«Root yourself to the ground, capitalize on this good fortune because one word can bring you round». Trevor Rabin.
Es fascinante leer que el Instituto Nacional de Estadística (INE) calcula mal el PIB y el IPC. Y muy preocupante. Los mismos que hoy dicen que el INE infraestima el PIB y sobredimensiona el IPC aplaudían las supuestamente sólidas cifras de crecimiento e inflación de 2019 como un éxito del Gobierno y el rebote de la segunda mitad de 2020 como un dato incuestionable. Entonces consideraban al INE un organismo riguroso y serio. Y lo es.
Sinceramente, acusar al INE de publicar un PIB bajo y un IPC demasiado alto es hilarante. Cualquier persona medio informada sabe que el PIB y el IPC son dos indicadores que tradicionalmente reflejan una realidad más benigna que la del sector privado y relativamente favorable a lo que desea el Gobierno de turno. ¿Por qué?
El PIB no deja de ser un indicador de riqueza que incluye el gasto público financiado con deuda, por ejemplo, y es relativamente más benigno al incorporar en el dato real el aumento de los estabilizadores automáticos y los gastos del sector público.
De hecho, hay partidas como el consumo de capital fijo o los alquileres imputados que son por definición relativamente estables en el tiempo. Como consecuencia, en situación de crisis -como es normal gobierne quien gobierne- el PIB cae menos de lo que suele reflejar la actividad privada y en periodos de recuperación incorpora todo el factor positivo del sector exterior, si lo hay, y del repunte de consumo e inversión.
No, los organismos estadísticos nunca infraestiman el PIB y menos a medio plazo. Se puede revisar, como es normal, de un trimestre a otro, pero no existe un sesgo generalizado, recurrente ni voluntario de «empeorar» la realidad. Todo lo contrario.
Lo mismo ocurre con el IPC. Pensar que los organismos estadísticos calculan la inflación estimada por exceso no tiene sentido cuando se analiza cómo ha ido cambiando la cesta que se usa para calcular el IPC.
Como explica Perianne Boring en Forbes «el IPC ni siquiera mide la inflación, sino una variedad de comportamientos de gasto de los consumidores». No deja de ser una cesta estimada de un consumidor típico y los organismos estadísticos van adaptando esa cesta a los cambios en los patrones de consumo, pero es raro encontrar ejemplos de IPC que reflejen una realidad alejada de la que muestra la tendencia de los índices de precios industriales (PPI), el índice de precios de consumo personal (PCE Index), el índice de precios mayoristas (WPI), e incluso el deflactor del PIB. La realidad de la tendencia de estas otras medidas de inflación muestra que la crítica al IPC no tiene sentido.
Existen estudios que nos recuerdan que el IPC puede infraestimar la subida de los alimentos y exagerar la bajada de los costes de transporte, especialmente en periodos de crisis como la del Covid-19 y se suele citar el problema de valorar el coste de la vivienda de manera realista y los alquileres, ya que suele aparecer un aumento del coste de la vivienda menor al percibido en otros análisis. Por ejemplo, el precio de compra de vivienda no se incluye en el IPC de España (es inversión), aunque sí, en cierta manera, en el de Reino Unido (intereses pagados) y otros países anglosajones.
A medio plazo y de manera histórica, se ha demostrado que el IPC es la mejor medida de inflación como refleja la Reserva Federal especialmente para comparar la realidad de un país con respecto a otros.
Nadie puede realmente creerse que en un periodo de tres años el INE haya exagerado la inflación en hasta un 30% anual
Nadie puede realmente creerse que en un periodo de tres años el INE haya exagerado la inflación en hasta un 30% anual. Y los ciudadanos lo saben. El coste de los bienes y servicios no reemplazables ha subido mucho más de lo que refleja el IPC. Por eso, el INE publicaba un excelente análisis que era la llamada «cesta Covid-19» que reflejaba los bienes y servicios esenciales que aumentaron de peso en la compra habitual de los ciudadanos por la pandemia. Como no nos debe sorprender, esa cesta Covid-19 reflejaba un aumento de precios significativamente superior al índice general.
Tal y como se recopilan los datos y la metodología que se usa, que es internacional y reconocida por todos los organismos, el cálculo del IPC, como el del PIB, no da lugar a controversias significativas. Pero desde luego lo que no da en ningún caso es lugar a controversias sobre la tendencia, ni sobre su comparabilidad en el tiempo.
