“It is hard to imagine a more stupid or more dangerous way of making decisions than by putting those decisions in the hands of people who pay no price for being wrong” Thomas Sowell
Tenemos un gobierno que es incapaz de cumplir su propia estimación de un trimestre, pero sabe exactamente lo que va a pasar dentro de 30 años. Fascinante.
Ante la desastrosa gestión de la pandemia, los terribles datos de paro y la mayor destrucción de empresas, el gobierno ha sacado la carta de inventarse el futuro color de rosa. Pero para su futuro rosa primero hay que pasar por caja, que viene atraco fiscal. El gobierno dice, desde su infinito paternalismo, que este es un documento de “dialogo nacional”. El Plan 2050. Un dialogo fascinante, ya que no ha contado con nadie de la oposición, de la empresa o de los autónomos.
Un factor esencial para prepararse adecuadamente para el futuro es estudiar el entorno y ser más flexible, más innovador y conocer a la perfección tu posición competitiva.
El Plan 2050 empieza fallando al situar a España en una posición ficticia. España es menos del 0,9% de las emisiones del mundo y, por lo tanto, el dirigismo de prohibición y expolio fiscal que plantea el plan es innecesario y contraproducente. Prohibir vuelos nacionales, subir impuestos a billetes de avión, subir tasas a vehículos y subir impuestos y el precio del agua son medidas que harán morirse de risa a China y muestran esa megalomanía y falta de análisis de la realidad del país en el contexto global que suele impregnar a tantos estudios teóricos.
Es importante también alinear los intereses del país y sus gobernantes claramente.
El plan no puede tener como objetivo la excelencia académica y avanzar exponencialmente en el ranking PISA cuando el gobierno acaba de lanzar una Ley Celáa que ataca a esos objetivos de manera inequívoca. Lo mismo ocurre con los ambiciosos objetivos de crecimiento de productividad. Un gobierno que constantemente subvenciona gasto improductivo y penaliza fiscalmente la alta productividad está trabajando en contra de los planes que anuncia a bombo y platillo. Cuando habla de empleo y mercado laboral, el objetivo del plan de nuevo choca con el deseo explícito de la ministra Díaz de volver a la legislación laboral de los 80, con niveles de paro incluso superiores a los actuales (entre 17 y 24%).
Es también importante conocer tus debilidades.
Hasta el documento reconoce, aunque tímidamente, que el exceso de burocracia en España limita el crecimiento empresarial y de la productividad. De nuevo, la política de Sánchez contrasta con esos objetivos tan ambiciosos, al continuar aumentando el enorme gasto político innecesario y mantener el gobierno más caro de la historia.
¿Qué vamos a decir de las enormes expectativas sobre tecnología viniendo de un gobierno que ataca a las tecnológicas con impuestos específicos y cercena la posibilidad de crecimiento de las start-ups con enormes barreras fiscales y burocráticas?
Lo único que nos queda claro al leer el documento es que, para conseguir esos ambiciosos objetivos debemos echar urgentemente al PSOE y Podemos del poder e ignorar lo que propone el plan.
Para preparar el futuro hay que tener los cimientos sólidos y la estructura de nuestra casa en orden. No se puede hablar de 2050 cuando en 2019 el gobierno ya disparaba el exceso de gasto, aumenta en 2021 el déficit estructural y exilia al talento y el capital con una fiscalidad extractiva y confiscatoria.
Para toda esta batería de medidas dirigistas el gobierno se esconde, como siempre, detrás de unos expertos que elige cuidadosamente para que lleguen a un acuerdo “transversal” que sea, en realidad, exactamente lo que quiere escuchar el gobierno. El viejo sesgo de confirmación.
Se proponen objetivos muy bonitos con los que cualquiera está de acuerdo, pero al no concretar cómo o hacerlo de manera vaga, usa la propaganda para hacer creer al ciudadano que los que se opongan estarán en contra de aumentar el empleo y el crecimiento.
Al poner el documento como un trabajo de 200 expertos nos quieren hacer creer que si no estamos de acuerdo con su contenido estamos en contra de la ciencia y la experiencia. Sin embargo, al excluir a la empresa, a los creadores de empleo y los que realmente invierten del proceso se convierte poco más que en un estudio teórico de poco valor práctico real.
No existe en el Plan 2050 una sola referencia a eliminar gasto inútil y reducir la administración, a pesar de hablar del enorme impacto de la tecnología en los procesos. La robotización y la inteligencia artificial no tocan la estructura administrativa.
Sorprende que no haya ningún comentario de los expertos alertando del impacto negativo en empleo e inversión de las enormes subidas de impuestos que proponen. Ningún experto que venga de la empresa asumiría que no hay impacto negativo. Pues bien, el “Plan 2050” solo asume beneficios y efectos multiplicadores más que cuestionables de una brutal batería de gasto, prohibiciones y subidas de impuestos como la que se destila del plan.
Tampoco se hace la más mínima referencia al efecto desplazador del aumento del peso del estado en el acceso a crédito y financiación de la economía productiva real. Sorprendente.
