creado, generando un efecto negativo doble a largo plazo. Cuando se genera un problema global de oferta a corto plazo, aumentar gasto corriente y añadir exceso de capacidad en sectores de bajísima productividad es letal a medio plazo. Todos recordamos el error del Plan E en medio de una caída generalizada de la economía. Ni mitigó la crisis ni mejoró la posición financiera y crediticia del país. Se dilapidó la capacidad de financiación de la economía en tres años entre errores de políticas de demanda y estabilizadores automáticos. Estos últimos saltarán de todas formas en economías ya muy endeudadas y dopadas con tipos bajos. Imaginen añadirles un Plan E con esteroides.
Lectura adicional:
The Global Macroeconomic Impacts of COVID-19: Seven Scenarios. Warwick McKibbin y Roshen Fernando (https://www.brookings.edu/wp-content/uploads/2020/03/20200302_COVID19.pdf).
Designing an effective US policy response to coronavirus (https://www.piie.com/blogs/realtime-economic-issues-watch/designing-effective-us-policy-response-coronavirus)
Taiwan’s Response to the Coronavirus Challenge of 2020 (https://taiwaninsight.org/2020/03/05/taiwans-response-to-the-coronavirus-challenge-of-2020/)
Biotechnology: Key Takeaways From COVID-19 Expert Call, Morgan Stanley, 2 Marzo 2020.
The Epidemiological Characteristics of an Outbreak of 2019 Novel Coronavirus Diseases (COVID-19); new England Journal of Medicine, Febrero 2020 (https://www.nejm.org/doi/full/10.1056/NEJMoa2002032)
Characteristics of and Important Lessons From the Coronavirus Disease 2019 (COVID-19) Outbreak in China. Summary of a Report of 72 314 Cases From the Chinese Center for Disease Control and Prevention (https://jamanetwork.com/journals/jama/fullarticle/2762130)
Visto como hemos llegado hasta aquí, desde el año 2000 más o menos, a base de bajar los tipos, «fabricar billetes» sin tasa, gastar sin medida y fastidiar el ahorro a base de bien, no creo que se vaya a cambiar nada.
Los bancos centrales hacen lo que les dicen los gobiernos, no son entidades independientes. Los gobiernos quieren gastar a manos llenas porque eso les supone votos, agarrarse al sillón por lustros y repartir a la «clientela»: funcionan como la «Cosa Nostra» cobrando el «pizzo» y repartiéndolo a «la familia», con la diferencia de que la «Cosa Nostra» no tiene el BOE, o cosa parecida en otras latitudes, por lo que el «negocio» de los gobiernos es totalmente seguro. Y lo mejor de todo es que, si algo sale mal, queda el chivo expiatorio de lo que esté en candelero en ese momento: la bolsa, la «avaricia» de los inversores, los fondos «buitre», el «ataque» de los mercados y ahora, el virus este que ha venido como anillo al dedo para enfriarlo todo, por un lado, y aumentar el agujero por otro.
Esta no es manera de gobernar. Y lo peor de todo es que no se ve cambio por ningún lado.