«They started to fight when the money got tight and they just didn’t count on the tears». Billy Joel.
Bruselas ha vuelto a mostrar la inconsistencia de las cuentas públicas presentadas por el Gobierno español. En su informe sobre los Presupuestos suspende al ejecutivo tanto en los gastos como en los ingresos.
El presupuesto, según Bruselas, es el peor de Europa en cuanto a cálculo de gastos. El Gobierno de Sánchez infraestima el gasto en 20.000 millones de euros, según Bruselas. No solo eso.
Según Bruselas España es también el país que peor calcula los ingresos, recuerda que han inflado en 1.000 millones al menos las estimaciones por nuevas figuras fiscales y que hay partidas de ingresos sin justificar. Todo esto es especialmente relevante ante un aumento de deuda sin precedentes.
El Gobierno de España endeuda al país en 630 millones al día, más que ninguna economía de la eurozona. De hecho, según el IIF, España es el país de la eurozona que más rápidamente se endeuda.
Es fácil decir que todo esto es por la pandemia, pero la realidad es que el Ejecutivo español se ha negado a priorizar gastos y gestionar de manera prudente y ha aumentado de manera peligrosa el déficit estructural -el que se genera crezcamos o no-, hasta casi duplicarlo.
Es fácil decir que todo esto es por la pandemia, pero la realidad es que el Ejecutivo español se ha negado a priorizar gastos y gestionar de manera prudente
Todo esto importa, y mucho. España se mete en un agujero anual sin precedentes y depende al 100% de la paciencia y generosidad de Europa. Pero el efecto placebo de los bajos tipos de interés y la liquidez del BCE disfrazan el riesgo durante un tiempo, pero no lo eliminan.
Usar el espacio fiscal puede ser un arma de doble filo. Si España usa el espacio fiscal que nos ha concedido la Unión Europea para crear empleo, crecer y fortalecer el tejido productivo se mantiene la solvencia del país, y luego se reduce el déficit y con ello, el riesgo. El problema es que el Gobierno de España está consumiendo el espacio fiscal para aumentar desequilibrios estructurales, como refleja Bruselas en su informe, y perpetuar gasto no esencial y la grasa burocrática.
La deuda improductiva acumulada significa menos crecimiento, menos productividad y con ello menos salarios reales y menos crecimiento de empleo en el futuro. Si además se usa el déficit para aumentar gasto corriente y burocrático, se cercena la capacidad del país de salir adelante y se pone en peligro la sostenibilidad de los servicios públicos, algo que ya alerta Bruselas también.
El aumento de deuda desbocado de España ni le está pasando a todo el mundo ni se está usando de la misma mala manera. No es solo un problema de que España aumente su deuda más que sus comparables y, además, que vaya a tener el mayor déficit de la Unión Europea en 2020, 2021, 2022 y 2023 según las estimaciones de consenso de Focus Economics y Bloomberg.
El Gobierno de España está consumiendo el espacio fiscal para aumentar desequilibrios estructurales y perpetuar gasto no esencial
Es que el Gobierno de España está despilfarrando el espacio fiscal en gasto corriente mientras, a la vez, sube impuestos y pone más escollos a la creación de empleo y crecimiento. Doble efecto negativo.
Los países líderes de nuestro entorno se están endeudando también, aunque no al nivel tan preocupante de España, pero todos reconocen que se debe usar el espacio fiscal para crecer más y crear empleo más rápidamente. Por eso los países líderes han aumentado el endeudamiento haciendo tres cosas:
– Priorizar gasto corriente eliminando gasto innecesario para acomodar el gasto sanitario.
– Bajar impuestos y ayudar con fondos directos a las empresas para preservar el tejido productivo y empresarial.
– Bajar cargas fiscales y burocráticas para crear más empleo y recuperar los trabajaos perdidos lo antes posible.
El Gobierno de España es el único de la Unión Europea que no ha hecho ninguna de estas cosas, sino -y eso es lo que aterra- lo contrario. Aumentan gasto corriente y despilfarro de época de bonanza como si la crisis no existiese, suben impuestos al consumo y la inversión y ponen escollos burocráticos y mantienen las subidas de cargas fiscales al trabajo de 2018 y 2019.
Por eso la deuda de España no es «igual» que la de otros países. Ni en cantidad ni en calidad. No solo porque nos endeudamos más y más rápido que nuestros comparables, sino porque la deuda improductiva que acumula el Gobierno de España es la que la inmensa mayoría están asumiendo. Deuda improductiva que no solo no genera crecimiento y empleo futuro, sino que lo detrae.
Nos endeudamos más y más rápido que nuestros comparables
El Gobierno de España acumula más deuda improductiva para financiar gasto innecesario y además pone escollos a los tejidos productivos que ralentizan y empeoran la recuperación.
La deuda no es un apunte contable, como dicen algunos. Lo desmonté en su momento en este artículo sino que, además se está acumulando deuda improductiva, es decir, aquella que no genera ningún apalancamiento y fortalecimiento posterior.
El uso indiscriminado de todos los mecanismos de crédito de la Unión Europea para sostener una burocracia y gasto corriente de época de bonanza no es una política social, porque genera dos problemas a medio plazo: estancamiento y riesgo de insolvencia.
El que se crea que esto lo soluciona el BCE eternamente tiene un problema con la realidad y con la historia (¿nos hemos olvidado de que el BCE no evitó las crisis anteriores ni el estancamiento posterior?).
Aterra pensar que el Gobierno de España piense que este enorme despilfarro de espacio fiscal no es una oportunidad perdida que vendrá a generar mayores problemas en el futuro. La política del avestruz ya generó que España se enfrentara a 2020 con menos capacidad fiscal por haber aumentado gastos y déficit en bonanza.
Más deuda no significa más políticas sociales ahora, significa menos crecimiento, menor fortaleza del empleo y menor crecimiento de la productividad en el futuro. Y lo vamos a sufrir todos, excepto los miembros del Gobierno, que se benefician del reguero de millones para gasto discrecional y burocrático.
¿Bruselas puede rechazar los presupuestos generales? ¿Puede hacer que el gobierno repita los deberes? ¿Qué consecuencias legales puede tener el rechazo? ¿Es posible que Bruselas rechace los presupuestos para evitar un segundo rescate a la griega, viendo las orejas al lobo en forma de deuda astronómica de España, que coincide con la carta a los reyes magos del gobierno y con las pocas ganas de éste para arreglar la situación? Hago estas preguntas porque en en el primer rescate ya estamos metidos, el gobierno va a empeorar la situación aún más con esos presupuestos, hace pocos años tuvimos el culebrón del rescate griego y no sé si la UE quiere pasar otra vez por el trago porque parece que vamos abocados a otro rescate.
Nos endeudan sin que tengamos mecanismos para evitarlo. ¿Qué hacemos?