“All the phantoms crawl out of the night” Lindsey Buckingham
Los datos de paro de marzo harían indignarse a cualquier persona a la que realmente le importen los derechos de los trabajadores. Sin embargo, como el objetivo de la izquierda no es el progreso, sino el control, tenemos que tragar la rueda de molino de su euforia con los datos de empleo.
Mi padre escribió hace años un ensayo llamado “Trabajadores precarios, trabajadores sin derechos”. Como intelectual de izquierda, jamás se imaginó que la institucionalización de la precariedad la iba a imponer, con el beneplácito sindical, un gobierno de coalición socialista y comunista. En tantas charlas que compartimos, yo siempre le decía que “cuanto más lejos del libre mercado, más cerca de la precariedad total, porque dependes de políticos extractivos y confiscatorios”.
Precariedad: La duración media de los contratos ha caído de 57,8 a 51,9 días desde la reforma laboral de Yolanda Díaz.
Más Precariedad: Se han realizado más contratos “indefinidos” que personas los han firmado. Más de 33.118 han sido objeto de más de un contrato “indefinido”. Más pluriempleo e incremento de la contratación a tiempo parcial. Se han registrado 615.674 contratos llamados “indefinidos” pero la afiliación crece solo 206.410 personas, y la conversión de temporales a fijos ha caído un 80%, como recuerda José Luis Fernández de USO.
Aún mayor precariedad: De cada tres empleos creados en marzo, uno es fijo discontinuo. Un 48% de los nuevos afiliados en marzo son fijos discontinuos o indefinidos a tiempo parcial.
Precariedad institucionalizada es llamar “récord de empleo” a tener 20,5 millones de afiliados que trabajan muchas menos horas y, por lo tanto, cotizan menos. Seis de cada diez cotizantes afiliados al Régimen General tienen trabajos a tiempo parcial, temporal y discontinuo. Si hay 20,5 millones de afiliados y las horas trabajadas son menos que cuando había 19 millones es simplemente que se disfraza empleo.
Las horas trabajadas caen. ¿Recuerdan cuando los sindicatos y socios de gobierno decían que “no se crea empleo, se trocea” porque caían las horas trabajadas? Aunque aumenta el número de ocupados, las horas trabajadas son 468.000 menos que en diciembre de 2019. Es decir, faltan 9.000 horas semanales porque los nuevos afiliados trabajan muchas menos horas que los anteriores.
Más paro: En marzo hay 24.607 parados más que en diciembre de 2022. Los demandantes de empleo son 4.458.940 personas que incluye 1.070.922 demandantes de empleo considerados «ocupados», entre los que están los fijos discontinuos cuando no trabajan.
Si miramos las cifras de demandantes de empleo de junio de 2018, se situaban en 4.478.237 personas. Es decir, desde junio 2018 la cifra de demandantes de empleo solo ha bajado en 19.297 y eso dopando las cifras de contratación con empleo público, más de 408.000 empleados públicos más que a cierre de junio de 2018, desde que llegó Sánchez.
Precariedad es que, de nuevo, el último día del mes de marzo se perdieron 141.831 afiliados, casi lo mismo que se incrementó en media en el mes. Entre octubre de 2022 y marzo 2023 los demandantes de empleo «ocupados» han aumentado en 233.786 personas.
El propio Gobierno tuvo que confirmar la existencia de 443.078 fijos discontinuos inactivos que no aparecen en el dato de paro oficial.
En marzo 2023 hay 3.388.018 desempleados registrados en el SEPE y 15.379 en ERTE. ¿Cómo se puede hablar de buenos datos cuando sube la cifra de personas en ERTE y a la vez “baja” la de paro? Marzo 2023 no es la mayor bajada de los últimos once años en un mes de marzo, ya que cayó más en 2015, 2016 y 2021, y similar a las de 2017 y 2018.
Menos empresas: Todavía hay 60.926 empresas menos cotizando en la Seguridad Social desde febrero de 2020. Un drama.
La propia CEPYME recuerda que la enorme subida de impuestos al trabajo escondida tras las últimas subidas del SMI han provocado la desaparición de 217.500 puestos de trabajo.
Todas estas cifras formaban parte habitual del análisis de los sindicatos cuando decían que los fijos discontinuos sustituyen «temporalidad por parcialidad indefinida como fórmula de flexibilidad» (CCOO, 2017). Ahora vivimos en la realidad paralela donde el gobierno repite el mantra del inexistente récord de empleo y el falso dato histórico de paro y se ataca cualquier análisis medianamente realista.
La realidad de España es tozuda. España sigue a la cabeza de Europa en tasa de paro, en tasa de paro juvenil y en tasa de holgura laboral que incluye el subempleo antes mencionado.
No, los datos del paro no son buenos, son atroces, porque hay que ponerlos en el contexto del mayor estímulo fiscal y monetario de la historia y la realidad del resto de Europa. Hasta Grecia tiene una tasa de paro más baja y menos holgura laboral.
Estos datos son un desastre y el reflejo de que la política del gobierno no ha sido crear empleo, sino disfrazar el paro.
No se preocupen, que si cambia el gobierno le echarán la culpa al siguiente. Por eso es urgente que el próximo gobierno armonice las cifras de paro para que reflejen los fijos discontinuos inactivos y los demandantes de empleo reales incluyendo ERTE. Es una reclamación que se lleva haciendo desde hace años por parte de muchos economistas y también de la AIReF.
Disfrazar paro y maquillar afiliación no es una política social. Es una irresponsabilidad.
CC.OO, UGT, quién os ha visto y quién os ve. Toda aquella fanfarria, eslóganes, protestas y paros con Zetapedo II, alias Rajoy, ¿dónde están? ¿Se os acabó cuando le hicísteis la huelga a González? ¿Lo habéis cambiado por dinero «pa asá una vaca»? He leído una comparación de Irlanda con España y es de pena para España. En Irlanda no atan los perros con longaniza, desde luego, pero es que aquí nos tragamos los cuentos del barón de Munchhausen, alias Antonio, y de la menestra de trabajo (es un decir lo de trabajo) sin rechistar, doblados y hechos un ocho: todos son unicornios rosas chulísimos. Y cuando se les pone un espejo enfrente se agarran un berrinche mayúsculo y pretenden cargarse al que lleva el espejo. La pena es por los jóvenes, a quienes se les está machacando sin piedad negándoles la posibilidad de prosperar. Gracias por el artículo, Sr. Lacalle.