El problema de Argentina no es Milei.
El Banco Central de Argentina no devalúa el peso por la victoria de Javier Milei en las primarias. El Banco Central de Argentina y el gobierno peronista llevan devaluando el peso y hundiendo la moneda desde hace años.
Argentina no se enfrenta a una ola “antisistema” o “ultra”. Ya la tienen. Se llama política monetaria y fiscal extractiva y confiscatoria. Política monetaria “inclusiva”, la llamaba Axel Kicilloff, el ministro de economía de Cristina Fdez de Kirchner.
La política de intervencionismo máximo, expolio fiscal y monetario ha hundido Argentina y dejado al banco central sin reservas.
El peso ha perdido más de un 90% de valor contra el dólar desde que gobierna Alberto Fernández y la inflación en Argentina ya supera el 110% anualizado, con un 39% de pobreza.
En los años de Cristina Fernández de Kirchner y Alberto Fernández se generó un aumento de la base monetaria completamente descontrolado. El gobierno de Macri, que asumió entre los dos, cometió el error de pensar que medidas graduales y suaves iban a parar la brutal espiral inflacionaria, sobre todo porque no consideró la evidencia de la bomba de relojería dejada por Fdez de Kirchner en compromisos de emisión monetaria futura vía emisiones de deuda a corto plazo a tipos muy elevados (los llamados Leliq, Lebac y Pases). Esa deuda remunerada del Banco Central creció durante los años de Cristina Fernández de Kirchner en 22 mil millones de dólares equivalentes, mientras que, durante el gobierno de Macri, se redujo en 26 mil millones. Esa deuda “remunerada” es emisión monetaria futura e inflación asegurada.
El gobierno de Alberto Fernández, hoy, deja una bomba de Leliq y Pases emitidos que superan el 12% del PIB, es decir, una gigantesca devaluación del peso garantizada ya que los pasivos del banco central superan en varias veces las reservas.
Según los datos publicados por el Banco Central de la República Argentina en agosto de 2023, Argentina ha llevado a cabo la mayor emisión monetaria de la región, solo superada por Venezuela. La Base Monetaria aumenta un 46,2% anual, un 117,2% en dos años, un 172% en tres años. La base monetaria incluido depósitos y los Leliq antes mencionados aumenta un 392,6% en tres años. Una salvajada.
El peronismo, además, ha implementado el más dañino “cepo cambiario” que drena de reservas a los sectores exportadores y les obliga a convertir sus dólares a tipos de cambio ficticios. Un expolio que ha hundido la llegada de reservas al país y ha dejado al banco central quebrado y sin dólares.
Con la reciente creación del llamado «dólar soja», un tipo artificial para que los productores agropecuarios liquiden divisas, en Argentina existen más de 10 tipos de cambio.
¿Cómo puede un país tener diez tipos de cambio contra una divisa? La respuesta es sencilla. No existen diez tipos de cambio y ninguno se acerca a la realidad. Todos esos tipos de cambio impuestos por el gobierno son formas de expropiación de la riqueza para confiscar los dólares de los exportadores y ciudadanos a un tipo irreal.
Los más de diez tipos del dólar en Argentina tienen un denominador común: El gobierno expropia a los receptores de esos dólares con un cambio contra el peso que el propio gobierno no encontraría en ninguna transacción en el mercado abierto.
Esta locura monetaria financia un gasto clientelar y político descontrolado, ya que el estado argentino no se puede financiar vía deuda al no existir confianza en su solvencia como emisor y su intención de repago, ya que ha hecho impago en varias ocasiones.
En Argentina, en 13 de las 23 provincias el empleo estatal es mayor que el privado. El estado aumenta el gasto público más que los ingresos y que la inflación y lo financia imprimiendo muchos más pesos con lo que crea más pobreza y mayor inflación. Mientras tanto, la fiscalidad implementada con el peronismo es una de las más confiscatorias de la región, llegando al 106% de sus ganancias para una pyme que pague todos sus impuestos, según el informe Doing Business.
Así, el gobierno lanza enormes partidas de subvenciones en una moneda que pierde su valor constantemente y se presenta a sí mismo como la solución al problema creado por su política fiscal y monetaria. “Regala” dinero que imprime masivamente y no tiene valor. El resultado, 18 millones de pobres.
Muchos grandes economistas argentinos han analizado en detalle la importancia de dolarizar para terminar con esta espiral de incentivos perversos que lleva a que el gobierno haga a los ciudadanos más dependientes emitiendo una moneda sin valor ni demanda. Desde Nicolas Cahanosky a muchos otros recuerdan que Ecuador, Panamá o El Salvador dolarizaron con éxito y que el problema de Argentina no es dolarizar, sino la evidencia de que tienen una moneda inviable y fallida. Argentina ya está dolarizada en gran parte porque los ciudadanos huyen de la moneda local.
¿Y por qué no vale nada el peso? Porque el gobierno y el banco central llevan años hundiendo el poder adquisitivo de la moneda con una política monetaria destructiva. Tras años de destrozo monetario, la demanda global y nacional de pesos doméstica y global está a mínimos históricos.
El peso es, de nuevo en 2023, una de las peores monedas del mundo contra el dólar norteamericano mientras el aumento de la base monetaria del banco central de Argentina era un brutal 46%. Y todavía la gente se pregunta por qué la inflación es de más del 100%.
No existe precedente similar a la destrucción de la moneda del gobierno argentino en la región. Solo Venezuela o Cuba tienen un colapso inflacionario similar.
No, Argentina no se enfrenta al abismo porque llegue Milei -si llega- a la presidencia. Argentina, un país rico y con enorme potencial, está ya en el abismo y ya sufre las políticas antisistema y “ultras”. Igual que el chavismo en Venezuela, se ha hundido la moneda y al tejido productivo para disparar el gasto clientelar y convertir al país en un erial económico donde los salarios y ahorros de los ciudadanos son confiscados vía altos impuestos directos e indirectos y el impuesto inflacionario.
Argentina debe implementar políticas fiscales y monetarias serias para alcanzar su enorme potencial. El problema de Argentina no es Milei. El problema es que han aplicado punto por punto la política fiscal y monetaria mal llamada “progresista” “con mirada expansiva” que se propone en Europa y Latinoamérica.