I said from the first, I am the worst», Keith Richards.
La ministra de Hacienda y la de Sanidad repiten constantemente que esto le está pasando igual a todo el mundo, mientras justifican las devastadoras cifras de España bajo la excusa de la «pandemia global».
¿Igual?
Irlanda cerró 2020 con un crecimiento (sí, aumento) del PIB del 3%, gracias al avance de la inversión y las exportaciones de los sectores de tecnología y sanidad. Lituania solo cayó un 0,9%, Polonia un -2,8%, y Suecia y Estonia, ambas un -2,9%. Alemania cayó solo un 5%, Portugal un -7,6%, Francia un -8,3%, Italia un -8,8%.
Hasta Grecia cayó menos que España (un 10%). Reino Unido creció un 1% en el cuarto trimestre y terminó 2020 cayendo bastante menos que España,un 9,9%.
Si vemos la paleta de países, se desmonta rápidamente la demagogia del gobierno. España termina 2020 con el peor desempeño económico, la peor evolución del paro y los peores datos de gestión de la pandemia de sus comparables. Algunos países con enorme exposición a servicios, a turismo, otros países con mucho menor gasto en sanidad, y muchos países con muchas más desventajas de partida lo han hecho mucho mejor.
Pero siguen con la propaganda de que «esto le está pasando a todo el mundo».
¿Se han dado cuenta de que el socialismo ha dejado de hablar del «milagro portugués»? Porque Portugal, con un gobierno de izquierdas, ha implementado medidas liberalizadoras, contención de gasto y mantiene impuestos atractivos para rentas altas, capital y empresas.
Irlanda, por su lado, vuelve a mostrar que es un ejemplo, pero lo que quieren es derribarlo, porque esta nueva casta de aristócratas del gasto políticono tiene como objetivo el progreso, sino el control.
España termina 2020 con el peor desempeño económico, la peor evolución del paro y los peores datos de gestión de la pandemia de sus comparables.
Por eso quieren destruir cualquier ejemplo que lo haga mejor que nosotros sin expoliar a empresas y familias. Por eso Portugal ha pasado de ser un milagro a un malvado paraíso fiscal en la mente de estos extractores de rentas.
Aquí, rápidamente llaman «paraíso fiscal» a todo aquel que no es un infierno fiscal como el que han creado en España.
La República Checa ha superado a España en PIB por habitante. Esto no quiere decir que la República Checa sea más rica que España, pero sí es una señal clarísima de que, mientras otros países mejoran rápidamente gracias a una fiscalidad atractiva, apertura, flexibilidad del mercado laboral y al espíritu emprendedor, España se está quedando peligrosamente atrás en estos y otros elementos.
Esta semana, la Comisión Europea ha revisado sus estimaciones para 2021, dejando el rebote de la economía española en un 5,6%, muy lejos de las expectativas del gobierno.
Un rebote técnico del 5,6% -si se da- después de un 11% de desplome no es «el mayor crecimiento de la UE en 2021» como dicen algunos miembros del gobierno. Crecimiento real es el de Irlanda que, tras aumentar su PIB un 3% en 2020, crecerá otro 3% en las estimaciones de 2021 de la Comisión Europea. He puesto varias veces la palabra crecer a ver si pillan la diferencia entre rebotar y crecer.
Un rebote técnico no es «crecimiento».
¿Lo peor de las estimaciones de la Comisión? Que, como siempre, son diplomáticas y, a pesar de ello, temen un aluvión de quiebras en España por el peso de las pymes y la falta de ayudas directas.
Bruselas ha empeorado, de nuevo, las previsiones de Sánchez y retrasa el inicio de la recuperación a la segunda mitad del año 2021, llevando la recuperación de los niveles de 2019 hasta 2023. Y eso que el PIB va a «rebotar» por el disparo del gasto público. El PIB de la economía productiva no se recuperaría hasta el 2024.
¿Qué nos hace ser los peores?
