El Banco Central Europeo (BCE) sigue inundando de liquidez el sistema con una situación que está generando una cadena. Francfort compra deuda soberana y elimina del balance esos bonos para que se puedan prestar más y así haya más crédito circulando en la economía. Pero, el problema es que esa enorme liquidez no siempre genera más demanda de crédito.
La economía no tiene un problema de liquidez, sino de demanda de crédito solvente. Y lo que se está haciendo es como dar de beber a un caballo que no tiene sed.
Algunos se preguntan que por qué el BCE no elimina esos mecanismos de transmisión y directamente entrega el dinero a los europeos. Pero ante esa cuestión, hay que entender que eso no significaría que los ciudadanos serían más ricos sino que lo que haría sería diluir la riqueza.
La Reserva Federal es el único banco central del mundo que tiene en cuenta la demanda real de dólares que existe en el mundo. El BCE sigue pensando que en Europa hay un problema de acceso al crédito.
Desconoce que el problema es diferente: hay una sobrecapacidad y falta de tecnología, entre otros, que se agrava ahora con el cierre total de la economía.
Estoy de acuerdo, pero cuales serían, en la situación actual, los estímulos y las expectativas para que empresas ya solventes se decidieran a pedir préstamos (que ahora, además, lo tienen más fácil y puede que barato) para mejorar la calidad y competitividad de su oferta o para estimular la demanda de su propia capacidad de producción o servicios.
Si las instituciones y asociaciones de cada sector crean, además, estímulos externos a esa demanda (tanto interna como externa) será más motivador ¿no?. Es decir, crédito más fácil y promociones al consumo de bienes duraderos (vivienda, coches, etc.) y al uso de servicios de recreo (turismo nacional, actos culturales, etc.).
Claro que, cuanto antes, hay que eliminar con seguridad el miedo y la incertidumbre del momento. Ahorrar ahora, por el miedo, sería lo peor.
Por lo que veo, Sr. Lacalle, usted predica en el desierto.