“If You´re Drowning You Don´t Clutch No Straw” Deep Purple
Uno de los ejemplos de que el Banco Central no imprime crecimiento lo tenemos en Francia.
Los países europeos corren el riesgo de apostarlo todo a la política monetaria, y equivocarse, como en 2008-2010.
Si recuerdan, el BCE aumentó su balance en 1,5 billones de euros, compró deuda soberana –española entre ellas- y Europa se embarcó en un plan de “estímulo” superior al 1,5% del PIB de la Eurozona. El resultado ya lo conocemos. Caer en la complacencia, parar las reformas y lanzarnos gustosamente a otra recesión, destruyendo 4,5 millones de puestos de trabajo en el camino.
La OCDE vuelve a alertar sobre Francia, y los últimos datos de crecimiento no son positivos. Por dos razones, la economía sigue estancada a pesar del “bazooka” de Draghi, y los desequilibrios se perpetúan. Los organismos internacionales estiman que Francia tendrá dificultades para alcanzar sus previsiones para 2017.
Y para España Francia es muy importante. No solo es nuestro principal mercado de exportaciones, sino que la balanza de pagos exterior con Francia es positiva para España –les exportamos unos 7.600 millones de euros más de los que importamos del país galo-.
El problema de Francia sigue siendo el mismo de siempre. Anunciar reformas que sólo se cumplen a medias y mantener unas rigideces que afectan a su patrón de crecimiento.
Como explico en Viaje a la Libertad Económica, la paradoja es que mientras los políticos y medios hablan constantemente de la necesidad de “reformar”, todo permanece intocable, estático, con un crecimiento anémico y un paro estructural alto, del 10,5%, del cual el desempleo juvenil es cercano al 26%.
Parte del problema es un sector público que supera el 22% de la fuerza laboral y supone casi el 48% del presupuesto, con uno de los mayores gastos públicos de la OCDE –el séptimo mayor del mundo- del 57% del PIB.
Mientras políticos y medios hablan constantemente de la necesidad de “reformar”, todo permanece intocable, estático, con un crecimiento anémico
La otra parte del problema es que, para financiar ese enorme gasto público, se acude a subidas de impuestos, que ya suponen el 48% del PIB, que afectan al crecimiento, la creación de empresas, empleo y la competitividad.
Esto ha llevado a que, a pesar de subidas de impuestos, el objetivo de déficit no se vaya a cumplir, y la economía, tras un primer trimestre esperanzador, haya caído de nuevo en el estancamiento que lleva desde 1999.
Francia no solo ha visto sus exportaciones perder peso mundial, sino que su vecina Alemania se lanzaba a un récord histórico de superávit comercial mientras reducía el desempleo a niveles de la considerada “tasa natural”. Es decir, casi al pleno empleo.
Es impresionante ver la diferencia entre Alemania y Francia, que tenían similares estructuras a principios del 2000.
Alemania ha pasado de déficit a superávit comercial de más de 240.000 millones, con déficit fiscal cero, un paro a mínimos históricos del 4,7% y aumentando su cuota de mercado de exportaciones globales. Francia ha perdido cuota de mercado en exportaciones, según la OCDE y sigue con déficit fiscal y comercial superior a los objetivos fijados.
Un mercado laboral extremadamente rígido hace que la temporalidad y precariedad, que tanto criticamos en España, sea extremadamente alta comparado con las grandes potencias, a pesar de gastar casi el 3% del PIB en políticas de empleo.
Francia es uno de los países más ricos del mundo y compararse con la periferia es un error, con quien debe compararse es con los líderes globales. Y ese estancamiento económico es una receta que no debemos exportar, y que Francia puede y debe cambiar. Según la OCDE es el segundo peor país de la organización en crecimiento del PIB per cápita desde 1999, tras Italia.
Francia ha adoptado un modelo intervenido, inflexible y en muchos países de Europa nos empeñamos en copiarlo. Mientras los medios de comunicación hablan constantemente de Alemania imponiendo su modelo, a mí me parece evidente que el modelo que se implementa en gran parte de Europa es el francés. Un sistema demasiado rígido e intervenido que ni consigue proteger ni crecer.
Francia es un país rico, educado y con enorme potencial que podría crecer al 2,5% anual con una política de atracción de capital y flexibilización
Cualquiera que viaje por Francia solo ve oportunidades. Es un país rico, educado y con enorme potencial que podría crecer al 2,5% anual con una política de atracción de capital y flexibilización. Es una pena que, teniendo cerca modelos de flexibilidad y apertura de éxito, no los adopte.
Para España, que Francia vaya bien es esencial. Si Francia creciese al nivel de Alemania la aportación al PIB español por su parte de la balanza exterior se podría duplicar.
El riesgo para España, y para toda la Unión Europea es doble:
– Que Francia siga obstinada en mantener un modelo de estancamiento y deuda, que terminará por afectar también a su estado del bienestar por imposibilidad de financiarlo si no crece.
– Que los países de Europa se relajen y copien ese modelo dirigista y nos unamos en la solidaridad entre los incumplidores de 2008 a 2012. Y creemos juntos, como el coro de Nabucco, otra gran crisis europea.
Francia puede salir de la crisis y emerger, como hizo Alemania, como una potencia que crezca y supere a sus comparables. No lo va a conseguir manteniendo una estructura estatal obesa y negando sus desequilibrios.