España sufre dos pandemias: La Covid-19 y el socialismo más intervencionista y menos socialdemócrata, que está mutando a pasos acelerados en un peronismo clientelar que nos acerca a otro país en retroceso constante por culpa del freno político más destructor (a nivel gubernamental y monetario) y la política fiscal extractiva y confiscatoria, Argentina.
España sufre dos pandemias: El covid-19 y el socialismo más intervencionista y menos socialdemócrata.
Podemos dar gracias a Dios de que este gobierno no cuente con política monetaria, porque hoy estarían destruyendo el poder adquisitivo de la moneda local igual que en Argentina y empobreciendo a la mayoría.
La combinación es devastadora. España es el país que menos apoyo ha dado al tejido productivo ante el destrozo creado por las decisiones gubernamentales, y el único país de la UE que ha subido impuestos a empresas y cuotas a autónomos en medio de la crisis.
Esta combinación es especialmente peligrosa ante la evidencia de que se van a utilizar los fondos europeos como un enorme besamanos liderado desde Moncloa en el que el gobierno utilizará el dinero que llegará-si llega- de Europa poniendo a Moncloa y los ministerios como filtro, freno y cadena de favores.
La probabilidad de que los fondos europeos se utilicen de manera equivocada, clientelar y política no es alta, es -desafortunadamente- casi una certeza. Ni siquiera se oculta desde instancias gubernamentales. Primero, pretenden usarlos para cambiar ventanas y un nuevo Plan E encubierto para «crear empleo rápidamente». Segundo, para cubrir gasto corriente sin rentabilidad real.
Nos debería preocupar la cantidad de entes públicos que están descontando en sus presupuestos unos fondos que no existen todavía. Se han repartido un pastel que ni se ha cocinado. Por ejemplo, el presupuesto de la Generalitat de Valencia se cubre en un 60% por esos supuestos fondos europeos que ni se han recibido ni se han aprobado. Imaginen.
El peligro de usar mal y de forma política los fondos europeos supera en mucho el mero despilfarro. Es una enorme transferencia de rentas de los contribuyentes europeos, que financian estos fondos, a políticos que están frenando proyectos de verdadero calado y con rentabilidad económica real para crear, eliminando todo procedimiento de control y transparencia.
Hablamos de decenas de entidades clientelares en donde desaparecerán esos fondos sin impacto en la economía más allá de dejar más deuda y que, el que venga detrás, sea «el malo» cuando cierre toda la batería de empresas creadas para nada.
No solo es un problema de riesgo de despilfarro y mala asignación, sino de efecto desplazamiento. Esos fondos son muy necesarios para las empresas españolas que ya están sosteniendo el país. No solo se va a utilizar mal el dinero, sino que se le quita a quien lo usaría bien.
Un efecto desplazador que genera -como ocurrió en el pasado- efectos negativos a medio y largo plazo. Menor crecimiento, menor productividad, menor recuperación del empleo, y perder el tren de la competitividad.
Me gustaría saber qué piensan los gobiernos europeos. Nos sueltan, o soltarán, una pasta gigantesca. Llevan haciéndolo más de diez años con nulos resultados: ni crecimiento, ni productividad, más paro y nada de competitividad. ¿Qué piensan del que lleva años y mas años con déficit, el doble de paro que la media, la economía hecha unos zorros y este capitalismo de amiguetes del que somos campeones mundiales? Para mí es incomprensible que no se exija a cambio, antes de soltar un euro, cambios tangibles que tengan que llevar algún tiempo funcionando. Creo, por lo que veo, que nunca ha sido así. ¿A los gobiernos europeos les sobra el dinero? ¿Qué piensan sus ciudadanos de que sus ahorros vayan a parar al despilfarro español? Este asunto de soltar dinero sin parar para financiar a quien no avanza, ni quiere avanzar, lo gasta el humo y la economía no se sanea ¿tiene algún sentido? Me gustaría que Ud. lo explicara, si es posible.
Las democracias, tan ensalzadas durante tanto tiempo, han sido falseadas y se han convertido en el sostén de una nueva casta, una casta que vive a costa de los ciudadanos a los que está sometiendo a una nueva esclavitud, tan execrable o más que la antigua.