“We made a vow we’d always be Friends, how could we know that promises end”. Brandon Casey.
Siempre me ha parecido fascinante el concepto de que “no se puede bajar impuestos porque hay déficit, pero se pueden subir todos los gastos aunque haya déficit”. Parte de una percepción de la economía extractiva y que siempre considera que usted gana demasiado y ellos gastan demasiado poco.
La gran apuesta de estas enormes subidas de gastos y de impuestos es que a) no tendrán impacto sobre el crecimiento, b) mejorarán las cuentas públicas y c) superarán las expectativas, ya que se presentan en una economía en ralentización.
Sin embargo, tenemos la evidencia empírica de que es muy probable que no sea así. El riesgo de atacar el crecimiento potencial, empeorar las cuentas públicas e incumplir estimaciones optimistas es más que elevado. La evidencia empírica de los últimos quince años muestra un rango de multiplicadores fiscales del gasto público que, cuando es positivo, se mueve entre 0,5 y 1 como máximo y que en la mayoría de los países, especialmente con economías abiertas y endeudadas, ha sido negativo.
Los multiplicadores fiscales son particularmente negativos en tiempos de debilidad en las finanzas públicas, y nadie puede negar que España ha agotado su espacio fiscal tras más de 750.000 millones de déficits acumulados en presupuestos expansivos.
El FMI, por ejemplo, analiza 170 casos de consolidación fiscal en 15 economías avanzadas desde 1980 a 2010 y encuentran un impacto negativo de un aumento del 1% en los impuestos y del 1,3% en el crecimiento dos años después.
Adicionalmente, la inmensa mayoría de los estudios empíricos yendo hasta 1983 y especialmente en los últimos quince años, muestran un impacto negativo de las subidas de impuestos sobre el crecimiento económico y un impacto neutral o negativo de los aumentos de gasto en el crecimiento. Es más, estudios sobre el impacto en ingresos fiscales de las subidas de impuestos revelan que no solo es muy bajo, sino que llega a ser negativo. De hecho, un aumento del 1% en el marginal llega a reducir la base imponible un 3,6%.
De ahí que el riesgo de la batería de promesas es apostar por un crecimiento generado por el mayor gasto público que no se ha dado en ninguno de los casos comparables ni en economías similares a la nuestra, y apostar a la vez que las subidas de impuestos no solo no tengan el impacto negativo que se ha demostrado en centenares de ocasiones, sino que genere un impacto positivo.
La ristra de aumentos de gasto anunciados, a diario, durante esta campaña esconde una apuesta extremadamente peligrosa: que el BCE y Europa nos van a rescatar eternamente. Y esa es una apuesta todavía más arriesgada a medida que los efectos de la política monetaria y fiscal demuestran ser mucho menores de lo estimado.
El lector nos dirá que lo mismo se puede argumentar sobre las bajadas de impuestos, pero debe recordar la importancia de acompasarla con mejoras de eficiencia y reducciones de duplicidades precisamente para garantizar que los servicios públicos existan no ahora, sino dentro de treinta años.
Bajar impuestos y aumentar gastos no tiene el mismo “coste fiscal”. Uno devuelve parte de su propio dinero a los ciudadanos y otro se lo quita. Una cosa es solidaridad y otra donación, y si un país no analiza en detalle su gasto para llevarlo a cabo de manera más eficiente, no puede aumentar y consolidar el ya acumulado.
El riesgo de fuga de inversiones, deslocalización y aumento de la economía sumergida no es pequeño cuando se llama “chocolate del loro” al exceso de gasto y duplicidades. Si eso es el chocolate del loro y no importa, también lo es no subirles los impuestos a los ciudadanos.
La presión fiscal en España es de un 38,3% según Hacienda. Esa presión fiscal es ópticamente inferior a la media de la UE, pero solo en un 11% mientras nuestro paro es casi el doble y nuestras empresas son más pequeñas y vulnerables, incluso las llamadas grandes.
