El populismo que se quiere implementar en nuestro país a través de Podemos ha demostrado tres cosas cuando ha gobernado:
- Cuando unos dicen que las cosas no pueden ir peor, ellos consiguen empeorarlas a niveles extremos.
- Siempre echan la culpa de su incompetencia al enemigo exterior para mantener a la población rehén.
- Una vez asentados en el poder, secuestran las instituciones para perpetuarse sea cual sea la voluntad popular.
Ahora tenemos en Venezuela el efecto devastador de ese “no, yo no creo”, ese “no somos como Cuba” que encumbró a Chávez diciendo que era socialdemócrata y pro-mercado. Esperemos que los resultados de las elecciones sean el primer paso del cambio (a cierre de este artículo no sabíamos el resultado).
Un estado en ruinas, y no porque haya caído el petróleo -no olvidemos que México o Perú crecen a pesar de la caída del crudo-, sino por la deplorable gestión que ha creado pobreza, desabastecimiento e hiperinflación.
Hoy Venezuela es el país con la inflación más alta del mundo y el Fondo Monetario Internacional estima que la economía venezolana será la que más decrezca del mundo en 2015.
La receta populista que contó con el aplauso y asesoría de los líderes de Podemos, que consideraban a Venezuela un ejemplo para España, ha resultado ser uno de los fracasos más sonados de las políticas económicas del mundo.
Imprimir una moneda sin control para pagar un gasto clientelar desorbitado ha llevado la inflación estimada a alcanzar el 200%. Pero si usamos el índice de pérdida de poder adquisitivo de Hanke es del 615%.
La pobreza ya alcanza al 55% de la población, el desabastecimiento es del 89% y el salario mínimo es menos de $12 al mes, uno de los más bajos del mundo después de Cuba.
Lo peor de la política monetaria salvaje de devaluar y generar inflación es que además Venezuela ha dilapidado una década de altos precios del petróleo y su enorme riqueza con el intervencionismo más brutal. Se han expropiado más de 1500 empresas y el 90% de ellas están en pérdidas, han quebrado o no producen ni un 50% de lo que hacían antes de la intervención.
El chavismo no solo no ha reducido la dependencia del petróleo sino que desde su llegada ha hundido los sectores industriales y exportadores y, además, han convertido a la petrolera estatal en una de las más ineficientes del planeta y de las pocas deficitarias, extrayendo más de 12.000 millones de dólares anuales de la misma para subvenciones políticas.
Lo más insultante es que los defensores del régimen chavista hablan de “reducción de la desigualdad” como hazaña… Claro, haciendo pobres a todos se aumenta la igualdad. Igualdad en la miseria.
Aún más alucinante es culpar “a EEUU”, que es el principal socio comercial de Venezuela. Ni siquiera la creciente participación de China en la economía venezolana ha reemplazado al poder de compra de Estados Unidos. Venezuela es además el tercer socio comercial de Estados Unidos en América Latina -después de México y Brasil-, según la Oficina del Representante Comercial de Estados Unidos.
Y es que Venezuela, bajo el chavismo, a pesar de más de una década de precios de crudo altos, ha empeorado en productividad, en diversificación de la economía, en renta salarial real, reservas de divisas y crecimiento comparado con cualquiera de sus socios de la OPEP -incluido Irán- y si analizamos el crecimiento y reducción de pobreza desde la llegada de Chávez y con Maduro, otros países como Chile, Perú o Colombia han conseguido cotas mucho mayores de bienestar para la población.
Venezuela es hoy uno de los quince países más corruptos del mundo según Transparency International. Lo comentábamos aquí.
Lo peor de llevar a cabo estas políticas es que dejan una economía tan dañada que es casi imposible revertirlas rápidamente. Los años perdidos no se recuperan fácilmente.
Venezuela debe recuperar la gestión prudente de su renta petrolera dejando de subvencionar a regímenes con petróleo gratis (regala a Cuba más petróleo del que el castrismo consume) y regar con dinero a los partidos populistas del mundo mientras su población espera durante horas para poder comprar alimentos esenciales. Volver a hacer de PdVSA una empresa líder en tecnología e ingenieros, eficiente y sacarla de las pérdidas generadas por el asalto a la caja. Devolver lo expropiado y dejar de asaltar y amenazar a los sectores privados productivos, como el grupo Polar, y recuperar su apertura al mundo.
La destrucción del tejido productivo y la ruptura de relaciones comerciales con el mundo no se solucionarán en poco tiempo, ni el asalto a la propiedad privada y el imperio de la ley. La oposición o cualquier nuevo gobierno se enfrentará a años para reconstruir lo que se ha roto en estos años. Pero Venezuela tiene las herramientas para salir del erial chavista.
Aprendamos de los efectos devastadores del populismo marxista represor y liberticida, que se disfraza de simpático socialdemócrata hasta que toma el poder. En Venezuela también decían “no vale, yo no creo”.