La Comisión Europea no puede justificar el despilfarro estructural.
El déficit estructural de España –el que se genera crezcas o no- se ha disparado incluso con ingresos récord por el exceso de gasto y falta de responsabilidad fiscal. El agujero estructural ha pasado de un 2,5% del PIB a casi un 5%, 60.000 millones de euros anuales de mayor endeudamiento, según datos del FMI, el segundo más alto de las grandes economías europeas para 2025.
El déficit estructural es una aberración económica de estados que siempre piensan que gastan poco y usted gana demasiado. Pero, sobre todo, es profundamente antisocial. Es pasar el coste del despilfarro actual a los más jóvenes, que lo pagarán con más inflación, peores salarios reales o más impuestos, o las tres.
La Comisión Europea ha lanzado una propuesta controvertida y que no podemos aceptar porque pone en peligro al euro y blanquea el populismo, permitiendo el exceso de gasto con reglas que perpetúan desequilibrios estructurales.
El error de diagnóstico es evidente. La Comisión Europea ha comprado el falso argumento de que la austeridad fue el problema en la crisis de 2011 y que eso fue lo que disparó los populismos. Primero, cualquier análisis serio muestra que en Europa no hubo “austeridad” sino moderación presupuestaria tras años de exceso. Hablar de austeridad cuando el gasto público alcanzó récord histórico año tras año.
Hablar de austeridad cuando se ha pasado de un gasto público en la eurozona del 45,6% del PIB en 2007 a un 52,4% es simplemente una broma. En España en 2007 el gasto público era un 41% del PIB y en 2017 seguía siendo un 41% del PIB. Se llamó austeridad a una moderación en el ritmo de aumento de gasto.
La política fiscal de la eurozona no ha combatido el populismo. Lo ha blanqueado. En toda la eurozona, y en España en particular, nos encontramos a partidos que se han lanzado a una vorágine de gasto y vanagloriándose de que “en esta crisis se han hecho las cosas de otra manera”.
La Comisión Europea parece confundir dar facilidades para llevar a cabo reformas estructurales con dar barra libre para evitarlas. Y eso es lo que ha ocurrido. Durante los últimos tres años se ha despilfarrado el mayor estímulo fiscal y monetario de la historia para aumentar masivamente el gasto político.
Cambiar las normas fiscales de la UE para que los Gobiernos “negocien sendas individuales de reducción de la deuda vinculadas a reformas e inversiones” es caer en el mismo engaño. Dar la patada hacia delante, permitir que el despilfarro se extienda y cerrar los ojos esperando que esta vez salga bien.
Es aún peor. En el momento en el que se descuentan “inversiones” controladas por los mismos estados que han gestionado de manera atroz el plan Juncker y los fondos europeos están abriendo la puerta a un descontrol mucho mayor.
No sorprende que hayan saltado todas las alarmas. Cualquiera puede entender que condicionar a negociaciones individuales lleva a los Gobiernos a retrasar decisiones difíciles y pasarlas al siguiente que gane las elecciones. Exactamente lo que está pasando en España.
El vicepresidente de la Comisión, Valdis Dombrovskis ha comentado que el objetivo dar “mayor margen de maniobra para la reducción de la deuda, pero combinado con una aplicación más estricta”. Y cualquiera que conozca la eurozona y España en particular sabe que es un incentivo perverso a disparar los desequilibrios en tiempos de bonanza y luego decir que las exigencias son demasiado difíciles.
El gobierno de España dice que las normas actuales se centran en el déficit estructural de un país que es un dato de difícil cálculo que además puede sufrir importantes revisiones. ¿No les parece curioso? Dicen que es un dato complejo y ampliamente revisable los que han disparado el déficit estructural. Es más, si les parece complejo y sujeto a fuertes revisiones ¿por qué no implementan un sistema de control máximo del gasto?
En el centro de todo este engaño se encuentra la falacia de que el déficit se reduce vía ingresos o vía gastos y en la mayoría de los casos con una combinación de ambos. No. El déficit es siempre un exceso de gasto. Porque los gastos son consolidados y anuales y los ingresos –siempre- son cíclicos. Es peor. En España se ha demostrado que cuando hay crisis el gobierno se lanza a gastar para “combatirla” y cuando hay bonanza gasta mucho más de lo que ingresa porque “hay que invertir y crecer”.
Dar siete años a gobiernos despilfarradores para controlar las cuentas es, literalmente, dar barra libre para disparar los desequilibrios fiscales. Siempre van a encontrar una excusa, y en las negociaciones con la Comisión ya han empezado a decir que si el cambio climático etc. Siempre hay una razón para gastar más dinero de los contribuyentes.
La inclusión de la inversión pública es además una forma de hacer imposible que se encaucen las cuentas públicas. La propensión a “invertir” en actividades y empresas sin rentabilidad económica real es elevadísima.
Si no nos damos cuenta de que el exceso público en tiempos de crisis y bonanza lleva a estancamiento, menor inversión productiva y peores salarios reales nos enfrentamos a poner en peligro la estabilidad del euro –ya que se continuaría monetizando una gran parte, y destruyendo el poder adquisitivo de la moneda- y de la eurozona, porque llegará un momento en el que los países que pagan esta locura digan “basta”.
No hay nada más antisocial y antieuropeo que disparar los desequilibrios aumentando la hipertrofia estatal pensando que siempre va a haber otro que pague.
La Comisión Europea debe diferenciar entre apoyar reformas y blanquear el populismo estatista. Y está haciendo lo segundo.
Lo opuesto a austeridad no es crisis. Lo opuesto a austeridad es despilfarro.
Pues ya ve usted que el soviet supremo de la URSE (Unión de Repúblicas Socialistas Europeas) si puede justificar el derroche y hacer que doña Concha von der Leyden le de su bendición. No me podía imaginar que el soviet supremo cayera en lo mismo que Antonio aquí (grazie Antonio), pero después de ver el arrobamiento con que doña Concha mira al excelso Antonio no me extraña nada. Así que siete años para arreglar el desaguisado, que no servirán para nada porque los diez años pasados no han servido para nada. Luego, como los malos estudiantes, se agarrarán a que el profesor me la tiene jurada, es que la asignatura es difícil, es que la abuela fuma, es que … y otra patada hacia adelante y «salga el Sol por Antequera». Qué manera más bonita de cargarse el euro y la propia Unión. El francés arrastrándose ante el dictador Maduro; el alemán «nucleares, no gracias» y ahora «Gas tampoco»; el inglés «más gasto y menos ingresos» antes, ahora «ya veremos»; el italiano y nosotros a gastar que son dos días. A todo esto me ofrecieron en un banco deuda pública para comprarla porque me daban un 2,4%. Ante mi respuesta de que la deuda pública tiene mucho riesgo, el del banco me dice «no tiene riesgo, si la deuda no se paga nunca, mira Grecia». Este es el panorama de esta Unión que no deja de mirarse el ombligo para comprobar si sigue siendo redondo.