Es todavía más sorprendente que un documento que despliega más de 200 páginas de referencias académicas y supuestamente científicas no incorpore ni una sola referencia de organizaciones empresariales, estudios de organizaciones liberales especializadas en fiscalidad o de autónomos, ni tampoco una sola explicación de cómo se ha llegado a un cálculo de multiplicadores más que cuestionables para llegar a esos objetivos a largo plazo.
El Plan 2050 disfraza de detallado informe académico lo que no deja de ser un programa electoral que se denomina a sí mismo transversal, pero solo asume en sus propuestas los argumentarios de la izquierda.
Cualquier profesor universitario suspendería este Plan 2050 por inflar artificialmente la bibliografía con 200 páginas de referencias en su mayoría indicativas o inútiles y que no están más que para intentar dar un barniz académico a lo que es, en sus propuestas, una colección de brindis al sol.
Prohibición, intervencionismo, dirigismo y altos impuestos. Ese es el resumen de las medidas del plan lanzado como una base, un punto de partida para lo que el gobierno llama “dialogo”. El problema es que ni es una base ni un punto de partida porque la premisa es equivocada. Si un atleta quiere alcanzar una meta ambiciosa en una carrera de obstáculos, nunca se pondrá un traje de buzo y dos cubos en los pies. Ninguno de los objetivos enunciados se va a conseguir desde el socialismo, el intervencionismo y el expolio fiscal.
En su libro “The Plans That Failed” (2013) Andre Steiner explica que la «nueva» sociedad de la Alemania Comunista (la RDA) se concibió deliberadamente como un contramodelo del sistema liberal y regulado por el mercado. Este sistema alternativo resultó un fracaso y la economía planificada está completamente desacreditada hoy. Sánchez y Redondo no se han enterado.
El Plan 2050, además, muestra la razón por la cual la izquierda pierde cada vez más apoyo de los trabajadores: Se ha entregado a un modelo dirigista dictado desde las élites. Un modelo diseñado por multimillonarios y sectores rentistas desde una perspectiva Gramsciana, donde dichas élites tienen que decirnos cómo comportarnos y qué es bueno para nosotros, paternalista y edulcorada. Fastidiarte, arruinarte y amordazarte por tu bien. No tendrás nada, pero serás feliz.
Primero, presenta un futuro apocalíptico, distópico y luego presenta una especie de Mundo Feliz de Huxley donde la intervención mágica del gobierno y su cohorte reparte felicidad, crecimiento, empleo de calidad e innovación tecnológica futura. Pero, antes… Un hachazo de impuestos y prohibiciones. No tendrás nada, pero tampoco serás feliz… Y cuando no lo seas, no podrás quejarte.
Si España quiere conseguir ser líder en crecimiento, empleo, tecnología y excelencia educativa puede hacerlo, y lo hará gracias a sus empresas, autónomos y familias porque tenemos todos los ingredientes para hacer un plato exquisito de futuro. Solo hay un ingrediente que estropea la receta: el socialismo. Sin socialismo, la España líder de 2050 se conseguirá sin problema.
Ya saben en Moncloa lo que tienen que hacer. Apartarse.
De buenas intenciones está el infierno lleno. El documento presentado por Sánchez como Plan 2050 (“un gran dialogo nacional”) es una colección de lugares comunes y brindis al sol cubierto con un débil revestimiento aparentemente científico y académico. Utiliza la excusa del academicismo para colar una agenda de intervencionismo, prohibiciones y altos impuestos y lo llama “dialogo”.
Es un insulto a los españoles, familias, empresas y autónomos, que han sufrido un 2020 durísimo y a los que no solo les han subido los impuestos, arruinado y encerrado, sino que encima el gobierno les viene con propaganda paternalista.
El objetivo del documento es claro: Al proponer objetivos estilo brindis al sol con los que cualquiera está de acuerdo, pero no concretar cómo, busca usar la propaganda argumentando que quien se oponga está en contra de aumentar la productividad, el empleo y el crecimiento.
Es maquiavélico. Si no aceptas su punto de partida, por ejemplo, que la baja productividad de España es por los bajos salarios y la pobre competitividad de las empresas (pág. 53), que es una falacia, entonces es que te niegas a dialogar y no quieres que aumenten los salarios y el empleo.
Mucho más que maquiavélico. Al poner el documento como un trabajo de 200 expertos nos quieren hacer creer que si no estamos de acuerdo vamos en contra de la ciencia y la gente que realmente sabe. Curiosamente, estos expertos llegan a la misma conclusión sobre lo que es bueno para el país y es, casualidad también, que se aplique el programa del PSOE.
No hay una sola referencia a eliminar gasto inútil y reducir la administración. Solo habla de “modernizar” y “aumentar la eficiencia” pero no da un solo dato. No tiene, sin embargo, reparo en encontrar medidas muy claras para los demás. Prohibir vuelos nacionales, imponer tasas por hora de uso de vehículos…. Y subir impuestos. Eso sí, ningún comentario de los expertos alerta de que esas subidas de impuestos puedan tener un grave impacto en empleo e inversión.
