La reunión de esta semana de la OPEP ofrece pocas señales alcistas en el precio del crudo en las decisiones esperadas, y en su análisis técnico volverá a suponer la enésima bofetada a los agoreros del “se acaba, se acaba”… y ya van muchísimas. Yo he tenido la suerte de asistir a varias y se estima que la reunión del viernes será muy similar a las anteriores.
La OPEP ha aumentado su producción de crudo en medio de la bajada de precios a un récord de 30,6 millones de barriles al día. Rusia, el mayor productor de crudo, con 10,8 millones de barriles diarios, no solo ha superado un récord de producción no visto desde la era soviética, sino que ha declinado la invitación de participar en la reunión de la OPEP. Con ello, podemos olvidarnos de las expectativas de un acuerdo de los países de la OPEP con los no-OPEP –liderados por Rusia- de reducir producción.
Mientras, EEUU sigue produciendo por encima de 9,5 millones de barriles al día, y la estrategia de acabar con el ‘fracking’ solo ha supuesto un “jarro de agua fría” que ha incentivado la eficiencia y la reducción de costes.
En el lado de la OPEP e invitados (Irak), tenemos producción récord en Irán, que espera aumentar en casi un millón de barriles al día, e Irak, que ya ha superado el máximo de la época de Saddam Hussein.
Pero el elefante en la habitación son los 150 proyectos que están esperando ponerse en marcha y que pueden añadir otros 15 millones de barriles al día al mercado. Incluso si somos conservadores, estamos hablando de al menos seis millones de barriles al día de producción adicional en proyectos rentables a… 25 dólares por barril. La cantidad de proyectos pendientes en países como Irán, Irak, Argentina, EEUU, Canadá, Rusia e Indonesia es francamente alentadora.
Pero se están reduciendo inversiones. Incluso con estos precios, el sector del petróleo va a mantener el plan de inversiones a niveles de 850.000 millones de dólares anuales, de los cuales 100.000 millones se dedican a exploración. La idea peregrina de que la reducción de inversiones afectará al suministro a medio plazo parte del error de pensar que las cifras de 2004 a 2010 eran normales, en vez de entender la década de exceso. Exceso en inversión y exceso en coste. Los costes que las empresas de servicios petroleros cargaban a los productores se multiplicaron en algunos casos hasta triplicarse en pocos años. Solo en 2014-2015, algunos proyectos (en Rusia e Irak) cuyo presupuesto era de 25.000 millones de dólares se han reducido a la mitad. Mismo proyecto, mitad de coste.
Si existe una prueba de lo bien suministrado que está el mercado del petróleo es que, con la enorme cantidad de conflictos geopolíticos, no sube. Si existe una evidencia del impacto de la eficiencia y la sustitución en el mercado del petróleo, es que los inventarios en EEUU, China y Europa siguen aumentando a pesar de que la demanda global de crudo va a vivir en 2015 uno de los mejores años de crecimiento, en 1,8 millones de barriles al día.
Y si atendemos a lo que comentábamos el lunes sobre la cumbre del clima, la descarbonización del mundo es imparable. La eficiencia ya elimina cada año 2,4 millones de barriles al día de las expectativas de crecimiento global. Hoy se necesita un 40% menos de uso de petróleo para crear una unidad de PIB que hace 10 años. El mundo mejora. El que no se dé cuenta, el que viva esperando que vuelva la bonanza de precios del crudo, sufrirá. Ganamos todos. El miedo de algunos miembros de la OPEP es la oportunidad de los países eficientes de dicha organización. Y es el terror de los agoreros. No solo no se acaba el crudo, sino que el arma del petróleo como desestabilizador tiene cada día menos pólvora. Lo explico en ‘La Madre de Todas las Batallas’ (Deusto). El último barril de petróleo no valdrá millones. Valdrá cero.