«Say something, dammit! You are in Television!». Ed Harris, The Truman Show.
Los contribuyentes de Europa deben saber que los ciudadanos españoles no despilfarramos y malgastamos los fondos europeos. Es el Gobierno el que lo quiere hacer.
El plan presentado por Pedro Sánchez es una falta de respeto al esfuerzo y dinero de los contribuyentes de nuestros socios europeos, que es lo que Sánchez e Iglesias quieren gastarse sin control.
Unos fondos que las empresas y autónomos españoles necesitan con urgencia y que se pretenden repartir de manera dirigista y política. ¿Lo rechazará la Unión Europea? No lo sabemos. La UE raramente actúa de manera preventiva… y luego pasa lo que pasa: estancamiento, deuda y despilfarro.
El plan presentado por Sánchez a bombo y platillo el miércoles es una colección de vaguedades, promesas imposibles y brindis al sol sin precedentes. Nunca en la historia de nuestro país se había organizado un espectáculo propagandístico tan lamentable. ¿Se imaginan ustedes si lo hubiera hecho Rajoy con el Plan Juncker o Zapatero con el Plan de Crecimiento y Empleo Europeo de 2009?
La promesa de crear 800.000 puestos de trabajo en tres años nos recuerda a vaguedades similares del pasado, desde los 800.000 prometidos por González al «pleno empleo» vaticinado por Zapatero, que se quedaron en nada.
La promesa de crear 800.000 puestos de trabajo en tres años nos recuerda a vaguedades similares del pasado
Lo peor, además, es que, en el afán propagandístico de dar cifras aparentemente positivas, se han olvidado de que aún tenemos 730.000 empleos en ERTE y casi 700.000 parados más que en febrero. Es decir, no solo «promete» una cifra mas que cuestionable en su credibilidad, es que encima su plan supone crear mucho menos empleo de lo que creaba España en el periodo 2012-2018, por ello mantiene en sus propias estimaciones una tasa de paro en 2021 superior al 17%.
Solo para darles una idea, el Gobierno de Zapatero anunciaba en 2009 una creación de 400.000 puestos de trabajo con un plan extraordinario de infraestructuras de 16.000 millones de euros anunciado por Fomento y financiado por el BEI.
Sánchez piensa movilizar casi 10 veces esa cifra y solo «crear» 800.000 empleos que, encima, ni se crearon entonces ni probablemente se crearán.
Sánchez nos repetía el miércoles que «jamás» se habían movilizado tantos recursos. Y, de nuevo, se olvidaba de los 185.000 millones de euros movilizados en la crisis de 2008 hasta 2011 por el gobierno de Zapatero.
Se olvida del plan de José Blanco, 250.000 millones de euros del Plan Estratégico de Infraestructuras y Transportes (PEIT) ya en marcha desde 2006. Se olvida del Plan Juncker, etc. Y, sobre todo, se olvida de su altísimo impacto en deuda y bajísimo efecto positivo en empleo y crecimiento.
Otro elemento que nos sorprende es el francamente hilarante multiplicador macroeconómico que se han inventado para este plan.
Anunciaba el presidente un impacto económico que aumentaría un 2,5% el PIB anual (sí, anual) por este plan, algo así como el milagro de los panes y los peces versión Sánchez.
Hagan ustedes los cálculos. Tenemos la evidencia empírica del pasado que el efecto multiplicador del gasto público es cero o incluso negativo en economías endeudadas y abiertas. La evidencia empírica de los últimos 15 años muestra un rango que, cuando es positivo, se mueve entre 0,5 y 1 como máximo… Y en la mayoría de los países del sur de Europa han sido negativos (Giles, C. Has the IMF proved multipliers are really large? (wonkish).
Tenemos la evidencia empírica del pasado que el efecto multiplicador del gasto público es cero o incluso negativo
Esto es lo fascinante: si usando las cifras y estimaciones -increíbles- que presenta Sánchez España seguirá con una tasa de recuperación peor que la de la Unión Europea y siendo el país con más déficit y paro de todos los estados miembros tanto en 2020, 2021, 2022 y 2023… Imaginen lo que puede ser en realidad.
Hay varios factores que hacen que el plan nazca casi fracasado:
1. Vender la piel del oso antes de cazarlo. El gobierno de España es el único de toda la Unión Europea que ha lanzado semejante campaña propagandística sin que haya un solo euro del Fondo de Recuperación en marcha.
Todavía no se ha aprobado, ni se ha lanzado la emisión de deuda ni se ha presentado un solo proyecto… pero Moncloa ya sabe el impacto en PIB, empleo y hasta se apunta a los presupuestos unos ingresos que no han sido movilizados aún ni saben si podrán incorporar a las cuentas públicas.La peligrosa utilización de la propaganda, conceptos vagos y el intervencionismo para canalizar las ayudas nos lleva a queel riesgo de que se rechacen muchos de estos fondos en la Comisión de Economía y Finanzas sea muy alto.