Es curioso que un documento que presume de más de 200 páginas de referencias académicas y científicas no incorpore ni una sola referencia a la metodología de cálculo empírica de sus pretensiones de objetivos a largo plazo. Es decir, reviste de sesudo informe académico lo que no deja de ser un programa electoral que se denomina a sí mismo transversal, pero, oh sorpresa, solo considera los argumentarios de la izquierda. ¿Dónde están Alesina, Deaton, Sowell, Mises, Hayek, Norberg, De Soto, Shellenberger, Rogoff, Reinhart, etc? Es más, cuando cita a Acemoglu y muchos otros autores no es como demostración o explicación de una propuesta y su eficacia, sino como referencia tangencial. Las 200 páginas de referencias recibirían un suspenso en un trabajo académico por inflar la bibliografía para nada.
Prohibición, intervencionismo, dirigismo y altos impuestos. Ese es el resumen del plan lanzado como una base, un punto de partida para lo que el gobierno llama dialogo.
200 medidas que en realidad no incluyen concreción excepto para maniatar y amordazar a los ciudadanos. Más impuestos, completar pensiones con planes de empresa (a pesar de que anuncia grandes aumentos de impuestos), prohibición de vuelos cortos y tasas (más impuestos) por hora de utilización de coche.
“Este grupo ha trabajado durante casi un año de manera altruista y totalmente independiente, debatiendo, estudiando y movilizando todo el conocimiento científico disponible para arrojar luz sobre los grandes desafíos estructurales que España deberá afrontar y superar en las próximas décadas si quiere converger con los países más avanzados de la UE”. Con estas frases tan grandilocuentes nos intentan convencer de que se incorporan todas las opiniones y análisis, mientras elimina toda referencia a cualquier pensador que no compre su dogma. Es más, la única referencia es a haber “mantenido reuniones” con “especialistas de organismos internacionales como el Banco Mundial”.
Lo más preocupante no es que el gobierno de España mueva todo su aparato de propaganda para un documento de buenas intenciones que no ha utilizado para nada la experiencia de las empresas y la realidad de los creadores de empleo y emprendedores, lo que es realmente preocupante es que en Moncloa estén convencidos de que este documento es un ejercicio transversal y un pilar básico para el acuerdo.
El problema principal es que nos intenten hacer tragar con ruedas de molino. España es un 0,9% de las emisiones de CO2 del mundo. Que los expertos piensen que eliminar vuelos nacionales y freír a impuestos a los ciudadanos es la solución a los problemas climáticos con los que nos asustan en la introducción es simplemente alucinante.
Que ninguno de los expertos siquiera haga un análisis medio serio de desplazamiento de crédito y rentas de las medidas anunciadas ni considere que el aumento de impuestos va a suponer un escollo a empleo e inversión nos explica mucho del documento. Que no haya una sola voz que cuestione que la creación de organismos públicos para todo que propone el documento no es la solución más eficaz también es más que sospechoso.
España en 2050 será un gran país, entre otras cosas porque este documento se quedará como lo que es, una colección de ideas sin concreción, y porque ni Sánchez ni Redondo estarán en Moncloa.
España en 2050 será un gran país gracias a sus emprendedores, empresas y autónomos, a las familias y a la realidad de que, si abandonamos el dirigismo que quiere Sánchez, llegaremos a nuestros objetivos antes y mejor.
España necesita más libertad y menos intervencionismo. Lo contrario de lo que propone Sánchez.
La frase de Thomas Sowell no tiene desperdicio. Hayek también dió a entender lo mismo en uno de sus libros. Si aquí se escaquea hasta el gobernador del Banco de España en el asunto de las preferentes o las Cajas, cuanto no va a escurrir el bulto el gobierno y su presidente. Tenemos el ejemplo de Zapatero y su plan E. ¿Le pasó algo a él después de dejar arruinado el país? Nada de nada.
El resto del cuento de «Antoñita la fantástica» es como el que hace un informe sobre la inmortalidad del cangrejo y cita en la bibliografía a Einstein, Bohr o Hawking. Lo malo de esto es que lo van a pagar nuestros hijos. Por lo menos uno de los míos ya se fue a un país serio.
Y no será que quieren que miremos al horizonte para que no veamos que estamos sobre escombros de un país en ruinas,creo que perder un solo segundo a discutir las sandeces de quien no es capaz de dirigir el país hoy,es seguirle él juego al señor Sanchez.
He hecho varios intentos de leer el Mundo Feliz de 2050 pero tengo que confesar que es malo, muy malo, no sólo argumentalmente sino con poca inventiva, cómo es posible pasar a la IA en un país donde muchos pueblos están con el 2G, de acuerdo con el análisis de Daniel Lacalle y como propone algún comentario es hora de pensar en la emigración. Me consta que los autores del informe han trabajado honestamente y ad honorem pero ha faltado la crítica a los planteamientos falsos y a los fines absolutamente inalcanzables vista la situación de partida y el gobierno que tenemos.