I feel it coming back again like a rolling thunder chasing the wind», Ed Kowalczyk.
Lo habrán escuchado ustedes muchas veces.“Crecemos más que los países de la Unión Europea”. Sin embargo, además de incorrecto, diez países de la eurozona y dieciséis en la Unión Europea crecen bastante más y con menor desempleo, es una excusa muy pobre cuando la ralentización de la eurozona es tan severa que Moody’s alertaba este mismo lunes sobre el riesgo de bajadas generalizadas de calificación. No solo es una excusa pobre, sino que ignora de nuevo las señales de empeoramiento.
Esto ya lo hemos vivido. ¿Recuerdan cuando nos decían que la crisis era pura imaginación y que estábamos en la «Champions League«? España siempre cae más y de manera más abrupta cuando cambian los ciclos económicos porque no se prepara para los mismos. La política de la cigarra. Hasta que no entramos en crisis de bruces, negamos las alertas. Y en la investidura fallida hemos comprobado como una inmensa mayoría de formaciones políticas y el partido del gobierno se mantienen en esa estrategia de la cigarra, pensar que el invierno nunca llega e ignorar el ciclo.
Los datos del PIB del segundo trimestre confirman una ralentización para la que deberíamos estar preparándonos, facilitando la creación de empresas y empleo y atrayendo inversión, no subiendo impuestos y poniendo escollos.
¿Qué datos nos deberían preocupar -y mucho- de este PIB?
La inversión cae en el trimestre y, en términos anualizados, solo crece un 1,2%, casi seis veces menos que cuando se produjo el cambio de gobierno. España es uno de los países de la eurozona con mayor empeoramiento de la inversión en términos anualizados y trimestrales.
La inversión en bienes de equipo cae un 1,5%, mientras muchos países de la eurozona registran mejores cifras y crecimiento. Recordemos que la inversión en bienes de equipo crecía a tasas del 10,3% cuando cambió el gobierno.
Cae la inversión y la agricultura (baja un 0,5%, cuando crecía un 1,3% hace un año). La industria crece menos de un tercio y los servicios, la mitad que en el trimestre anterior. Lo mismo ocurre con el comercio, que se estanca, con crecimiento cero.
Si miramos punto por punto, el consumo de los hogares empeora 6 décimas con respecto al mismo trimestre del año anterior. La inversión empeora y las exportaciones se frenan. Las exportaciones crecen un 1,7% frente al 2,6% que crecían en el mismo trimestre de 2018.
Otro dato preocupante es que la productividad sigue cayendo y lo hace un 0,2%, cuando en el mismo trimestre del año pasado crecía un 0,1% (empeora 3 décimas).
España mantiene su crecimiento porque el consumo público sigue sosteniéndolo y las importaciones se reducen, lo cual ayuda a la contribución del sector exterior al PIB. Es decir, seguimos con un PIB de baja calidad y empeorando.
Todos los factores externos que ustedes quieran considerar pueden y deben incluirse (ralentización de la eurozona, del comercio global e incertidumbre política), pero lo que nos demuestran estos datos de PIB es que España no está aprovechando la incertidumbre de otros países para presentarse ante el mundo como el sitio donde invertir, crear empleo y traer capital. Seguimos viviendo de vientos de cola e ignorando tanto las alertas como las enormes oportunidades que podríamos aprovechar.
Ese es el error. Que muchos se escudarán en que los datos de otros países son también pobres en vez de aprovecharlo para poner el cartel de “Bienvenidos a España, inviertan aquí”. Volvemos a caer en el error de “crecemos más” (que no es cierto) mientras acumulamos datos preocupantes que otros países con menos paro y mayor productividad no se permiten el lujo de ignorar.
Que otros países crezcan menos no es una excusa para empeorar, sino una oportunidad para mostrar nuestras mejores cualidades.
La ralentización que muchos negaban es evidente en los sectores más importantes, y los responsables económicos ignoran las señales de alarma y cierran los ojos fiándolo todo a la política monetaria, pero la combinación de caída de la inversión en bienes de equipo, caída de la productividad y empeoramiento generalizado de los indicadores no es una razón para caer en la autocomplacencia, sino para poner en marcha reformas serias que faciliten el aumento de la productividad y atraigan más y mayores inversiones empresariales.