La semana pasada se firmó el acuerdo de comercio transpacífico entre EEUU y once países, conocido como TPP. Abarca a cerca del 40% de la economía mundial y casi un 44% del comercio mundial, y beneficia a 650 millones de personas. Se estima que generará un efecto positivo de un 2 al 3% del PIB de los países involucrados y un aumento de la renta per cápita de hasta un 10% en las naciones menos ricas. Un acuerdo de tal magnitud debe servir de ejemplo a la Unión Europea para acelerar la aprobación del tratado bilateral con EEUU (el llamado TTIP).
Para Europa, el TTIP supondría la oportunidad de dejar atrás la crisis y recuperar el crecimiento y cuota de mercado en el comercio internacional. Según el análisis del Instituto de Estudios Económicos supondría más empleo, más actividad económica, y mejoras salariales. Las cifras, conservadoras en mi opinión, merecen resaltarse.
El PIB español crecería un 0,7% adicional al año, y se generarían hasta 335.000 nuevos empleos en los cinco primeros años, además de aumentar las exportaciones a EEUU.
Los críticos del TTIP hablan de secretismo cuando la web de la Unión Europea tiene decenas de documentos detallados sobre el acuerdo. Y es porque confunden democracia y transparencia con intervencionismo. Todo lo que reduzca la burocracia les aterra. Dicen que va contra la soberanía cuando garantiza el cumplimiento de la ley y evita la discrecionalidad y abuso político. Los tribunales de arbitraje existen ya en todo el mundo para que las normativas se cumplan.
El TTIP no beneficia a las multinacionales, sino a las PyMEs exportadoras. Las multinacionales no necesitan acuerdos bilaterales porque pueden costearse abogados y asesores para entender las exigencias administrativas de los países. Los que se benefician de la armonización son los que no pueden pagar esas facturas. Acusar de ir contra el medio ambiente es cuando menos infantil, ya que la legislación europea no se vería afectada.
Es curioso, los críticos del TTIP en EEUU dicen que supone introducir rigideces e intervencionismo europeo y aquí dicen que va a ser la ley del Oeste. La realidad es que el comercio y el empleo mejorarían y que la historia de los tratados bilaterales ha sido un éxito en mejora de calidad de vida y prosperidad. Pretender exportar más pero imponer barreras en casa es ridículo. El proteccionismo solo genera estancamiento.
@la razon
Merece la pena leer este detallado informe que desmonta los mitos y muestra los beneficios del TTIP aquí
Apreciado Enrique:
Estoy de acuerdo con los conceptos de fondo que defiendes en esta entrada, pero hay un tema que has dejado de lado, y que merece comentarse. El TTIP puede suponer sobre el papel una medida de liberalización y empuje para la exportación de algunas pymes, pero hay todavía muchas medidas en destino (normativa FDA, normativa USDA…) que va mucho más allá y que no imposibilita legalmente, pero sí limita o prohible físicamente, la entrada en Estados Unidos de muchos de nuestros productos, que, por otro lado, son perfectamente legales en territorio europeo.
Esto, que parece una boutade, es la verdad con la que mucho pequeño y mediano empresario español se encuentra cuando quiere exportar. Y que conste que no te pongo los ejemplos de Brasil (por su endogamia eterna) o de Rusia (por sus vaivenes legalistas arbitrarios), por ejemplo, sino Estados Unidos, la supuesta cuna del liberalismo económico.
En resumen, TTIP sí, pero no confiemos que vaya a resolver todos los problemas… Queda mucha letra pequeña todavía.
Un saludo,
Daniel, me llamo Daniel. Un saludo
Mil disculpas; fue un lapsus linguae.
Sr. Lacalle,
Admiro su trayectoria de éxito y sacrificio y le animo a que siga divulgado su valioso conocimiento, que sin duda es el mejor antídoto contra los numerosos argumentos liberticidas que se esgrimen en España.
Un saludo.