Las crisis de deuda no ocurren por unas elecciones anticipadas o la maldad de los mercados. Se genera una crisis de deuda cuando se permite durante años el exceso fiscal. Desafortunadamente, cuando salta la crisis, se busca un chivo expiatorio, sean “los mercados” o cualquier otra excusa.
La Unión Europea ha pasado de tener una comisión que garantizaba la responsabilidad fiscal a una que facilita la irresponsabilidad. El último informe presentado es especialmente preocupante porque mira hacia otro lado ante el aumento de los desequilibrios.
Nos debería preocupar una Comisión Europea que saca del procedimiento de déficit excesivo a España a pesar de cerrar 2023 muy por encima del límite (3,66%) y además teniendo en cuenta que el dato de 2023 y las estimaciones vienen dopadas por los fondos europeos y la ratio reducida por tener más inflación que la media de nuestros comparables. Es más, da por válidas las estimaciones de déficit de España calculadas antes de gastar miles de millones en comprar un porcentaje de Telefónica y sin ninguna mención a las promesas de gasto adicional y condonación de deuda e Cataluña o los aumentos de gasto fuera de presupuestos ya acometidos.
España pincha en dos de los tres baremos que mide la Comisión Europea, el déficit de 2023 y el nivel de deuda pública. Solo indica un elemento positivo, las estimaciones del propio gobierno para 2024, pero esas estimaciones vienen maquilladas por los fondos europeos y la inflación. Además, la reducción de la ratio de déficit estimada es tan modesta que se desvanece solo con una bajada de la inflación.
España pincha en dos de los tres baremos que mide la Comisión Europea, el déficit de 2023 y el nivel de deuda pública
¿Por qué ocurre esto? La Unión Europea de hoy no se parece en nada a la de los últimos 20 años. La Comisión Europea de hoy ha comprado el diagnóstico falso de la izquierda sobre la crisis, en el que se culpaba a la inexistente “austeridad” de los problemas del viejo continente. Francia, que tiene un estado gigante, jamás ha aplicado la austeridad y tiene unos impuestos asfixiantes, es ahora el problema.
Algunos achacan la subida del seguro de riesgo de impago de Francia, que se ha disparado un 50%, a la posible victoria de Le Pen en unas elecciones generales, pero no podemos olvidar que el riesgo de impago no se dispara si no se ha acumulado una monstruosa cantidad de deuda.
El problema de Francia es que Macron ha mantenido un déficit insostenible, un gasto desbocado y unos impuestos extractivos, y la economía estancada. Las alternativas son desesperantes. Le Pen promete bajar impuestos, pero a la vez mantener el elefantiásico estado y gasto público, y Melenchon, como explicaba Manuel Valls en un excelente artículo en EL ESPAÑOL, presenta un programa cobarde y destructivo. Es triste, pero en economía, los franceses van a tener que elegir entre terrible, desastroso y devastador. Por eso se centra todo el debate en temas sociales e ideológicos.
Francia es el verdadero enfermo de Europa, no Alemania. Un país que tiene el Estado más grande del mundo y elevadísimos impuestos, el supuesto ejemplo de la socialdemocracia global, y lleva décadas en estancamiento además de acumular un déficit y deuda insostenibles. Francia es la demostración de cómo el Estado pasa de ser un ente facilitador y de cohesión social a una maquina de estancamiento y descontento. Macron promete ahora gastar menos y dejar que los ciudadanos tengan más de su propio dinero, pero me temo que ni cuela. Ha tenido mucho tiempo para adelgazar el Estado y bajar impuestos y no lo ha hecho.
Otro ejemplo de que el gradualismo no funciona y, de hecho, da alas a los extremistas. A propósito, otro buen momento para recordar a todos que Melenchon y su coalición de ultraizquierda antisemita no son “la izquierda” ni “progresista”. Si Le Pen es ultraderecha Melenchon es ultraizquierda antisemita.
Francia es el verdadero enfermo de Europa, no Alemania
Los diferenciales de deuda no suben solo en Francia. La prima de riesgo de España se ha disparado también. Los que dicen que no pasa nada repiten una y otra vez que son diferenciales y primas de riesgo muy bajos, cierto, pero no podemos olvidar que todo esto ocurre en medio de una maquinaria keynesiana en la que el BCE mantiene su aberrante mecanismo “anti-fragmentación” que en realidad es un mecanismo anti-mercado que premia al que incumple su senda de reducción de deuda y que se beneficia del apoyo del BCE con los fondos de los que reducen su deuda. Alucinante.
Que Bruselas salve a España del expediente de déficit excesivo a pesar de cerrar 2023 con un 3,66% del PIB no es una buena noticia. La deuda ha aumentado en los primeros cuatro meses. Según el Banco de España, con los datos de avance, el saldo de la deuda de las Administraciones Públicas según el Protocolo de Déficit Excesivo alcanzó un récord de 1.604 billones de euros en abril de 2024, con una tasa de crecimiento del 5,1% en términos interanuales, más del doble del crecimiento del PIB interanual estimado. Es decir, España no crece, se endeuda.
Según las previsiones de la Comisión, el gasto público de España aumentará un 3,8% en 2024, cifra muy superior a la tasa de crecimiento máxima recomendada (0,4%). “Esto corre el riesgo de no estar en línea con lo recomendado”. Es decir, la Comisión es consciente de que el gobierno está disparando los desequilibrios, que está disparando el gasto público y, encima, la ratio de deuda y de déficit se maquilla por tener más inflación y mayor entrada de fondos europeos.
La Comisión Europea ha dejado de velar por la estabilidad presupuestaria y el control de los desequilibrios para convertirse en una agencia justificadora de la irresponsabilidad fiscal. Si lo disfraza el BCE monetizando deuda, se seguirá perpetuando la inflación y empobreciendo a los ciudadanos. Si no se pone freno, la crisis de deuda ocurrirá gane quien gane en Francia.
La eurozona no es Estados Unidos, el BCE no es la Fed y el euro no es el dólar. La eurozona no puede mirar a la salvajada de déficit y deuda de EE. UU. y pensar que aquí podemos hacer lo mismo. Primero, porque es insostenible en Estados Unidos y terminará perjudicando a la credibilidad del dólar, y segundo porque la eurozona, encima, no crece, ni con tipos negativos, ni con plan Juncker, ni con fondos europeos ni con milagros.
Luego, cuando todo esto salte, dirán que es culpa del mercado.
«Luego, cuando todo esto salte, dirán que es culpa del mercado.» No lo dude. La Comisión Europea, el Parlamento Europeo y el Banco Central Europeo hace tiempo que no son más que remedos intervencionistas de los estados de los propios países. Aplican las mismas «soluciones» a los mismos problemas que montan los propios gobiernos. Esta cerrazón, talibanismo fundamentalista, ecologismo estúpido y salidas de pata de banco de la Comisión Europea la acabaremos pagando y bien. La UE nació coja porque no era una unión de verdad sino un enjuague de intercambio comercial sin unión política ni fiscal. Cada cacique quería seguir mangoneando en su cortijo y lo de salvaguardar la economía quitando aranceles, facilitando la circulación de capitales y de personas se vió como una panacea mientras los políticos siguieran en sus respectivos cortijos, que era lo importante. Y así llegamos a esta situación en la que a saber qué se habrán dicho entre von der Leyden, Sánchez, Macron y Scholz para acabar pasando la mano por el lomo de estos manirrotos inútiles y mirando al tendido mientras el tinglado se desmorona.