Ahogar más a los sectores que van a garantizar el estado de bienestar del futuro con la excusa de que se recauda “poco” nos lleva a la paradoja argentina. Ignorando a las fuentes de generación de riqueza y expoliándolas con políticas extractivas solo se genera pobreza y estancamiento.
No se pueden comparar países por nivel de recaudación sin tener en cuenta las diferencias del tejido empresarial, paro y los niveles de productividad de cada cual, como explicábamos aquí hace unos meses.
Porque no es una cuestión solo de cumplir o incumplir el objetivo de déficit, ya sabemos todos que es muy probable que se incumplirá tanto por las estimaciones de crecimiento como por la optimista expectativa de ingresos y crecimiento. Se trata de debilitar aún más una economía que necesita que se apueste por atraer inversión, reforzar el crecimiento y mejorar al tamaño de las empresas.
Cuando cargamos a una economía de costes fijos inamovibles y crecientes, sin prestar atención primero a atraer inversión, mejorar la productividad y fortalecer el tejido empresarial, estamos poniendo en peligro precisamente los derechos que se pretenden garantizar.
El problema de productividad y de limitaciones al empleo y crecimiento potencial de España, o de cualquier país, no se soluciona poniendo escollos al crecimiento y la atracción de capital desde una posición casi peronista de extracción constante de rentas de los sectores de alta productividad a los de baja productividad.
El crecimiento y el estado de bienestar no se fortalecen poniendo como pilares de una economía el gasto político y el endeudamiento.
Lectura adicional:
Ethan Ilzetzki, Enrique Mendoza y Carlos Vegh. How Big (Small?) are Fiscal Mutlipliers?
Giancarlo Corsetti, Andre Meier, y Gernot J. Müller. What Determines Government Spending Multipliers?
Karel Mertens y Morten Ravn. The dynamic effects of personal and corporate income tax changes in the United States.
Norman Gemmell, Richard Kneller e Ismael Sanz. The Timing and Persistence of Fiscal Policy Impacts on Growth: Evidence from OECD Countries.
Jens Arnold, Bert Brys etc. Tax Policy For Economic Recovery and Growth.
Robert Barro y C.J. Redlick. Macroeconomic Effects of Government Purchases and Taxes.
Alberto Alesina y Silvia Ardagna. Large changes in fiscal policy: taxes versus spending, in Tax Policy and the Economy.
FMI, Will it hurt? Macroeconomic effects of fiscal consolidation.
Young Lee y Roger Gordon. Tax Structure and Economic Growth.
José Felix Sanz. Reported gross income and marginal tax rates: estimation of the behavioural reactions of Spanish taxpayers.
Carlos Díaz-Caro y Jorge Onrubia. How do taxable income responses to marginal tax rates differ by sex, marital status and age? Evidence from Spanish dual income tax.
Has the IMF proved multipliers are really large? (wonkish)”. Financial Times, 12 de octubre, 2012.
Teresa Leal, Javier J. Pérez, Mika Tujula y Jean-Pierre Vidal. Fiscal Forecasting: Lessons from the Literature and Challenges.
Buenas noche señor LaCalle.
Así que el modelo que proponemos es bajar impuestos para que Facebook, LinkedIn etc nos elijan como sede.
Lo siento pero no. El objetivo debería de ser tener esas empresas aquí.
Y para ello habria que reformar el modelo de Universidades, hacer que las ayudas a emprendedores funcionen, permitir la entrada de talento extranjero….camino difícil.
Y luego podremos elegir en África qué país nos pone los impuestos más bajos para poner las sedes.
Me temo que no ha leído nada de lo que propongo porque es imposible que, si lo ha hecho, esa sea su conclusión. En fin.
Realmente mi comentario iba dirigido al otro artículo que referenciaba:
https://www.elespanol.com/opinion/columnas/20190323/bajar-impuestos-garantizar-bienestar/385341468_13.html
De todas formas le respondo en otra entrada, porque toca también el mismo tema:
https://www.dlacalle.com/espana-sufre-mayor-presion-fiscal-normativa-que-la-media-de-europa-y-la-ocde/
Un saludo y gracias.