Muchas veces, cuando hablamos de política monetaria, la gente no entiende la importancia de que los tipos de interés reflejen la realidad de la inflación y el riesgo. Los tipos de interés son el precio del riesgo y manipularlos a la baja lleva a burbujas que terminan en crisis financieras, mientras que imponer tipos demasiado altos puede penalizar a la economía. Lo ideal sería que los tipos flotaran libremente y que no hubiera un banco central que los fije.
Esto haría imposible la creación de burbujas y, sobre todo, la acumulación desproporcionada de riesgo ante la percepción de seguridad falsa que proporciona una señal de precio tan importante como los tipos de interés y la cantidad de dinero. El riesgo de situarlos demasiado altos no existe cuando los bancos centrales imponen los tipos de referencia, ya que siempre van a facilitar que el endeudamiento estatal —creación artificial de moneda— se lleve a cabo de la manera más cómoda —lo que ellos llaman “sin distorsiones”- —y barata.
Muchos analistas dicen que los bancos centrales no imponen los tipos de interés, solo reflejan lo que demanda el mercado. Sorprendente, porque si fuera así, no tendríamos a operadores financieros pegados a las pantallas un jueves esperando descifrar cuál va a ser la decisión de tipos. Es más, si el banco central solo responde a la demanda de mercado, razón de más para dejar a los tipos flotar libremente.
Es sorprendente, a la vez, que los ciudadanos alaben los tipos bajos y luego se quejen de que suben demasiado los pisos y los activos de riesgo.
La inflación tiene esa enorme ventaja para el emisor de la moneda. Le echa la culpa a cualquiera y a todos de la subida de precios, excepto a lo único que hace que los precios agregados suban, consoliden esa subida y continúen al alza, aunque sea a un ritmo más moderado: la impresión de mucha más moneda de lo que demanda la economía privada y fijar tipos muy por debajo de los niveles de riesgo real.
Los tipos bajos son el problema. Sí, ahora la hipoteca “sube”, pero ¿en serio pensaron esos ciudadanos que los tipos iban a seguir bajando y por ello mantuvieron una hipoteca a tipo variable cuando los tipos ya eran negativos? El beneficio para el estatismo es que echa la culpa de los tipos de interés a los bancos igual que echa la culpa de los precios al supermercado.
¿Quién imprime moneda y disfraza el riesgo? Por supuesto, miramos al BCE y a la Fed, que dictan el aumento de masa monetaria vía recompras y fijan los tipos de interés. Pero los bancos centrales no recompran activos estatales, imprimen moneda e imponen tipos reales negativos porque sean malvados alquimistas. Lo hacen porque el déficit del estado —que es creación artificial de moneda— se mantiene elevado, la deuda pública se atrofia y la solvencia del estado empeora con cuentas públicas desajustadas. Y el banco central no hace política fiscal. Por lo tanto, el que imprime moneda de la nada y pasa el desajuste vía inflación e impuestos a los ciudadanos es el estado. No, los bancos no crean dinero de la nada, prestan a proyectos reales con capacidad de repago. Si los bancos comerciales creasen dinero de la nada no quebraría ninguno. Solo da la impresión de que crean dinero de la nada cuando la regulación exige tipos desconectados del riesgo y elimina la necesidad de capital para sostener al estado acumulando sus bonos y préstamos bajo el falso constructo de que son “el activo de menor riesgo”. Y ese castillo de naipes construido bajo el disfraz del riesgo público siempre salta, vía inflación, crisis financiera, estancamiento secular y trampa de liquidez. La cantidad de dinero creada se va a gasto improductivo, destruye el poder adquisitivo de la moneda, empobrece a los ciudadanos y a la vez descapitaliza a las empresas más frágiles, las pymes. Eso lo llaman el uso social de la moneda. Toma ya.
El BCE ha anunciado una posible bajada de tipos en junio que corre el peligro de ser prematura y equivocada. Primero, porque la masa monetaria, la demanda y la oferta de crédito están rebotando, la inflación se mantiene persistente y la tendencia en la subyacente es de un nivel de inflación muy superior al objetivo tras dos cambios en el cálculo del IPC. Ojalá alguien hiciese el estudio de cuál es el IPC calculado igual que en 1983, como ha hecho Summers, reflejando que la inflación real en EEUU es muy superior a lo que refleja el ya de por sí elevado IPC.