Además, los cambios que algunos desean que se impongan para que quede bien el Gobierno hoy, si se armonizan para ejercicios anteriores, reflejarían un empeoramiento significativo en el deflactor del PIB.
Los que quieren que se use una tarifa eléctrica media en vez de la regulada por el Gobierno deberían darse cuenta de que el IPC y deflactor de PIB de 2018, 2019 y 2020 serían mucho peores. Pero claro, lo que quieren no es una medida homogénea sino una cifra que salga bien al Gobiernoque quiere decir que España crece más que nadie y tiene menos inflación cuando la realidad es la contraria.
Los profesionales del Sistema Estadístico Europeo y Eurostat van a visitar al INE la semana que viene. En todos los análisis comparativos con respecto a otros organismos (Peer Review) el INE siempre se ha salido con excelente nota.
Y esta vez seguro que vuelve a valorarse con sobresaliente, lo que refleja que la credibilidad, precisión, fiabilidad, objetividad, calidad, buena metodología, procedimientos y así hasta los dieciséis principios del Código de Buenas Prácticas europeo, se cumplen con creces.
El ataque al INE, al Banco de España, a la AIReF y a cualquiera que no diga que en España todo va como en un cuento de hadas es tan preocupante hoy como en cualquier momento. Se trata de desacreditar y destruir a las instituciones independientes buscando su adhesión a la maquinaria de propaganda de los gobiernos. Pero la metodología es clara, transparente y aceptada mundialmente.
Con el Banco de España pasa lo mismo. La tendencia de los gobiernos a atacar a la institución porque alerta sobre desequilibrios estructurales y políticas equivocadas es alarmante. El principio del fin de un país como economía seria es cuando se destruye la independencia del Banco Central.
¿Significa eso que se tenga que estar de acuerdo con todo lo que dice? Por supuesto que no. Pero de ahí a buscar que sea otro ministerio de propagandahay una distancia que, si se traspasa, hunde al país.
Un Gobierno serio no puede decir que los datos del INE o del Banco de España no son correctos
Un Gobierno serio no puede decir que los datos del INE o del Banco de España no son correctos porque ellos tienen otros mejores. Ese hilarante concepto del ‘PIB diario’ que intentó difundir la propaganda. Lo que debe hacer es trabajar para mejorar y defender las instituciones, todas.
Cuando se dinamita a la vez el CNI, el CESID, el INE, el Banco de España y la AIReF lo que están haciendo es, literalmente, hundir al país. No podemos permitir que ocurra.
Si el INE y el Banco de España caen en las garras de la intervención y manipulación de los datos que quieren los gobiernos, no será un éxito porque los datos serán buenos. Nadie se creerá esos datos como ocurre en algunos países no muy lejanos al nuestro y en otros culturalmente hermanos en Latinoamérica.
Probablemente ustedes no se acuerden, pero en medio de la crisis anterior también se difundió la falacia de que el PIB estaba mal calculado. En aquella ocasión se decía que el PIB estaba «inflado» un 20%, algo que ningún organismo internacional ni analista independiente creyó, porque no tenía ningún sentido. Pero si algo se podía deducir del análisis de esas personas críticas con el PIB es lo que comentaba antes: que la realidad del sector privado era mucho peor (¡no mejor!) de lo que reflejaba el indicador agregado incluyendo el aumento masivo de gasto público y deuda.
En tiempos de polarización y propaganda gubernamental es cuando debemos defender sin descanso a instituciones independientes
En tiempos de polarización y propaganda gubernamental es cuando debemos defender sin descanso a instituciones independientes de enorme prestigio y credibilidad internacional. Las mismas instituciones que no daban datos precisamente maravillosos con otros gobiernos en periodos difíciles y ninguno de ellos los cuestionaba.
Los datos se pueden analizar e interpretar, se pueden revisar, pero instaurar la demolición de las instituciones económicas y estadísticas para servir a los intereses puntuales de uno u otro gobierno solo consigue que se deje de creer en el país, en sus cifras y su economía.
Destruir la credibilidad del INE o del Banco de España no va a hacer que el mundo aplauda las cifras edulcoradas que desee la administración. Solo va a conseguir que nadie se las crea.
A este des-gobierno le da igual el INE, el IPC, el Banco de España y el sursumcorda. Lo que quieren es que no les fastidien el trile. No sé qué pretenderán ¿que no se enteren fuera de cómo está esto?