2. Ningún país de la Unión europea canaliza el proceso de presentación y recepción de fondos por ministerios. El plan de Sánchez convierte a los ministros en comisarios políticos que funcionan de barrera y filtro de las ayudas. Garantía de ineficiencia y malgasto.
Es ineficiente, burocrático y garantiza que perdamos muchos de esos fondos en un país que tiene el triste récord de ser uno de los peores en ejecución de ayudas europeas.
España es el segundo país que peor maneja los fondos europeos. No solo no se empleó el 67% de los recursos disponibles, sino que el 31% de los proyectos exigidos seguían sin siquiera comprometerse a finales de 2019.
Si el procedimiento burocrático, político e ineficiente de la maquinaria gubernamental española ha hecho imposible ejecutar 17.500 millones de euros ¿se creen ustedes que se van a movilizar de manera rápida, eficiente y rentable 140.000 millones con 22 ministerios?
3. «Invertirlo bien». No para de repetirse que el plan es una oportunidad si se hace bien. La probabilidad de que se haga mal no es alta, es casi una certeza. Tenemos el ejemplo del pobre resultado del Plan de Empleo y Crecimiento de 2009 y otros antes mencionados.
El plan de Sánchez, tal y como está anunciado, va a ir en su mayoría a gastos sin rentabilidad económica real y el Ejecutivo no oculta su interés en convertirlo en una manguera de pagos clientelares («promoción de administración del siglo XXI», «ecosistemas resilientes», «nueva economía de los ciudadanos»).
El concepto «cohesión social» se llevaría el 30% de los fondos.¿Imaginan ustedes todo el gasto inútil que se puede disfrazar dando más de 40.000 millones con ese rimbombante título?
En cualquier caso, rentabilidad económica real cero (o negativa) ya en el 30% de los fondos e impacto en el crecimiento potencial cero. El 33% va a proyectos de digitalización. Asumamos que el 40% de ellos tienen rentabilidad económica real y que el otro 60% (y somos optimistas) son simplemente un gasto puntual. Y el 37% restante va a «inversión verde».
Asumamos (y también somos optimistas) que el 100% tienen rentabilidad económica real. En el escenario más optimista, ni el 50% del plan de Sánchez generará recursos para pagar el enorme aumento del endeudamiento que supone (el 60% son préstamos).
A ello debemos añadir que en «inversión verde» se pretende incluir mucho gasto corriente de administraciones públicas y decenas de proyectos que se habían rechazado en los últimos cinco años. Si no eran rentables antes, con tipos negativos y amplia liquidez, no lo van a ser ahora. En un escenario más realista y acorde con la historia de este tipo de planes gubernamentales, ni el 30% gastado generará empleo y crecimiento.
Lo mismo que en 2008
Sorprende y preocupa que en un plan que se presenta para usar fondos europeos destinados a empresas y autónomos, que está diseñado para fortalecer el sector privado, no para engordar el gasto político, el gobierno usa la palabra «empresa» como una anécdota, una especie de desliz en su presentación.
El Gobierno de Sánchez repite constantemente que en esta crisis no se va a hacer lo que se hizo en la anterior y, sin embargo, está haciendo exactamente lo que se hizo en la anterior entre 2008 y 2010: Aumentar masivamente los gastos y los desequilibrios estructurales esperando que el apoyo de la Unión Europea y el Banco Central Europeo lo solucione todo.
Ningún país de la Unión Europea usa las cifras del Fondo Europeo para intentar disfrazar sus desequilibrios presupuestarios y gastos corrientes estructurales.
España debería haber formado una oficina independiente, transparente y eficaz gestionada por profesionales de prestigio empresarial para canalizar los proyectos y generar el efecto positivo en crecimiento y empleo.
Sin embargo, todo el plan y la forma de instrumentalizarlo es una enorme batería de señales de alarma que alertan del más que probable despilfarro y pérdida de oportunidad en la movilización de unos fondos europeos que ya nos han vendido dos veces como una especie de Bienvenido Mister Marshallmoderno antes de ver un solo euro, y que no solucionan los problemas estructurales que se están acumulando en la economía española.
Por eso nace ya casi fracasado. El aumento desbocado de gasto, déficit y el paro lo tendrán que solucionar otros.
Sus artículos son una crónica de un desastre anunciado. Vemos como, poco a poco, se va acercando con la ayuda inestimable del gobierno. Ya vemos en que se van a gastar ese dinero del Plan Marshall: en propaganda