«Well you showed me you can take you got some giving to do». George Michael.
El Instituto Nacional de Estadística (INE) certificó esta semana lo que todos sabíamos. El Gobierno infló las estimaciones de recuperación de PIB hasta el último momento.
Recordemos que el Gobierno estimaba en marzo 2020 ·impactos poco significativos· de la pandemia, que mantuvo estimaciones de subida de PIB del 1,6% todo lo que pudo hasta que las tuvo que bajar a -9,2% en ese año y, por supuesto, el desplome fue mucho mayor y brutal, -10,8%.
Esa misma euforia y estimaciones infladas las repitieron para 2021. Empezaron con una estimación de +9.8%, la rebajaron a +7,2% y las mantuvieron en +6,5% para 2021 en los Presupuestos a pesar de estar un 24% por encima de las estimaciones de consenso y no existir ni una sola estimación independiente tan optimista.
Así, 2021 cierra con un rebote del 5% tras un aumento de deuda del 8,7% entre enero y noviembre. España no crece, se endeuda.
Recuerdo este historial de previsiones infladas del Gobierno, hechas a propósito ya que el Gobierno cuenta con la mejor y más detallada información, porque esta semana me he encontrado con un ataque concertado de bots y trolls de Podemos y PSOE por unas declaraciones con estimaciones mías hechas en marzo de 2020, cuando el Gobierno estimaba «impactos poco significativos».
En marzo de 2020 dije que «a este paso» el paro se dispararía hasta el 35% incluyendo ERTE y autónomos en cese de actividad y que casi 900.000 empresas estaban en riesgo de quiebra.
Lo más divertido es que esta marea ignora la hemeroteca cuando se trata de ellos. Encima esas estimaciones se aceleraron. En junio de 2020, el paro efectivo llegó a 35% (7.662.201 desempleados no ocupados) y el Banco de España certificaba en 2021 que un 40% de las empresas españolas tenían problemas financieros (más de 1,3 millones, siendo 220.000 zombis).
Dieciocho meses después, y tras aumentar la deuda en 235.000 millones de euros, con el Banco Central Europeo (BCE) comprando el 100% de la deuda neta emitida, el resultado de empleo y PIB no puede ser más pobre.
El Gobierno ha despilfarrado el mayor estímulo fiscal y monetario de la historia en la peor recuperación, y encima inflando empleo público.
Los datos de la EPA son muy preocupantes. Aún hay 95.000 ocupados menos en el sector privado que antes de la pandemia. Y, sin embargo, hay 222.000 más en el público.
El número de horas trabajadas aún está un 2,5 % por debajo de la situación prepandemia (tercer trimestre de 2019) y la caída trimestral del paro está por debajo de la recuperación 2015-2018.
En el cuarto trimestre de 2021 hay un 2,9% más de ocupados en el sector público que en el mismo trimestre de 2020, pero las horas trabajadas del sector público caen un 8,1% en ese periodo.
Hay 3,8 millones que no han trabajado en la semana en la que se hizo la encuesta. Esto es casi el doble que en 2020, cuando estábamos en plena pandemia. La contratación de gente para suplir bajas Covid también hace que la comparación en la EPA sea difícil. Los ocupados que no han trabajado en la semana de referencia están notablemente por encima de 2019 y 2020. El INE afirma que es por vacaciones (¡2,5 millones!), pero… ¿es que en otros años no ha habido vacaciones? Son 800.000 más que en 2018.
Los asalariados públicos crecen un 6,8% desde los niveles previos a la pandemia y los del sector privado caen un 0,7%. Y no, no es por Sanidad, como ya explicamos aquí. Ni de lejos.
Dicen que la EPA ha mostrado que la subida de impuestos al trabajo escondida bajo el Salario Mínimo Interprofesional no ha destruido empleo. Por favor… Si el PIB rebota un 5% y el empleo privado un 4,6%claramente se ha destruido empleo potencial. Y además cuando aún quedan 95.000 empleos menos en el sector privado, es todavía más evidente.
La EPA muestra un desplome de productividad, caída de la población activa, más de 700.000 demandantes de empleo no ocupados y empleo público disparado. Además, con el empleo temporal subiendo y la tasa de paro más alta de la Unión Europea, los datos no son para tirar cohetes.
