“Lies, whispered sweetly in my ear, lies, how do I get out of here”. Mick Jagger.
En economía las previsiones son siempre difíciles, pero cuando las estimaciones de un Gobierno han sido siempre equivocadas y falsarias ya no es cuestión de problemas metodológicos, sino de ganas de engañar.
El historial de errores en estimaciones de este Gobierno es tan desastroso que solo un imprudente podría ignorarlo. Recordemos que, tras revisar las estimaciones de déficit, en época de crecimiento y creando empleo se desviaron de su propio y aumentado objetivo en 7.600 millones de euros. Sánchez disparó el déficit un 24% en 2019 disfrutando de ingresos fiscales récord, al aumentar brutalmente los gastos a golpe de decreto ley.
Ahora, el Gobierno pretende engañar a Bruselas, es decir, a toda Europa y a los españoles en particular, con un Plan Presupuestario que supone una falta de respeto a nuestros socios, y supera todos los límites de voluntarismo presupuestario.
Sánchez disparó el déficit un 24% en 2019 disfrutando de ingresos fiscales récord, al aumentar brutalmente los gastos a golpe de decreto ley
El Plan Presupuestario anunciado ni se ha presentado al Parlamento, ni se ha acordado. Pero a eso ya estamos acostumbrados y no es lo más grave.
Los ingresos anunciados son de ciencia ficción y los gastos publicados están artificialmente infraestimados.
Empecemos por los ingresos. Más falsos que un euro de cartón.
El cuadro macro es mucho más que optimista. Se sitúa en la parte más alta de las estimaciones que han hecho los analistas, incluyendo organismos como el Banco de España y el Fondo Monetario Internacional (FMI). Y estima un rebote del PIB nominal del 10,8%, algo que nadie se cree con las estimaciones más optimistas de crecimiento, deflactor y de inflación subyacente.
El Gobierno estima una recaudación récord histórica de 493.838 millones de euros en 2021, lo que supone un incremento de 33.447 millones de euros. Es simplemente un insulto a cualquier estimación prudente.
Los ingresos acumulados hasta agosto se han desplomado un 10,3% según la Agencia Tributaria y, además, siguieron cayendo en agosto comparado con julio. Cuando las bases imponibles y la demanda interna se han desplomado más de un 12%, los ingresos han seguido cayendo en agosto tras meses de reapertura. Asumir un aumento de ingresos fiscales a récord histórico es simplemente mentir sin pudor.
También es una auténtica vergüenza que asuman 6.847 millones de euros de ingresos adicionales por nuevos impuestos. Estiman 2.309 millones de los impuestos a las Transacciones Financieras (que pagan los ahorradores y usuarios de servicios financieros) y a los Servicios Digitales (que pagan los consumidores de servicios) y un nuevo tributo que se ejecutará sobre plásticos de un solo uso (que pagan los consumidores).
Pues bien, las cifras estimadas de ingresos ya eran increíbles antes y encima las han inflado. Hace unos meses el Gobierno esperaba unos 1.900 millones por estos conceptos y ahora se inventa 2.309 millones en medio de una crisis que ha devastado el tejido empresarial y con la bolsa española cayendo un 35%. Ni eran creíbles entonces, como dijeron todos los analistas serios, ni lo son ahora.
A esto hay que sumar los 340 millones que se esperan de la subida del IVA de las bebidas azucaradas y edulcoradas del 10% al 21% (otro «impuesto a los ricos», nótese la ironía) y otros 828 millones procedentes de supuestas medidas contra el fraude fiscal (una cifra inventada y sin ninguna credibilidad que, en ningún caso puede ser utilizada como ingresos consolidables y crecientes, sino puntuales). De nuevo, dos estimaciones hechas con una expectativa de consumo y crecimiento ridícula.
¿Se han dado cuenta de una cosa? El Gobierno que no iba «a subir los impuestos a la clase media y trabajadora»… se los sube exactamente a esa clase media y trabajadora. Todos los consumidores.
Toda la subida de impuestos anunciada va directamente a consumidores y clase media.
La realidad es que, en el mejor de los casos, los ingresos fiscales en 2021 se quedarán significativamente por debajo de los de 2019 y los gastos disparados de 2020 se mantendrán en su mayoría.
Vayamos a los gastos.
