Existe una obsesión política y mediática con los miles de millones de euros del Fondo de Recuperación. Sorprende la alegría con la que se habla de gastar miles de millones de euros sin concreción, con poco más que palabras grandilocuentes (¡resiliencia! ¡cohesión! ¡nueva economía!) vacías de contenido y una especie de espíritu de Bienvenido Mr Marshall como si esos fondos fueran a solucionar los problemas estructurales de España.
Se repite con frecuencia que estos fondos serán una gran oportunidad con una condición: si se hace bien. Desafortunadamente, la probabilidad de que se haga mal es alta. ¿Por qué? Tenemos la evidencia del Plan de Empleo y Crecimiento de 2009 de la Unión Europea y el Plan Juncker. Existe también en España una preocupante percepción de que estos fondos llegarán un día en un cheque en el correo. Y no va a ser así. De hecho, cuanto menos transparente y detallado sea el proceso de presentación de proyectos para recibir esos fondos, más nos arriesgamos a que se quede en poco y con un impacto muy bajo.
Una de las palabras que más se repiten es “digitalización”. Es un tema clave. Pero digitalización no es tener una aplicación o una página web.
Hay factores que preocupan y, por ello, no podemos perder las oportunidades en propaganda y buenas palabras.
Según Eurostat España ocupó en 2019 el puesto 22 (de 28, ya que se incluía Reino Unido) en empresas con alto nivel de intensidad digital. Solo el 13% de las empresas reflejaron un alto nivel de digitalización. En el ranking de los peores, el de empresas con baja intensidad, España subía hasta el quinto puesto con el 57% del tejido empresarial en niveles de bajísima o nula digitalización. El riesgo de perder la oportunidad es alto cuando en un periodo de tipos de interés negativos, con el Plan Juncker funcionando al 100% y altísima liquidez, la inversión empresarial en Tecnologías de la Información y Comunicaciones se desplomó un 25% ya en 2019 y retrocedió a niveles de 2015, 3.204 millones de euros, según el INE.
Esta es una lección importante. El dinero barato y los planes de estímulo europeos encadenados no han funcionado bien como factor impulsor de un cambio tecnológico muy necesario. Es por ello por lo que es más importante que nunca que las empresas vean el futuro como lo que es: Algo que ya está ocurriendo. Deberán presentar proyectos completos, detallados (no más presentaciones de powerpoint con cuatro cifras y muchos colores), con escenarios realistas y rentabilidad económica real para hacer de los fondos europeos la oportunidad que pueden ser y no la trampa que parecen.
La digitalización es más que tener una página web. Se trata de incorporar la tecnología a todos los procesos, de analizar y valorar los datos, de utilizar los recursos tecnológicos para crear valor añadido, mejores bienes y servicios y fortalecer el compromiso de los trabajadores y los beneficios de las empresas. La digitalización no es convertir a una ferretería en Amazon, sino utilizar todos los recursos tecnológicos a nuestra disposición para hacer el negocio de la ferretería, o cualquier otro, más rentable, sencillo, preciso, valioso y sobre todo que acceda a más clientes y mercados que los transeúntes que curiosean el escaparate.
En digitalización toda la industria manufacturera y de servicios puede seguir el ejemplo del sector financiero y bancario, que es uno de los sectores que ha trabajado más activamente en su digitalización. Pero hay mucho que avanzar, y en el sector financiero también porque siguen sin explorarse y explotarse muchísimas oportunidades tecnológicas. Para sectores tradicionalmente denominados de renta de posición, que generaban valor por estar presentes físicamente en un lugar determinado, la digitalización es absolutamente clave para salir de la zona de riesgo de obsolescencia y, lo que es más importante, aumentar márgenes. No existe un proceso de digitalización serio si no conlleva un aumento del margen bruto de explotación. Si no, se convierte en un gasto innecesario, un lujo que España no se puede permitir cuando el 25% de las empresas están en riesgo de quiebra técnica según el Banco de España. Procesos más rápidos, eficientes, uso y análisis de datos serio y eficaz e inversión con rentabilidad económica real deben ser los objetivos. El marketing y la propaganda, no.
Para el sector bancario la digitalización es la única forma de salir de la espiral negativa de márgenes bajos y rentabilidad por debajo del coste de capital. Y es un ejemplo para todos los sectores y tamaños empresariales, especialmente microempresas.
Hay que avanzar mucho y rápido.
Los retos de la digitalización en el sector financiero siguen siendo importantes como demuestra el informe «Desafíos de digitalización para la banca española» elaborado por el Observatorio de la Realidad Financiera – ORFIN, cuyo consejo asesor presido, y que será presentado este jueves 22/10 en la Universidad de Alcalá. Un informe esencial para todos los sectores. De acuerdo con el informe, que estará disponible en la página web del ORFIN, aunque queda un amplio recorrido en la gestión del cambio y en la reinvención del sector bancario, se puede afirmar que la banca sigue realizando importantes avances en su transformación digital, con muchos casos de éxito reales de colaboración con otros actores, de implementación de nuevas metodologías, de cambios de cultura, de gestión del talento y de las personas. El rotundo éxito de Bizum es un claro ejemplo de ello.
La colaboración de la banca no sólo entre las distintas entidades del sector sino con otros agentes que han surgido recientemente, como son las fintech, insurtech o bigtech, es clave para la generación de valor. Hay mercado, negocio y nicho rentable si la colaboración y búsqueda de sinergias es eficiente.
Este proceso, en todos los sectores, debe ser rápido para recuperar el tiempo perdido, ganar competitividad y fortalecer la economía española. Debe contar con una regulación sencilla, simple y que no ahogue a las empresas en una fiscalidad y trabas burocráticas extractivas. No tenemos tiempo que perder y no hay un solo euro que se pueda malgastar.
Daniel Lacalle es Economista Jefe en Tressis y Presidente del Consejo Asesor de ORFIN.
Hay algo con lo que no cuenta Ud.: la formación, que no parece estar a la altura de lo que se necesita.