La pregunta es ¿por qué es malo disfrazar las cifras de paro con empleo público?
1. Porque pone en peligro los sueldos y la sostenibilidad de los salarios de los funcionarios actuales. Disparar el empleo público con el mayor déficit de la Unión Europea y un déficit estructural de más de 50.000 millones anuales supone mayores recortes en el futuro y hacer insostenibles las cuentas públicas. Un aumento de gasto de más de 4.000 millones anuales de gasto público.
2. Porque el Gobierno va a disparar aún más los impuestos a todos los demás para intentar cubrir ese aumento de coste, y con ello dañando el crecimiento potencial, la inversión y la renta disponible de las familias. En 2021 se ha aumentado la carga fiscal en más de 600 euros por familia y el Gobierno se ha negado a deflactar el IRPF e IVA lo que ha supuesto unaumento de impuestos a todos aprovechándose de la inflación.
3. El coste de salarios públicos en España ya alcanzó en 2020 un récord. Se trata de una cifra equivalente al 12,5% del PIB, muy superior a Alemania, Japón, Reino Unido, Holanda, y además el coste de salarios públicos supone casi el 26% del gasto total del Estado. Este elevado volumen, unido al déficit estructural hace que el exceso cometido por el Gobierno dañe a los funcionarios de carrera a futuro.
4. Disfrazar los datos de empleo con contratación pública fue el fracaso de Grecia. Y todos sabemos cómo acabó eso. Además, la evidencia de países de nuestro entorno es que en España existe un desproporcionado número de empresas y fundaciones públicas y que el coste salarial es más alto que en países cercanos aunque el número de funcionarios no parezca elevado.
En definitiva, el problema de disfrazar el empleo con contratación pública es que pone en peligro la sostenibilidad de las cuentas públicas, los salarios reales de los propios funcionarios actuales y hunde a impuestos a un sector privado que está ahogado. Con ello se genera menor crecimiento, menor empleo futuro y además una transferencia de renta del sector que genera ingresos al que los cobra insostenible. El sector público no existe sin el sector privado y se financia con sus ingresos. Defender lo público solo puede venir de fortalecer y defender lo privado.
Magnífico análisis D. Daniel, pero ahora hay que conseguir que nuestros políticos lo transmitan a los españoles, hay muy poca formación económica en España, todos quieren ser funcionarios.
Un saludo
Este gobierno es el colmo. Se inventa lo del «PIB diario» o algo así, dicen que el PIB está mal calculado cuando no le gusta que no suba como ellos quieren, la toma con el BdE cuando éste dice que la subida del SMI ha echado gente al paro, con el INE cuando la inflación no es la que ellos habían «decretado», presumen de haber creado tantos puestos de trabajo, cuando lo que han hecho es aumentar los funcionarios y así sucesivamente. Visto lo reciente de la Reserva Federal, y lo que se avecina, ya falta menos para aquello de «los mercados nos atacan» o lo de «la avaricia de los mercados», o lo de los «neoliberales», que no existen, o los «neocon» o lo de «nos tienen envidia». En fin, otra más. Lo que enfada es el empecinamiento en hacer mal las cosas, reiteradamente, y lo que es peor, viendo las consecuencias de hacer lo mismo en otros como Grecia.
«En definitiva, el problema de disfrazar el empleo con contratación pública es que pone en peligro la sostenibilidad de las cuentas públicas, los salarios reales de los propios funcionarios actuales y hunde a impuestos a un sector privado que está ahogado. Con ello se genera menor crecimiento, menor empleo futuro y además una transferencia de renta del sector que genera ingresos al que los cobra insostenible.»
Como se ve, el gobierno actual aplica aquello tan viejo de que «el que venga detrás que arree». Es el principio fundamental de gobierno del partido socialista, su lema, como hemos podido comprobar SIEMPRE que han gobernado en este país. Solo hay que acordarse de los gobiernos de González y Zapatero y de como dejaron el país después de que se fueran, y como lo dejará éste de ahora, tanto política como económicamente. Lo mejor y más guay de todo es que, después de dejarnos en la ruina dos veces y del camino que llevamos ahora, aún hay un gran porcentaje de votantes que se tragan sus consignas enteritas y hechas un ocho. Creo que debemos ser el único país, junto con México y Argentina, en donde pasa esto.