«Not a prisoner, I’m a free man and my blood is my own now, don’t care where the past was I know where I’m going out». Steve Harris, Adrian Smith, Iron Maiden.
Dice la vicepresidenta Calviño que «la inflación no es preocupante porque deriva del crecimiento» y Sánchez nos repite que vivimos una «recuperación más justa». Ambas afirmaciones son falsas.
¿Crecimiento? El PIB de España está aún un 7% por debajo de los niveles pre-crisis y eso que se ha inflado vía gasto público y la mayor emisión de deuda en años. A pesar del apoyo sin precedentes de la Unión Europea y del BCE, el Gobierno va a dejar España en 2023 con peores datos fiscales y laborales y mucho más endeudado que en 2018.
¿Recuperación? Rebotar no es crecer.
Los desahucios de primera vivienda de personas físicas aumentan un 242,8% en tasa anual y se sitúan en máximos de cuatro años.
El Banco de España estima que el 25% de las empresas están en situación de insolvencia. Aún más preocupante, el número de empresas de tamaño grande que están en esa situación es del 15,3%.
El coste por hora trabajada disminuye un 3,8% en tasa anual en el segundo trimestre. Es más, el coste salarial registra una variación anual del –2,5% con 15 sectores mostrando evolución negativa y solo tres positivas, según el INE.
Solo tenemos 19,47 millones de afiliados a la Seguridad Social en agosto a pesar del impulso sin precedentes de la reapertura y el apoyo fiscal y monetario de Europa. Una caída de 118.000 con respecto al mes de julio. Además, aún hay 280.000 trabajadores en ERTE. Eso significa que la afiliación real es de 19,2 millones de trabajadores. Seguimos sin recuperar niveles de 2019.
Y eso que las cifras de paro se disfrazan con un aumento de más del 10% anual de la plantilla de empleados públicos a pesar de que el déficit del estado está descontrolado y superará el 8% en 2021 tras el 10,8% de 2020. Y, no olvidemos que el 31 de agosto se destruyeron casi 300.000 empleos. Una cifra muy superior a último día de agosto 2019 y anteriores.
Durante los siete primeros meses de 2021 el gasto total de los turistas internacionales disminuye un 23,2% respecto al mismo periodo del año anterior, en medio de la pandemia.
Tenemos más paro, más deuda, menos salarios, mayores impuestos y más inflación. La recuperación ni es sólida, ni justa ni mucho menos reflejo del crecimiento, que no es más que un rebote endeudado y frágil.
Tenemos más paro, más deuda, menos salarios, mayores impuestos y más inflación. La recuperación ni es sólida, ni justa
La inflación, el impuesto de los pobres, afecta especialmente a las clases medias. La inflación oficial se sitúa en un 3,3%. Eso significa que en España todos los sectores han perdido poder adquisitivo de sus salarios -los que trabajan- entre inflación e impuestos. Pero es que los componentes son mucho más preocupantes. Los costes de los bienes y servicios esenciales se disparan muy por encima del IPC oficial.
La inflación no es una casualidad. Es una política. Se ha buscado de manera agresiva y jaleada desde el poder político, especialmente por los mal llamados socialdemócratas, aumentando de manera desproporcionada la masa monetaria en 2020 muy por encima de la demanda de moneda. No es una casualidad que los precios de bienes que tienen amplia disponibilidad suban tanto como los más sujetos a vaivenes geopolíticos. La inflación es siempre y en todo lugar un efecto monetario. Más dinero yendo a activos cautivos o escasos.
La inflación no es una casualidad. Es una política. Se ha buscado de manera agresiva y jaleada desde el poder político
La clase media en España está siendo especialmente castigada desde la llegada al poder de Sánchez. Primero han subido impuestos al ahorro, al consumo y a la contratación y en unas semanas volverán a subir los impuestos a los asalariados al aumentar las bases mínimas de cotización. A ello hay que añadir la erosión del poder adquisitivo de los salarios y ahorros por la inflación, el impuesto de los pobres.
Muchos dirán que esto hubiera sido igual con un Gobierno de centro liberal, y es falso. El Gobierno es el que fijó los tramos de la tarifa más caros de la historia en las horas de mayor demanda. El Gobierno es el que ha aumentado todos los impuestos indirectos y a la contratación mientras familias y empresas sufrían, y ha sido el gobierno el que ha disparado el gasto político y en asesores mientras las pymes, autónomos y familias sufrían otra crisis brutal.
No podemos olvidar, además, que el Gobierno se beneficia de la inflación en la deuda (le “diluye” ligeramente su endeudamiento) y, sobre todo, recaudando más por impuestos indirectos.
Si ustedes se creen que un Gobierno socialista va a reducir los precios están muy equivocados. El impuesto inflacionario y la voracidad fiscal son elementos esenciales de la estrategia socialista de expropiación callada de la economía. Lo único que hacen es echarle la culpa de los precios a los demás, pero han sido los que más han jaleado la política monetaria inflacionista y los más beneficiados del impuesto escondido que es el precio del CO2 en la luz.
No olvidemos que este Gobierno va a recaudar 2.300 millones de euros por venta de derechos de emisión, 11.000 millones de euros en total de la tarifa y espera tener un año récord de recaudación fiscal liderada por los impuestos indirectos y al trabajo. ¿De verdad se creen ustedes que va a bajar los precios alguien que se beneficia de que suban?
El problema es que el modelo de recuperación por el que ha apostado el Gobierno es extractivo y confiscatorio y especialmente empobrecedor para la clase media, que es la que sufre la doble carga inflacionaria y fiscal de manera más dura.
Por eso en su manifiesto el PSOE pide más impresión de dinero y monetización de deuda (más inflación) y se niega a reducir las duplicidades y gastos innecesarios. Porque aumenta el peso del sector público en la primera fase (monetizar el déficit e inflar el gasto público) y en la segunda (subir impuestos y dejar subir la inflación).
Es por ello por lo que un partido de centro y liberal debe ponerse en las antípodas de la política extractiva socialista. Porque es el empobrecimiento generalizado de la población a beneficio de la burocracia.
No, esta no es la única manera de salir de la crisis y desde luego de justa no tiene nada. Hay que reducir la carga fiscal a empresas y familias y aligerar el gasto innecesario además de defender una política monetaria que no incentive al exceso de deuda y riesgo público mientras erosiona el poder adquisitivo de la moneda. Y hay que hacerlo antes de que nos enfrentemos a una década perdida.
Nos enfrentamos a dos décadas perdidas, no a una, porque desde el 2010, por lo menos, no levantamos cabeza.