“I know you’d rather see me gone than to see me the way that I am, but I am in the life anyway”
Elliott Smith
La esperada falta de acuerdo entre Grecia y la Unión Europea que comentábamos en “El laberinto griego” ha llevado a los inversores a retomar la cautela ante una bolsa que había subido demasiado, demasiado rápido y donde los fundamentales se estaban olvidando. Tanto que los índices periféricos en Europa –excepto Grecia, por razones obvias- y el Ibex se encontraban entre los más caros del mundo.
Mientras se leen titulares como “la prima de riesgo se dispara a 150 puntos básicos” uno recuerda que nos hemos acostumbrado a primas inusualmente bajas y ahora esos 150 puntos básicos nos parece un mundo cuando hace nada eran 500.
¿Se dan cuenta? Siempre acusamos a los mercados de una cosa y la otra cuando baja la bolsa o sube la prima de riesgo o las materias primas pero nos convencemos inmediatamente de que los máximos históricos son un nuevo paradigma y no sabemos reaccionar. Somos capitalistas al alza y comunistas a la baja.
Europa lleva una década de estancamiento en la que se niega a acometer las reformas necesarias, le echa la culpa de sus males a los que hacen las cosas bien
Pero en realidad… ¿Qué ha pasado?. Nada, solo bajar el efecto placebo del gas de la risa monetario.
– Grecia no llega a un acuerdo con la UE, previsible, y esto se va a eternizar –como ha ocurrido con el país heleno desde antes de entrar en la UE, por cierto-. Normalización de expectativas en Europa, menos euforia “buy the junk” (compra basura, que sube mucho).
– La Reserva Federal va a subir los tipos de interés. Dólar fuerte, materias primas a la baja, mercados emergentes en dificultades.
El sábado en el Forex Day de Madrid una inversora minoritaria me decía que era “muy buena a la hora de comprar pero muy mala a la hora de vender”. Pues bien, este entorno actual nos da la oportunidad de revisar carteras.
Recomendaciones esenciales: No tengan prisa. Europa hace siempre los mayores esfuerzos por recordarles a los inversores internacionales que es “uninvestable” (imposible de invertir). Cada vez que un apoyo del Banco Central Europeo o se publican unos datos medio positivos, parece que en Europa invocamos a nuestro demonio interior para volver a hundirnos en la autocomplacencia y el estancamiento.
Aunque nada ha cambiado de manera sustancial, las valoraciones en Europa son demasiado ajustadas para pensar que “lo malo está descontado” y hay poco grado de sorpresa y optimismo cuando volvemos a cometer los errores de 2009 y pensar que ya no hay que hacer nada más.
Europa lleva una década de estancamiento en la que se niega a acometer las reformas necesarias, le echa la culpa de sus males a los que hacen las cosas bien, como los niños malcriados a los buenos estudiantes. Se lanza al consenso de los mediocres en cuanto un país destaca y se abraza a los unicornios de los errores del pasado, para repetirlos. ¿Planes de estimulo inútiles? Repetir. ¿Gasto publico disparado?. Repetir. ¿Banca pública? Repetir. Luego, la culpa, como siempre, es de Merkel.
Cada vez que se publican unos datos medio positivos, parece que en Europa invocamos a nuestro demonio interior para volver a hundirnos en el estancamiento
Las preocupaciones de inversores ya no son solo Grecia, o EEUU…. Ha entrado en juego la incertidumbre sobre las elecciones en España, como comentábamos en El Confidencial.
Con la arrogancia del que jamás ha invertido ni creado empleo ni valor, nuestros populistas de todos los lados nos dicen “los inversores se tendrán que adaptar a lo que decida el gobierno” y “mejor estaremos”. Como si nos sobrara el dinero. Como si los inversores estuvieran obligados a invertir en nuestro país. Como si tuvieran que estar obligados a discernir qué parte de las promesas y amenazas de nuestros políticos son ridiculeces y cuales son ciertas. Pues se van a otro sitio.
Ningún político jamás ha cubierto con su dinero o con otros proyectos el valor y empleo que destruye con sus normas entorpecedoras. Le echa la culpa al inversor por no aceptar el honor de dejarle arriesgar su dinero en el país y crear empleo. España, por ejemplo, ha perdido 22 puestos en el índice de libertad económica y eso, que debería ser un titular alarmante para cualquier partido, ciudadano o empresa, nos da igual.
No, las cosas no han cambiado drásticamente, pero ya hemos vuelto a poner en Europa y España el cartel de “imposible de invertir”. Hasta que no quede claro que no va a ser un riesgo de estancamiento, seamos cautos.