“Send lawyers, guns and money, lord get me out of this”. Warren Zevon.
Durante toda la campaña electoral van ustedes a escuchar que España recauda poco y que las grandes empresas o “los ricos” no pagan. Sin embargo, y como siempre ocurre, es totalmente incorrecto.
Primero nos dicen que hay que armonizar impuestos en las comunidades autónomas. Pero claro, armonizar, en diccionario PSOE-realidad, significa “subir”. Es curioso, porque si quieren que todos los impuestos estén centralizados y decididos desde Madrid es que quieren que desaparezcan las comunidades autónomas, porque poca autonomía puede darse si solo existen para gastar más y subir impuestos.
Pero lo más interesante es que el gobierno en funciones, cuando habla de “armonizar” no incluye el País Vasco, Navarra o Canarias. Es decir, no se trata de armonizar, sino de subirles los impuestos a un par de comunidades.
La falacia de financiar enormes aumentos de gasto político con subidas de impuestos a “los ricos y grandes empresas” ya la hemos desmontado en varias ocasiones en esta columna. Lo paga usted.
En el centro de todo este problema se encuentra algo que ya hemos repetido muchas veces. España no tiene una presión fiscal baja. España recauda un 11% menos que la media de la Unión Europea porque tiene el doble de paro, empresas mucho más pequeñas y débiles y más economía sumergida.
Al calcular la “presión fiscal” (ingresos fiscales sobre PIB) se lleva a cabo el error porque se incluye en el PIB la economía sumergida que no contribuye y se ignora el enorme diferencial de paro y de tejido empresarial con otras economías. Así, el esfuerzo fiscal de ciudadanos y empresas que contribuyen se dispara mientras los políticos nos repiten que se recauda “poco”. Y en vez de atacar la economía sumergida y el paro, atacan a los creadores de empleo y ciudadanos, creando una espiral descendente en la que siempre nos suben los impuestos y luego dicen que se recauda poco.
El estudio publicado por el Instituto de Estudios Económicos y la Tax Foundation como parte de su Índice de Competitividad Fiscal Anual muestra claramente la realidad de una fiscalidad en España que está muy lejos de ser competitiva y que además es muy superior a la media de la UE y la OCDE. En una presentación realizada por Gregorio Izquierdo, director del Instituto de Estudios Económicos, se mostraban unas conclusiones francamente desalentadoras:
-La mayoría de los países nórdicos (Finlandia, Noruega, Suecia) tienen una fiscalidad más competitiva que la española en cuanto a empresas, creación de empleo y capital y en fiscalidad de la propiedad. Lo que siempre nos ocultan de los países nórdicos es que recaudan más fundamentalmente porque tienen un IVA más alto y homogéneo.
-El Impuesto de Sociedades supera los promedios observados en la OCDE, la UE-28 y el conjunto de las economías del mundo. La falacia de que las grandes empresas no pagan impuestos viene de sumar a los beneficios en España los generados –y tributados– en el resto del mundo y llegar a un resultado falso. La realidad es que los grandes grupos pagan un 18,96% y las entidades financieras en su conjunto un 22,43% sobre su base imponible, según datos de la AEAT. Los seis grandes bancos pagaron un 31% a Hacienda en 2018. Santander tuvo un tipo del 35,4%, seguido de BBVA, con un 27,2%; Bankinter, con un 27%; CaixaBank, con un 25,4%, Bankia, con un 24,2%, y Sabadell, con un 20%.
-En impuestos directos e indirectos España está en el puesto 14º de la lista de competitividad fiscal, mientras que los impuestos a la propiedad nos llevan al puesto 32.
-Nuestro país caería cinco puestos en el índice de competitividad fiscalsi se aplicase la batería de nuevos impuestos anunciados por Pedro Sánchez, tras haber conseguido mejorar algunos puntos hasta el puesto 23 en los últimos años.
-La presión fiscal que soportan las empresas en España es 1,2 puntos porcentuales superior a la de la media de la Unión Europea. La presión fiscal normativa derivada de la carga del Impuesto de Sociedades es un 16% superior a la media de la Unión Europea.
-España tiene una presión fiscal normativa que es un 8,1% superior a la media de la Unión Europea y muy superior a la media de la OCDE.
Todo esto lo sabe perfectamente el contribuyente, el empresario y todos los creadores de empleo. La fiscalidad española no solo es poco competitiva con respecto a nuestros socios y vecinos, sino que supone un escollo a la mejora del patrón de crecimiento, la creación de empleo, al aumento de la inversión y a la fortaleza del tejido empresarial. Lo peor es que, encima, una fiscalidad no competitiva significa menores ingresos y mucho más cíclicos.
Los que miran la fiscalidad desde un punto de vista exclusivamente recaudatorio deberían llevarse las manos a la cabeza ante la evidencia de los miles de millones de euros de recaudación que se pierden por pérdida de competitividad y de atractivo inversor. En vez de buscar maneras ingeniosas de culpar y expoliar a los que contribuyen y generan riqueza, deberían pensar en la fiscalidad como instrumento para atraer inversión y empleo. Pero cuando lo que se busca no es el progreso, sino el control, eso no importa.
Lectura adicional:
Índice de competitividad fiscal 2019.
Presentación del Estudio sobre España.
At a Loss: The Real and Reporting Elasticity of Corporate Taxable Income.
Will It Hurt? Macroeconomic Effects Of Fiscal Consolidation.