Al BCE le echan la culpa del estancamiento de la eurozona por subir tipos, pero, curiosamente, nadie dice que la eurozona ya estaba en enorme estancamiento con tipos negativos. Además, si necesitas tener tipos negativos reales para “crecer” es que no estás creciendo, sino acumulando riesgo tóxico. El BCE sabe que el efecto base, que jugó a favor de la inflación interanual en 2023, no va a apoyar en 2024. También sabe que los agregados monetarios tocaron fondo hace meses y están rebotando, y que no se ha dado un desplome de la oferta de crédito. El BCE, como la Reserva Federal, sabe que la inflación es un fenómeno monetario y que no existe la inflación de costes, la “avarinflación” y esas sandeces inventadas por el estatismo. Ninguna de ellas puede hacer que los precios agregados suban, se consoliden y sigan subiendo, solo la destrucción del poder adquisitivo de la moneda lo consigue.
Por supuesto, ningún banco central va a reconocer que la culpa de la inflación es suya, entre otras cosas porque ningún banco central aumenta la masa monetaria por gusto sino para financiar un mastodóntico déficit público, pero tampoco van a meterse con la estructura estatal que parte del constructo de que la deuda pública no tiene riesgo. No tiene riesgo porque te pasan a ti el riesgo.
El problema de bajar tipos ahora, cuando no hay evidencia de haber controlado la inflación y alcanzado ese objetivo que ya de por sí erosiona el poder adquisitivo de la moneda, del 2% anual, es caer en la narrativa de que la eurozona está en situación económica pobre por culpa de la política monetaria cuando es por la política fiscal, unos fondos Next Generation cuyo fracaso es ya solo comparable al del olvidado Plan Juncker, una política energética, agraria e industrial miope y destructiva y una fiscalidad que desplaza la innovación y la tecnología hacia otros países.
El BCE sabe que los tipos no están altos y que la cantidad de dinero en el sistema no ha bajado lo que debiera. De hecho, sigue recomprando bonos de los estados a vencimiento y hasta final de año no va a llevar a cabo una reducción significativa del balance en términos reales. Bajar los tipos ahora incluye el riesgo de depreciar el euro contra el dólar y aumentar con ello la factura de importaciones en términos reales, reduciendo la entrada de reservas a la eurozona, incentivando aún más un gasto público y una deuda estatal que no se ha embridado en países como Italia y España, que se vanaglorian de “crecer” aumentando masivamente la deuda y donde la inflación, además, lleva meses acelerándose, y nos hace recordar los errores del pasado cuando Grecia se vanagloriaba de ser el motor de crecimiento de la UE y decían que Alemania era “el enfermo” de Europa. El BCE no puede jugar a ser el Banco de Japón por dos razones: la eurozona no tiene el lujo de la estructura de ahorro en dólares de la sociedad japonesa o su disciplina ciudadana férrea y, sobre todo, porque el fracaso del ultra-keynesianismo japonés ha llevado al yen a mínimos de 35 años contra el dólar.
A los que digan que el euro y el BCE son el problema, les recomiendo que hagan el ejercicio de imaginación de lo que sería España con su propia moneda y Yolanda y Pedro imprimiendo como si Argentina fuera Suiza. No tienen que imaginarlo, recuerden cuando teníamos una inflación del 14-15% en España y nos destruían un 20% de los ahorros y el salario real con la falacia de las devaluaciones “competitivas”. No hace tanto. Y sería peor con un socio de gobierno que exige “política monetaria con mirada expansiva” (programa de Sumar). Peronismo.
Que no te engañen. La eurozona no va mal por la política monetaria. La eurozona va mal incluso con la política monetaria.
Nada más entrar en la web del BCE se lee en letras muy grandes «Mantenemos la estabilidad de los precios y la seguridad de tu dinero», «Nuestra función principal es mantener la estabilidad de precios. Para ello aseguramos que la inflación sea baja, estable y predecible».
Mentira. Ni una cosa ni la otra: «Dime de qué presumes y te diré de qué careces». El BCE solo está para proporcionar dinero barato, y en la cantidad que haga falta, a los gobiernos manirrotos como el nuestro, al que le han comprado emisiones completas de deuda, sin hablar de la morterada de los fondos «Next Generation», nombre original donde los haya. Si en su fundación pretendía lo de la estabilidad de precios y bla, bla, bla, eso hace tiempo que pasó a «Ayudamos a los gobiernos en lo que haga falta y al ciudadano que le den». Morcilla, se entiende.