El Gobierno no ha reducido ni un solo euro de gasto superfluo, Administración duplicada y ministerios. Fía toda la mejora del gasto a que se reduzca la partida de ayudas al desempleo mientras, a su vez, en las estimaciones del propio Gobierno, la tasa de paro no baja en casi nada.
El Gobierno estima que se reducirán los gastos por desempleo en 19.000 millones de euros cuando el paro será de un 16,9% (en agosto ha sido del 16,2% excluyendo los ERTE). No se lo creen ni ellos. Ni la tasa de paro ni la reducción de gastos.
Para artificios contables, merece la pena resaltar la falacia con los ERTE y autónomos. Elimina el Gobierno de las cuentas los gastos por ERTE, que caen en más de 17.000 millones de euros (de 17.840 millones a 718 millones) y la exoneración de cuotas, que cae en casi 6.000 millones (de 6.349 millones a 435 millones en 2021) y elimina las prestaciones por cese de actividad (de 5.339 millones a 400 millones en 2021).
Para el lector es muy sencillo: o no se van a ahorrar 19.000 millones de gastos por paro ni de lejos o se van a mantener muchos gastos que ahora han eliminado como si el 1 de enero España se levantase como si nada hubiese pasado en 2020.
O no se van a ahorrar 19.000 millones de gastos por paro ni de lejos o se van a mantener muchos gastos que ahora han eliminado
El Gobierno hace estimaciones de ingresos falsas escondiendo, a sabiendas, la destrucción de 100.000 empresas, los 730.000 trabajadores que quedan en ERTE, la pérdida de empleo con los malos datos de fin de año, el desplome de beneficios empresariales y la situación de bancarrota del 25% de las empresas de España, según datos del Banco de España.
Pero lo más aterrador es lo siguiente:
Incluso con las estimaciones de ciencia ficción del Gobierno, España será el país con más déficit de la Unión Europea en 2021, 2022 y 2023. El Gobierno aumenta el déficit estructural (el que se genera incluso en crecimiento) por encima de la cifra ya elevada de 2019.
Además de todo esto, el Gobierno vuelve a presentar a Bruselas un Plan Presupuestario que asume 3.477 millones de euros de ingresos de partidas que ni se han aprobado ni existen. Básicamente, su manida y desmontada cifra de «nuevas figuras tributarias».
A ningún país serio de la Unión Europea se le ocurre presentar un Plan Presupuestario con ingresos completamente imposibles, gastos disfrazados e infraestimados y, encima, añadir ingresos por impuestos que ni se han aprobado ni existen en el BOE.
Ningún economista serio puede creerse esta batería de desatinos, falsedades y brindis al sol.
A ningún país serio de la Unión Europea se le ocurre presentar un plan presupuestario con ingresos completamente imposibles
Un Presupuesto debe ser prudente y realista. Este es un Presupuesto falso, voluntarista y que ignora la realidad de la economía española.
Pero es mucho peor. El aumento de gastos y desequilibrios estructurales fía la consolidación presupuestaria a una economía que, según el Gobierno, solo puede crecer exponencialmente en aportación fiscal.
Subiendo impuestos ponen escollos a la recuperación, al consumo y al empleo y luego se presentan como la solución.
Hasta en sus estimaciones falseadas e increíbles, España seguirá a la cola de Europa con el mayor déficit de nuestros comparables.
Este Plan Presupuestario es mucho más que un insulto a la inteligencia de Bruselas, de los contribuyentes y las familias.
Es un plan que demuestra que el Gobierno percibe la economía como un enorme cajero automático al servicio del Ejecutivo. El Gobierno asume que todo el mundo tiene margen para sufrir más expolio fiscal menos ellos. Ellos, los generosos con el dinero de los demás y los redistribuidores de la nada.
Este Plan Presupuestario nace ya fallido por unas estimaciones para 2020 y 2021 en las que el Gobierno se ha equivocado constantemente. Pero, además, supone una afrenta a los contribuyentes, creadores de empleo, y a los socios de España en la Unión Europea.
Para el Gobierno español, el sufrimiento de empresarios, familias, autónomos y contribuyentes no ha existido. Exige mucho más esfuerzo fiscal a empresas y familias que están al borde de la bancarrota sin ajustar uno solo de los gastos de bonanza de 2019.
Esto no es un Plan Presupuestario social. Es antisocial, porque ahonda en las políticas que han llevado a 100.000 empresas al cierre y a miles de autónomos al cese de actividad. No hay nada más antisocial que destruir la confianza en un país.